A mil Kilómetros

By Viam29

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Jaydin ha dejado de ver a Alex como el molesto niño que la sigue a todas partes y dice ser su mejor amigo. E... More

A mil Kilómetros
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 5
¡Nos mudamos!

Capítulo 4

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By Viam29

Alex

Abrí la puerta de la casa de los Stickson y debo admitir que esperaba gritos por todas partes, como es usual. A Jay no le gusta traerme a su casa, pero las veces que me autoinvité esto era lo opuesto a mi casa, no había silencio, todos hablaban al mismo tiempo, uno más fuerte que el otro. Pero hoy no, de no ser por las luces encendidas y porque sé que ellos no salen juntos, habría pensado que no hay nadie en casa.

Cargué mi maleta hasta la habitación de Jay y entré sin tocar. La habitación también estaba vacía. Me fui a la cama que tenía una foto de nosotros colgada muy cerca de la cabecera. No era la primera vez que veía esa foto. Yo se la regalé en su cumpleaños 15 junto con una pulsera con dos dijes  de nuestras iniciales. Le advertí que si la perdía era mejor que ella también se perdiera. Ella y yo no solíamos darnos regalos tan cursis, pero era sus 15 años, ¿no se supone que las chicas hacen un gran escándalo por eso y organizan fiestas y todas esas tonterías? Pues ella no. Oliver estaba internado en el hospital de nuevo y sus padres no le prestaban atención a nada más. Ni ella ni yo los culpábamos, pero yo quería que fuera especial para ella. Era una doble foto, en la primera estábamos los dos de pequeños, con nuestros uniformes de Jiu Jitsu y nuestras medallas. Teníamos una pose bastante ridícula, estábamos con gafas oscuras y espalda contra espalda, mostrando nuestras medallas. Yo quería que la segunda foto fuera exactamente igual y me costó varias súplicas y comida chatarra convencerla para esa pose tan ridícula frente a tanta gente que veía a los campeonatos.

— ¿Qué haces tú aquí? — preguntó Leslie, de pie en la puerta. Desvié la vista de la foto para dedicarle mi mejor sonrisa seductora.

— Voy a ser tu hermana por una semana.

— ¿Dónde está Jaydin? —preguntó ella con la misma expresión de siempre.

— En mi casa… — y antes de que pudiera seguir explicándole ella sacó el celular de su bolsillo, marcó y se lo puso en la oreja. Esperé con una sonrisa a que sonara mi bolsillo. Jay sabía que ella iba a llamarla para regañarla así que me dio su celular. Sonó su tono: el coro de Pompeii.

Tomé el celular y lo contesté.

— ¿Hola? ¿Hermanita? —ella resopló y colgó el celular. — ¿Por qué te enojas? Si nos llevamos tan bien en esa fiesta, ¿lo recuerdas?

— No se lo dijiste a Jaydin, ¿verdad? Alex, dime que no lo hiciste.

— ¿Decirle que su hermana mayor, la hermana ejemplar, la hermana perfecta, estaba ebria y me besó en la fiesta que se supone que ninguna Stickson debía ir? Jaydin me comentó que esa noche fuiste a estudiar en casa de tu amiga, no tenía idea de que tu amiga viviera en mi casa…

— Es suficiente. No digas nada.  — me estudió con la mirada mientras yo le seguía sonriendo. — ¿Qué quieres a cambio de tu silencio?

— Algo simple. Sé que desde mañana le toca cocinar a Jay, pero como eres buena hermana tú cocinarás.

— Bien, pero olvidamos lo que ocurrió.

— Yo puedo hacerlo, pero no sé tú. Dijiste que fue el mejor beso de tu vida.

Antes de que pudiera responderme, Oliver entró y saltó a la cama para abrazarme.

— ¡Se va a quedar con nosotros, Les!— dijo con genuina emoción.

— Ojalá no sea un estorbo como Jaydin lo es.

— ¿Jaydin es el estorbo? Porque hasta donde yo sé ella es la menor de edad aquí y la que debe vivir con sus padres. Tú que ya eres mayor podrías buscarte un trabajito de medio tiempo y dejar de depender de tus padres.

