WILLIAM
Luego de la incómoda interrupción de John, ambos nos encontrábamos en la sala del departamento, Anna estaba en la habitación junto con Sky, lo que nos permitía a mi amigo y a mí mantener una conversación sin interrupciones.
—¿Cuál era ese asunto tan importante que te hizo venir a verme? —cuestiono con curiosidad.
—Sé que probablemente pensarás que es algo dramático de mi parte, pero...—se detiene por un par de segundos antes de continuar —El día de tu boda, Kate me dijo que había aceptado un trabajo en el extranjero, al parecer requieren de sus habilidades como directora de una prestigiosa empresa textil —informa. —Se marcha esta semana.
—Oh, vaya —murmuro —¿qué es lo que harás?
—No tengo la menor idea —confiesa. —Estoy completamente enamorado de ella, Will y la idea de tenerla lejos me aterra completamente. Si ella se marcha, hay una especie de sentimiento que no me deja tranquilo, como si supiera que esto no va a funcionar.
—¿Has considerado la idea de ir con ella? —inquiero.
—No puedo solo decidir marcharme —pronuncia —las empresas de mi padre están aquí, mi familia, mis amigos, mi vida entera está en esta ciudad. Si me marchara sería empezar de nuevo.
—Pero la chica de la que estás enamorado no estará aquí —Hablo. —John, piensa las cosas. No te estoy diciendo que irte con ella será la mejor opción, pero evalúa la situación. ¿Estás dispuesto a tener una relación a distancia?
—Está entre mis opciones —la expresión mortificada que coloca en el rostro me causa gracia, y por más que lo intento, no consigo ocultarla.
—Eres un caso perdido amigo, el amor te pegó duro —Él ríe mientras lanza un cojín en mi dirección. —Hablando en serio, John, tienes que definir qué es lo que quieres. Si deseas ir tras ella, entonces hazlo. Es válido seguir al amor de tu vida. Y si eso no está entre tus planes, entonces tienes que evaluar si una relación a distancia es lo más conveniente, para ambos.
— ¿En qué momento te volviste tan maduro? Parece que fue ayer cuando apenas eras un bebé y te cargaba en mis brazos.
—Idiota —Mascullo lanzándole un cojín con fuerza mientras una carcajada brota de John. —Otro día no vengas a mi casa por consejos.
Me incorporo con toda la disposición de ir a la cocina por algo de tomar, escucho los pasos de mi amigo siguiéndome de cerca, y pronto ambos nos encontramos sentados en la mesa, deslizo una lata de soda hacia él, dejándola justo al frente mientras tomo la mía.
—Dejando mis problemas de amor a un lado ¿no se supone que hoy era el día donde irían por su pequeña? —la mención de Sol hace que la punzada de decepción se clave de nuevo en mi pecho.
Una sonrisa ligera se filtra en mis labios mientras niego.
—No resultó tan bien como lo habíamos planeado —confieso.
—¿Qué pasó? Según lo que me dijiste todo estaba en orden ¿qué salió mal? —parece sorprendido, y la forma en la que me mira me hace saber que está verdaderamente interesado en conocer la respuesta.
—Una pareja la conoció antes que nosotros —pronuncio en un suspiro. —Y la quiso adoptar.
—Bueno, pero pudieron ir a un juez y...
—No quisimos hacerlo —murmuro desviando la mirada —La pareja que la escogió la quiere, tanto o incluso más que nosotros. Anna no quiso ser egoísta e involucrarnos en una batalla legal en donde la única que saldría perjudicada era Sol. Confío en que son excelentes personas, ella estará bien.
Intento no mantener el contacto visual con él, porque en el fondo, no estaba convencido de eso. La ilusión de tenerla en casa no desaparecería tan rápido.
—¿Y cómo estás tú? —su pregunta consigue que vuelva a mirarlo —Estabas emocionado por todo esto ¿Cómo lo has tomado?
—Creo que, en cierto punto, Sol no estaba destinada a estar con nosotros. Ese matrimonio, a kilómetros de distancia se ve mucho más estable que el de nosotros. Anna y yo...nos apreciamos, incluso podría decirse que nos queremos, pero apenas llevamos unos meses casados, no creo que haya sido una buena idea incluir a un niño en medio.
—Parece que se llevan más que bien —comenta con diversión. —Me alegra ver que estas feliz.
—Sí, bueno, creo que algo bueno ha conseguido surgir de todo esto —murmuro apoyando los codos sobre la mesa. —Anna es una mujer increíble, y sé que ella no se tiene la culpa de nada de lo que ocurrió, simplemente fuimos víctimas de la ambición de nuestros padres. Intentar llevarnos bien pareció ser la mejor solución.
—Sí, y yo creo que les está funcionando de maravilla —una mirada de fastidio es lo único que mi amigo recibe como respuesta. —Sabes que solo bromeo —aclara entre risas.
—Eres demasiado molesto a veces, no entiendo cómo es que Dann consigue soportarte —mascullo con fingida molestia.
—Eso es porque tiene mi casa como restaurante —comenta incorporándose —ese hombre come más que toda mi familia junta —exagera.
—Ya, no tengo duda. —nuestras risas se escuchan, al mismo tiempo que los pasos en la escalera captan nuestra atención.
