Nueve meses contigo © *EN FÍS...

By euge_books

341K 3K 106

Amanda Snow, una adorable y hermosa muchacha, es contratada para trabajar como secretaria de la persona más r... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
NMC en físico
Segunda parte

Capítulo 5

10.8K 535 11
By euge_books

Este capítulo está corregido por la editorial. 

...

William

Vuelvo a mi oficina, puedo respirar cuando cierro la puerta. Mi corazón late con fuerza, casi como si quisiera escapar de mi pecho. 

Al verla entrar en la inmensidad de mi oficina, solo pude recorrerla con la mirada. Es bajita, aunque sus piernas parecen extenderse kilómetros. Mis ojos recorrieron toda la longitud de su cuerpo, memorizando cada rincón. Me imaginé tocándola y mis venas ardieron. La forma de su boca, sus ojos verdes... todo en ella grita inocencia. Dejarla fue doloroso, su aroma había comenzado a afectarme. Un olor leve a coco y un perfume de mujer tan exquisito que, de solo recordarlo, tengo que apretar los labios. 

Sacudo la cabeza y me siento en la silla. Desde aquí puedo verla, gracias a la inclinación del edificio. Está leyendo las instrucciones. Aparto la mirada, obligándome a centrarla directamente en la pantalla de la computadora. 

Pasan unas horas, aunque para mí se sienten como minutos, y llamo a Glenn. Su oficina está en el piso de abajo, en el sector de Recursos Humanos. Llega alisando su traje negro a rayas y acomodándose la corbata. 

—¿Y? ¿Qué tal? —pregunta nada más posicionarse frente a mí—. ¿Está buena? 

Intuí que me preguntaría algo así. Me encojo de hombros, manteniéndome impasible. Tecleo un par de palabras más y lo miro directamente a los ojos, con una seriedad conocida en mí. 

—Es mi secretaria, Glenn, no mi prostituta personal. 

Sus labios se fruncen. Está muy claro que no le gustó mi respuesta.

—Sólo te llamé para avisarte que ya había llegado y que anules el resto de las cartas de admisión. No podemos aceptar más vacantes. 

Él se aclara y me mira, su rostro hecho una máscara, imposible de descifrar. 

—Sí, jefe. 

Y desaparece de mi oficina. 

Glenn lleva trabajando en esta empresa desde que yo ascendí como el nuevo presidente. Su puesto ha variado de vez en cuando, pero siempre ha sido una especie de amigo para mí, un amigo profesional, claro. 

Un dolor insoportable comienza a taladrar mi cabeza. Seguramente es porque llevo demasiado tiempo frente a la pantalla y necesito un descanso. Por un segundo, un pensamiento extraño aparece, causándome una rara sensación. Me imagino a Glenn, insinuándose a Amanda y a ella correspondiéndole. No puedo permitirlo, debo ganar esa maldita apuesta. No puedo quedar como un cobarde. Como la última vez. 

Me restriego los ojos y tecleo con más rapidez en la computadora. Intento con todas mis fuerzas concentrarme, pero la imagen de Amanda a tan solo unos metros de mí me atormenta. Me llama. Carraspeo y miro fijamente la redacción que estoy haciendo. 

Finalmente, envío los documentos a mi padre y me reclino en la silla. Esta es una de las partes que menos me gusta de mi trabajo. Cada paso que hago, cada decisión que tomo, en general todo lo que hago o elijo hacer, es presidido por mi padre. Siempre quiere asegurarse de que todo vaya bien encaminado, aunque a veces siento siento como si me estuviese evaluando. No puedo culparlo, él también forma parte de la empresa familiar e influye en ella tanto como yo. Supongo que quiere controlar que no tome ninguna decisión abrupta que descarrile nuestro exitoso rumbo. 

Mi puerta se abre sigilosamente y la cabeza rubia de Amanda asoma. 

—Señor Adams. —Escucho su voz dubitativa y algo en mi interior se mueve—. Perdóneme por molestarlo. 

Hago una señal negativa y la insto a que entre. 

—Dígame, señorita Snow. —Cruzo las manos sobre el teclado y la miro. Se ve tan nerviosa y tan tierna a la vez, retorciendo una hoja de su adorable cuaderno de osos. 

—Estaba acomodando su agenda y vi una cita que antes no estaba allí. Me resultó extraño, apareció de repente. —me informa. Luego mira su cuaderno—. Quizás este cambio lo ha hecho usted, de lo contrario no me lo explico. 

—¿De qué cita está hablando? —interrogo. Ella se muerde el labio inferior, ligeramente más carnoso que el superior. Ese movimiento atrae completamente mi atención. 

—Está puesta para las 4, con una chica, la señorita Kirsha Fevvs —dice. Aprieto mis puños, pero intento mantenerte impasible. Mi ojo izquierdo comienza a latir imperceptiblemente. 

—Remueva esa cita de inmediato y dígale a la señorita que se comunique conmigo ya mismo —digo con toda la calma que logro reunir. 

Ella asiente rápidamente y desaparece. Intento relajar mis manos, pero siento que la situación ya ha alcanzado un límite. ¿Con qué derecho pone una cita no acordada? No puede hacerlo, además va contra la ley. 

Suena el teléfono y contesto con los labios apretados. 

—Oficinas Adams, habla William Adams —respondo de forma automática. 

