Cupido por una vez

By YamiKriss

3.3M 394K 86.3K

Cuando Elizabeth Sagarra descubre que el hombre del cual estaba profundamente enamorada se ha convertido en s... More

Sinopsis
Orden De Los Libros
Capítulo 1 💘
Capítulo 2 💘
Capítulo 3 💘
Capítulo 4 💘
Capítulo 5 (Parte I) 💘
Capítulo 5 (Parte II) 💘
Capítulo 6 (Parte I) 💘
Capítulo 6 (Parte II) 💘
Capítulo 7 💘
Capítulo 8 (Parte I) 💘
Capítulo 8 (Parte II) 💘
Capítulo 9 💘
Capítulo 10 💘
Capítulo 11 💘
Capítulo 12 💘
Capítulo 13 💘
Capítulo 14 💘
Capítulo 15💘
Capítulo 16 💘
Capítulo 17💘
Capítulo 18 💘
Capítulo 19 💘
Capítulo 20💘
Capítulo 21 💘
Capítulo 22💘
Capítulo 23 💘
Capítulo 24💘
Capítulo 25 ?
Capítulo 26 💘
Capítulo 27 💘
Capítulo 28 💘
Capítulo 29 💘
Capítulo 30 💘
Capítulo 31 💘
Capítulo 32💘
Capítulo 33💘
Capítulo 34 💘
Capítulo 35💘
Capítulo 36 💘
Capítulo 37 💘
Capítulo 38 💘
Capítulo 39 💘
Capítulo 40💘
Capítulo 41💘
Capítulo 42 💘
Capítulo 43💘
Capítulo 44 💘
Capítulo 45 💘
Zona de FanArts 💜
Capítulo 46 💘
Capítulo 47 💘
Capítulo 48 💘
Capítulo 49 💘
Capítulo 51 💘
Capítulo 52 💘
Capítulo 53 💘
Capítulo 54 💘
Capítulo 55 💘
Capítulo 56 💘
Capítulo 57 💘
Capítulo 58 💘
Capítulo 59 💘
Capítulo 60 💘
Capítulo 61 💘
Capítulo 62 💘
Capítulo 63 💘
Capítulo 64 💘
Capítulo 65 💘
Capítulo 66 💘
Capítulo 67 💘
Capítulo 68 💘
Capítulo 69 ?
Capítulo 70 💘
Capítulo 71 💘
Capítulo 72 💘
Capítulo 73 💘
Capítulo 74 (Final) 💘
Nota De La Autora
Cupido Otra Vez 💝
Dioses (1)
Entrevista A Los Personajes (I)
¡Ya a la Venta!
Escenas De Cupido por Una vez
¿Cómo adquirir Cupido en Formato Papel?
Cupido En Goodreads
¡Cupido Ya Disponible En Formato Electrónico
Gana Cupido En Ebook
Ganadora Libro Electrónico + Leer Cupido Gratis En Kindle

Capítulo 50 💘

30.4K 4.5K 488
By YamiKriss

Dedicado a Elizabeth_Cas
¡Felicidades! ❤️

Aunque mi cerebro logró reacomodarse y recuperar la mayor parte de los recuerdos —ya que el doctor dijo que todavía podían haber memorias suprimidas por mi subconsciente—, tuve que permanecer en el hospital para que trataran el traumatismo que dejó el golpe en mi cabeza.

Regresé al departamento con un sinnúmero de indicaciones que apenas podía memorizar.

Aunque el verdadero golpe vino cuando Jane abrió la puerta y reconocí la sala de estar, fue como salir de un universo blanco e inmaculado para regresar al caos que podía llamar "vida".

Como todavía tenía problemas para mantener el equilibrio, casi caigo al entrar.

El doctor me prohibió el consumo de alcohol durante unos días, y me recetó vitaminas del grupo B. Mi mamá se quedó unos días con nosotras para ayudar en mi recuperación. Mientras ellas iban y venían por toda la casa, haciendo los deberes, cocinando, limpiando los trastos sucios, barriendo el piso, y lavando la ropa, yo pasaba gran parte del día tendida en la cama, mirando el techo, sin nada en particular pasando por mi mente.

