𝐆𝐢𝐫𝐚𝐬𝐨𝐥𝐞𝐬

By goldaenerys

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❝A Eleven solo le gustan los girasoles, Mike❞ Mike y Eleven han tenido una relación seria de dos años que se... More

𝒊𝒏𝒕𝒓𝒐𝒅𝒖𝒄𝒄𝒊𝒐́𝒏
𝑢𝑛𝑜
𝑑𝑜𝑠
𝑡𝑟𝑒𝑠
𝑐𝑢𝑎𝑡𝑟𝑜
𝑐𝑖𝑛𝑐𝑜
𝑠𝑒𝑖𝑠
𝑠𝑖𝑒𝑡𝑒
𝑛𝑢𝑒𝑣𝑒
𝒆𝒑𝒊́𝒍𝒐𝒈𝒐
𝒄𝒂𝒋𝒐́𝒏 𝒅𝒆 𝒓𝒆𝒄𝒖𝒆𝒓𝒅𝒐𝒔

𝑜𝑐𝘩𝑜

590 50 211
By goldaenerys

—No no no. Él me quiere a mí, El, estoy seguro.

—Sé que te sientes conectado a él, Mike, pero no es así. Mike, pude mirar dentro de ti, y pude ver que ese monstruo o lo que sea, desea destruirme a mí, y sólo a mí.

—No, El, a ti no... a ti no —la última frase fue repetida por el muchacho mientras negaba con la cabeza y sus ojos se llenaban poco a poco de lágrimas.

—Sí, Mike, sí. Tengo que ir a enfrentarlo, de otro modo...

—No, El. No vayas, por favor —Mike lo suplicaba—. Por el amor de Dios, El, ¡no!

—Tengo que ir, Mike.

—No, ¡no! Déjalo así, por favor, ¡por favor!

—No, Mike, no me arriesgaré a que salgas herido.

—Eleven, ¡no! Demonios, ¡no! No quiero pasar por otros 353 días de torturas, ¿que no lo entiendes?

—Sí, Mike, ¡lo entiendo! ¡Perfectamente! Por eso hago esto, porque no soportaría vivir otra tarde más en la que tendría que verte sufriendo, ¡no no y no! ¿No lo entiendes? Lo hago por ti, ¡por ti! Pasar una vida sin ti, Mike, es peor que pasar una vida en el infierno. ¡No te descuidaré! Te protegeré y no me importa si mi vida de ello depende, ¿entiendes? Nada me hará retroceder, Mike, ni siquiera tú.

—¡No quiero que te hayas daño, El! ¡No quiero!

—¡No pienso cambiar de opinión! Te voy a proteger. cueste lo que cueste. No soporto verte así, Mike, de esta manera, herido... ¡Simplemente no! A lo mejor me necesitarás, y lo entiendo, pero prefiero morir a pasar una vida sin ti, por más egoísta que eso suene. Mike, solo no me puedo imaginar una vida en la que no voy a poder ver estos rulitos que me encantan, o en la que no te podré ver sonreír... No, solo no, ¿entiendes? No...

—Pero, El —el chico lloraba, suplicante.

—Por favor, Mike, no hagas esto más difícil.

—El, ¡no! —la chica tomó la cara de él entre sus manos, y depositó un beso rápido en sus labios para intentar calmarlo.

—Por favor, Mike, debes entenderlo —Eleven salió casi corriendo de la habitación para evitar discutir con él. Tomó con rapidez el teléfono de la casa, pidiéndole permiso a Karen, y marcó el teléfono de la casa de Joyce—. ¿Hola? ¿Mamá? Por favor, ven por mí.

—No no —Mike intentó arrebatarle el teléfono de las manos a Eleven, pero Eleven logró utilizar sus poderes para empujarlo.

—Por favor. Dile a papá o ven tú. Mamá, ¡por favor! —Mike le arrebató el teléfono a Eleven de un segundo a otro—. Demonios, no, ¡Mike!

—No no. No venga. No, Joyce, no venga, todo está bien —Eleven, con la paciencia por el piso, le quitó el teléfono de nuevo.

