Sintió el impacto de la locomotora contra su débil cuerpo, a cámara lenta. No le dolía pero durante un segundo sintió calor y , después , quedó cegada por una fuerte luz. Al final solo había oscuridad. Y silencio.
Al fin abrió los ojos: seguía andando bajo las nubes negras, sobre la antigua vía del tren. Lo único relacionado con su ensoñación era la soledad, pues era su eterna acompañante.