Ellas eran las hormigas trabajadoras, y yo era algo así como un zombie.

De vez en cuando mi mamá entraba a correrme de mi cuarto, a lo que yo trasladaba mi inútil trasero al sofá, y me quedaba ahí por horas, sin hacer nada especial.

Me sentía ajena al mundo, vacía, extraña, y sin motivaciones, como si hubiera dejado parte de mi existencia en esa fría habitación de hospital. Ir a clases era una rutina, solo asentía a aquellos que se acercaban a hablarme y a veces hablaba para aparentar interés.

Las manos me sudaban en las noches y a primera hora del día, ansiando el elixir que me llevaba a la perdición, sabía que parte de mí desánimo se debía a la abstinencia. Mis uñas habían desaparecido producto de la ansiedad y a veces tiraba mechones de mi cabello, buscando calmar mis impulsos.

Tenía la impresión que mis recuerdos no estaban completos aún, pero por más que forzara mi mente a ir más allá, siempre me encontraba con una pared difícil de derribar.

Un día sin nada de especial, Agnes hizo el favor de levantar su mirada del libro que leía en su celular y me miró con esa agudeza típica de ella, antes de lanzarme su mordaz conclusión.

—Creo que si tu vida fuera una novela, serías tu propia antagonista.

Su comentario al principio no me hizo sentido, hasta que Nick decidió intervenir.

—Eso es estúpido, no puedes ser protagonista y antagonista a la vez —espetó.

—Sí se puede —corrigió ella—. Las fuerzas antagónicas son las que se oponen al objetivo del protagonista. No es lo mismo que el villano o el enemigo, creo que estas confundiendo ambos términos.

El muchacho murmuró algo que sonó como una queja hacia las complicadas observaciones de Agnes, y se apartó sin mostrar más interés.

Desde mi lugar, pude apreciar la expresión decepcionada de la lectora.

—¿Qué pasa? —preguntó Fran, sentada a mi lado.

Al sentirse descubierta, volvió a lucir su impenetrable máscara de indiferencia.

—No es nada, solo creo que a veces hablo de más —respondió.

—A mi me pareció interesante, no tenía idea de que había una diferencia —comentó Agustín.

El resto de la conversación fueron trivialidades en las que tampoco intervine. No tenía deseos de hablar.

Mi mamá se fue al cabo de dos semanas, no podía dejar más tiempo solo al campo o su pequeño emprendimiento se iría a pique. Mi realidad no cambió con su partida, continué siendo el inservible estropajo.

El verdadero quiebre se produjo una tarde, mientras Jane estudiaba en el departamento, y yo fermentaba a pocos metros de distancia. Unos golpes en la puerta interrumpieron nuestra monotonía.

—Liz, ¿puedes ir a abrir? —preguntó mi hermana, sin despegar la vista de sus apuntes.

¿Para qué? No esperábamos visitas y si fuera importante, nos llamarían.

Al ver que no me movía de mi sitio, ella misma se levantó.

—¿Papá?

Escuchar esa palabra, envuelta en la voz de mi hermana, me sacó de mi estupor, y me hizo prestar atención al recién llegado.

—Supe que tu hermana tuvo un accidente —dijo mi progenitor masculino.

—Sí, hace casi un mes —respondió Jane. La hostilidad en su tono nos sorprendió a ambos—. ¿Vienes a ver cómo está?

Mi padre posó su mirada en mí.

—Conozco a mi hija, no iba a morirse por un golpe en la cabeza —repuso.

Su comentario no me ofendió, a estas alturas podía esperar cualquier cosa de él. Aunque clavó en un lugar donde las cosas suelen doler mucho.

—¿Cómo puedes decir eso de tu hija? —espetó Jane—. Si vas a venir un mes tarde, sólo para insultarla, mejor no vengas. Lizzie está muy delicada todavía.

—Tú no me digas qué hacer, Jane. Por algo yo soy el padre de ustedes dos, y por lo menos me gustaría que una de mis hijas me respetara.

El rostro de mi hermana adquirió un tono rojo que fácilmente podría competir con mi desteñido cabello. Tardó unos minutos en hablar, pero cuando lo hizo, en su voz no sólo había furia, había fuego, como un volcán que durante años estuvo conteniéndose y que ahora hacía erupción.