—Mamá, soy yo, El. No le prestes atención a Mike, él no quiere que me vaya pero debo hacerlo. Por favor, ven por mí —Eleven colgó—. No te metas, Mike —Eleven estaba cruzada de brazos y le dio una mirada acusadora. Avanzó hasta la sala de nuevo y se sentó en el sofá, aún con los brazos cruzados. Mike se acercó a ella, pero esta decidió levantarse e ir hasta la silla reclinable donde solía dormir Ted.

—¿Recuerdas cuándo te la mostré? —dijo Mike mirando a la silla, Eleven le ignoró completamente—. El, por favor no seas así... —Eleven ni siquiera se inmutó, e intentó no demostrar el nerviosismo que se hizo presente en su ser al momento en el que la mano del chico hizo contacto con la suya. La apartó lentamente y decidió acomodarse en la silla reclinable, como ella le decía en su cabeza—. Sé que estás molesta, El, y te entiendo, pero escúchame, ¿sí? —la chica no se volteó a verle, aunque le estaba prestando atención, y Mike decidió seguir hablando—. Sé que no puedo detenerte, ni darte una buena razón para que no vayas, pero te pido por favor que lo reconsideres... Sufrí mucho la primera vez que te perdí, no quiero sufrir de nuevo, y no sé si puedas entenderlo completamente. Sé que me amas, y sé que sabes que te amo, pero también sé que es muy difícil hacerte cambiar de parecer, El, y si esa es tu decisión, pienso respetarla a partir de ahora. No mentiré, haré lo que sea para detenerte, porque si eso llegase a ser tu ruina, sería la mía también. No me imagino un día en el que no estés, solo no... Ya sé que vives con Joyce y Hopper, pero pasas tanto tiempo aquí, que ya simplemente me acostumbré a ver tu cara soñolienta cada vez que te despiertas. Y tu cabello, ¡oh, Dios, tu cabello! Jamás encontrarás llevarte bien con un peine hasta que llega mi mamá o Joyce, porque ni a Hopper ni a mí nos importa eso. No quiero verte llegar herida, no quiero que pases por lo que pasó Will, no quiero verte en un lugar que no sea este, o acostumbrarme a sólo no verte. No quiero que te vayas, no quiero que no estés aquí, no quiero que te arriesgues, no quiero... Simplemente no quiero perderte, El, de pensarlo se me va el aliento —Mike miró a Eleven suplicante, pero ella no le devolvió la mirada—. Si no piensas hacerlo por tu propia seguridad, al menos, piensa en mí antes de dar un paso en falso, El, ya que cualquier cosa mínima podría costarte la vida —Mike, rindiéndose por completo y dándose cuenta de que Eleven se iría, se levantó del lugar del suelo en donde había estado arrodillado, y empezó a irse con lentitud hasta su habitación.

—Mike —la chica habló con suavidad, y el susodicho tuvo que contener las ganas de abalanzarse sobre ella al escuchar que su nombre salía de sus labios—. No, no vas a detenerme, y me alegra que lo respetes, pero antes de que empieces con tus argumentos, con los que no estoy de acuerdo, déjame y te voy diciendo algo —tomó aire y continuó—: No pienso parar, pero esto lo hago para cuidarte, Mike, porque prefiero morir a verte sufrir de la misma manera en la que tuve que hacerlo. No pienso, por ningún motivo, bajar los brazos con respecto a esta situación, y espero entiendas que es lo mejor para ambos, aunque dudo que lo hagas. Te amo, y no quiero separarme de ti, pero debes entender que por lo mismo que te amo es que realizo esta acción. Jamás te lo dije, y no hay mejor momento que este para hacerlo: Eres mi refugio, mi hogar, mi protector, eres la persona que me acompaña en todo momento... Te amo tanto, Mike Wheeler, que bajar del cielo con una estrella y regalártela, sería una ofensa y una pequeñez a lo que siento por ti.

Mike se acercó a ella y le abrazó tomándola por la cintura. Unió sus frentes, y ambos cerraron sus ojos por inercia, o costumbre al estar tan cerca.

—Luna de mi vida.

