El Ángel y la Princesa del In...

By RosesRozen

7.2K 664 115

Una historia de amor olvidada por el correr de los años. El amor fue considerado un pecado y se le castigo po... More

Prologo
Alexander
El Torneo
Aceptado
Lucifer
La Cena
La Caida
La pesadilla
10 años despues
Destino
La niña
Conociéndola
Al descubierto
El ataque
La infancia de Taira no Bara (primera parte)
La infancia de Taira no Bara (segunda parte)
Un nuevo hogar
Espejo
Cerezos
Mascotas
Sombras del futuro
Inmortal

La infancia de Taira no Bara (tercera parte)

159 18 0
By RosesRozen

Al día siguiente, ya sin invitados ni el emperador, pude escabullirme de vuelta al bosque. Había estado tan nerviosa que no había podido preocuparme por el herido. Cubrí con un manto oscuro mi kimono de tonos claros y emprendí el camino por el bosque.

Le encontré incorporado y apoyado en el tronco del sauce. Al verme, se irguió, sujetándose de la corteza del árbol y se me acercó, caminando con mucha dificultad. Era un hombre muy alto, me sentí más pequeña de lo normal a su lado. El herido era más fuerte que cualquiera de los hombres del clan y en su porte dejaba ver una cierta nobleza. Aprecie que estaba deseoso de verme. Me hablo con brusquedad.

-Ayer no viniste.

Le interrumpí, disculpándome. De nuevo- y no sabía porque- me sentí avergonzada en su presencia. Algo en él la causaba.

-Llegaron los líderes de varios clanes...- dije- Tenías comida más que suficiente, y yo no puedo estar siempre aquí. Mi presencia era necesaria, de no haber estado hubiera sido tomado de los clanes como un insulto de mi gente. Tengo obligaciones como princesa del clan Taira, no puedo defraudar a mi gente.

El hombre me miró escrutándome. Ante aquella mirada interrogadora muy oscura e intensa, sentí más mejillas se tornaban del color grana; sin embargo, proseguí, sin estar muy segura del porqué:

-Era la presentación de los pretendientes para mi hermana mayor.

- ¿Se casará? - pregunto.

Asentí.

-En dos meses. Con el heredero del clan Tachibana.

Él debió haber visto la desesperación plasmada en mi rostro.

-Ohhh... ¿eso es malo?

-No- musité- Es lo que toda mujer espera, pero... ella se ira con el clan de su marido y...- me mordí el labio.

- ¿Qué sucede?

-Que... yo...- Suspiré- Mi padre ya concertó mi matrimonio.

Él se quedó callado.

-Tuvimos la visita de nuestro ilustre emperador. Quería comprobar por sí mismo la veracidad de los rumores que corrían de mi..., y quedó satisfecho. Me eligió como su futura esposa... cuando termine el invierno seré llevada a su palacio donde me enseñaran todos los protocolos de la corte hasta que esté lista para la unión.

Se quedó callado.

- ¿Eso es lo que quieres?

Dude. Era la primera persona que me preguntaba eso... y no supe que responder. Nunca había tenido que escoger. Nunca había anhelado nada más que no fuera salir de los muros del palacio... fue entonces que me cuestione. ¿Quería casarme? ¿Quería ser emperatriz?

-Le daré honor al clan- dije finalmente, jugando con el anillo nuevo que adornaba mi mano. El lo vio, y tuve que reprimir mis deseos de ocultar mis manos bajo las mangas de mi ropa.

- ¿Y tú?

-No hay honor más grande que convertirme en la mujer de nuestro emperador.

- ¿En serio? - dijo irónico.

Eso me molesto.

-Si- constaste rotunda- Es un gran honor y...

- ¿Es lo que quieres? - repitió.

-Yo... he... yo- balbuce torpemente. Me sentí confundida, atacada y furiosa; sin saber que pensar, hasta que la furia le gano a la confusión - ¡¿Eso a ti que te importa?!- grite- No sabes nada de familia, honor o deber. Soy hija de Taira no Kazuo, se espera de mí que obedezca y honre a mi familia y... tu simplemente no lo entiendes.

-Lamentó si te ofendí- musito- No era mi intención hacerlo... sus costumbres me resultan distintas. No las comprendo del todo.

Yo asentí, sin saber que más decirle. 

-Es tiempo que me vaya.

- ¿A dónde? - pregunte alarmada.

