linger ・ frerard

By killyourselff

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Frank y Gerard han estado casados durante casi cinco años y se jactan de ser una de las parejas más estables... More

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By killyourselff


            Sonaba Welcome to my life de Simple Plan cuando decidió ponerle atención a la lista de reproducción que había programado hace bastante rato para que el silencio no fuera tan abrumador. Frunció el entrecejo y los labios al mismo tiempo, aunque desistió de la mueca en los labios porque seguía doliendo como la mierda. Tenía el labio superior partido y terriblemente hinchado, y su nariz no lucía mucho mejor porque realmente habían pasado solo dos días desde aquella pelea con Frank y era obvio que no iba a recuperar su rostro así de rápido. Era una mierda, de todos modos, porque le avergonzaba tener que inventar excusas cuando iba a visitar a su hija al hospital. No quería que supieran que habían peleado porque entonces quizás iban a decidir que no era el mejor lugar para que Bandit viviera una vez saliera del hospital... y aunque, hasta el momento nadie le había hecho el comentario, en serio temía que su médico o las enfermeras con las que conversaba hablaran de eso a sus espaldas. No iba a permitir por ningún motivo que le quitaran a su hija por culpa de Frank. Y aunque posiblemente eso no iba a pasar, tenía miedo.

También tenía miedo de enfrentarse a sus amigos, su familia o a Bert. No quería preocuparlos o que sintieran lástima por él. No había una razón para sentir lástima, de todos modos. No era como que Frank le hubiese pegado. Él golpeó primero y Frank solo respondió el golpe porque debía hacerlo... oh Dios, ¿Acaso estaba excusando a Frank? Pero tampoco había una razón para no hacerlo. Aunque tampoco había necesidad de inventar una excusa. Solo eran dos adultos que se habían golpeado porque las palabras no habían sido suficientes. Aunque antes, cuando las palabras no eran suficientes pasaban al sexo... a veces era sexo muy brusco, pero era un buen canalizador de energía. Aunque ahora no quedaba el amor que había antes... no le daba miedo o pena golpearlo en la cara. No pensó en lo que iba a pasar después porque simplemente no le importaba qué pasaría después. Solo... en serio quería sacar a Frank de su vida, ahora más que nunca se daba cuenta de ello.

Suspiró y tomó su teléfono para cambiar a una canción más feliz, y luego de cambiar a una playlist de Pulp, fue a la cocina a prepararse un té. Le vendría bien un té. Para despejar la cabeza. Y luego tomaría otro antiinflamatorio para ayudar a su labio. Estaba concentrado escogiendo la taza que iba a ocupar cuando escuchó a alguien golpear la puerta. Su corazón se aceleró al instante y aunque no quería, fue hacia la puerta.

— Vete de aquí —dijo a través de la madera, cuando los nudillos golpearon una vez más.

— ¿Qué te hace pensar que voy a irme a algún lado? —era la voz de su hermano menor, y aunque no quería verlo en ese momento, suspiró aliviado y abrió la puerta. La mirada que recibió por parte de Michael no fue de sorpresa, como esperaba. Solo analizó la hinchazón en su rostro y luego pasó al interior de la casa, acomodando un mechón de su cabello— Si te sirve de algo... él luce mucho peor.

— ¿Lo viste? —Gerard preguntó con un hilo de voz.

Michael asintió.

— Pasó la noche en mi sofá. Lo siento por eso, pero estaba jodidamente ebrio cuando llegó y no podía dejar que condujera así. Estuvimos hablando antes de venir para acá, apenas puede cerrar este ojo —dijo apuntando a su ojo derecho—, y en serio luce como la mierda.

— Si buscas que sienta lástima por él...

— No busco eso —se apresuró a decir Michael mientras tomaba asiento en un sofá. Gerard hizo lo mismo, en el otro extremo del sofá en donde su hermano estaba sentado. Suspiró cuando el menor de ambos se estiró y puso los pies en su regazo.