—Mi sol y estrellas —le respondió Eleven—. A pesar de todos los problemas que tuvimos, siempre fuiste mi universo entero.

Mike la abrazó con fuerza, mientras ambos dejaban escapar algunas lágrimas y sollozos al pensar en una vida sin el otro. Los recuerdos venían en cantidades inmensas y les era imposible apartar el dolor de sus pequeños cuerpos en esa improvisada despedida.

El hecho de mencionar las constelaciones, les transportó a ambos al tiempo en el que sus conversaciones se trataban del espacio y todo lo que lo conformaba. Consideraban que sin absolutamente ningún ser estarían allí, que todo era importante y formaba parte del increíble y perfecto equilibrio del universo. Al ser la luna, el sol y las estrellas sus principales puntos de investigación, se la pasaban noches enteras hablando de cómo llegaría a ser una vida sin estos y lo maravillosa que era gracias a los antes dichos.

Mike decidió ponerle a Eleven el apodo de Luna de mi vida debido a que, para él, era el mejor astro de todos. Solitario, emite la luz proveniente de otros y de una manera más hermosa y curiosa. Es pequeña en comparación a su superior, y era con lo que Mike comparaba la situación de Eleven al necesitar de un refugio, de alguien que le tendiera la mano y le ayudase a superar todo el dolor de su pasado. La luna alumbra el camino de las personas en la noche, ilumina en los momentos más oscuros, tal cual su pequeña Eleven, que siempre sonriéndole le iluminaba en los momentos en los que la luz no le era un privilegio concedido.

En cambio, para Eleven, Mike era toda la luz existente en su vida. Él era todo lo que se necesitaba para vivir. Era su sol, él era quien la guiaba en todo momento con su fulgente luz, que jamás desaparecía. Le era imposible imaginar una vida en la que Mike no le guiase, en la que Mike no estuviese para ella. Eleven siempre pensó que estaba sola, que no tenía a alguien que le ayudase y acompañase en todo hasta que conoció a Mike. La luna necesita del sol para poder tener luz, para no ser opaca, y Eleven necesitaba a Mike. Mike le proporcionaba toda la luz y alegría que necesita un ser humano, y eso era lo que hacía que Eleven necesitase tanto de Mike aunque a veces quisiera alejarse de él o darle un paro a la relación.

Por eso, era que ambos funcionaban. Eran la otra mitad del otro, lo que siempre necesitaron, lo que necesitaban y lo que siempre necesitarán para poder vivir.

El abrazo se alargó bastante, y no se hubiesen separado de no ser por el ruido que causó que Joyce tocara el timbre. Se separaron y sonrieron. Mike depositó un pequeño beso en la comisura de los labios de Eleven, probando por tal vez una última vez el dulce néctar que emanaban los labios de esta. Se separaron luego de unos segundos cortos y la chica se fue hacia donde se encontraba Joyce, despidiéndose del chico agitando la mano.

—¿Está todo bien? —preguntó la adulta, Eleven asintió—. Si quieres quedarte por más tiempo, no hay ningún problema, El.

—No no, está bien. Ya tenía que irme, no quiero molestar en casa de los Wheeler. ¿Vamos? —dijo Eleven tendiéndole la mano a quien considera su mamá.

—Sí —le respondió la mayor, y le dio un pequeño beso en la cabeza mientras tomaba de la mano de ella e iban hacia el auto.

«...»

Eleven tomó todo lo necesario, y se dirigió al lugar con Will. Ni Hopper ni Joyce sabían nada al respecto, pero Jonathan y Nancy estaban enterados y habían sido cómplices de la situación y de la idea de la niña.

Lucas, Dustin, Max, Nancy y Mike salieron de la casa Wheeler para ver en la entrada a Will, Jonathan y Eleven con todo lo necesario en manos. Mike suspiró.

—Entonces, ¿les parece si vamos? —dijo sin mucho ánimo en su voz. Dustin, Max y Lucas salieron de la casa y Will les siguió. Nancy miró con una clase de lástima a Mike, pero no de manera malintencionada, sino con ternura; parecía una escena en la que una madre mira a su hijo de esa manera cuando este solo puede llorar debido a que perdió un juguete o algo por el estilo.

