Mates (Camren G!P)

By turningpages97

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El pueblo de Campbellville, Ontario, Canadá siempre ha sido el hogar de Lauren Jauregui, donde dio sus primer... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
N/A
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12 (Parte I)
Capítulo 12 (Parte II)
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
¡Mi nuevo libro ya está disponible!
Capítulo 17
Fallas/errores en Wattpad
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 25

Capítulo 24

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By turningpages97

N/A: Vengo a alivianar la tensión, mis amores. Por favor, eviten comentar sobre el drama porque creo que ya tuve suficiente. Now, I hope y'all enjoy this! 

Camila's POV

Fui registrando todo gradualmente, mis ojos aún cerrados, una satisfecha, suave sonrisa de recién levantada en mi rostro. El vago bostezo que había estado aguantando salió de mi boca y traté de moverme para desperezarme, pero entonces fue que estuve consciente de aquella radiante calidez envolviéndome. 

"R-rayos." Dije, temiendo haber despertado a la durmiente ojiverde, que actualmente, me abrazaba desde su posición, detrás de mí. Mis mejillas de repente tomaron color, notando la desnudez de ambas en esa cama tamaño king. Una de sus manos, caliente, se presionaban contra mi estómago, su otro brazo bajo su cabeza, flexionado y mostrando aquellos relajados músculos protuberantes. No deseaba sonar como una rarita, pero verla a Lauren dormida se había convertido en uno de mis pasatiempos favoritos cuando me despertaba por la mañana. Su rostro, normalmente duro o medio inexpresivo, reflejaba paz, sus tentadores labios llenos a mi disposición, listos para ser besados.

Tan sexy...

Yo había caído inconsciente, casi muerta después del agotador sexo que habíamos tenido. Lauren... No estaba segura, pero aun así sabía que me había estado estrechando en aquel abrazo la noche entera. Partes del cabezal de la cama colgaban todavía, no habiéndose desprendido totalmente de la estructura. Supuse que los grandes trozos de madera en el suelo eran los que si se despegaban mientras dormíamos, podrían lastimarnos... O bueno, sólo a mí. Tendría sentido que por eso ella los hubiera arrancado y dejado allí antes de que pudiese ocurrir cualquier cosa. 

Suspiré. La ligera sensación de 'sí, al fin me usaste para algo más que hacer del uno' hormigueaba en medio de mis piernas, mis muslos un tanto entumecidos por haber hecho fuerza al sostenerme con ellos a las caderas de Lauren. 

Lentamente, me fui girando sin salirme de su agarre. Justo como lo sospechaba, lucía tan sexy como cada vez que me paraba a observarla. La luz del día ingresaba por el par de puertas francesas, añadiéndole un atractivo brillo a su piel, pálida, áspera pero de tacto suave al mismo tiempo. A Lauren le gustaba contar mis lunares y besarlos, pero por una vez, quería que los roles se invirtieran, así que cuidadosa, me arrimé a sus labios, sonriendo con anticipación, traviesamente. 

"Mmmua." Murmuré, apenas rozándolos con los míos, para enseguida volver, tomar el inferior, y succionar. Sabía lo mucho que podía ser una gran osa dormilona, y que nada la despertaba... Más que cuando la llamaba, o cuando la besaba por un largo rato. Cuando me separé, creí que quizás no estaría mal admirarla otro poco más. Claro, todo hubiese sido más sencillo sin mi estúpida alarma sonando en aquel mismo instante. A la velocidad de la luz, me volteé y estiré mi mano para apagarla, pero resultó ser, que aquel tono no era el de mi alarma, sino el de una llamada entrante. "¡Mierda, mierda, mierda!" Maldije en un siseo bajo, manoteando el dispositivo y contestando. 

"¿Mami?" Era un hábito que llamara si yo no pasaba la noche en casa, ya no lo hacía muy seguido, pero se ve que había elegido hoy para traer de vuelta viejas costumbres. "Sí, dormí bien." Oh, más que bien. Excelentemente. La cama era un lujo, no podía esperar menos. "Uh, n-no... D-Dinah aún duerme." O eso creía, hasta que la que actuaba el papel de la polinesia en aquella habitación exhaló un gruñido, tronándose la espalda. Le di un veloz vistazo por encima de mi hombro, odiando a mi madre por ser lo que todas las madres son, inoportunas. 