-A casa. Mis heridas han sanado. Es tiempo.

Se agacho con dificultad, recogiendo su arco y espada de la tierra. Sacudió sus ropas llenas de tierra y enfundó sus armas. Me dio la espalda y empezó alejarse por un estrecho sendero en el bosque.

- ¿Te volveré a ver? - preguntó en voz baja.

Él se detuvo.

-No.

- ¿Por qué?

-Porque...- dijo, tomando aire- te mereces una vida. Una larga y alegre vida. Te deseo lo mejor niña.

Y se fue sin mirar atrás. Me quedé sola en el bosque. Sin el hombre todo parecía vacío. Lentamente emprendí el camino de vuelta al poblado.

Tras la marcha del hombre, los acontecimientos sucedieron muy deprisa. Pasaron los dos meses destinados para los preparativos de la boda de Nadeshiko. Su último día en el palacio, yo estaba ya despierta antes del amanecer, viendo como la luna se ponía detrás de los arboles en la china de nuestra colina. La brisa todavía soplaba, introduciéndose en el palacio entre las columnas. Al levantarme tan temprano pude ayudar a vestirse a Nadeshiko.

-¡Tráeme la túnica azul!- ordenaba a su sirvienta cuando yo entraba. Estaba autoritaria esa mañana y llena de color. Había algo distinto en ella.

La sirvienta volvió con una tela de un color tan azul que el océano a su lado perdía color. Nadeshiko sonrió y lo cogio.

-¡Si!-exclamo.

-Ese color siempre te a favorecido- dije.

-Quiero que todo salga perfecto- dijo, sujetado la tela en torno a su rostro.

-¿Te agrada Naniwa?

-Si, será un buen marido.

Sin duda alguna se quito sus ropas de dormir y permaneció un momento desnuda, antes que las sirvientas empezaran a vestirla con el kimono elegido.

-Te echaré de menos- dije yo, en voz baja. Me estaba dando cuenta de lo cierto que era. Desde mis recuerdos mas antiguos ella estuvo conmigo, protegiéndome, burlándose de mi, jugando conmigo. Ahora su cuarto quería vacío.

-Pero sabíamos que esto tenía que pasar- me dijo. Era tan directa. Su pensamiento era: soy mujer, así que debo casarme. Cuando me case, abandonare Tsu. ¿Qué sorpresa hay en ello, en lo que debe ser?

Su aceptación del hecho (de dejarme) dolía.

-No pongas esa cara de preocupada, Bara- dijo Nadeshiko. Una sirvienta le acerco la bandeja con sus joyas. No hablo hasta que coloco cada adorno en el lugar correspondiente. Luego se volvió y me miro, inquisitiva.- Bara, es bueno casarse. Así construiremos nuestras propias familias. Es como haremos nuestro legado.

Yo baje la mirada triste. Mi hermana se acerco y me abraso, acunándome entre sus brazos.

-Lo enteras dentro de unos años.

Yo quería decir "¡Por favor, no abandones nuestro hogar! No me dejes aquí...". Pero nunca pronuncié esas palabras. Cuando una hija deja su hogar para casarse, siempre queda un lugar vacío en la familia.

En unos meses seria mi turno de partir.

Esa tarde, Nadeshiko subió llena de alegría en el carromato nupcial que la llevó al palacio de los Tachibana. Rápidamente volví a mi rutina, pero mis salidas al bosque terminaron. Yo pensaba a menudo en el hombre, su despedida se me hacia a veces cercana y otras lejana. El clan permaneció aparentemente tranquilo pero había inquietud.

Ahora yo tenía más tareas en el palacio por mi compromiso. Empecé a practicar con el shamisen hasta que lo domine por completo. Leía mucho, con avidez escrutaba los pergaminos, allí se albergaba la sabiduría de siglos y llegue a aprenderlos de memoria. Me sumergí en todo aquello para intentar olvidar mi soledad y mis preocupaciones. Me sentía vacía sin Nadeshiko y el hombre, y temía la llegada de mi décimo cumpleaños, cuando inevitablemente tendría que dejar mi hogar. Mis hermanos me ayudaban a rellenar el vacío que había, y mi padre estaba contento con la unción que había concertado conmigo, hasta que el otoño llego y trajo consigo una oscura nube de desgracia sobre el clan.

