Cupido por una vez

By YamiKriss

3.3M 394K 86.3K

Cuando Elizabeth Sagarra descubre que el hombre del cual estaba profundamente enamorada se ha convertido en s... More

Sinopsis
Orden De Los Libros
Capítulo 1 💘
Capítulo 2 💘
Capítulo 3 💘
Capítulo 4 💘
Capítulo 5 (Parte I) 💘
Capítulo 5 (Parte II) 💘
Capítulo 6 (Parte I) 💘
Capítulo 6 (Parte II) 💘
Capítulo 7 💘
Capítulo 8 (Parte I) 💘
Capítulo 8 (Parte II) 💘
Capítulo 9 💘
Capítulo 10 💘
Capítulo 11 💘
Capítulo 12 💘
Capítulo 13 💘
Capítulo 14 💘
Capítulo 15💘
Capítulo 16 💘
Capítulo 17💘
Capítulo 18 💘
Capítulo 19 💘
Capítulo 20💘
Capítulo 21 💘
Capítulo 22💘
Capítulo 23 💘
Capítulo 24💘
Capítulo 25 ?
Capítulo 26 💘
Capítulo 27 💘
Capítulo 28 💘
Capítulo 29 💘
Capítulo 30 💘
Capítulo 31 💘
Capítulo 32💘
Capítulo 33💘
Capítulo 34 💘
Capítulo 35💘
Capítulo 36 💘
Capítulo 37 💘
Capítulo 38 💘
Capítulo 39 💘
Capítulo 40💘
Capítulo 41💘
Capítulo 42 💘
Capítulo 43💘
Capítulo 44 💘
Capítulo 45 💘
Zona de FanArts 💜
Capítulo 46 💘
Capítulo 47 💘
Capítulo 48 💘
Capítulo 49 💘
Capítulo 50 💘
Capítulo 51 💘
Capítulo 52 💘
Capítulo 54 💘
Capítulo 55 💘
Capítulo 56 💘
Capítulo 57 💘
Capítulo 58 💘
Capítulo 59 💘
Capítulo 60 💘
Capítulo 61 💘
Capítulo 62 💘
Capítulo 63 💘
Capítulo 64 💘
Capítulo 65 💘
Capítulo 66 💘
Capítulo 67 💘
Capítulo 68 💘
Capítulo 69 ?
Capítulo 70 💘
Capítulo 71 💘
Capítulo 72 💘
Capítulo 73 💘
Capítulo 74 (Final) 💘
Nota De La Autora
Cupido Otra Vez 💝
Dioses (1)
Entrevista A Los Personajes (I)
¡Ya a la Venta!
Escenas De Cupido por Una vez
¿Cómo adquirir Cupido en Formato Papel?
Cupido En Goodreads
¡Cupido Ya Disponible En Formato Electrónico
Gana Cupido En Ebook
Ganadora Libro Electrónico + Leer Cupido Gratis En Kindle

Capítulo 53 💘

29.4K 4.4K 827
By YamiKriss

Dedicado a rocio265

(Yo NECESITO ver este musical) ajshjahd
Merece otro gif

Y otro....

Ajshja este abajo es muy Yaoi


Ya weno, les dejo el capitulo....

Me costó dar crédito a lo que mis ojos veían.

—¿Un parque de diversiones? ¿En serio? —pregunté.

—Uno de los mejores lugares para los enamorados —suspiró Eros, como si estuviéramos frente a las puertas del paraíso—. Parejas por todos lados, y unos cuantos clichés.

—Y la mejor compañía —agregué con sarcasmo—. Henry, no creí que tú caerías en algo así.

Durante el viaje me había enterado que ambos se conocieron durante el periodo en que Eros trabajó en la pizzería como reemplazante.

—Perdí una apuesta —respondió mi amigo de toda la vida, apagando el motor.

—¿Qué clase de apuesta? —inquirí.

—Bueno, habían dos chicos en el trabajo que siempre peleaban, al punto que se estaba volviendo insoportable, le dije a Eros que no entendía cómo podían odiarse tanto dos personas y él supuso que solo era tensión sexual. No lo creí posible, y me propuso una apuesta, si perdía debía acompañarlo a este parque de diversiones. A los dos días los encontré besándose detrás de los hornos —explicó.