"¿Camz?" Tal parecía que, ese alboroto sí había despertado a Lauren. 

"Uh, M-Mami, sí, sí e-estoy aquí." No hizo falta que se asomara para entender lo que pasaba, pronto percibí una juguetona sonrisa en mi cuello, y luego algo que confiaba, sólo ocurría en películas no aptas para todo público; una mano serpenteando por mi torso, hasta dar con uno de mis pechos, acunándolo. "¿M-me necesitas para algo? N-no creo... No creo estar allí ha-hasta el mediodía-Oh dios." Gemí cuando Lauren apretó, estimulando mi pezón con sus dedos. Su otra mano en mi vientre, acariciando, y su matutina rigidez chocando contra mi trasero. "¡E-es que creo que huelo pancakes! Sí, es probable que... Huh..." Una caliente boca se asentó en mi cuello, mordisqueando aquel punto dulce que tanto me volvía loca, y hacía que me derritiera en sus brazos, lo cual, era lo que estaba sucediendo de momento. "S-su madre los esté preparando... Nngh, sí, tan rico..." Una ronquecina risa me devolvió al mundo real, en el que mi madre estaba al otro lado de la línea, mientras yo en una cama, desnuda, sintiendo dos manos ahora conocidas, expertas, por todas partes, apretándome en todos los lugares correctos. "D-debo irm-me, Má. L-luego, sí. Adiós." Colgué la llamada y prácticamente estampé el teléfono en su sitio de origen, con la respiración pesada, jadeante. "Lauren, ella podría haberse dado cuent-Ah... Hah..." Dos de sus dedos hallaron mi intimidad, frotando. "Oh mi..."

"Buenos días, bella. Todavía estás empapada." ¿Cómo podía ser posible? ¿Alguien duraba tantas horas estando húmeda? Lo dudaba, pero tampoco era como si fuese una experta en el asunto. "O tuviste un sueño mojado, ¿tal vez?" 

Ah...

No lo recordaba con exactitud, pero de ser así, la pequeña sonrisa con la que desperté tendría aun más sentido. Preferí cambiar de tema, a uno que, literalmente, había estado picándome ya por unos minutos.

"Di-dime que eso que roza contra mi... Y-ya sabes... N-no es la punta de t-tu polla." 

"Mhm." Rió. "¿Crees que puedes también aguantar otros dos o tres orgasmos?" Tragué saliva, cerrando los ojos al tiempo en que sus besos recorrían de mi espalda a mi hombro y brazo derecho.

"Lern... No me he duchado aún. Hu-huelo a-a sudor..." Zumbó, olisqueando mi cuello.

"Hueles a sexo, pero eso puede arreglarse." Sin una pizca de vergüenza, se levantó de la cama. Los rayos de sol dándole de lleno, de modo que cualquier persona pasando por aquel lago que teníamos en frente, la vería en toda su gloria.

Oh, y cuánta gloria.

Pensé cuando mis ojos se encontraron con la voluminosa erección mañanera, que por primera vez podía apreciar al desnudo. 

"¿E-estás loca? Por dios, las cortinas están abiertas, ¡c-cualquiera podría vernos!" Repentinamente, me di cuenta de lo expuesta que también estaba yo. Entré en pánico, alerta a posibles movimientos del exterior, temiendo que nos hallaran in fraganti. Lauren le dio la vuelta a la habitación, ignorando mis quejas. Las sábanas me servían para taparme de los ojos ajenos, o bueno, eso hacían, hasta que la claramente excitada pelinegra, decidió dejar a su lado más primitivo tomar las riendas.

"Es territorio privado, nadie tiene permitido el paso más que yo y los que vengan conmigo." 

"¡No todos siguen las reglas al pie de la letra, Lau-¡Oh mi dios!" Y con eso, arrancó de cuajo la fina tela blanca de algodón que me resguardaba, para por si fuera poco, alzarme como una bolsa de papas. La mujer de las cavernas en su interior podía ser intensa cuando se lo proponía.

