Los Juegos del Hambre; MI ÚLT...

By Lissy33

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La historia después de la guerra. ¡Katniss y Peeta! More

Los Juegos del Hambre; MI ÚLTIMO DESEO
Katniss; Un detalle para ti
Peeta; Cartas...
Katniss; Sorpresa
Peeta; Imbécil
Katniss; ¿Enamorada?
Peeta; ...de ti...
Katniss; Eso que llaman... amigas
Peeta; Real
Katniss; Lo sé
Peeta; A quien prefiero
Katniss; Coraza
Peeta; Asombroso
Katniss; "Lo siento"
Peeta; ¿Quieres casarte conmigo?
Katniss; Mi autentica boda
Peeta; Celos y una petición especial
Katniss; Lucha por el control
Katniss; Preocupaciones
Peeta y Katniss; Así sobreviví
Segunda Parte

Peeta; ¡Sorpresa sorpresa!

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By Lissy33

                ― ¡Peeta! ¡Peeta cuéntame otra vez cómo lograsteis ganar los juegos del hambre!

Era un sábado cualquiera por la tarde, Katniss había ido a ver a Johanna, como todos los sábados por la tarde. Desde nuestra boda y desde que Gale se había decidido a seguir nuestro ejemplo y pedirle a Johanna que se casara con él, que habían acordado quedarse en el distrito 12. Aunque seguíamos llamándolos distritos, no existían fronteras entre ellos. Disponíamos de desplazamiento para transportar materias primas a todos los distritos que lo necesitaran. Ahora, nosotros éramos nuestros mayores inversores y fuentes de productos. Nadie se aprovechaba de ello, simplemente lo intercambiábamos por otros que necesitábamos.  Era sencillo.

También podíamos ir al nuevo Capitolio, que ahora era simplemente la ciudad. Una ciudad que podíamos ir y visitar siempre que quisiéramos. Katniss iba a menudo, según había acordado con Haymitch y Effie, para grabar unas canciones. Como habían dicho, su hermosa voz y su decisión por plasmar la rebelión de un modo que ella podría expresar, dieron paso a un proyecto que la ayudó mucho a recomponerse y volver a unir todas sus piezas. El disco que había gravado se hacía llamar Sinsajo, en honor al símbolo de la revolución. Incluía una canción dedicada a Prim y otra a su madre. Por desgracia, su madre sólo permaneció con nosotros un par de años más. Se quedó en el distrito hasta que la enfermedad la venció, sin embargo, en ningún momento perdió la sonrisa.

Las demás canciones, por otro lado, la mayoría era sobre nosotros y los juegos, nosotros y la rebelión, de nosotros…

¡Oh, sí! Es cierto, sorprendentemente Haymitch y Effie habían iniciado una especie de adicción el uno por el otro. Lo expreso de ese modo porque no es oficial y teóricamente nadie sabe nada. Sin embargo, hemos visto a Effie en casa de Haymitch más de lo usual, y viceversa. Así que, simplemente, no decimos nada nosotros tampoco. Sea lo que sea, le va muy bien a Haymitch. Ha dejado de beber y parece estar más centrado, razón por la cual pasa bastante tiempo con Katniss preparando el lanzamiento de sus canciones.

Por otro lado, tanto Katniss como yo le pedimos a Anne que se quedara en el distrito 12. Dado su embarazo y lo sola que se había quedado después de la muerte de Finnick, le propusimos ayudarla con el futuro bebe, el cual le habían puesto el nombre de su padre. Anne decía que de ese modo sería como si él jamás se hubiese ido.   

Así que mientras Katniss y Johanna pasaban tiempo juntas junto con Anne, que se había apuntado hacía relativamente poco ―pues necesitó pasar tiempo con su hijo para recuperarse de todo lo que había pasado― yo me quedaba con el pequeño Finnick.  No me importaba nada hacerlo, había creado una especie de vínculo con el pequeño, y me encantaban los niños. Ansiaba que llegara el día en que Katniss quisiera tener uno conmigo.

                ― ¡Pero si te he contado esa historia un millón de veces! ―dije entre risas.

El pequeño Finnick estaba, literalmente, con las manos en la masa. Estaba enseñándole a hacer magdalenas, algo sencillito para empezar. El pequeño parecía estar pasándoselo de lo lindo. Sin embargo, hacer magdalenas lo que se dice hacer… bueno, digamos que si horneáramos la mesa entera seguramente se podría comer.

                ― ¡Ya lo sé, pero me encanta la historia! Mi parte favorita es cuando Katniss saca las bayas venenosas para desafiar al Capitolio y que los dos salgáis vencedores ―dice el pequeño entusiasmado.

                ― Debo confesar que la mía es una muy distinta… ―dije en un susurro mientras intentaba recuperar algo de la masa.

                ―Ya… Cuando Katniss te besa, ¿no? ―dice mientras pone cara de ascos a la vez que se ríe de mí.