—Hiciste trampa —acusé.

—Ni que tuviera un extraño poder para unir parejas. Era un típico cliché, Lizzie, se veía a leguas —se defendió.

Elevé mi mirada al cielo y me bajé del coche, sin darle la oportunidad de abrirme la puerta.

Dejamos el estacionamiento y pagamos nuestras entradas, para internarnos en el mundo de los juegos y el algodón de azúcar.

—Por cierto, creo que no nos habíamos presentado formalmente. Soy Henry Banzo —dijo mi amigo, acercándose amablemente a Fran. Las mejillas de mi amiga se encendieron cual caldera a punto de explotar.

—Fran —titubeó—. En realidad, me llamó Francisca, pero me dicen Fran, porque sino queda muy largo.

Una sonrisa nerviosa afloró en sus labios.

—De acuerdo —respondió el chico con tranquilidad.

La hija de Apolo buscó apoyo en mi mirada, y yo le hice un gesto motivándola a continuar la conversación.

—Y... ¿Te gusta la pizza? —preguntó.

Tuve que contenerme para no golpear mi frente. Siendo ella tan locuaz, ¿cómo podía quedarse sin tema frente a un chico?

—Sí, pero pierde el encanto cuando la preparas todos los días —contestó Henry.

Al quedarse sin respuesta, volvió a pedirme ayuda con los ojos. La insté a seguir, pero ella se encogió de hombros, argumentando que no sabía qué más decir, así que moví mis brazos indicándole que continuara hablando.

Mi gesto no pasó desapercibido.

—¿Pasa algo, Lizzie? —preguntó Henry.

—Yo... —Mi mente buscó una salida—. Eros, ¿no te gustaría probar un tiro al blanco?

—¿Me estas desafiando? —preguntó el dios.

—Eh... ¿Sí?

Así fue como acabé sosteniendo un rifle lleno de dardos negros, frente a un círculo de líneas rojas y blancas.

Solo uno de mis tiros dio en el blanco, mientras que los cinco intentos de Eros dieron justo en el centro.

—Mira eso, perdiste —comentó Eros—. Ahora tendrás que subirte a la montaña rusa conmigo.

Mi estómago se encogió presa del pánico.

Este dios era un amor.

—¿No prefieres otro juego? —pregunté—. Los enamorados prefieren las ruedas de la fortuna.

—Sí, bueno, a mí me gusta más la montaña rusa. Además, disparar a esa velocidad es adrenalínico.

Suspiré frustrada.

—Por tu culpa el mundo está como está —acusé—. Vamos. Prefiero acabar abrazada a un bote de basura que deberte una penitencia.

En ese momento llegaron a mis oídos los desesperados gritos de la gente que había optado por aquella particular atracción, como si fuera una advertencia de mi inminente muerte.

Pese a todo me subí al terrorífico juego.

—En el primer asiento tendremos mejor vista —sugirió Eros.

—Ni en broma —espeté, sentándome en la tercera fila.

Hice mis oraciones y la máquina se echó a andar. Temblé en anticipación, y ya, cuando el vagón se echó a andar con todas sus ganas, grité con tanta fuerza que me pregunté si se podía dejar sordo a un dios. El viento me azotó con violencia, y fui incapaz de mantener mis párpados abiertos todo el camino.

Cuando el horrible recorrido terminó, me aferré al brazo de Eros para poder caminar. El mareo era insoportable. Por su parte, él se bajó de muy buen humor, y es que lo había visto disparar mientras los vagones corrían por los rieles. Definitivamente quería ver el mundo arder.

—Subamos a otro —pidió el desgraciado. Su vista apuntó a una de las atracciones más terroríficas, esa que hacía subir a los pasajeros para luego hacerlos descender brutalmente en línea recta.

—No, gracias, con un intento suicida por día es suficiente —musité.

Curiosamente, en lugar de insistir, me dejó sentarme en una de las bancas para que recuperara el aplomo.

—¿Dónde están Fran y Henry? —pregunté.

—Los perdí de vista. ¿Quieres? —No sé en qué momento apareció un paquete de palomitas en sus manos.