"¡LAUREN! ¡SANTO CIELO!" Se carcajeaba, su pecho vibrando contra el mío. 

"Ahora tú me tapas a mí y yo a ti, ¿mejor así?" Hice lo mejor que pude por no prestarle atención a la presión de su pene, que se había instalado entre mis pliegues, enfocándome en que lo que menos necesitaba arruinando mi vida ahora, serían fotos de nosotras en una cabaña apartada, como dios nos trajo al mundo, esparcidas por los celulares de cada alumno del instituto. 

"¡AÚN PUEDEN VER NUESTROS TRASEROS!" 

"Meh." En aquella posición, todos pensarían que estábamos a punto de... 

Ay diosito.

Gimoteando, me aferré a ella más fuerte. Al menos así no caería sentada y abierta de piernas para las fotos. Me daban escalofríos de sólo imaginarlo.

Con un encogimiento de hombros, se agachó a abrir el primer cajón en la mesita de noche. El ruido que produjo lo que tomó, fue similar al de un paquete de jugo deshidratado, pero yo estaba demasiado ocupada hundiendo mi apenada cara en su cuello para ponerle cuidado. 

"¿Qué tal te suena un buen baño?" Asentí furiosamente, amando la idea del agua cayendo por mi cuerpo, llevándose consigo el delatador aroma a sexo, que si no se iba, mi madre olería a kilómetros como la entrenada sabueso que era. "Perfecto. ¿Y qué tal te suena el sexo en la ducha?" 

"¡Lauren!" Golpeé su espalda con mi puño. Ella no se inmutó, más que para reírse. Una puerta se abrió y después cerró detrás de nosotras. En segundos, Lauren presionó algunos botones y las gotas empezaron a pegar contra el suelo de la ducha. No se me ocurrió que en algún momento ella me liberaría mientras nos duchábamos, con lo cual, cuando lo hizo, me dejó sorprendida. El spray de agua humeante caía, pero nosotras no estábamos bajo su poder todavía, sino a un lado. 

Confundida, la miré. Las puertas de vidrio se empañaban, y su figura estaba de espaldas a mí, haciendo algo que no supe descifrar.

"¿Q-qué haces? ¿Por qué-" 

"Te suelto para poder colocarme el condón." De ello estuve muy al tanto cuando la vi, enrollándoselo a lo largo de su dura longitud. ¿¡No estaba bromeando cuando dijo lo del sexo en la ducha!?

¿Cuándo bromea Lauren Jauregui? 

"P-pero..." Exacto, touché. "¡Son sólo las diez de la mañana!" Usé como excusa, retrocediendo un paso, apoyando mi mano en la pared de azulejos. Algo en el hecho de hacerlo en una ducha causaba un vivo rubor en mis mejillas, pero no sabía por qué, si ya había tenido mi primera vez, ¿por qué debía ser diferente cuando lo hiciéramos en otro lugar? ¿Por qué siquiera de la nada me acomplejaba que la luz no era tan tenue como la de la habitación, y sus pupilas parecían detenerse a cada centímetro de mi cuerpo cuando me veían?

"Nunca es temprano ni tarde para hacerlo, Camz." Abrí mi boca para refutar, pero nada salió más que un patético balbuceo.

Bien, tiene un buen punto ahí.

En fin, tuve que rascarme incómodamente el brazo para hacerme la recompuesta. Ya en su mayoría rendida, curioseé, señalando tímidamente la funda de látex. "¿E-eso... te duele?" Alzó una ceja, ajustando los últimos detalles. 

"No. ¿Por qué lo haría?"

"Pues, p-parece como si te estuviera sofocando..." Caminó hacia mí, los circuitos en mi cerebro fallando al enviar la señal de '¡RESPIRA!' a mi sistema pulmonar.