— Bien —Gerard suspiró, y luego de unos momentos en silencio agregó— ¿Qué buscas entonces?

— Hablar —dijo Michael—. Por dios, Gerard. Eres mi hermano mayor y cuando vi a Frank llegar así fue obvio que había discutido contigo y me preocupo. Ustedes dos me preocupan, desde... no sé, desde que estábamos en la banda. Son unos jodidos animales. Tienen sexo como animales y pelean como animales. Los odio. Ni siquiera entiendo por qué terminaron juntos. No lo entiendo. Son demasiado diferentes y es una locura que hayan terminado viviendo bajo el mismo techo y siendo padres de una pobre niña que va a tener que crecer sabiendo que ustedes dos, imbéciles, son sus padres.

Gerard estaba evidentemente sorprendido por lo que su hermano había dicho, y en el tono en que lo había dicho. Odiaba sentirse regañado, y era lo que Michael estaba haciendo justo ahora. Lo miró con el entrecejo fruncido y luego desvió la mirada al suelo, aun con esa mueca infantil pegada en el rostro. Había una canción de los Smith sonando ahora, y suspiró antes de hablar.

— Se terminó —dijo Gerard—. No quiero que vuelva... no quiero que insista, no quiero nada de él. Se acabó acá, anoche murió todo.

Alzó la mano en donde solía estar su anillo de matrimonio, sentía el dedo anular extrañamente desnudo pero sabía que ya no usarlo era un enorme paso. Michael alzó ambas cejas y asintió, y luego desvió la mirada también.

— Frank no sabe lo que quiere —dijo él—. Suena como si quisiera recuperarte pero lo que él quiere es volver, no sé, diez años en el tiempo o algo así. Y en serio siento que no entiende que todo cambió ahora.

— Yo lo amaba... —suspiró Gerard.

— ¿Y qué hay de Bert? —Preguntó su hermano de un momento a otro.

— ¿Qué pasa con él? —Gerard alzó una ceja.

Michael rió entre dientes.

— No sé, tú dime...

— ¿Qué te dijo Frank? —Preguntó soltando un suspiro.

— Dijo que era obvio que estaban teniendo una aventura a sus espaldas y un montón de mierda así, ya sabes, los celos le comen el cerebro —Michael puso los ojos en blanco, Gerard no pudo evitar sonreír. Pero en cuanto alzó los labios una punzada de dolor le hizo regresar a la mueca de hastío que traía.

— No hay nada —respondió Gerard—. Solo somos amigos... y me viene bien un amigo en momentos como este, ¿sabes?

— Patrick es tu amigo, está jodidamente preocupado por ti porque no respondes a sus llamadas. Están en Chicago, y en serio quiere saber que pasa contigo, Gee.

Gerard suspiró. No quería ver a Patrick en ese momento. Verlo con su estúpida familia feliz le recordaba que la suya se caía a pedazos con cada minuto que pasaba. Y era injusto. Su relación con Frank fue en algún momento mucho más estable y lucía mucho más duradera que la de Patrick y Pete, estando Pete recién separado de su ex mujer y cuidando a su hijo los fines de semana. Recordaba haber aconsejado a Patrick para que se apartara de ahí porque obviamente Pete iba a volver con ella... pero Patrick no lo escuchó. Y ahora eran estúpidamente felices y estaban juntos en Chicago haciendo Dios sabe qué.

— No puedes odiarlo porque su matrimonio no se fue a la mierda —dijo su hermano.

— No lo odio —replicó Gerard, y luego alzó la mirada al rostro del menor, que reía de manera burlona porque al parecer leer sus muecas seguía siendo un trabajo fácil para Mikey—. A ti te odio —agregó.

— No, no me odias —Michael arrugó la nariz y luego de dedicarle una falsa sonrisa se alzó del sofá para ir a la cocina. Gerard hizo una mueca, pero de todos modos le acompañó porque seguía con ganas de beber un estúpido té.

