Capítulo XL
El sonido de un pitido y voces me despierta. La cabeza me duele un poco, aunque no puedo sentir mi cuerpo, ¿dónde estoy? ¿Estoy acaso muerto? Así es que abro los ojos un poco aturdido. A decir verdad, lo último que recuerdo, fue a mi padre lleno de sangre y yéndose en su auto, no obstante también a mis recuerdos llega la voz de mi madre y mi hermana inconsciente. Así que, una vez que mis ojos se acostumbran a la luz, me percato que no estoy en mi hogar, sino más bien en un hospital. Cuando veo mi mano me asusto un poco, pues la llevo en una férula con la mano enyesada, al parecer me la he fracturado. Entonces recuerdo el golpe en la cabeza, por lo que llevo mi mano a ella, y noto que también tengo una especie de parche. Vaya, creo que fue una pelea muy dura.
Al descubrir la situación en la que me encuentro, comienzo a ponerme muy nervioso, por lo que llevo los ojos a todos lados. Necesito saber dónde está mi hermana, necesito saber si ella está bien, y aunque no quiera saberlo del todo, también preguntaré por el bienestar de mi padre. De pronto alguien entra a mi habitación, es mi madre, que al verme con los ojos abiertos corre hasta mí preocupada. Aunque puedo notar sus ojos hinchados y rojizos. Ella ha llorado recientemente. Sólo espero que Hillary esté bien.
—Dante, ya has despertado— comenta con más lágrimas amenazando con desbordarse de sus bellos ojos azules. Ya que están repletos de agua, están inundados bajo sus penas.
—¿Qué fue lo que pasó?— cuestiono con un poco de dolor, pues aunque sé que estoy lleno de analgésicos, eso no controla todo mi dolor, por ejemplo el de mi corazón roto.
—Al parecer tu padre estaba ebrio. Hillary tiró un jarrón y tú la defendiste— comenta la hermosa mujer rubia frente a mí quién es mi madre. Ahora creo que puedo recordar el jarrón también.
—¿Y cómo está ella?— pregunto preocupado. A decir verdad no quiero escuchar que por culpa de Keneth ella esté muy lastimada.
—Está bien, ella no recuerda nada— un alivio recorre mi cuerpo. Perfecto, yo no quiero que ella recuerde lo que es sufrir a manos del hombre que se supone es su padre.
—Perfecto— susurro mientras vuelvo a cerrar los ojos. Pero me sobresalto cuando siento como mi madre se lanza a mis brazos y comienza a llorar desconsolada. Jamás la había visto así de destrozada, aunque supongo que ya lo había estado, pero se desbordaba de dolor a escondidas. Me sorprende que ahora llore en mi hombro, pues hacía mucho que ninguno de los dos nos consolábamos juntos.
—Dante, perdón, es que... gracias, jamás dejaré de darte las gracias— comenta mi madre entrecortada. —Yo sé que tu padre es un hombre muy bueno, pero por mi culpa él se volvió despiadado... todo fue mi culpa— se afianza más a mis hombros y trato de omitir el dolor en mi pecho. —Sino fuera por mí, aún seriamos la familia perfecta, pero lo arruiné todo... aunque yo los amo tanto a los tres. Sé que les hice mucho daño a ti y a tu hermana Lucy, yo no quería que Hillary saliera afectada de igual manera— tomo a mi madre del brazo y ella comienza a mirarme. Aprovecho la situación para acunar el rostro de esa pobre mujer entre mis manos y quito las lágrimas de sus mejillas. Claro está que aprendió la lección, jamás volverá a hacernos daño.
—Yo te quiero mucho mamá, quizás no hiciste las cosas bien, y quizás por eso mi padre se convirtió en el hombre tan malo que es ahora, aunque... no me arrepiento de ser el hermano mayor de Hillary, quizás ella no estaba en los planes familiares, pero... es una chica espléndida, jamás te arrepientas de ella— mi madre asiente satisfecha con mis palabras. Y deposita un beso en mi mejilla.
—Eres un chico increíble Dante, soy afortunada de tenerte como hijo y sé que tu padre se siente igual de orgulloso de ti— dice contenta, por lo que una sonrisa se extiende en todo mi rostro. Ahora soy yo el que deposita un beso en su mejilla. Estoy más que seguro que no ha recibido uno desde hace mucho tiempo, y que mejor que se lo dé su hijo. Pero una pregunta comienza a surcar mi cabeza, una pregunta que me he estado haciendo desde que abrí los ojos.
—¿Dónde está mi padre?— mi madre me mira fijamente, aunque creo que ella tiene la misma información que yo, no sabe nada de él. Y cuando está a punto de decirme algo, una enfermera llega al lugar.
—Me alegra que ya haya despertado joven Collins— comenta la enfermera con un tono amable. Así que mi madre y yo, comenzamos a sonreírle, sin saber que lo peor vendría pronto.
(...)
Me siento en el sillón del salón, Hillary está a mi lado. Como mi madre ha dicho, a ella se le ve más tranquila, al perecer no recuerda lo que pasó el día de ayer, lo cual nos alegra bastante. Le hemos dicho que el golpe que tiene en el rostro, se lo dio mientras jugaba, la pequeña quedó satisfecha con nuestra respuesta. Y bueno, le dije que yo me caí y me fracturé los nudillos, también quedó satisfecha. Ahora juntos vemos, de nueva cuenta "La Bella y la Bestia", mi hermana ama esta película, y yo también estoy empezando a amarla.