"Sólo dolerá si no te tengo pronto." Sí, Lauren tenía la no sabía si maravillosa, o desafortunada, capacidad de arrancarme el aliento con sólo una frase. Desafortunada para mí, claro. "Ven, sube tu pierna a mi cadera. Haremos esto bien." No hubo más pelea de mi parte, pues aunque aquello fuese un reflejo auto-defensivo de mis inseguridades, sabía que para superarlo tendría que abrirme a ella como lo había hecho el día anterior. No debía haber tal cosa como el pudor, interfiriendo en una relación de ese calibre. ¿Qué más daba? Ya me había visto y sabía de ese vergonzoso lunar que tenía en la nalga.

Eso creo...

Cerrando la boca, levanté mi pierna. Lo único que se oía era la ducha andando, y estábamos desperdiciando muchísima agua en vano, pero en cuanto el revés de su dedo índice hizo contacto con mi abdomen bajo, mi piel se erizó. Su otra mano sostenía mi pierna en lugar, y su dedo fue ascendiendo, por mi vientre, mi cintura, mis pechos, en donde hizo una corta parada para circundar mis pezones, luego en mis clavículas, subiendo por mi cuello, hasta terminar bajo mi barbilla. 

"Mírame." Me obligó a alzarla y así verla a los ojos, que juraría, albergaban algo similar a estrellas fugaces dentro; llameaban, encendidos de un dorado verdoso. "¿Lo quieres, Camila?"

"¿H-huh?"

"¿Quieres hacerlo, Camz? Porque si no quieres, no lo haremos." ¿Por qué tenía que hacer una pregunta como esa? Si ya me costaba asentir sin enrojecer como un tomate, mucho menos podría contestar sin tropezarme con mis propias palabras. ¿¡Por qué no sólo podía tomar la iniciativa y follarme sin hacer esa clase de preguntas potencialmente humillantes para mí!?

Hundiéndome en mi sitio, agité despacio mi cabeza, positivamente. 

"Dilo." Exigió con su rasposa voz, rogó con los ojos. Me arrinconó aun más contra la mampara, alineándose con mi expectante entrada, mis pezones endureciendo. "Dilo, necesito escucharlo." 

Es tiempo de dejarme ir con la marea.

"Sí." Musité con un hilo de voz. Entonces, no hubo más discusión ni espera. Excepto que la marea no era un mar, sino la ducha a nuestro lado, y el calor extremo no venía del sol, sino de nuestros cuerpos y el vapor. Lauren, sólo de tres sutiles empujones, entró en mí. Mis jadeos no tardaron en llegar, el temblor en mis piernas tampoco. Me llenaba hasta el tope, no quedaba espacio para nada más que ella en mí, pero de alguna forma, lograba crecer otros varios centímetros en largo y ancho previo a correrse, y eso, señoras y señores, hacía que mi visión se nublara de lo jodidamente bien que se sentía.

"Ngh." Bramó, meneando hacia arriba sus caderas por primera vez. Ahogué el jadeo mordiendo mi labio, los suyos adhiriéndose a mi cuello. Mi cerebro no fue tan eficiente como para formar pensamientos cuando el ritmo se volvió constante, cada movimiento era el decreto de que otro gemido se me escaparía, y cada gemido significaba un nuevo beso siendo depositado en otro rincón de mi piel. 

¿Había algún tipo de diferencia entre tener sexo fogoso con alguien que amas, y hacer el amor? La maraña que eran mis ideas me decía que no estaba apta para buscarle una respuesta a aquello, pero podía apostar que estábamos haciendo ambas a la vez.

"Ah, hah..." 

Los pies me fallaron, pero ella estaba ahí para sujetarme, mientras reclamaba mi cuerpo con la ferocidad característica de un animal, una alfa como lo era ella. 

"Carajo, agárrate a mí, Camz, voy a alzarte." Consumida por la lujuria del momento, asentí fervientemente. 

Sin mayores dificultades, me aupó. 

"¡Hahh!" Mis agudos alaridos retumbaron en esas cuatro paredes. Tenía la esperanza de que no se filtraran a través de ellas, y en caso de que sí, esperaba que como Lauren lo había asegurado, nadie andase merodeando por los bosques contiguos. No me apetecía ver una fotografía de mi trasero siendo aplastado contra la puerta de la ducha en primera plana de un periódico. 