Ese día estaba sentada en el pórtico, bajo el sol del medio día, practicaba con mi shamisen. Me había vuelto realmente buena con el instrumento. Incluso me sentí orgullosa cuando mi padre alabo mi talento, hasta que dijo que el emperador estaría complacido de escucharme cuando fuera a su corte. Tuve ganas de partir el shamisen contra el suelo y no tocar más.

Fue entonces que dos jinetes llegaron galopando por la puerta principal del palacio, gritando el nombre de mi padre. Eran los mensajeros de nuestro clan, habían partido en busca de novedades luego de la boda de Nadeshiko. Los hombres salieron atraídos por la agitación.

-Mi señor- dijo uno de los hombre acercándose a mi padre- Hay noticias del norte.

El rostro de mi padre se oscureció.

-Entremos- ordeno.

Mis hermanos junto los generales y principales guerreros del clan siguieron a mi padre. Llena de curiosidad espere los convenientes minuto, para luego precipitarme por los pasillos del palacio, hasta el salón donde mi padre y sus guerreros se reunían siempre. Me camine en puntillas y me escondí tras uno de los pilares.

-Los Shogun han renunciado a su puesto y desaparecieron- anuncio Arata uno de los mensajeros- Los Minamoto han avanzado...

-¿Qué tanto?- pregunto mi padre.

-Hasta el castillo Edo. Fue atacado esta mañana.

-Ni siquiera trataron de resistir, solo les importo salvarse a si mismos- dijo el otro hombre.

-La elección del emperador de su consorte se hizo publica en todos los clanes. 

-Los Minamoto no permitirán que se lleve a cabo la unión.

-¡No lo puedo creer!- grito el general Kaito.

-Aprovecharan el invierno. La nieve cubrirá los caminos, será imposible pedir refuerzos- dijo otro de los generales.

Mi padre tomo un trozo de papel y escribió una nota, la doblo y se la entrego a Arata.

-Llévala al emperador.

El hombre asintió y salió corriendo.

-Es una semana de viaje- musito mi hermano Takeshi- No llegará a tiempo.

Mi padre no contesto, en su lugar llamo a Hisao, el jefe de los sirvientes.

-Prepara las cosas de Bara, será enviada a la corte en dos días.

-Padre- dijo Ryu alarmado- No puedes enviarla aun.

-Es peligroso mantenerla aquí.

-También lo será si se va- insistió mi hermano- El viaje es largo, y el enemigo esperara que intentes sacarla del palacio. Pueden interceptarla antes de llegar con el emperador, y no la mataran si la capturan- el rostro de Ryu se oscureció.

-Su hijo tiene razón mi Señor- dijo el general Kaito- Lo mejor será que la princesa permanezca aquí por el momento, de ser necesario puede ser enviada al templo con las sacerdotisas.

-Mi señor no puede arriesgarse que algo le suceda a la princesa- intervino Hichiro, segundo general- Nuestra alianza con el emperador podría perderse.

-Al igual que la vida de mi hija- gruño mi padre.

-Padre- suplico Ryu- ¿Quién mejor que su propia familia para protegerla? Permite que se quede un poco más...

Mi padre alzo su mano y mi hermano guardo silencio. Tras un rato que me pareció eterno el dijo:

-Esta bien. Bara se quedará, pero quiero una comitiva lista para sacarla del palacio de ser necesario.

-Como ordenes padre- asintió Ryu- Yo mismo escogeré los hombres.

Desde mi escondite me puse a temblar. Mi corazón latía fuertemente contra mi pecho. El mundo, como nuestro clan lo conocía, se convertía en un caos.

Por un tiempo intente olvidar las palabras de mi padre y  hermanos, intente olvidar el peligro. Era una tarea agotadora intentar llenar mis horas de ocio, alejar mi mente con música y estudio, a veces lo lograba, pero el ambiente tenso en el palacio era algo difícil de pasar por alto. Cada mujer, niño y hombre en el clan sabia lo que se avecinaba... pero en el fondo supe que todos estaban equivocados. Podía sentirlo. Algo más oscuro y antiguo que la guerra de nuestro clan empezaba a acecharnos.