Nancy pasó su brazo por el hombro de Mike y Eleven tan solo le dio una sonrisa triste mientras le seguía los pasos a sus compañeros que habían decidido irse primero.

—Estará bien, no te preocupes.

—¿Eh? —le respondió Mike a su hermana confundida.

—Eleven. Estará bien. Lo digo en serio, y antes de que digas cualquier cosa, no lo digo como un consuelo que no sirve de nada, lo digo como una afirmación. Tengo la certeza de que estará bien: Eleven es una niña muy fuerte, y no es esto lo primero que enfrenta, y tampoco será lo último, de eso estoy segura.

—Gracias, Nance —le respondió su hermano mientras le daba una sonrisa triste, tan solo un poco animada. Jonathan se unió a ellos.

—Apoyo a Nance. Es cierto, Mike. Todo estará bien, no te preocupes —aunque la sonrisa de Mike seguía estando animada tan solo a medias, se ensanchó un poco: el hecho de que le estuviesen apoyando en un momento que era difícil para él, significaba mucho, y lo estaban haciendo de gran manera.

Siguieron caminando y poco a poco Mike se fue separando de su hermana debido a que sentía que estaba demás entre Jonathan y Nancy.

Avanzó unos cuantos pasos hacia donde estaba su grupo de amigos haciendo bromas, riendo y hablando sobre Dungeons & Dragons o cosas por el estilo. Eleven solo observaba con una sonrisa y de vez en cuando reía.

Mike se acercó a la castaña y la tomó de la mano, Eleven sonrió al sentir el contacto del muchacho y volteó a mirarle para asegurarse de que fuera él.

Siguieron caminando, ahora tomados de la manos, mientras escuchaban las bromas de Dustin, Lucas, Will y Max.

Después de la llegada de Eleven a Hawkins, después de 353 días, se había reintegrado al grupo. Constantemente veía a Will, Lucas y Dustin convivir bastante con Max, y se preguntó por qué Mike no lo hacía como los demás, cuando incluso antes le había sonreído. Mike le explicó que él nunca fue participe de incluir a Maxine en el grupo, pero terminó aceptándola ya que había demostrado ser igual de genial que Eleven, solo que sin poderes.

—Es bastante atrevida. Se sale con la suya y es alucinante. Es bastante genial, y es por eso que Lucas está enamorado de ella. Es como una versión de ti pero californiana, pelirroja y sin poderes, y al extrañarte tanto, ver que alguien quería ocupar tu lugar no me parecía para nada conveniente y simplemente no quería aceptarlo. Luego de cierto tiempo, estando tú aquí, les dije a los chicos que estaba bien. Siempre serás muchísimo mejor tú, pero Max me cae bien y debemos admitir que es bastante genial, ¿no crees? —esas habían sido las palabras de Mike al hablarle de la chica. Eleven recordó haber sentido celos, pero al ver que Mike no lo decía con una intención que no fuese amistad, sus celos se esfumaron.

Después de unos dos meses, Eleven se presentó formalmente a Max y fue oficialmente aceptada en el grupo. Poco tiempo después, se les encontraba a los cuatro chicos enseñándole a ambas Dungeons & Dragons. Para los chicos fue una frustración ver que se equivocaban muy seguido, y al ver la reacción de ellos, las chicas se partían de risa mientras compartían alguna que otra mirada de complicidad constantemente.

Aunque fuesen un grupo muy unido, Max solía pasar más tiempo con los chicos en la escuela que en la casa de los Wheeler, debido a que pasaba mucho de su tiempo en el arcade, donde a veces le acompañaban Dustin y Lucas, dejando a Will, Mike y Eleven en la casa de los Byers o en la de los Wheeler. Billy visitaba la casa Wheeler dos veces por semana, la mayoría del tiempo, pero jamás fijaba días específicos. A Max se le hacía tremendamente incómodo estar allí con el riesgo de tener que ver a su asqueroso hermano en un lugar que no fuese su casa, y también por eso prefería estar en el arcade y no frecuentar mucho la casa Wheeler.