Me negué, mi estómago no estaba preparado.

—Si querías hablar conmigo, podías haber buscado un método más convencional, ya sabes, tocar la puerta, llamar por teléfono —mascullé.

—No hay nada que quiera hablar contigo, sé aceptar un rechazo. Nunca me había pasado, pero lidio con ellos todo el tiempo, por mi trabajo —contestó desinteresadamente—. Pero tú sí tienes algo que decirme.

Mi boca se abrió sorprendida.

—¿Cómo supiste? —interrogué.

—Es un don que venía junto a la inmortalidad. Ahora, dime para qué soy bueno.

No podía rechazar un ofrecimiento así cuando yo misma me había desvelado tantas veces pensando en cómo plantearle el problema.

—¿Podrías invocar a Afrodita por mí? —pregunté sin anestesia—. Estuve hablando con Adrian y me explicó la maldición que ella lanzó sobre su familia, y no creo que sea justo.

El rostro de Eros adoptó una seriedad extraña en él, aunque no parecía enojado, quizás sí conmovido. Aunque no podía decirlo a ciencia cierta.

—¿Por qué crees que Afrodita te haría caso? No serías más que una insignificante mortal pidiéndole que revoque una de sus mejores maldiciones. No es tan fácil.

—Pero debe haber algún modo, tú eres el dios de la atracción, ¿no? ¿No puedes hacer nada?

Mi acompañante negó con la cabeza.

—Quizás podría hacer que alguien se enamorara de él, o viceversa, pero no cambiaría nada, porque no serían almas gemelas, mis poderes encuentran su límite en ese punto. Podrían pasar una linda temporada, buenos meses de sexo, pero luego el amor moriría, porque no hay nadie destinado a él. Nació sin otra mitad, o de otro modo, su hilo rojo no está conectado a nada —explicó—. Ya lo he intentado, créeme. Por mi culpa esa familia sigue teniendo descendientes.

Cerré los ojos, intentando asimilar lo que decía.

—Debe haber un modo —hablé, negándome a darme por vencida—. ¿No hay un dios capaz de hacerle frente a los poderes de Afrodita?

—En este ámbito al menos había alguien, pero ya no existe —respondió con pesar.

—Psique —murmuré. Aunque me costara reconocerlo, había estado investigando por Internet—. La diosa de las almas gemelas.

Eros asintió lentamente.

—¿No hay un modo de traer de vuelta sus poderes? —pregunté—. Persefone dijo que su divinidad se encontraba en los Campos Eliseos.

De pronto su mirada se ensombreció.

—Ni se te ocurra ir a buscarla.

—No estarás sugiriendo que me rinda, ¿o sí? —pregunté.

—Claro que no, pero de seguro encuentras un camino alternativo, que no implique otra visita al Inframundo. Soy un fiel convencido de que el amor es la fuerza más poderosa de este mundo. —Señaló hacia uno de los juegos del parque, donde Fran estaba mostrando a Henry su celestial puntería en un juego de tiro al blanco. Esta mujer era sin igual—. El problema es que las relaciones se hacen de a dos y, a veces, falta voluntad.

Acto seguido, Fran golpeó el sensor con un poderoso mazo de madera, al tiempo que Eros disparaba una flecha que fue a acertar justo en el corazón de Henry.

.
.
.
¿Qué les pareció el capítulo?

No olviden votar y comentar ❤️

Continue Reading

You'll Also Like

126K 16.7K 32
Donde una chica le escribe a un chico que tiene Wattpad. -¿Realmente eres un chico? -¿Le preguntas eso a todas las personas que acabas de conocer?
88.5K 5K 154
Valentina una chica con una vida normal hasta que el divorcio de sus padres cambiaría su vida por completo volvería los próximos años en los peores d...
41.8K 6.8K 50
Marcus juró que nunca volvería a amar. Luego de regresar a Nueva York por petición de su padre, Marcus intenta retomar su vida, intentando ignorar la...
2.9K 531 62
LIBRO I - BILOGIA MAR El navío del capitán Anders Hemsworth llega de su época de mar al puerto de West Plate. Después de una larga travesía en el mar...