Quería confiar en que nada de eso sería posible, pero mi paranoia pudo más. No era conveniente que nadie nos oyera, sus maldiciones y mis suspiros, aunque camuflados por el crepitar del agua, hacían obvia la indecente situación en la que nos encontrábamos.

"Bésame, p-por favor." Supliqué, desesperada por miedo a que la ventana junto al jacuzzi nos jugara en contra. Simultáneamente, mi mente era un embrollo, temiendo, y gozando como nunca de aquel vaivén que sus caderas proporcionaban. Cada vez que se enterraba en mí, no dejaba lugar para que me concentrara en mis preocupaciones. 

"Mmgh, haré lo que tú quieras." Bramó, y poseyó mis labios, devorándolos, tragándose todos los sucios sonidos que involuntariamente se escabullían fuera de mi garganta. Las embestidas aumentaron en velocidad, y el golpeteo metálico del pestillo, las siguió. La alarma pitaba en mi cabeza. Si el cabezal de la cama se había roto, entonces la puerta también podía hacerse añicos, ¿no?

"Lauren-¡ah! ¡L-la puerta pu-puede... Mmm!" Otro salvaje beso, en el que su lengua domó a la mía, obligándome a callar, a fundirme en sus brazos.

"Shh. No hay nada de qué preocuparse, amor." Susurró, besándome una vez más, dos veces, tres veces. No sabía qué me ruborizaba más, si el que me estuviesen follando en una ducha, o los húmedos chasquidos de nuestros besos. Si la cosa continuaba así, yo no duraría mucho. 

Y de la nada, fue como si Lauren hubiese oído a mi yo interior. Deteniéndose, liberando mis piernas delicadamente, hasta salirse de mí y plantarme en el suelo. 

Gimoteé, desconcertada, urgida por que volviese a llenarme. "¡N-no! ¿¡Por q-qué-" ¿Acaso me había llevado al límite del abismo para después retroceder mil pasos? No sería capaz de dejarme así de sexualmente frustrada, ¿¡o sí!? 

Estuve a punto de expresar mi descontento, pero por lo visto, la ojiverde tenía otros planes de los que no me había hecho saber.

Tomó posesión de mi cintura, girándome de manera gentil, teniendo en cuenta mi estado. "Pon tus manos en la puerta, ¿sí?" Las guió ella misma. 

"¿Qué ha-haces-Mmghm..." Los jadeos intentaban revolotear fuera de mi boca, y la suya los detenía, mientras yendo hacia el sur, la punta de su miembro se frotaba tentativamente en mi apertura. Quería creer que estaba preparada para lo siguiente, pero no, no lo estaba. 

"Te hago el amor, a mi modo." Sopló tras mi oreja, poniéndome la piel de gallina y penetrándome despacio, centímetro por centímetro, para a continuación, reanudar el asalto de acometidas. 

Después de todo, creo me gustaba su 'modo'.

"A-ah, s-se siente... Oh..." A medida en que entraba y salía, era como si descubriese territorios desconocidos de mis adentros, partes en mí de las que hasta entonces, ni yo sabía su existencia. Uno de sus brazos, enrollado en torno a mi torso, le facilitaba el acariciar mis senos. El otro se afianzaba a mi cadera, cuidando de no lastimarme. Le brindaba un sentido de ternura a cada embate, depositando picoteos a lo largo de mi espalda. 

"¿Bien?" Mordisqueé mi labio inferior, asintiendo, volteándome para verla y a cambio recibiendo un apasionado beso, el cual fue complejo de mantener, dadas las circunstancias. Desde luego que, con lo próxima que había llegado a estar de venirme la anterior vez, mis músculos ya estaban por transformarse en gelatina. 

Hasta ahí pude contener mis instintos.

La lubricación natural que mi intimidad despedía prácticamente pintaba el interior de mis muslos y bajaba hacia mis pantorrillas. Chorreaba excitación, los mojados sonidos del choque entre nuestros sexos se emparejaban con los roncos gemidos de Lauren y mis extasiados gritos.

