ROUGE

By nudiustertixn

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jeonghan se enamoró sólo para darse cuenta de que nunca podría ser correspondido. perdido entre la tristeza y... More

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By nudiustertixn

   ―Meanwhile todo estalló con Jeonghan, esto estaba haciendo Hansol.

Gracias por tanto, perdón por tan poco.

38. They knew you were coming;;

POV's Chwe Hansol

Haber transcurrido dieciséis años de vida sin experimentar el enamoramiento era el misterio más grande para las personas que me conocían; no podía evitarlo, la idea de jugar videojuegos y salir con mis amigos me resultaba más atractiva.

Sofía culpaba a todos los dramas que veíamos juntos. Mi hermana de trece años se creía sabia, y aunque, yo no la describiría así; estaba en lo correcto. Las chicas de mi curso solo eran compañeras de instituto, o agradables como amigas, sin embargo cuando su interés se tornaba romántico rozaban en lo hostil, agresivo y obsesivo.

Después de Junhee, creí que concluiría el instituto sin sentir las famosas mariposas en el estómago que los dramas mostraban. Sin embargo, durante mi segundo año de bachillerato alguien confesó su amor por mí a través de cartas.

Cuando recibí la primera carta creí que eran Seungcheol y Jeonghan gastándome una broma porque ellos eran los únicos que conocían mi debilidad a esa clase de detalles, hasta que recordé la horrible caligrafía que los dos tenían; además de que ninguno podría pensar en detalles tan peculiares como perfumar las cartas. Definitivamente no, la imaginación no les daba para tanto.

Por esa razón cuando la segunda carta llegó mi corazón latió con fuerza y sentí un cosquilleó en la barriga cuando leí su contenido. ¡Me ruboricé!

Sin darme cuenta comencé a esperar una nueva carta cada mañana que abría mi casillero para recoger mis libros. Mi ideal era una chica sin rostro, que se escabullía por los pasillos de mi rango de vista.

Jamás me cuestioné que pudiese ser un chico porque había crecido en un hogar tradicional. Lo poco que sabía sobre el tema era debido al internet y las series tailandesas que Sofía me contaba que veía con sus amigas del curso. No me molestaba escucharle, pero me costaba entender cómo funcionaba. La mayoría de las historias que me conto trataban de amigos de instituto y estaba seguro de que yo jamás desearía besar a Jeonghan hyung o Seungcheol.

Pero, escuché esa conversación sobre mí, y supe quién era realmente la persona que me escribía cartas tan bonitas, volví a sentir ese fuerte palpitar en mi pecho y una sensación de cosquilleo. Su nombre era Boo Seungkwan y se suponía que yo no estaba enterado de que el chico que se juntaba con mis amigos del club de baloncesto me dedicaba palabras de amor con la letra más prolija y cuidada que nunca antes vi.

Sofía moriría de envidia si le mostrará que alguien escribía más bonito que ella.

Por primera vez, poco antes de cumplir diecisiete años, podía admitir que era mi primer enamoramiento. Me gustaba, la sensación me hacía sentir ligero, torpe y, a veces, me quitaba el sueño. Estaba enamorado de Seungkwan. ¿Él lo habría notado ya? Ojalá sí.

― ¿Y los demás?

Seungkwan reconoció mi voz de inmediato y se giró lentamente, cada vez que aparecía de repente lucía pálido y sus facciones parecían entrar en conflicto, pausaba sus palabras o a veces tartamudeaba.

Nos encontrábamos en las áreas verdes a espaldas de los edificios principales del instituto donde se encontraban mesas de estudio, árboles que rodeaban la zona, y ardillas que merodeaban por ahí.

―Ellos... ―tomó un poco de aire y prosiguió ―, dijeron que irían a la cafetería.

― ¿Y por qué te has quedado? ―pregunté haciéndome un lugar junto a él.

Seungkwan se encogió de hombros y evitó mirarme. No me gustaba cuando lo hacía, mi intención no era asustarlo.