Intente hablarlo con mi madre, pero ella con sonrisas falsas y pobres excusas se alejaba de mi, había días incluso en los que sentía que me evadía. Cuando el invierno llego también empece a esconderme de todos. Me refugié en la habitación que habían destinado para mis estudios, la cual ahora siempre estaba vacía. Mi madre había terminado con mis clases, argumentando que en la corte terminarían mi enseñanza de manera más completa. Me senté en el suelo y tome mi olvidado shamisen, y sin más me puse a tocar, deseando que las notas congelaran el invierno para nunca llegara la primavera. La puerta se abrió y en el umbral apareció mi hermano mayor.

-Ryu- salude, dejando mi instrumento a un lado- ¿Qué haces aquí?

-¿Acaso debo tener alguna razón para visitar a mi hermanita?

-Pensé que estarías ocupado con...-musite desviando la mirada. Insegura de que responder.

-Las ordenes que padre dio para tu partida- terminó por mi- Antes eras mas talentosa para espiar- dijo Ryu, sentándose a mi lado- Te has vuelto descuidada.

-Lo notaste.

El asintió.

-No deberías oír tras las puertas. Las juntas de padre no son algo en lo que debas inmiscuirte.

Fruncí el ceño. ¿En serio apenas iba a regañarme por eso?

-Es la única forma de enterarme de lo que sucede. Nadie me dice nada.

-Deberías estar pensado en tu compromiso. La guerra es asunto de hombres.

Puse los ojos en blanco.

-También soy parte de este clan. Merezco saber.

-Nada bueno sucede, Bara.- soltó un suspiro agotado -Lamento que el clan no sea fuerte- murmuro Ryu- Si tuviéramos más hombres no necesitaríamos ayuda del emperador... No tendrías que ir con él.

-Aunque fuéramos los más poderosos no podríamos oponernos a sus deseos. Lo sabes.

-Podríamos intentarlo- insistió con una sonrisa. Sus ojos azules brillaron con picardía- Oh, simplemente podrías huir con el hombre que escondías en el bosque. 

Le miré alarmada, sintiendo mi mejillas pintándose como la grana.

-N-o se a qué te refieres- tartamudee- Yo no...

-No juguemos a esto, te lo pido por favor- repuso Ryu, utilizando el tono más afable que poseía- Sabes perfectamente a qué me refiero. ¿En serio piensas que no me di cuenta de tus salidas furtivas?

Me hundí de hombros derrotada.

-¿Por qué no dijiste nada?- susurre.

-Padre hubiera enloquecido- rio Ryu- Además, merecías algo de libertad... antes de ser encerrada en otra jaula de oro.

-Gracias- dije, y sin poder evitarlo pregunte:- ¿Cómo sabes de el?

-Te seguí, cuando vi que te llevabas vendas supe que ocultabas algo más. Debía asegurarme que no corrías peligro.

Sonreí sin poder evitarlo.

-Aun así fue peligroso. Era un completo desconocido y...

-No era peligroso. Era un buen hombre.

-¿Era?

-Se fue.

-Aun así se quedó bastante tiempo.

-Estaba herido.

-Dos semanas hubieran bastado para recuperarse- insistió- Y el se quedo un mes... me pregunto porque aguardo tanto tiempo.

Volví a sonrojarme.

-No me preguntes... algo como eso. 

Mi hermano soltó una carcajada.

-A veces olvido lo joven que eres.

-Lo dices como si fuera algo malo.

-No, no lo eso... es solo- suspiro apesadumbrado- Creces muy rápido hermanita.

-Pero siempre será nuestro pequeño bebe- dijo Takeshi, entrando en la habitación. Se sentó a mi lado, haciendo que quedara en medio de ambos.

-¿Hace cuanto que estás escuchándonos?- pregunto mi hermano mayor.

Takeshi se encogió de hombros.

-No mucho-admitió- No es como si escuchara cosas que no supiera ya.

Quise darme de golpes con mi shamisen. ¿Tan mala era guardando secretos? Takeshi se rio por mi frustración y me abrazo.

-Te conocemos mejor de lo que piensas, Bara. No puedes ocultar nada de tus hermanos mayores.

Mis hermanos rieron y chocaron palmas reafirmando sus palabras. Una sirvienta entro en el cuarto con una bandeja de té, nos sirvió y se retiro con el mismo paso silencioso. Estuvimos un rato en silencio, sintiendo la calidez de la bebida y disfrutando por esos ratos sueltos de desatendida paz. Ninguno lo decía, pero podían ser los últimos días que pasáramos los tres juntos, antes que tuviéramos que ir por nuestro propio camino. No era la primera vez que me preguntaba si volvería a ver a mis hermanos.