— ¡Leslies! ¡Jaydin! ¡Sam! ¿Alguien está en casa? — gritó la señora Stickson desde el primer piso.

— ¡Mami! — gritó Oliver y se olvidó de mi presencia para ir a recibir a su mamá.

— No vas a creer lo que tu hija hizo. — dijo Leslie mientras bajaba las escaleras.

— Alexander, querido, ¿Cómo estás? — me saludó al verme bajar detrás de Leslie. La señora Stickson me agradaba, era amorosa con sus hijos, no con todos al mismo tiempo pero con 8 hijos no podía culparla. Jaydin no lo admitía, pero era claro que ella deseaba algo de atención de su madre, pero también sabíamos que Oliver tenía prioridad.

— Bien, señora. Es un gusto volver a verla.

— Es Jaydin la que nos impide reunirnos, te quiere sólo para ella.

—Adivina lo que hizo. — se metió Leslie.

— Me invitó a quedarme una semana y acepté, si a usted le parece bien. — todo sonaba mejor cuando yo lo decía. La iceberg de Leslie hacía ver todo peor que lo que suele ser. No entiendo cómo dejé que la reina del hielo me besara. Creo que yo también estaba con algunas copas de más.

— Siempre es bueno tenerte aquí. ¿Dónde está Jaydin? —su madre escaneó el lugar con la mirada, buscándola.

—Ese es otro asunto, la invité a quedarse en mi casa. — Su mamá abrió los ojos y vi como la sonrisa de Leslie se formaba. — Creo que el intercambio es mejor así porque si ella se quedaba en mi casa habríamos sido sólo los dos, y ya sabe lo que hacen los adolescentes cuando están solos. — Leslie me miró aún más divertida. Me di cuenta que no sonó bien lo que dije. — Me refiero a la mala alimentación, impuntualidad, dejar de lado las responsabilidades, ese tipo de cosas.

Su madre me miró por unos segundos más, luego me dedicó una sonrisa y preguntó si ya había cenado. Sabía que quedaba la asquerosa comida de Leslie, así que mentí. Ahora el problema de las habitaciones: la madre quería que duerma en la de Sam, Sam se negaba a dormir en la cama de Jay, entonces propuso “noche de hombres” y que Leslie fuera a dormir a su cama. Leslie dijo que no con la estúpida excusa de que la luz de su habitación era mejor para estudiar. Leslie ofreció el sofá de la sala, su mamá dijo que el sofá no era lugar para la familia. Creo que si hubieran tenido perro me mandaban a dormir allí.

En toda la discusión de “Dónde va a dormir Alex”  recibí un mensaje de Jay… es decir de mi celular.

Jay: “¿Qué crees que acabo de encontrar?”

Tecleé una respuesta mientras la discusión seguía.

Alex: ¿Estás revisando mis boxers? Si me entero de que me falta uno me vas a comprar una docena. Tu familia está peleando porque todos me quieren en su habitación.

Enseguida recibí la respuesta.

Jay: Con el dinero que ganaría vendiendo tus boxers no sería un problema comprar una docena.

Alex: Es una de las ventajas de tener un mejor amigo popular. En vez de registrar mi casa aconséjame con quién me conviene dormir.

Su respuesta tardó un poco.

Jay: Tus opciones supongo que son Sam, Leslie, el sofá o la habitación de los niños. Sam ronca muy fuerte, no te dejará dormir, y me imagino que bombardea la habitación porque apenas se despierta abre la ventana. Leslie no apaga las luces hasta las 2, 3 de la mañana pero tú te duermes al instante, no creo que te moleste. Aunque a veces decide leer en voz alta y su voz es muy chillona. La habitación de los niños significa que te despertarás ya sea por sus llantos o porque mamá entra a verlos por lo menos 2 veces. Y no te aconsejo el sofá porque mi tío ha vomitado encima, no una, no dos, sino 3 veces. ¿Mi consejo? El baño, pero no el del segundo piso, el del primero.

¿Cómo se suponía que iba a proponer dormir en el baño?