Sky viene de la mano de Anna, da cortos pasos mientras se acercan con lentitud hasta donde nos encontramos.
—Iba a llorar —informa ella con una mueca —así que decidí traerla.
Ellos se enfrascan en una corta conversación antes de que John informase que tienen que marcharse. Cuando lo hace, Anna me observa con curiosidad.
—¿Problemas del corazón? —inquiere colocándose frente a mí.
—Algo así —confieso. —Al parecer Kate se va del país, por cuestiones laborales. John está algo indeciso sobre lo que tiene que hacer al respecto.
—¿Ustedes siempre han sido así de unidos? —cuestiona con curiosidad.
—Si —sonrío de lado al responder —hemos sido mejores amigos desde la universidad, ahí los conocí, junto con Dann. Ellos ya mantenían una amistad antes de conocerlos, así que no me siento tan mal cuando parece que me dejan de lado.
Ella ríe, se acomoda sobre el banco para acomodarse y mantener su atención en mí.
—Nuestra amistad se ha mantenido desde entonces —continúo —hemos pasado demasiadas cosas juntos, somos algo así como un trío inseparable
Antes de que pueda responder, su celular suena. Ella lo toma, la ligera sonrisa de sus labios desaparece en cuanto lo mira.
—Oh, es Martha —masculla —llamó antes de lo pensado.
—Debe estar preocupada —sugiero —deberías responder.
—¿Y qué se supone que le diga? —cuestiona.
—La verdad —respondo encogiéndome de hombros. —no tenemos por qué mentirle.
Anna parece indecisa, sin embargo, termina tomando la llamada. Sale de la cocina al tiempo que comienza a hablar, no la sigo, probablemente desea hacer esto sola así que permanezco en mi asiento.
Habían sido demasiadas emociones para un solo día, definitivamente.
ANNA.
Luego de la llamada con Martha, habíamos acordado una reunión un tanto apresurada. Me había invitado a tomar un café, que estaba cerca de la fundación así que acepté.
—Una llamada y todo hubiese quedado solucionado —comenta con una sonrisa comprensiva. —Conoces el procedimiento.
—Lo sé —respondo en un suspiro. —solo que no creí que ella pudiera marcharse. Es decir, estoy muy feliz, en serio, pero...
—Pero la querías —comenta extendiendo una de sus manos para colocarla sobre la mía —y eso es justo, tienes todo el derecho de sentirte así. La próxima vez, considera avisarme ¿de acuerdo?
Asiento con ligereza.
—Ellos son buenas personas ¿no es cierto? —inquiero.
—Oh, por supuesto —responde —Ben y Caroline son dos ángeles caídos del cielo —murmura. Se detiene por algunos segundos y la forma en la que me mira, me hace saber que se está cuestionando sobre si continuar o no.
—Puedes hablar de esto con tranquilidad —informo.
—Son unas personas excelentes —continúa —deseaban tanto convertirse en padres que estoy completamente segura de que Sol estará en un hogar excelente. Va a ser una niña feliz.
—Eso es más que suficiente —afirmo.
La conversación que le sigue a eso es de cosas sin relevancia, luego un par de minutos más, ella se despide.
Pago la cuenta correspondiente y cuando ya me encuentro en el auto dispuesta a volver a casa, mi celular suena.
El nombre de mi madre se lee en la pantalla y algo se retuerce con fuerza en mi interior.
Si me llamaba, es porque algo había ocurrido. Una llamada sin motivo no era común.
— ¿Dónde rayos tenías la cabeza Anna Harris? —El tono molesto que mi madre emplea apenas respondo es suficiente para hacer que mis sospechas sobre que algo ocurría se confirmasen.
—Buenos días también para ti, mamá —respondo con ironía —¿a qué debo tu llamada?
—¿No te haces una idea? —inquiere —¿La palabra adopción te suena?
Mi estómago se contrae, mi cuerpo entero se tensa cuando la escucho decir aquello. ¿Cómo rayo se había enterado?
—¿No tienes nada que decir? —cuestiona de nuevo cuando no obtiene una respuesta.
—Lo único que puedo decir es que no es algo que les incumba —mascullo —es una decisión mía y de William.
—Pero claro que nos incumbe —pronuncia con molestia. —Ven a casa de William pronto, sus padres ya han sido comunicados de la decisión que dos chicos inmaduros iban a tomar. No llegues tarde.
No me da opción para responder, cuelga la llamada tan rápido que luego de eso, mantengo la mirada fija en el celular. Un sentimiento de impotencia me llena el pecho, parece ser que nunca tendrían suficiente.
No importaba que era lo que William y yo hiciéramos, nuestros padres estarían en el medio siempre, intentando controlar nuestras decisiones.
No estaba dispuesta a que esto continuara, no estaba dispuesta a permitir que el control de nuestras vidas siguiera en manos de personas que lo único que les interesaba era mantener el prestigio que habían conseguido a lo largo de los años.
Nos habían obligado a ser un matrimonio, y eso, para su desgracia, los hacía a un lado de todas nuestras decisiones. Ellos habían quedado fuera desde el momento en el que William Blake y yo nos convertimos en marido y mujer.
Y era hora de que lo entendieran, era momento de hacerles saber que el control, no estaba más en sus manos.
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