-...Quiero darte mis más sinceras felicitaciones por tu ascenso como líder del clan, Ryu- musite.

Apenas unos días antes, nuestro padre había dado la noticia. En tiempos de paz, hubiera causado gran felicidad la decisión, pero con los oscuros días que se avecinaban todos en el clan estaban conscientes que quizás mi padre no sobreviviría ese invierno.

La mirada de Ryu se oscureció.

-Supongo que será porque el clan está sometiéndose a restauración debido a la inestabilidad social, pero...-dijo Ryu.

-¿Pero?- le interrumpió Takeshi frunciendo el ceño- ¿Dudas de ti?

-Takeshi- gruñí. No me gustaba el tono que tomaba la platica.

-Para ser honesto- dijo Ryu- no se si soy el adecuado para el puesto de líder.

-Sobre eso...

-Es un honor que nuestro padre me haya nombrado personalmente- le corto Ryu- Pero, no se si pueda con esa posición tan importante.

-Siempre supimos que este momento llegaría- le recordé. Ryu era el primogénito, por tradición el clan era su suyo de nacimiento.

Takeshi se cruzo de brazos.

-No importa lo que pienses, ahora eres el lider- dijo Takeshi con voz dura-  Así que haz tu trabajo. La guerra se acerca, ¿verdad? Si tus ordenes o decisiones no son adecuadas, la batalla estará perdida sin haberla empezado. Los que estarán en problemas seremos nosotros.

-¡Eso!... ya lo se. Es solo que es una dura responsabilidad que...

Mire a mi hermano mayor sorprendida, nunca le había escucha dudar de si mismo, o tener miedo. A veces olvidaba que mis hermanos no eran tan indestructibles como solían aparentar ante mi.

-Deja de gemir y de quejarte- le regaño Takeshi- No se trata de si puedes o no hacerlo. Hazlo. Ese es tu trabajo. Cuando lo hayas hecho y acabado, escucharé todas las quejas que tengas. ¿O acaso no tienes las agallas para hacerlo?

Tome mi taza de te y la lleve hasta mis labios, intentando ocultar mi sonrisa. Takeshi sabia como tratar a Ryu.

-¿Qué haz dicho?- le cuestiono enojado Ryu.

-¡A que eres un miedoso!- se burlo.

-¡Puedo hacerlo si me lo propongo!- grito Ryu.

-Pero si no haces nada, es lo mismo que no ser capaz de hacerlo.

-¡Puedo hacerlo! ¡Se que puedo hacerlo y lo haré!

Takeshi sonrió, y palmeo el hombro de su hermano mayor satisfecho.

-Si, bien dicho.

Ryu se puso rojo, al darse cuenta de la jugarreta. Y como si tuvieran cinco años, se pusieron a discutir, alzando tanto la voz que estaba segura todo el palacio ya estaría al tanto de la pelea.  Incluso cuando peleaban descuidadamente por cosas sin importancia... el mundo, como nuestro clan lo conocía se convertía en un caos.

Pasos amortiguados contra la madera. Lo escuche mucho antes que la puerta se abriera de golpe, y el general Kaito apareciera.

-¡Aquí esta! ¡Al fin lo encontré!- exclamo el general mirando a Ryu-  ¡Hay problemas! Al parecer, un ejercito ha partido a Edo. Se han dividido en tres grupos. Una se dirige a Kazusa, otro a Utsunomiya y otro por Dewa. ¡Han acusado falsamente a nuestro clan de rebeldes como excusa para eliminarnos!

Mis hermanos se levantaron de un salto, aun conmocionados con las palabras del hombre.

-¡De cualquier forma, preséntense enseguida!- bramo el general antes de irse.

Takeshi siguió al general sin decir nada. Ryu fue tras el, pero al llegar al umbral se detuvo y se giro a donde yo me encontraba.

-Vamos- dijo, tendiéndome su mano.

-¿Estas seguro?

El resoplo.

-Aunque no te lleve iras a oír detrás de las paredes. Es mejor que los hombres vean que su princesa es igual una guerrera.

Sin poder evitarlo sonreí. Le levante y tome su mano. Juntos caminamos por los pasillos hasta el salón, donde los generales y nuestro padre estaban reunidos alrededor de la mesa donde reposaba el mapa con nuestras tierras. Al entrar todos me vieron inquisitivos, contrariados por la presencia de una mujer, pero nadie se atrevió a cuestionar a su nuevo líder.