—Alex, querido, dado que mis hijos son unos egoístas y me disculpo por eso, voy a tener que pedirte que duermas en la cama de Jaydin. — me dijo la señora Stickson, mirando con enojo a sus hijos.

— No se preocupe, señora. Esa siempre fue la idea.

No me molesté en comentarle que también intercambiaría de colegio, preferí arreglar eso con Sam, el hermano que mejor me caía. Cuando se lo comenté a él recibí una carcajada como respuesta. Dijo que ya quería verme con ese estúpido uniforme y me dio el de Esteban.

A eso de las 11 de la noche decidí dejar de inspeccionar las cosas de Jay y me tendí en su cama. Podía reconocer el olor de ella en cualquier lugar. No lo puedo describir, pero puedo reconocerlo en cualquier lugar. Ella sólo tenía una almohada y su cama era la mitad de la mía pero eso no era algo que te incomodara. Cuando quieres dormir puedes hacerlo hasta sentado en el inodoro.

No sé hasta qué hora Leslie estuvo con la luz encendida, pero le di la espalda y me dormí.

 Me desperté cuando escuché todo el movimiento que había en el piso inferior. Miré el reloj de la mesa que había junto a la cama. ¡Eran las 6:30! ¿Por qué, carajo, hay tanto movimiento a las 6:30? ¡No se entra a clases hasta las 8:00! ¿Tienen que hacer tanto ruido? ¿Tienen que gritar tanto y cerrar la puerta con tan poca delicadeza? Tenía unas tremendas ganas de gritarles que respetaran el sueño de los demás pero me mordí la lengua.

— Es tu turno de ducharte. — me informó Leslie. — Te pueden quitar el turno y tendrás que esperar hasta el final.

Refunfuñando, arrastré mi toalla hasta el baño del segundo piso. Me duché y vestí rápido. Este uniforme era espantoso, en Jay se veía lindo y ella hasta parecía tierna… pero en mí… me quitaba todo el estilo.

— ¿Ya vas a salir del baño, colega? — preguntó Sam desde el otro lado.  Resoplé y salí del baño. Sam ni siquiera se rió de mí, simplemente me saludó con la cabeza y entró al baño. Eso debía significar que yo con el uniforme no éramos una combinación estúpida.

Después de desayunar el cereal que era exclusivo de Jay, tomé la mano de Oli y salimos de la casa.

Yo giraba la cabeza a cada rato para ver si Jay y Perlita aparecían, pero todo indicaba que tendríamos que ir a la parada del bus. Pensé que podría desquitarme con ella en algún combate en nuestras clases de Jiu Jitsu pero todo resentimiento se esfumó cuando vi a mi auto estacionado en la parada del bus. Sentía ese alivio que aparece cuando por fin orinas después de aguantarte por mucho tiempo.

Jay me silbó en cuanto nos vió.

— ¡Mírate!— exclamó con  exagerada emoción a mi parecer. —Te ves super tierno, ven aquí para que pueda apretarte esos cachetes.

— No te burles.

— Tienes suerte de que Esteban haya sido de tu talla. Podías haber usado un pantalón que te llegara por encima del tobillo. Sé que no tengo que decir esto, pero te ves bien.

— Cierra la boca.  — respondí sentándome en el asiento del copiloto. — Espera, ¿qué estás usando?

Ella vestía unos jeans que no y una camiseta con una frase de una de las canciones de One Republic: “Everything that kills me, makes me feel alive”. Esa camiseta nosotros la hicimos y fue una de las pocas que quedó decente para usarla. Y claro, sus converse de siempre.

— ¿Qué tiene? ¿Estoy enseñando mucho?

— Las chicas allá no se visten así.

— No te preocupes, puedo sacarme la camiseta y andar con sujetador por toda la ciudad. — repuso con sarcasmo. — Y yo no soy una chica de allá. Además ¿acaso importa cómo me vista?

— Sabes que a mí no me importa, pero puedes sentirte incómoda allá. Todas usan ropa de marca, muy pegada a su cuerpo, mucho maquillaje… ¿Sabes qué? Sólo me avisas si alguien te trata mal, yo me encargaré de que no vuelva a hacerlo.