Con respecto a Billy, había dejado de molestar a Max desde la amenaza que ella le había hecho. Intentó hipócritamente llevarse bien con Steve, pero él solo le asestó un puño en la cara como respuesta y Billy decidió alejarse para llevar la fiesta en paz. Seguía siendo un imbécil altanero, pero ya no con las personas que acostumbraba.

Steve siempre estuvo pendiente de los chicos. De vez en cuando ayudaba a Dustin con su cabello o le molestaba, y se la pasaba diciéndole que prestara un poco más de atención a las indirectas de las chicas, pero Dustin no entendía muy bien ese punto.

Dustin se había vuelto el suspiro de más de una chica en Hawkins. Había crecido bastante y se había vuelto totalmente atractivo, pero no se interesaba realmente por ninguna chica. Intentó salir con varias, pero ninguna hablaba de temas realmente interesantes. Se miraban las uñas cada momento y no paraban de hablar de asuntos de revistas o del novio de aquella chica, o la otra.

Varias veces los chicos le repetían a Dustin que tenía muchas oportunidades con muchas chicas bonitas, pero lo que ellos no sabían, era que a Dustin le gustaba una chica que estaba siempre apartada del montón. Llevaba tan solo unos meses en Hawkins y era bastante diferente al resto de las chicas. Dustin se enamoró de ella hablándole tan solo pocas veces, y Eleven y Max se convirtieron en sus confidentes, ayudándole a buscar temas para hablar con ella. Nancy llegó a conocerla y le comentó a Steve que era muy madura, quien le contó del enamoramiento de Dustin. Era la persona que hacía falta en el grupo, pero Dustin tenía una necesidad extrema de protegerla, así que decidió mantener todo en secreto y no contarle nada a sus amigos por miedo a que ella se uniese al grupo y ellos le dieran a conocer una parte de él mismo que, probablemente, no le agradaría.

Will se sentía raro al principio. Había vuelto a sobrevivir del Demogorgon y ver a Max como novia de Lucas y a Eleven como novia de Mike, le era raro. Al principio tenía miedo de ser echado a un lado por los chicos que sí tenían novia, pero después de un tiempo dejó de tener esa sensación, al darse cuenta de todas las demostraciones que hacían sus amigos constantemente para que notara lo mucho que le querían.

Aunque fuese difícil de creer, ni Mike ni Lucas rechazaron a Dustin o a Will en algún momento debido a sus novias. Sabían dividirse, y para ellos la amistad era más importante que cualquier otra cosa.

El grupo siguió avanzando y llegó a la entrada del laboratorio. Sam les esperaba y los guió hasta la especie de portal que aún estaba en el laboratorio.

Todos empezaron a ponerse el traje especializado para el Upside Down encima de su ropa normal. Todos habían aceptado que Eleven fuera, pero le habían puesto la condición de acompañarla, y la chica tampoco se negó.

Steve llegó corriendo al laboratorio.

—Hijos de perra, ¿no pensaron en llamarme?

—Eh... —Mike se encogió de hombros—. Ya teníamos a Nancy y a Jonathan —Steve imitó lo último que había dicho el chico con un tono agudo.

—¿Ah, sí? ¿Y es que acaso ellos estuvieron cuando tuve que llevarlos a los túneles después de la paliza que me dio Billy por defenderlos? —todos compartieron una mirada—. Voy con ustedes.

—Ajá, ¿de dónde piensas sacar el traje, inteligente? —dijo Mike diciendo la última palabra con sarcasmo.

—Jonathan me dio uno, intiliginti —dijo imitando el tono de Mike, haciendo que todos rieran, menos el ya antes nombrado.

—Hubieras sido puntual, Steve, estábamos a punto de irnos —dijo Nancy y Steve se encogió de hombros.

—No es mi fuerte. Aparte, ustedes no me dijeron con mucho tiempo de anticipación tampoco.