—¿El padre de nosotras dos? ¿En serio? Pues no recuerdo la última vez que actuaste como tal. Tú solo llegas, y pides respeto, pero jamás valoraste a mi mamá, solo la hacías sufrir y la golpeabas cada vez que andabas de malhumor. No sabes lo feliz que estaba cuando por fin me fui de esa casa. No más gritos. No más golpes. No más violencia. Pero tenías que llegar un día y arruinar mi paz otra vez, pero te di la oportunidad, ¿sabes por qué? Porque toda mi vida pensé que si era una niña buena, responsable y educada, tarde o temprano ibas a recapacitar, incluso muchas veces me culpé a mí misma por lo que pasaba. Cada vez que hacía una travesura, cada vez que jugaba, y me comportaba como una niña, tú te impacientabas, así que creí que si estaba quieta, no volverías a maltratar a mi mamá. Pero no fue así, porque el verdadero problema siempre ha estado en ti y en tu horrible forma de ser.

Me pongo de pie, sorprendida y conmocionada.

Me había pasado toda la vida tan sumida en mi propio dolor que jamás me interesé en la perspectiva de Jane. Siempre me molestó un poco verla como la hermana madura, racional, que rayaba en la perfección, pero en realidad solo se estaba guardando su dolor, evitando exteriorizarlo, mientras yo lo demostraba en cada uno de mis arrebatos.

—No me hables así. —Fue la corta e inútil respuesta de mi padre.

—No, papá. Ya no quiero ser tu hija buena y comprensiva, prefiero velar por la salud mental de Lizzie —contestó Jane.

Y entonces, en lugar de desquitarse con su hija mayor, mi padre se dirigió a mí.

—¡Estuviste metiéndole ideas estúpidas en la cabeza! —exclamó—. Le dije a Amaya que una niña era suficiente, pero ella no, ella quiso tener otra hija, por su absurda obsesión con esos libros...

—Soy un ser pensante, papá —espetó Jane—. Puedo sacar mis propias conclusiones.

La rabia destelló en sus ojos azules, tan idénticos a los míos, y me sentí aturdida por mi propia mirada.

—Es mejor que te vayas —hablé con una inusitada calma—. Has perdido a tu esposa y a tus dos hijas por tu actitud.

Espero que el alcohol sea suficiente consuelo, porque es lo único que te queda.

Jane cerró la puerta y por un momento me sentí tentada a decirle la verdad, suponiendo que mi mamá había subestimado su fuerza. Sin embargo, cuando se volteó, cristalinas lágrimas cubrían sus ojos.

Entonces, no supe qué hacer.

Aún así, esa tarde llegué a una conclusión. No quería llegar al día en que mi único consuelo fuera el alcohol, no quería perder a mi familia, ni a las personas que me importaban.

No quería seguir siendo mi propia antagonista.

.
.
.

Este capítulo es importante, porque explica un poco por qué Jane siempre se ha mostrado como la hermana seria y madura, al punto que llega ser poco creíble que una persona sea así.  Y bueno, lo vuelvo a explicar por si no queda claro.  Ambas hermanas lidiaron con el dolor de maneras diferentes.  Mientras Lizzie cayó en el descontrol, a Jane le pasó lo contrario, se esforzó en ser una adulta a una edad muy temprana y tuvo que hacerse responsable de su hermana menor, por ser la mayor.  Hasta que aquí no aguanta más y explota.

¿Se entiende?

No olviden votar y comentar ❤️

Continue Reading

You'll Also Like

46.4K 4.1K 18
¿Alguna vez han oído la frase "La Curiosidad Mató Al Gato"? Al parecer, aquellas palabras no tenían ningun impacto en Maxine, una chica completamente...
3.1K 646 46
Una única esperanza; un viaje mortífero. Nira, una chica que ama la acción, vive en un mundo que agoniza día tras día a causa de la extinción de los...
114 72 5
Tres palabras : tiempo, vida y reflejos. La noche de Navidad es sinónimo de alegría, pero para Selene, basta solo una para enseñarle lo que es la vi...