Ryu se coloco a la cabeza del grupo y estudio el mapa por varios minutos.

-¡Hay cinco caminos que el enemigo podrá utilizar para entrar al territorio!- dijo con voz fuerte, decidido- Por lo cual asignare a los escuadrones que estarán a cargo de las entradas. ¡Yo, Ryu, estaré al mando! Entrada Tsushima, primer comandante Takeshi. ¡Entrada Shirasaka, primer comandante Kuroda! ¡Entrada Ooshima, primer comandante...!

Llego un momento en el que deje de escuchar la voz de mi hermano. Era como si el hombre a mi lado se hubiera transformado en un segundo, de un joven inseguro a un líder. El lider del clan Taira. Cuando vi la admiración brillar en los rostros de los demás hombres en la sala pude ver que pensaban lo mismo.

Nadie iba a decirlo, pero... probablemente todos los del clan lo saben. En cierto momento, nuestro clan se convirtió en rebelde, el fin estaba escrito ¿Por qué esperarían oír las palabras "victoria"? Solamente podemos rezar.

-¿Cuándo se irán?- pregunte cuando todos los hombres se retiraron.

-Mañana- dijo Ryu, su mirada se mantenía fija en el mapa de nuestras tierras- Tu también te iras. Te escoltaremos hasta el camino real, a partir de ahí es más seguro llegar al palacio imperial.

Baje la mirada.

-Como ordenes hermano.

Ryu levanto la mirada, sus ojos azules estaban nublados por la preocupación y tristeza.

-En serio desearía no tener que hacerlo, Bara- susurro- Si hubiera otra forma...

-Lo se- le interrumpí. No quería que siguiera. No podría irme si el continuaba- Lo entiendo.

-Estarás segura en la corte- dijo Takeshi- El emperador no permitirá que nada te pase.

Yo asentí, aún cuando no estaba convencida de sus palabras.

-Ve a descansar- dijo Ryu.

Me levante y lo abrase. El se quedó inmóvil unos segundos, antes de rodearme con sus brazos. Takeshi sonrió, y sin que nadie lo invitara se unió al abrazo. En silencio, le suplique a Benten, para que congelara el tiempo y pudiera quedarme así para siempre, arropada bajo los cálidos brazos de mis hermanos, donde nada podría lastimarme. Pero la diosa no me escucho, y el tiempo continuo su cruel curso obligándonos a separamos. Los ojos azules de Ryu estaba ligeramente rojos.

-Descansa hermanita- dijo, se inclino y beso mi frente.

Takeshi me revolvió el pelo y me empujo a la salida. Camine insegura, sintiendo una horrible opresión en mi pecho. Algo no estaba bien, pero era incapaz de identificar la causa. Antes de salir volví la mirada una ultima vez a mis hermanos, tan diferentes el uno de otro, y quizás en lo único en lo que coincidían siempre era en protegerme.

Les regale una sonrisa y me fui.

Sin saber que seria la ultima vez que los viera.

Esa noche no vi a mis padres. Mi padre se quedo en su sala discutiendo con sus hombres hasta tarde, y mi madre se había escusado en la cena por un dolor de cabeza, así que me retire a mi habitación. Me coloque mis ropas para dormir y me acoste en mi cama. La luz de la luna entraba por la ventana, iluminando de forma vaga el cuarto. Lo ultimo que vi antes de dormirme fue su rostro plateado, parecía no querer quitarme la vista de encima.

El sonido de la puerta al deslizarse por el suelo me despertó. Me incorpore en mi lecho, y me talle los ojos adormilada. En el umbral de mi puerta estaba la silueta de un hombre.

-¿Quién esta ahí?- pregunte asustada.

El hombre entro en mi habitación, acercándose lentamente a donde estaba, un rayo luz lunar cayo sobre su rostro. Le reconocí al instante.

-¿Padre?-dije- ¿Qué haces aquí?

Él siguió sin contestar. Imprimió su peso en cada paso, la madera crujía bajo el,  mientras se tambaleaba ligeramente, como si estuviera borracho. Me dio miedo, nunca lo había visto así.

-¿Padre?