Hola, cariño —la conocida voz cava un hoyo en mi cabeza y perfora mis oídos. Me veo tentado a cubrirlos con enormes tapones—. La nueva asistente tuya me dijo que te llamara, ¿qué sucede? 

Noto que mis nudillos se tornan blancos alrededor de mi pantalón, así que lo suelto para no romperlo. Se hace la que no entiende nada, sabe que lo nuestro no es real, pero no quiere creerlo. Prefiere vivir un mundo lleno de fantasías y color de rosa que solo me da náuseas. No puede ni quiere entender que lo nuestro fue solo una noche, no le prometí amor eterno ni nada por el estilo. 

—Saboteaste mi agenda para poner una cita conmigo —voy directo al grano. 

Soy consciente de la ira acumulada en mi pecho dolorido. 

No contestaste mis llamadas, así que decidí sorprenderte y hacerlo por mi cuenta. —Suena tan orgullosa de sí misma que el dolor en el pecho aumenta incluso más. 

—Eres insoportable —escupo sin poder contenerme—. Lo nuestro se terminó hace mucho tiempo, tú sola mantienes viva una chispa de esperanza al creer que estamos juntos, cuando no hay ningún nosotros. Es hora de que lo aceptes y dejes de molestarme. 

Cuelgo el teléfono. Sé que la he dejado con la palabra en la boca, y es una de las mejores sensaciones del mundo. Una sensación de victoria y tranquilidad me recorre. 

Con un suspiro, apago la computadora. No puedo soportar ni un minuto más el ardor en mis ojos y las contracturas de mis dedos y espalda. 

Me sirvo una copa de vino, el mejor que podría existir: el tinto. Mi mamá no es una gran fan de este vino, pero papá lo adora. Siempre tiene reservas escondidas de mamá y se da algún que otro lujo de vez en cuando. 

Me giro y mi mirada se va moviendo hasta la ventana. No puedo evitarlo, enseguida me encuentro observándola. He visto muchas chicas lindas a lo largo de mi vida, y admito que muchas me parecieron huecas, vacías, oportunistas, pero ella... ella es diferente. Su forma de hablar y de caminar hace ver un perfil de una persona tímida, no muy abierta a las personas, pero que igualmente es encantadora. 

Ahora que la tengo tan cerca y frente a mí, no puedo evitar hacerme más preguntas. Quiero conocerla, y no si se debe a mi deseo por cumplir la apuesta o por algo que aún no logro descifrar. 

Veo que lucha con la impresora. Le da golpes, pero esta no parece responderle. Se quita los zapatos y los revolea lejos. Después de media hora viéndola pelear con el objeto y ver sus mejillas rojas como tomates, me doy por vencido y me dirijo afuera. Abro la puerta de su oficina sin llamar y me quedo estancado en mi lugar, esperando a que me note. 

—Creo que es un problema bastante gordo. —menciono. Ella da un respingo y me mira, con los bellos ojos abiertos de par en par. 

Reparo en sus mejillas rojas y en la fina capa de sudor que cubre su frente. 

—Debería convertirse en un deporte olímpico. —murmura para sí, aunque la escuché de todas formas. No puedo evitar sonreír ante el comentario. 

Apresuradamente, se pone los tacones y se para recta, alisándose la falda del vestido. 

—Tengo que imprimir un par de cosas, pero creo que he hecho algo mal —se lamenta. Por lo bajo, suelta un exabrupto, y finjo que no la he escuchando. 

Hago una seña con la cabeza y me arrodillo a revisar la máquina. No parece tener ningún fallo, excepto que no tiene hojas. 

Sus mejillas se colorean aún más. 

—Creo que no se me dio por revisar eso —admite en voz baja. Sonrío de lado para tranquilizarla. 

—A cualquiera le pasa, no es nada grave —digo. Camino hasta el armario grisáceo que se encuentra en una esquina y abro el último cajón. Encuentro un block de hojas y lo introduzco en el compartimiento. Vuelvo a repetir el procedimiento inicial y la máquina imprime lo que ella necesita. 

Apenas sale el papel, ella lo toma y lo deja boca abajo en su escritorio. 

—Gracias, jefe. Lamento haberlo molestado —dice—. Por cierto, ya le he mandado por correo su agenda. 

Asiento y me encamino hacia la puerta. 

—Ahora la revisaré, gracias —digo y salgo de su oficina. 

Sonrío como estúpido todo el corto camino de vuelta a mi oficina. Muevo los hombros y el cuello un poco, me descubro tenso. Dentro de mí, sé la razón y mi corazón me comprime el pecho. 

***

Continue Reading

You'll Also Like

552K 36.8K 44
¿Conoces el cuento de la "Cenicienta"? Si ,la chica a la que le queda la zapatilla y vive su hermoso final de cuento de hadas ,bueno , esta n...
98.6K 7.5K 38
Adela fue entrenada para causar caos y destrucción a su paso, no tiene límites. Ella quiso pertenecer a una de las fuerzas especiales más importantes...
558 58 3
Primera parte de la BILOGÍA ENTRE SERPIENTES Estoy rota. Vacía. Sola. Entre serpientes sedientas de sangre. Mi sangre. Para ellos significó una pé...
2.8M 51.1K 34
Él es trece. Primeros 9 capítulos en mi otra cuenta de Wattpad BellaLilH. Actualización cada semana Instagram: @bellalilh Safe Creative: 1512105987241