Su grosor se ensanchó dentro de mí, acompañando a mis ojos, que no pudieron evitar también agrandarse. 

"Oh dios mío, ¡oh dios mío!" 

¿¡Por qué siquiera había dudado en hacer esto!?

"¿Te gusta?" Sonreía arrogantemente, orgullosa, pero yo no hacía otra cosa que no fuera gemir y rasgar su antebrazo con mis uñas. 

"¡Sí, sí, sí! Oh, justo ahí, sí." 

"Mierda, Camz..." Tiró de mis caderas, pegándose con su pelvis a mi trasero.

"¡Lern, hah! ¡Me vengo, m-me vengo, o-oh dios!" Como un 'recurso' final, mi mano oprimió su agarre en su brazo. Las ondas del orgasmo me atraparon cautiva por completo cuando la ojiverde apuntó hacia aquella zona especial en mi interior, y el clímax tomó control sobre mí, haciéndome contorsionar del inmenso placer. Mi espalda se arqueó, los dedos de mis pies se retorcieron, y mis paredes se ciñeron a su alrededor. "¡H-ha!" Chillé y clavé mis uñas en su carne, robándole un profundo gruñido. "A-ah... Laur-ren..." Otros cinco embates bastaron para que su miembro punzara, vaciándose en el condón. Para el último empuje, yo ya estaba únicamente al tanto de su respiración detrás de mi oído, y la potencia del mismo me arrebató toda energía restante. Me desplomé hacia adelante, agitada, mis pechos, mis palmas y mi sien, presionándose al frío cristal. La punta cálida del condón hacía calentar mi vientre, me revolvía el estómago deliciosamente. 

"Te amo." Murmuraba, retirándose de mí. Posó un beso en mi hombro, agachándose para repetirlo en mis omóplatos, mi espalda baja, y fui historia cuando su rostro se hundió en mi feminidad. 

-

Lauren's POV

El moreno, sentado a mi lado en aquella sala de reuniones, se rascaba la barba apenas crecida que lucía. Habían estado casi dos horas discutiendo el intercambio de tierras entre el Clan Kovert y el Gardar, ya que ahora que nosotros, el Jauregui, había cedido la custodia del terreno noroeste, toda la guardia debía ser re-ubicada según los clanes asignados a proteger cada área. Las yemas de mis dedos comenzaban a doler de tamborilearlas contra la oscura superficie de madera que era la mesa.

"No puedo creer que me convencieras de venir." Refunfuñó Zayn, rodando los ojos. El mayor cerebro de la cámara de licántropos, Kendra Agott, parecía demasiado ocupada acordando con el alcalde quién dirigiría el departamento de policía A-14 de ahora en adelante, así que no me preocupé por disimular mi aburrimiento. 

"Cállate y espera otros quince minutos, sabes que es importante estar aquí." Siseé. 

"Lo que nos incumbía ya pasó hace media hora, ¿por qué no podemos simplemente largarnos? Huele a sudor y tierra mojada." 

"Oye niño bonito," Un gigantesco hombre al otro lado de la mesa le dirigió la palabra a mi compañero, quien al oírlo, se hundió en su asiento como un cachorro regañado. "¿tienes algún problema? Trabajo cazando salvajes." 

"No, señor. Disculpe, señor." Por lo bajo, reí, sacando mi teléfono del bolsillo delantero de mis pantalones.

1 Nuevo Mensaje:

[7:31 p.m.]

Camz: Sigues en esa reunión? 

Por supuesto que no podía revelarle todo a Camila, o, mejor dicho, prefería no hacerlo... Por ahora. ¿Por qué asustarla cuando sé que puedo cuidarla? Algún día se lo diría, pero ese día no sería hoy, ni mañana. 

Lauren: Sí. Pero terminará pronto. 

Camz: ...

Alcé una ceja, confundida. ¿Por qué el suspenso? ¿Estaría enojada? ¿Qué demonios había hecho yo ahora?

[7:32 p.m.]

Lauren: Qué sucede? 

Camz: Nada, sólo...