Sin mediar palabra se arrojo sobre mi, me inmovilizo por completo y sus dedos crueles se enredaron en mi pelo. Solté un grito aterrada. El levanto su mano libre y me silencio con una bofetada.

-Cállate monstruo- dijo aquella voz. No era la voz de mi padre, era mas grave, cruel. Algo antiguo y ajeno, que parecía emerger de su interior. Cerré los ojos.- He esperado tanto tiempo para este momento.

Su mano descendió hasta mi cuello y apretó con fuerza, impidiendo el paso del aire. Empecé a sollozar aterrada, no podía respirar.

-Mírame- ordeno.

No podía hacerlo. No quería hacerlo. Su puño impacto contra mi rostro. El dolor estallo tras mis párpados.

-Mírame- repitió, agarrando mi barbilla.

Temblando le obedecí. Sollocé con más fuerza. Aquellos ojos negros parecían dispuesto a devorarme por completo. 

-Monstruo- escupió en voz baja- Tienes sus ojos. Nunca debiste nacer...

Sus palabras dolían tanto como sus golpes, aun cuando sabia que ese hombre no era mi padre. ¿Quién era? ¿Por qué me lastimaba? ¿Dónde estaban mis hermanos?

El hombre soltó una carcajada retorcida, y tras su espalda saco una daga que sostuvo en alto.

-¡Regresa al infierno del que saliste!- grito, dejando caer la hoja sobre mi corazón.

-¡No!- grite, y aquella palabra pareció surgir de lo profundo de mi alma.

Entonces estallo.

Algo caliente fluyo por mis venas y explotó en la punta de mis dedos. Llamas azules salieron de mis manos y se tragaron al hombre, que se alejo de mi gritando. También grité aterrada, las llamas no dejaban de salir de mis manos.

-¡Monstruo!-grito- ¡Eres un monstruo!

Las llamas se esparcieron por la habitación.

-¡Bara!- grito mi madre.

Entre el humo apareció su rostro. A tropezones corrí hasta ella, refugiándome entre sus ropas.

-¡Tenemos que salir de aquí!

Me tomo del brazo, y corrió por los pasillos, arrastrándome con ella. Los sirvientes y los samurais corrían de un lado a otro, intentando apagar el fuego. Llamaban a mi padre a gritos, buscándolo. Mi madre tomo del brazo a un general qué pasó a nuestro lado.

-¡Tiene que sacar a toda la gente del palacio!

-¡La necesitamos para apagar el fuego!- replico el hombre.

-¡Olvídate de eso! ¡No podrán apagarlo! ¡Sácalos a todos!- ordeno. Empujo al hombre y empezó a correr nuevamente.

-¡Mis hermanos!- grite yo.

-¡Ya saldrán ellos!- bramo con un sollozo. Aún en ese estado, supe que mentía. ¿Por qué no íbamos por mis hermanos?

-¡¿Qué sucede?!-pregunte desesperada- ¡Papa intento...!

-Eso no era tu padre- me corto, deteniéndose de golpe.

Habíamos llegado hasta el salón principal, las llamas aun no reclamaban pero el aire estaba lleno de humo negro. No podía respirar.

Mi madre se arrodillo a mi altura, y me tomo de los hombros con fuerza.

-Debes escucharme con atención- dijo- Todo lo que hemos hecho ha sido para protegerte. Kazuo y tus hermanos siempre lo supieron, y estuvieron dispuestos a correr con el peligro porque te amamos. Eres el tesoro más hermoso que pudo haber llegado a nuestras vidas, y no me arrepiento de nada mi pequeña Rozen.

Sentí mi nombre como una bofetada. Ella nunca me llamaba así.

-No entiendo...- sollocé.

-Escúchame- ordeno- Kazuo no es tu padre. Tu verdadero padre fue un yonkai muy poderoso. Le conocí hace diez años y te engendramos, y no me arrepiento de ello. Tu eres una hanyo muy poderosa, muchos te buscaran por ello. Tienes que huir y esconderte. No vayas con el emperador, ni busques a tu hermana, es lo que ellos esperan que hagas...

-¡¿De que hablas?!- grite- ¿Quiénes son ellos?

-¡No hay tiempo!- insistió ella- Escúchame bien- me tomo del rostro con fuerza, obligándome a verla- Nunca busques a tu verdadero padre. Prométemelo, Rozen.

-Pero mama...

-¡Prométemelo!- grito

-Lo prometo- solloce.