Era mentira, en ningún momento Jonathan o Nancy le habían mencionado sobre eso, lo había hecho Hopper. Aunque Mike, Dustin, Lucas, Max, Will y Eleven pensaban que Joyce, Karen y Hopper no sabían nada del asunto, los adultos habían terminado por enterarse debido a que Jonathan y Nancy habían decidido no mantener las cosas en secreto por si le llegaba a pasar algo a cualquiera de los chicos.

Entraron al portal, siendo Steve quien iba a la cabeza del grupo. Pasó de primero y luego le siguió Will, Lucas, Dustin, Max, Mike, Eleven, Jonathan y por último Nancy.

—Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho y nueve —dijo Steve.

—¿Qué haces?

—Contándonos, Dustin, para saber si estamos completos.

—Agh, vamos, sabes que aquí el único que verdaderamente te importa soy yo —Steve rió ante el comentario y le revolvió el pelo al chico.

—Tienes razón, chico, tienes razón.

—El —le dijo Mike mientras le tomaba la mano a la chica, ella solo sonrió—. Si debes parar y prefieres dejar las cosas hasta aquí, está tod...

—No me rendiré, Mike, debes entenderlo —el chico suspiró—. Estaré bien, no me perderás.

—¿Lo prometes? —la chica le miró con nostalgia.

—Lo prometo.

Fueron avanzando siendo guiados por Steve y Mike, ya que Mike sabía en dónde se encontraba el dichoso ser. Todos estaban armados y tenían las precauciones suficientes como para que Eleven no tuviese que agotarse antes de llegar hacia el mind flayer, o cualquier otro monstruo que le esperaba.

Avanzaron, y se encontraron con el dichoso mind flayer. Eleven suspiró, estaba muy asustada, pero estaba dispuesta a dar todo por Mike.

Con cuidado, avanzó de entre todos y quedó frente a frente con su enemigo. Tomó aire y cerró sus ojos; todos los recuerdos que le generaban tristeza o enojo empezaron a aparecer y Eleven levantó poco a poco las manos para empezar a canalizar ese poder. Desde la última vez que había cerrado el portal, sus poderes habían aumentado considerablemente. Se concentró y empezó a atacar a su enemigo más y más, mientras los otros se encargaban de ver que no hubiesen demogorgons y de vez en cuando atacar al mind flayer. La tecnología había avanzado bastante, y en dos años, habían sabido cómo hacer armas perfectas contra todos los monstruos del Upside Down.

Poco a poco, el mind flayer fue cayendo, y Mike sufría alguna que otra arcada. Después de unos minutos, Eleven tuvo una extraña sensación en su ser, pero decidió ignorarla para poder seguir enfrentando al monstruo sombra.

El mind flayer y Eleven cayeron, el primero muerto y la segunda cansada. La pelea duró demasiado tiempo, más del que Eleven jamás creyó que duraría. Mike corrió hasta ella y pudo ver como a la chica le sangraba la nariz y las orejas, pero mostraba una sonrisa.

—Te dije que estaría bien —Mike tomó la pequeña cara de la chica entre sus manos y depositó un pequeño beso en sus labios para luego atraerla hacia él y abrazarla como nunca. Al abrazo se unieron todos, y luego, felices de haber triunfado, se dirigieron a casa—. ¿Aún duele?

—¿Mm? —le contestó Mike.

—Tu pecho, ¿aún te duele?

—No no, estoy bien. Gracias, El —Mike besó su cabeza—. ¿Tú? ¿Cómo te sientes?

—Creo que estoy bien, por mí no te preocupes... Solo...

—¿Solo...?

—Nada, olvídalo.

—Dime.

—Estoy cansada, muy muy cansada. En serio demasiado —Mike tomó las piernas de Eleven con sus brazos y la levantó para llevarla como cargando a un bebé—. No no, Mike, no, caeremos.

—¿Piensas que alguna vez te dejaría caer? —Eleven sonrió.

—No, no lo creo —dijo y unieron sus frentes por un momento, mientras ella cerraba los ojos.

«...»

—Gracias, Mike —le dijo Hopper.

—No ha sido nada. Por favor, que repose bastante, se enfrentó a esa cosa y la dejó bastante cansada, se merece un respiro.

