Eran las tres y media de la tarde cuando un trio de muchachos había interceptado la casa de un menor. Una alfombra les estaba haciendo compañía, una canción de The Cranberries y latas de soda regadas por la habitación. No hablaban porque se encontraban en un momento de silencio pos- depresivo y miles de dudas existenciales en la cabeza. Eran adolescentes, tenían muchas preguntas como refresco en la sangre.
NamJoon fue el primero en erguirse y estirar los brazos. Después le siguió Yoo YoungJae, quien finalmente habló.
— ¿Seguiremos en modo triste solo porqué Kim TaeHyung te dijo indirectamente que le gustas sin confirmarte y después se fue, aparentemente, enojado?
Jeon, aún recostado sobre la alfombra, asintió. YoungJae bufó.
—Y es por eso que...—NamJoon comenzó aquella frase que usualmente decían entre ellos.
—Viva la soltería, amigos. ¡Viva! —Le siguió YoungJae.
—Y el hecho de que sigues virgen. ¡Viva! —Terminó por ceder JungKook ante la espontaneidad de sus amigos.
Esta vez, ninguno pudo evitar tirarse a reír e inmediatamente después levantarse a agitar sus manos al darse cuenta que había comenzado una canción de Goo Goo Dolls en los altavoces. Sin embargo, la madre de JungKook pidió amablemente que bajaran la voz.