— Siento que el mundo se cae a pedazos... —suspiró Gerard, tomando asiento frente al desayunador—. Yo me caigo a pedazos.

— Tienes que ordenar tu cabeza, Gee —dijo Michael, hundiendo los dientes en una manzana imposiblemente roja—. Tú puedes con esto, yo sé que puedes.

— Tengo miedo —dijo Gerard—. Este no es el futuro que visualicé. Quiero decir, mírame. Hubieron golpes de por medio. Esto nunca había pasado... si hubieses podido ver el odio en sus ojos te habría erizado la piel. El Frank con el que discutí anoche no era el Frank con el que me casé. Era alguien más, y... sentí miedo. No quiero que ese tipo se quede en el lugar de mi Frank. No quiero perderlo para siempre pero tampoco lo quiero de vuelta si es que va a seguir comportándose así.

— Te preocupas demasiado —dijo Michael—. Para él es súper simple... desde que Bandit entró en la foto tú te convertiste en una mierda y él es la víctima que intentó cumplir tus caprichos y tus expectativas de la familia perfecta aun cuando él no firmó para eso. Se esforzó tanto —hizo un falso puchero—, y todo se fue a la mierda porque eres tú quien cambió, y eres tú quien no quiere entender que él es la única víctima aquí.

— ¿En serio piensa así? —Preguntó Gerard.

Michael asintió.

Gerard suspiró y se puso de pie para prepararse esa taza de té, hizo también una para su hermano y luego ambos se quedaron sentados un largo rato, lado a lado, bebiendo el té a sorbos. Cuando se acabó Michael regresó al sofá pero Gerard se quedó ahí sentado, eventualmente escuchó que encendía la televisión pero no prestó mayor atención. Su mente estaba trabajando a mil por hora en ese momento. Se sentía tan tonto porque en serio una parte de su cabeza pensaba que había algo de remordimiento en Frank y que podían volver a intentarlo quizás en un futuro pero ahora se daba cuenta que todo estaba realmente perdido. Que todo su romance, su matrimonio, esa vida de cuento de hadas que tenían había sido una antesala para... ¿Esto? ¿En serio? No tenía sentido que tanto amor terminara de ese modo. Se suponía que cuando su hija llegara iba a ser el mayor hito en la vida de ambos tanto de forma individual y como pareja. Era lo más maravilloso del mundo y no entendía por qué Frank no podía verlo.

— Por favor dile que no vuelva a casa —dijo Gerard una vez fue también a la sala. Mikey asintió y le dedicó una pequeña sonrisa.

— Le diré que vas a llevar sus cosas a mi casa, y que las vaya a buscar ahí —ofreció, Gerard asintió como respuesta.

— Sí, dile eso —suspiró—. Y dile que... que... no, mejor no le digas nada.

— No le diré nada —dijo Michael.

— No entiendo cómo se fue todo tan a la mierda —murmuró luego, y aunque la boca le dolía horrores, se mordió los labios para evitar llorar. No quería seguir llorando por ese imbécil—. Esto apesta, ¿sabes?

— Los veo a ustedes dos y... en serio no voy a casarme nunca. Ni voy a tener hijos. Nunca —remarcó, y Gerard no pudo evitar sonreír.

— Nunca —repitió en un suspiro.

El silencio se mantuvo por unos momentos, hasta que eventualmente Michael se incorporó y se despidió de él. El abrazo fue bastante flojo, pero Gerard lo sintió tan cálido que suspiró cuando se separaron. En serio necesitaba algo así. Y cuando se quedó nuevamente solo en casa no le quedó otra que volver a sumergirse en la música para distraer su mente. Seguía sufriendo por el desenlace de todo, pero... a veces hay cosas que necesitan pasar para que otras tengan lugar. Aunque realmente no sabía qué es lo que venía después de esto. Se sentía tan perdido como un adolescente. La diferencia, claro, es que tenía una hija que dependía de él, y aunque no quisiera aceptarlo, él dependía de ella también. 

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