― ¿Entonces? ―le codeé amistosamente. No podía mantener las manos quietas, quería su atención ―. ¿Por qué no has ido?

Palideció.

―Ellos sabían que venías, así que me pidieron que te esperará ―su voz sonó dos octavas más agudo de lo habitual y jugueteó con sus manos que se mantenían sobre su regazo.

Sacrificio viviente, sería lo que Jeonghan hyung pensaría de inmediato. Sin embargo, lo único que se vino a mi mente fue que era un suertudo.

―Gracias por esperarme, Seungkwan― sonreí y rocé nuestros brazos.

―Ellos me obligaron... ―su voz descendió hasta que se apagó por completo, como si eso no se hubiese oído tan bien como imaginó. Se retractó ―. Es mejor aquí, la cafetería es ruidosa.

Ni siquiera me cruzó por la mente que era una molestia para él y continué hablando animadamente.

― ¿Te gustan las áreas verdes?

―Sí ―murmuró y me miró de soslayo ―. ¿Y, a ti?

A mí me gustas tú.

Apoyé las manos sobre la mesa y dejé ir el peso de mi cuerpo adelante. ¿Sería mala idea si simplemente le decía lo que sentía? Es decir, él me mandaba las cartas, así que parecía ser mutuo.

Concentré mi atención en las facciones de su rostro, tenía los labios entreabiertos y parecía genuinamente esperar mi respuesta, sus ojos brillaban con la luz del mediodía que se colaba entre las ramas y lucían más claros al reflejar los rayos de sol.

Otra vez, ese ruidoso sonido en mi pecho.

Me gustas, me gustas, me gustas.

No podía pensar en una respuesta coherente, mi corazón latía demasiado fuerte.

―Oye.

― ¿Sí?

Las cosas se me daban mejor cuando no lo pensaba lo suficiente.

― ¿Qué piensas de la cursilería? ―pregunté y me adelanté ―. A mí me encanta.

Seungkwan enrojeció. No sé cómo lo logró, pero se encogió aún más de hombros y clavó las falanges sobre sus muslos, nervioso.

―Es normal, cuando alguien te gusta quieres hacer todo ese tipo de cosas; ya sabes, todo eso sobre el romance y la cursilería.

― ¿Te gusta alguien? ―pregunté.

― ¡QUÉ ESTÁS TRATANDO DE INSINUAR!

Reí. Seungkwan al fin había alzado la voz a pesar de que tenía las mejillas completamente teñidas de intenso rojo. Me recompuse y le miré aun sonriendo, lucía un poco molesto, pero era muy lindo.

No entendía las historias de los dramas que Sofía me contaba porque no imaginaba sentir algo parecido por alguno de mis amigos, pero todo parecía encajar cada vez que estaba con Seungkwan.

―Lo siento ―solté.

Su expresión se suavizó, pero mantuvo un puchero aun molesto. Entreabrió sus labios para responderme, incliné sobre él y rocé sus labios. Se sintió suave y duró apenas tres segundos. Me alejé. Seungkwan estaba estático.

―Me besaste ―dijo incrédulo.

Sonó más a una pregunta que una afirmación. Tuve que bajar la mirada un momento, sentí las mejillas calientes, tragué saliva. Sí, le besé.

―Gracias por las cartas que me has estado mandando ―murmuré ―, todas me han gustado mucho.

La sangre se le fue del rostro y sus ojos se abrieron aún más con asombro.

―Soy un chico ―informó.

Reí.

―Está bien que seas un chico ―repliqué.

―Tú también eres un chico.

Volví a reír.

―Pf, estoy bastante seguro de ello ―cubrí mi risa con el dorso de mi mano ―. Me gustas.

Seungkwan me miró sorprendido, la respiración se le cortó incapaz de replicar. Volví a besarle. Mi corazón se regocijo y mis mejillas se calentaron un poco más.

*

Nota de 180202: A Vernon le vale madre todo.

Reescrito 20/12/2021

Lo quise re hacer aunque mantuve mucho la esencia, ay qué bonito es este fic me hace recordar la etapa de mi primer amor.

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