—Está bien —asintió—. ¿Cómo están las cosas entre ustedes dos?

—Bien, muy bien, han mejorado mucho —Hopper sonrió.

—Ni se te ocurra lastimarla, ¿entiendes?

—Digo lo mismo —añadió Will, haciendo que Mike sonriera.

—Prometo no hacerlo, jamás.

—Más te vale. Yo ya me voy, tengo que ir a la estación de policía antes de que empiecen a llamarme a mí o a Joyce.

—¿Puedes llevarme, Jim?

—Claro, Mike, vamos.

—Adiós, Mike.

—Adiós, Will.

Mike y Jim caminaron hasta afuera de la casa Byers/Hopper, y ambos subieron a la camioneta. Ahora el ambiente era distinto, ya Mike no necesitaba un consejo sobre girasoles o sobre Eleven.

—Gracias, Jim —dijo Mike para luego bajarse de la camioneta y entrar a su casa.

Saludó a su mamá, a Nancy, a Jonathan y a su padre y entró a su cuarto. Se recostó en su cama y cruzó los brazos detrás de su cabeza, apoyando su cabeza en sus manos. Miraba al techo mientras pensaba qué podría hacer esa tarde, después de todo, no tenía a El con él y eso volvía las cosas un poco aburridas.

El timbre sonó, y salió casi corriendo a abrirlo.

—¿Quieres ir al arcade? —Dustin no perdió tiempo para preguntarle, nada más le vio abriendo la puerta, empezó a hablar.

—¡Di rápido! Vamos tarde, Lucas no está esperando —dijo Max.

—Mamá, ¿puedo ir al arcade con los chicos?

—¡Está bien! ¡Vuelve antes de las ocho! —le respondió Karen.

—Vamos —Mike salió de su casa casi corriendo.

Llegaron al arcade y pudieron ver a Lucas jugando Dig Dug y Will acompañándole.

—Hola, Will, no sabía que venías.

—Me convenció —dijo señalando a Lucas—. No pensé que te fueras a ir de mi casa, pensé que cuidarías a Eleven.

—Pensé en hacerlo, pero me pareció mejor no estar muy encima de ella, parecerá que la estoy acosando.

—Eres su novio, ¿en eso no se basan las relaciones?

—Ja, ja, ja, qué gracioso. Es diferente con ella, Will, quería darle su espacio. Además, Joyce de seguro querrá cuidarla, y quería pasar una buena tarde con los chicos.

—Pero está Max —dijo Will sarcástico, Mike rió.

—Oh, cállate, ya sabes a lo que me refiero —Will lo acompañó en su risa.

Pasaron toda la tarde jugando, turnándose para Dig Dug, Centipede o Dragon's Liar. Al final del día, parecía ser Max la mejor de todos. Habían decidido irse a casa de Will antes de las siete para pasar y preguntar por Eleven, y convencer a Joyce para que comprase pizza, y así pasar una noche en grupo como no solían hacerlo desde hace tiempo.

Iban todos cantando pedacitos de cualquier canción, Will proponiendo siempre de The Clash y la mayoría tarareando el millón de canciones buenas de The Beatles. Mike apoyaba su brazo en el hombro de Will, Will en el de Lucas, Lucas en el de Max y Max en el de Dustin, y así sucesivamente. Todos sabían que parecían locos al ir cantando a todo pulmón, pero a ninguno de ellos le importaba, después de todo, el grupo entero cantaba bien (incluyendo a Eleven aunque no estuviese allí) y habían pensado varias veces en formar una banda o grupo, aunque sabían que tardarían mucho en organizarse debido al número de personas que eran.

Al llegar a casa de Will, Joyce y Hopper fueron convencidos por todos y pidieron tres pizzas.

—En caso de que alguno de ustedes quiera más —miró al grupo completo (con excepción de Eleven) y luego continuó —, debe sacar de su bolsillo, ¿entendido?

—Bien —dijeron todos al unísono mientras suspiraban.

—Joyce, ¿qué tal está El? —preguntó Mike, y los cuatro se pusieron detrás de él para oír la respuesta.