Me tomo del brazo y juntas salimos del palacio al jardín. Fue entonces que divise más humo que provenía del pueblo. Las casas de nuestra gente ardían entre llamas naranjas. ¿Yo había hecho eso también?

-Vamos- gruño mi madre, empujándome a la entrada de la fortaleza.

Un aleteo se escucho encima de nuestras cabezas, mi madre me abrazo, ocultándome bajo su manto y alzo la mirada. Un grito ahogado salió de sus labios. El aleteo sonó de nuevo con más fuerza, acompañado del cantar del acero. Entonces sentí los fríos labios de mi madre sobre mi oído.

-Véte- susurro, su aliento cálido me acaricio una ultima vez- No mires atrás. Corre y no te detengas, Rozen.

Entonces me empujo fuera de sus brazos. Trastabillé varios pasos antes de recuperar el equilibrio, quise verla sobre mi hombre pero su voz me detuvo.

-¡Corre!-chillo.

Y eso hice.

Me arroje hacia adelante y mi pierna derecha se tenso como un arco. Los músculos temblorosos dieron un salto y corrí.

Corrí bajo la luna llena, mientras las sombras de los árboles se alargaban hacia el valle. Herida y asustada, rodeada de bosques en penumbra, escape de las sombras desconocidas que me perseguían. El aire olía a sangre y madre quemada. Emprendo una carrera atropellada hacia el vado que cubren los robles aun incandescentes, hacia la colina. Las ramas de los arboles ocultan en parte mi figura, me agacho. En lo alto de la colina, las sombras detienen su marcha y olisquean el viento, suelta un gruñido y se aleja.

Dirijo mis pasos hacia la colina. A lo lejos escucho el choque de espadas y gruñidos salvajes, una parte de mi sabe que no son de ningún animal. La cosa posiblemente estaban al otro lado de la colina y siento miedo. Al subir por la cumbre mi kimono blanco brilla bajo la luna llena de invierno, entonces llego a la cima. La luna, llena, alta en el cielo, ilumina con fuerza el valle que se extiende a mis pies. Mi hogar.

O lo que quedaba de él.

El palacio de mi niñez, ahora en ruinas, era un mundo de fantasmas donde la vida se ha esfumado. Aún hay llamas en la antigua fortaleza, y aún a la distancia escucho los gritos. La gente del clan, mi pueblo, gritaban de odio, de miedo y de dolor. Maldecían a los dioses. Y todo era mi culpa.

Caí de rodillas sobre la nieve y llore.

****
Hola bella gente que sigue leyendo esto, este es algo así como un aviso. Estos días fueron en los que más actualice la historia (espero que les haya gustado) y debo admitir que quizás ya no actualice con la misma velocidad, ya no tengo más capítulos adelantados, así que ira un poco lento. Aparte estaba pensando en ciertas ideas para las siguientes actualizaciones. Sin muchos spoilers: Prácticamente son una década (en la historia) la convivencia de Alec y Rozen, y ese tiempo (o los capítulos que lo cuenten) estaba pensando en publicarlos de manera aleatoria, sin que siga una cronología real del tiempo (no se si me explico) Pienso que es aburrido si todo va muy lineal. También debo aclarar que esos capítulos ya no serán tan largos, quiero que sean más bien como one-shots divertidos y tiernos. No se, aún no tengo nada de eso escrito. Y debo admitir que el final ya lo tengo redactado. Es inevitable siempre que inicio una historia lo primero que termino es el final. Sinceramente me gustaría saber sus opiniones al respecto.
Gracias por seguir leyendo y votando, dejen sus comentarios. Los adoro.

Continue Reading

You'll Also Like

190K 6.7K 95
Ahsoka Velaryon. Unlike her brothers Jacaerys, Lucaerys, and Joffery. Ahsoka was born with stark white hair that was incredibly thick and coarse, eye...
382K 14.4K 44
ဤ Fic သည် အရမ်းရိုင်းစိုင်းသော အသုံးအနှုန်းတွေကိုသာသုံးထားသော Big Warning 🚨18+ Fic တပုဒ်ဖြစ်သည် ။
880K 20K 48
In wich a one night stand turns out to be a lot more than that.
707K 26K 101
The story is about the little girl who has 7 older brothers, honestly, 7 overprotective brothers!! It's a series by the way!!! 😂💜 my first fanfic...