— ¿Estás asumiendo que me van a tratar mal por no estar con ropa que impida la circulación de mi sangre?

— No terminé. También debes decirme qué chicos van a estar sobre ti. Quiero dejar claro que primero dije “si alguien” y después dice “que van a estar”. Asumo que varios chicos van a estar sobre ti, queriendo que les prestes atención. Pero ya sabes cuál es la regla número 1. — la miré, ella estaba mirando al frente. No sonreía, estaba seria. — Dime la regla número 1, Jay.

— El 90 % de mi atención está y estará dirigida a Alexander Galbraith. — recitó. Me di cuenta que le puse de mal humor.

— Jay…

— Está todo bien. — aseguró. Encendiendo el auto. — Está todo bien.

Condujo en silencio hasta la puerta del colegio en el que debía estudiar durante 1 semana.

— ¿Te veo luego? — pregunté casi tímidamente.

— Eso depende.  Tal vez no logre sacarme de encima a todos esos chicos. — dijo guiñándome el ojo. Por lo menos ahora no estaba tan molesta. Volteé y llevé a Oli a su escuela.

Cuando Jay se enojaba lo mejor era apartarse. Tenía la manía de decirte todos tus defectos y si contraatacabas terminabas peor. Por eso era mejor alejarse cuando se enojaba… o cuando estaba en sus días rojos. Resulta que “Días rojos” también es una alerta para “Detente, no seas estúpido, no le des la contra”.

Cuando volví al colegio recibí varias miradas y obviamente cuchicheos que no pasaban desapercibidos.

Seguí las indicaciones de Jay y entré a la clase que se supone tenía.

— Alexander Galbraith ¿en nuestro colegio? — me preguntó una chica rubia.

— No. — respondí. — Esto sólo es un holograma.

— Pues quisiera llevarme el holograma a mi casa. ¿Con quién puedo hablar para que eso ocurra?

Bien, la rubia era directa y obviamente me estaba coqueteando. Necesitaba algo de distracción durante esta semana y ella era la primera que me hablaba de frente. Además no estaba fea.

— ¿Qué te parece una reunión con mi dueño? ¿Hoy a las 5?

— ¿Dónde?— preguntó con una gran sonrisa.

— ¿Por qué no me dejas tu dirección y yo te voy a recoger? — extendí un trozo de papel hacia ella. Ella se inclinó y por el escote de su blusa podía ver sus atributos de mujer.  Fingí leer su dirección. — Entonces hasta hoy a las 5.

— Ya me muero por ver al dueño de este sexy holograma. — y se fue a sentar en uno de los asientos que estaban a dos filas del mío. Noté su postura de superioridad y que al cruzar las piernas la falda se le levantaba.

Saqué el celular y escribí un mensaje para Jay.

Alex: ¿Cómo estás? ¿Va todo bien? Necesito que me prestes a Perlita esta tarde.

Inmediatamente recibí la respuesta.

Jay: Esas son preguntas de cortesía, no te interesa saber cómo voy. Pero a mí sí me interesa saber para qué quieres a Perlita. Y que sea una buena razón.

Alex: Tengo una cita con una chica, y no harás que vaya en taxi.

Jay: No llevas ni 30 minutos allá ¿y ya conseguiste una chica con la cual salir?

Alex: ¿Qué te puedo decir? Soy irresistible y creo que esta corbata las mata. Tu colegio está inundado de tanta baba que las chicas sueltan al verme. ¿Vas a darme el auto? Sabes que si tú me lo pidieras te lo daría.

Jay: Sí, bueno. No es muy común que una chica recoja a un chico en su convertible negro. Lo pensaré.

Ya no le respondí porque quien supongo que es el profesor entró a la clase. Pero yo sabía que me iba a dar el auto. La conocía lo suficientemente bien para saber que lo haría.

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Lo sé. Se supone que debo subir el capítulo el domingo o el lunes. Pero por ver los votos y algunos comentarios decidí subirlo hoy (apenas lo terminé). Espero que les guste. El siguiente ya será desde la perspectiva de Jay. 

No se olviden comentar, votar y compartir la historia. 

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