—Mejor, ha estado mejor. Se levantó hace diez minutos.

—O sea que se acaba de levantar —dijo Lucas casi quejándose porque no habían mencionado nada al respecto.

—Mamá, ¿por qué no nos dijiste nada?

—Tengo que hablar con ella —Max casi corrió hasta la habitación de Eleven, y el resto le siguió.

—Ay —Dustin suspiró y se pegó una mano contra la frente—. Yo... yo mejor voy. GRACIAS, JOYCE, POR LA PIZZA —Dustin casi gritó lo último para referirse a sus amigos—. Dios la bendiga —tomó las manos de la mujer entre las suyas y le dio su mejor sonrisa. Todo el grupo miró a la adulta, acordándose del favor que recién había hecho y fueron hasta donde estaban para darle las gracias rápidamente. Dustin los miró mal—. Creo que soy el único normal en el grupo —entró a la habitación de Eleven, siendo el primero en hacerlo, y la vio acostada en su cama, mientras veía uno que otro canal de la televisión—. Hola, eggo.

—Hola, perlas —era un juego que solían tener Eleven y Dustin, debido a que cuando Eleven regresó, Dustin no sabía de qué manera decirle. Muchas veces intentó con "pelona" o "calvita", pero el chiste ya no funcionaba debido a que Eleven ya le había crecido el cabello. En cambio, para Eleven, fue bastante fácil ponerle el apodo, debido a que le gustaba bastante cuando Dustin decía grrr ya que la hacía reír.

—¿Cómo seguiste? ¿Cómo estás?

—Pues... Bien, supongo. Ya tengo mucha más energía y puedo levantarme a tomar algo y cosas así, pero prefiero seguir acostada aquí viendo televisión, así guardo más energía, porque ese mind flayer en serio me acabó.

—Bueno, pero entre todos te cuidaremos, así que estarás bien. Aparte, Jim fue a comprar pizza, así que estarás mejor que bien, definitivo —Eleven rió.

—Un día de estos, papá quedará en quiebra por culpa de ustedes.

—¡El! —Mike se abalanzó encima de ella abrazándola, Eleven rió de ternura.

—Hola, Mike —el chico alzó la cabeza y empezó a besarla.

—¡Ahora no! ¡Quítate! —Max empujó a Mike y este la miró mal. Se acercó a Eleven y la abrazó fuertemente—. Espero y te sientas bien, no vuelvas a dormir tanto, me haces el favor —Eleven rió.

—Vale vale. Como digas, mamá.

Todos los chicos se abalanzaron a abrazarla y a proporcionarle apoyo debido a la gran acción que realizó, había sido muy valiente y merecía créditos por ello.

Comieron pizza, iban planificando alguna que otra cosa para una nueva campaña de Dungeons & Dragons y se divirtieron como nunca al pasar tiempo juntos. Todos usaron el teléfono de la casa para llamar a sus padres y pedir permiso para pasar la noche (porque Jim le había dicho a Joyce que no importaba quien llamase, él estaría ahí para asegurarse de que no volviesen a dañarla), todos los padres, milagrosamente, aceptaron y Joyce y Jim se encargaron de organizar los espacios para que todos los niños pudieron estar cómodos y pasar la noche de la misma manera.

Mike se infiltró al cuarto en el que dormiría Eleven un rato, para poder estar con ella, mientras que los otros ayudaban a Joyce en la cocina.

—Aprovechado.

—¿Por qué?

—¡Porque no fuiste a ayudar a mamá!

—Tiene suficiente ayuda con los otros. Ahora, devuélveme el abrazo que estuve muy preocupado por ti —Eleven rió mientras rodaba los ojos.

—Eres un caso perdido, Wheeler.

—Es culpa tuya.

—¿Eh? ¿Por qué dices eso?

—Porque estoy loco, pero por ti —Eleven rodó los ojos con las mejillas coloradas.

—Eres un idiota, Mike Wheeler.

—Y t+u eres hermosa, Eleven Hopper.

Shippeo a Dustin y a Eleven y No NeCeSiTo De Su ApRoBaCiÓn, OkURRRR

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