Pero la magia termina cuando mi madre me llama un poco alterada. Así es que me levanto de mi asiento con lentitud, tengo un dolor terrible de cabeza. Me disculpo con Hillary y comienzo a caminar hasta mi madre, quien parece estar conmocionada. Noto como sus ojos están llenos de preguntas y yo sólo necesito saber la razón.
—¿Algo mal?— le pregunto mientras pongo la mano en su hombro. Mi madre es mucho más baja que yo, por lo que cuando la abrazo, puede esconder fácilmente su rostro en mi cuello. Aunque parece que mi contacto físico no hace ningún efecto en ella, sigue igual de conmocionada.
—Encontraron el auto de tu padre— comenta después de un siglo entre sollozos. Incluso siento como mi cuello se llena de sus lágrimas.
—¿Él está bien?— mi voz sale más bien dura. A decir verdad, le perdí el cariño y el respeto a mi padre desde hace mucho tiempo. Para ser más exactos, desde que vi como tomaba la cabellera rubia de mi madre y la golpeaba sin piedad. Yo no podría confiar en un hombre que le hace daño a su familia.
—No Dante— y dicho eso, salen lagrimas mucho más pesadas y mucho más desesperadas de los ojos de mi madre. —Tan sólo encontraron en la autopista, un auto similar al de tu padre, pero no tiene placas... quieren que vaya a reconocer el cuerpo que estaba cercenado adentro— una impresión comienza a surcar mi rostro. Keneth Collins... muerto. Jamás imaginé que ese importante empresario se convertiría en simples huesos rotos.
—Yo iré contigo— le sentencio a mi madre mientras tomo las llaves del auto.
(...)
(Escuchar canción en multimedia)
El lugar aquí es más frío de lo normal, de repente siento como mi espalda comienza a erizarse por los sentimientos dentro de mí. Ahora estamos en la morgue de la ciudad, donde decenas de cuerpos llegan cada día. Y hoy, bueno, hoy quizás llegó el cuerpo inerte de mi padre.
—Buenas tardes señora Collins— comenta un hombre con cabello color blanco y bigote del mismo color. Pero mi madre no responde, por lo que el hombre sigue con su monólogo. —El cuerpo está por aquí, síganme— ambos lo seguimos y entramos a un pasillo incluso más escalofriante. Hay bastantes puertas que nos flanquean, pero una de ellas es especial, ya que una de ellas tiene a mi padre. —El cuerpo quedó prensado en el auto, su cara está desfigurada, pero hemos encontrado un anillo— el hombre de cabello blanco, saca una bolsa de plástico de su bata blanca y se la extiende a mi madre.
Ambos vemos el anillo horrorizados, claro que es el de él. Noto de inmediato como los músculos de mi madre comienzan a tensarse por la impresión que ha recibido. No creo que sea capaz de ver el cuerpo sin volverse loca, o algo por el estilo.
—Es aquí— anuncia el hombre mientras abre la puerta. El chirrido de la misma logra otro escalofrío en mi cuerpo.
Cuando todo es visible dentro de esa habitación, ambos nos quedamos sorprendidos. Dentro hay una camilla metálica con ruedas, que encima tiene algo, o más bien, alguien cubierto con una sabana blanca. Y como me lo temía, mi madre se colapsa al verlo, se desvanece de repente. Gracias al cielo estoy cerca e impido que caiga al suelo, aunque me lastimo un poco los dedos fracturados.
—Será mejor que tú reconozcas el cuerpo chico— anuncia el hombre mientras detiene a mi madre desmayada. Entonces hago lo que me pide.
Camino lentamente hacia la habitación, el silencio se hace desesperante. Bien, debo de hacerlo, debo de demostrar mi fortaleza. Por lo que tomo una de las esquinas de la sábana blanca y la muevo hasta que veo el rostro desfigurado de mi padre. Claro que es él, aunque su piel se ha vuelto pálida y parece oler muy mal. La marca de nacimiento que ambos tenemos, incluso mi hermana Lucy, está ahí en el hombro derecho.
Pero ninguna lagrima sale de mis ojos, nada, simplemente no siento nada, sólo pena, porque jamás pudo curar su corazón roto. Porque dejó que ese engaño lo derrumbara hasta el grado de olvidarse de quien era. Pues no siempre fue malo, su corazón estaba lleno de bondad y de amor, éramos la familia perfecta. Lástima que se corrompió esa alma bondadosa, lástima que se convirtió en el temido y terrible ser humano que fue hasta el final, todo gracias a un engaño y una niña hermosa.
—El malo se ha ido para siempre— susurro mientras coloco una vez más la sabana sobre su rostro. Pues esta será la última vez que lo vea.
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Nota de la autora:
Yo les dije que una vida se había perdido, ¿qué les pareció? Pues esta vez fue la de Keneth Collins. Creo que esta parte me ha encantado, lo mejor sin duda es la última frase de Dante. Ay es que estoy muy emocionada, porque el final ya está cerca y ya quiero que lo conozcan. La siguiente parte estará llena de misterios resueltos, así es que no se la pierdan.
Dante el detective está a punto de saber quién es Andrómeda. Muchos ya me han dado sus teorías, pues veamos quién es esa misteriosa persona.
Canción: The Good Life– Tonny Bennett
Esa canción me encanta, y aunque sea muy feliz, quise ponerla aquí. Así suena más sombría, bueno, me dejo de locuras. Por cierto, quería preguntarle, ¿cómo llamaremos a este fandom de 20:17? Es que tengo muchas ideas y me gustaría que tengamos un nombre. Tenemos aún mucho por pensar.
Me voy, pero no para siempre, mañana vuelvo con una nueva parte.
Atte.
D.R