Lauren: Todo en orden? 

Y otra vez, allí estaba el suspenso. Mis nudillos hicieron crack al ver que su estado no cambiaba. Se había salido de línea, dejándome con la inaguantable incógnita rodando en la mente. 

"Permítanme unos minutos, debo hacer una llamada urgente." Llamé la atención de la delegada. Por suerte, aquella era una mujer simpática, paciente inclusive cuando tenía la obligación de lidiar con humanos desequilibrados, o peor, pretenciosos. Con una amable sonrisa, asintió. 

Zayn, mirando entre Kendra y yo, entraba en pánico desde su silla. "¿Y qué haré yo solo?" 

"Escucha y luego me cuentas." Salí de la sala, caminando apresurada por uno de los varios pasillos del ayuntamiento de Campbellville. En cuanto hallé una salida de emergencia en donde hubiera buena recepción, apreté el botón de llamada. 

Vamos... ¡Vamos!

"¿Ho-hola?"

"Puta mierda, Camila, estuve por salir corriendo a buscarte." Al fin, pude respirar sin problemas. Mi pulso se restauró, serenándose, e inspeccioné el panorama. El callejón no daba realmente a la calle, y a juzgar por las colillas de cigarro regadas por doquier, asumí que sería un sector habilitado de fumadores.

"Todo está en perfectas condiciones, Lo. No estoy lastimada ni nada me duele. Es sólo que... Te e-extraño, como siempre." Había transcurrido no mucho desde que regresamos de la cabaña en la que la morena y yo experimentamos por primera vez la adictiva sensación de nuestros cuerpos unidos. "¿A qué hora vienes? Ya sabes, para quitarle la traba a las ventanas..." 

"Saldré de aquí en media hora, ¿crees que estarás bien hasta entonces?" Pateé una roca, la mano que tenía desocupada en uno de los bolsillos de mis jeans.

"Lo estaré." El mohín que estaba haciendo era evidente en su tono, podía adivinarlo sin siquiera verla. "¡Ah, Lern!" 

"¿Sí?" 

"N-no tienes que hacerlo si ya lo hiciste, pero... E-estaba pensando que tal vez po-podríamos... Uh, ¿podríamos ducharnos juntas?" La sonrisa se estiró desde el borde de mis labios, hacia un costado. 

"Anotado. Llevaré un condón en mi chaqueta."

"Uhm, ¿qui-quizás sería m-mejor si-"

"¿Tres, cuatro?" 

"Sí... E-eso suena bien." Tosió, aclarándose la garganta. 

"Genial. Te veo en un rato." 

"¿No vas a decirme que también me extrañas?" Largué una risotada, de esas que solamente ella me provocaba.

"Siempre te extraño, Camz. Te amo, no olvides destrabar la ventana." 

"No lo haré. También te amo, adiós." Dinah y Vero se la pasaban fingiendo arcadas cuando escuchaban nuestras conversaciones, pero al menos no éramos tan cursis como para tener una disputa acerca de quién debía colgar primero. 

Para mi retorno, el alboroto en el salón de juntas había menguado y tomé asiento, ya más relajada. Zayn, a pesar de odiar esa clase de asambleas, observaba con esmero las dispositivas que se mostraban en la pantalla, oyendo atentamente las explicaciones de la delegada. El alcalde achicaba los ojos, lanzando de vez en cuando alguna que otra pregunta. Como representante de la raza humana, él debía saber todo lo que estuviese a su alcance, para poder luego tomar decisiones en conjunto con nosotros. 

"Han estado calmados desde que Jeff y sus hombres se encargaron de asistir en las zonas más pobladas, pero también precisamos guardia en estos dos puntos," Indicó en el mapa con su puntero. "no debemos dejar a la suerte las regiones más deshabitadas de Campbellville, eso podría presentar una debilidad a la larga, o a la corta." 

"Podríamos postularnos." Acotó un tipo con camisa de leñador a cuadros, cabellera rubia, ojos azules, y brazos del tamaño de mis piernas. "Mi clan se ofrece, tengo gente entrenada y en forma. Somos dueños del aserradero Landvik, al este, pero enviaré algunos hombres si es necesario." 