Entre carcajadas lo cojo en volandas y empiezo a hacerle cosquillas.

                ―Con que esas tenemos, ¿eh? ―digo a la vez que, prácticamente, quedamos rebozados en harina y pasta de magdalenas.

                ― ¡Peeta! ¡No soy una magdalena! ¡Mi madre me va a matar si llego así a casa! ―decía entre carcajadas.

De repente la puerta se abrió, y una Anne con los brazos en jarra nos miró desde la puerta de la cocina.

                ― ¿Así es como cuidas a mi hijo? ¿O es que pretendes que sea nuestra cena de hoy? ―dice con fingido enfado.

                ― ¿Os gusta el niño a la magdalena? ―contesté dejando a Finnick encima de la mesa y apoyándome con un brazo al tiempo que ponía el otro en mi cadera en una postura casual.

                ― Me parece que dadas las circunstancias, podríamos cocinaros a ambos ―la voz de Katniss llega desde detrás de Anne. Johanna está a su lado junto a un recién llegado Gale.

                ―Mientras seas tú quien me coma… ―digo lanzándole una mirada que esperaba que Finnick no entendiera.  Al escuchar mi respuesta, Finnick hizo un gesto con los dedos fingiendo querer vomitar. Típico en niños…

                ― ¡Vamos, panadero! Vas a tener que quitarte toda esta harina, tenemos visita ―dijo ella mientras se acercaba a mí y me instaba a acompañarla. Al tiempo, Anne siguió a Katniss cogiendo al pequeño Finnick en brazos.

                ―Yo me ocupo de este, ¿dónde hay un baño?

                ―Hay uno en esta planta, justo allí, al lado de la despensa de la cocina ―contestó Katniss por encima de su hombro. Luego miró a Johanna y a Gale, no entendí su mirada pero supe enseguida que no me estaba guiando hacia arriba solo para lavarme…

                ― ¡Buena suerte Peeta! ―me gritó Gale desde abajo.

                ― ¡Sht! ¡Cállate! ―replicó Johanna dándole un codazo. Gale la miró con ternura y acarició su barriga con cariño.

¡Ah es verdad, se me olvidaba! Johanna está embarazada, otra vez. En los años transcurridos ha tenido una niña preciosa, que ahora tiene exactamente seis años. Dos años menos que el pequeño Finnick. Se llama Prim. Gale le pidió permiso a Katniss para ponerle el nombre, decía que quería que su niña fuese igual de valiente que ella. Katniss no le importó, sabía que Gale lo necesitaba.

Subimos los escalones hasta el piso de arriba, y cuando ya nadie podía vernos, le di la vuelta para empezar a besarla. Hacía tiempo que estamos casados, sin embargo, la llama seguía tan encendida como el primer día. En ocasiones pensaba que parecíamos adolescentes en plena etapa hormonal. Pero no podía evitarlo, ella era todo lo que siempre había querido y siempre querré.

― Peeta… ―dice entre risas―. Me estas poniendo perdida…

―Mientras te ponga… ―dije cerca de su cuello. Ella dejó escapar más risas e intentó apartarme.

―Tenemos invitados… ―dijo en un susurro guiándola hacia el baño.

― Intentaremos no tardar, además… necesito lavarme. ¿Vas a dejar que lo haga yo solo? ―la provoqué intentando parecer inocente. Ella me dio un pequeño golpe en el pecho consiguiendo apartarse un poco de mí.

― ¿Es que no te importa que haya gente?  ―Mi respuesta fuero más besos―. ¡Está Finnick!

                ―No haremos ruido… ―insistí.

                ―Peeta… no… ―Ante su persistente negativa, me aparté de ella y la miré a los ojos.

                ― ¿Qué pasa? Nunca has tenido problemas… Lo hemos hecho en sitios peores y en situaciones más comprometidas…

                ―Es que… no puedo decirte esto si sigues así. Y créeme, querrás saberlo si vas a bajar dentro de unos minutos… 

Ahora sí estaba intrigado. Aunque en realidad no tenía muy claro si estaba prestando atención. Lo único que quería era a ella. Después de relatar la “increíble historia” al pequeño Finnick, la necesitaba más que nunca. Así que, antes de poder planteármelo siquiera, ya estaba besándola de nuevo.   

                ―Sea lo que sea puede esperar, te necesito ―Katniss empezó a resistirse sin mucha convicción, otra vez.

                ―Peeta… Peeta por favor… ―rogó. Sin embargo, no la escuchaba.

Seguía besándola hasta que llegamos al cuarto de baño. Mis manos empezaron a deshacerse de mi ropa sucia al mismo tiempo que intentaba desnudarla a ella.  

Y en el lugar más absurdo, en la situación más desesperante y con el aspecto más lamentable, la bomba cayó sobre mí dejándome aturdido.

                ― ¡Peeta! ―me gritó apartándome con fuerza―. ¡Estoy embarazada!

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