"Muy bien, eso cubriría el sur. Los que deseen, pueden contactarme para lo que sea. De todas formas, los mantendré informados." La reunión concluyó, y todos iniciaron aquel ritual de salida, estrechándose las manos y despidiéndose. Yo por mi lado, le dije a Zayn que se adelantara. El principal motivo de mi aparición en el ayuntamiento no era por puro compromiso, y eso, Alejandro Cabello lo sabía.

Sus ojos habían estado en mí, analizándome, y a cada paso que daba, por minúsculo que fuera. Decidida a hablarle, aguardé en la puerta, recargada contra la pared. Él había captado mi propósito, y no era ningún cobarde como para evadirme.

Ni tampoco yo lo era.

Las suelas de unas botas repiquetearon, acercándose. Desencajé la mandíbula ante el traqueteo de las esposas, prendidas a su cinturón. Su cabello canoso se meció con el viento, me escaneó de arriba abajo, no precisamente irritado.

"Es bueno verlo, señor." Paró frente a mí, un aire comprensivo, o que trataba de parecerlo, en sus facciones. No venía a propinarme una paliza por tomar la virginidad de su pequeña princesa, eso era un progreso.

"Apostaba a que me llamarías por mi nombre." 

"Aunque no lo crea, le tengo respeto." Sonrió, pero tan pronto como lo hizo, el gesto se esfumó.

"Estoy en medio de un dilema, Jauregui. No sé qué haré contigo. Quiero despreciarte, pero algo me dice que eres tú, al otro lado de la pantalla, quien la hace sonreír los lunes en la mañana." Camila odiaba los lunes, por lo que saber eso, me entibiaba el pecho.

Y también soy quien le tapa la boca en las noches para que nadie oiga sus gemidos. 

Omití aquel detalle, pues no creía que corriese a mi favor el mencionarlo.

"Karla está enamorada de ti." 

"Y yo de ella." Devolví, resuelta. Su postura se tensó.

"Eres una mala influencia." 

"Mi clan evitó los enfrentamientos anuales." Ser un lobo, para los más tradicionales, constaba de poseer, y cuanto más territorio un clan tuviese, más poder en sus manos significaría. Se podría decir, que renunciar a nuestras tierras en el noreste había dañado enormemente el orgullo alfa que mi padre ostentaba.

Mi contraataque lo descolocó. ¿Qué obstáculo me pondría ahora?

"Esa es una ventaja que tienes. No me agrada que estés con mi niña, pero debo admitir que no eres tonta. Lo estás llevando bien, Jauregui. Sigue así, y tal vez podamos librarnos de los salvajes. Rómpele el corazón a mi hija, y yo incendiaré tu casa, contigo dentro." La amenaza era cosa seria, al sheriff no le daba miedo morder, y lo hacía tan bien como un lobo. 

"No haré nada que pueda lastimar a Camila."

"Tampoco ansío enterarme de lo que le hagas a puertas cerradas." Resoplé una risa, y presioné el mando a distancia de mi auto.

"No es lo que yo le haga, señor, sino lo que hacemos."

El frío azotaba al pueblo, pero aun así, Alejandro continuó mirándome mientras el motor de mi coche cobraba vida, y yo aceleraba. 

[8:11 p.m.]

Lauren: En camino, prepara el agua y dos toallas

Camz: ♥️♥️♥️

-

Nota: Acá estoy para lxs que se queden. Muchas gracias por leerme a pesar de todo el drama innecesario que se arma siempre en el fandom. ¡Lxs amo!

PD: No escribo porque Camren esté 'vivo' o 'muerto'. Escribo Camren porque me gusta hacerlo, porque creo que se ven demasiado bien juntas, y porque disfruto el compartirlo con uds. Espero que eso aclare cualquier duda que tengan con respecto a si voy a seguir con mis historias ♥️ 

Si les gustó, por favor voten, comenten, compartan, síganme, pásense por mis otras obras (que pronto voy a actualizar), y tengan un muy buen día/noche *heart emoji*

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