Diferente

By AreysYSajyn

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¿Acaso tiene algo de malo ser diferente? Acaso... ¿tener diferentes pelajes nos hace mejor o peores? por Arey... More

Única parte:

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By AreysYSajyn

Desde que nací del huevo de mis padres, he visto el desprecio de los pokémon de mi familia. Solo porque soy de un color diferente, no se acercan a mí. La verdad, siempre he querido hacer amigos, pero, cada vez que intento hacerlo, se alejan con miedo, o con desprecio. La verdad ni mis padres me aceptan, creen que soy mal augurio por mi color diferente. Soy un vulpix de color blanco, pero, mis hermanos son de tonalidad rojo, como el fuego. Tampoco puedo hacer ataques tipo fuego, mientras que mis hermanos sí. Siempre me esfuerzo para aprender movimientos para tener orgullosos a mis padres, pero... solo los aterrorizo más. La verdad, me da pena estar sola, porque mis hermanos juegan felices con los demás pokémon, en cambio yo... siempre me siento abandonada. Una vez unos pokémon feroces atacaron a mi familia, mis padres siempre protegieron a mis hermanos, mientras que a mi... tuve que valérmelas por mí misma para protegerme, y a pesar que lo hice, me dejaron sola y mal herida. Tuve que arreglármelas para sanarme completamente. Mis hermanos siempre sonreían y estaban felices junto a mis padres... ¿porque no me aceptaban? ¿Acaso ser diferente es tan malo? Llegue a odiar ser del color blanco, así que en una noche, mientras todos dormían, me marche de mi hogar. Estaba rendida de no tener el agrado de mi familia, solo quería sentirme querida. ¿Acaso era una maldición?

Mientras caminaba me topé con varios pokémon observándome. Unos me espantaban por ser diferente. Otros me gritaban que era un mal augurio. Mientras que otros me preguntaban porque era de color blanco, cuando debería ser rojo. Otros me atacaban, solo por ser de un color diferente. Estaba tan deprimida, que no me di cuenta cuando llego el alba. Mire el sol, su color era tan hermoso. ¿Porque no fui de color rojo, normal, como todos los demás vulpix?

Iba a girar mi cabeza cuando me di cuenta que había una gran montaña, tan alta que tocaba el cielo. En ella había nieve.

Aun recordaba que cuando nevaba me sentía a gusto en la nieve, pero cuando íbamos por lugares calurosos era lo más insoportable en mi vida, después de ser olvidada y despreciada por mi familia.

Me puse en rumbo a dicha montaña alta. Estaba bastante lejos de donde me encontraba. Aun así, quería ir, pues no tenía lugar al que perteneciera.

Durante mis primeras horas de viaje fueron tranquilas, creía que cada paso que daba estaba más cerca. Y con eso en mente, seguía avanzando.

Un día, mientras caminaba por un bosque unos pokémon se acercaron a mí, pensaba que querían ser amigos míos, me acerque amable a ellos pero solo me atacaron. Logre escapar de ellos mal herida, tenía una de mis patitas sangrando y no me quedaba otra opción que cojear. Sentía mi cuerpo adolorido. ¿También acaso era por ser diferente? ¿Tan malo era? Cada vez que pasaban cosas así me alejaba más de los pokémon. Mientras corría de ellos, lo más lejos que podía, encontré una cueva. Me acerque a esta, rezando que estuviese vacía y que ningún pokémon la atacara para poder descansar allí. Cada paso que daba mi cuerpo dolía horriblemente, más mi patita. Llegue al fondo de la cueva, no era muy profunda, así que me acosté en el suelo mientras miraba hacia el exterior. Mientras miraba hacia afuera, mi vista se comenzó a nublar, el dolor de mi cuerpo se fue disipando, hasta el punto de no sentir nada.

Cuando abrí mis ojos, mi cuerpo dolía horrible. Al parecer, por lo que pude ver en mi cuerpo, me habían encontrado, y me habían hecho aún más heridas. Mis lágrimas caían por mi rostro deseando solo calidez, quería solo estar tranquila, sin tener problemas, pero solo lograba esto.

Estaba tan sumergida en mi cabeza que no sentí que alguien entro en la cueva. Al abrir mis ojos vi a un pokémon asustadizo en la entrada. Al parecer estaba mojado y muerto de frio. Mire fuera de la cueva y estaba lloviendo. ¿Cuánto tiempo estuve dormida?

Vi que caminaba hacia al fondo de la cueva, donde me encontraba yo. Estaba en peligro. Si recibía más ataques, no resistiría más, así que le hable.

-No te acerques más-. Aquel pokémon se detuvo. Pensé que se iría, pero siguió acercándose. -Aléjate, puedes resultar dañado-. Siguió avanzando, estaba muy cerca de mí. Un rayo ilumino la cueva, pude percatarme que era un eevee. Al ver su mirada horrorizada me percate otra vez que iba a ser despreciada. Ya no quería ver más caras así.

-¿Te encuentras bien?- Me pregunto. Pensé que se había marchado, pero aun seguía ahí. -Tienes unas heridas horribles, ¿te puedes mover? - Me quede en silencio sorprendida. -No creo porque si no ya te hubieras curado a ti misma, enseguida vuelvo-. Salió corriendo de la cueva rápidamente. Me quede sorprendida que no se alejara de mí, ¿quizás no había visto mi verdadera apariencia?

Volvió al rato con otro pokémon, un pequeño munna. Este al verme, utilizo pulso cura en mí para poder curarme. Mientras lo hacía, el pequeño eevee me pregunto: ¿quién te hizo esto?

No quise contestar, de nada servía decirle a alguien que también se podría convertir en ellos. Trate de levantarme. Ahora podía mover mi cuerpo, pero seguía doliendo horrores. El eevee se interpuso en mi camino. -Quédate quieta, estas muy mal herida, debes descansar-. El munna que me estaba curando hablo: a lo mejor moverla de este lugar es lo mejor, puesto que los pokémon que le hayan hecho esto pueden volver a por ella. Uso telequinesis en mí para poder moverme, sin ser lastimada. Me llevo afuera de la cueva, mostrando mi color blanco. Ambos se sorprendieron, pero siguieron llevándome a un lugar seguro.

Llegue a un árbol, donde se encontraba un hueco lo bastante grande para tres pokémon. Allí me dejaron. El eevee había ido a buscar bayas para que comiera y me pudiese recuperar. Mientras que el munna se fue a descansar luego de usar su energía conmigo. Era mi oportunidad para escaparme y estar tranquila. Podía ser una trampa para que vinieran más pokémon, así que me levante. Ahora ya no sentía tanto dolor, pero sentía mi cuerpo pesado y débil. Empecé a caminar, todo iba bien, hasta que empecé a ver borroso. Caí al suelo débil, perdiendo la conciencia.

Al despertar me sentía un poco mejor, había vuelto al lugar donde había estado antes. Y al lado mío estaba el pequeño eevee a mi lado. Al abrir sus ojos me vio a mí.

-¿Cómo te encuentras?- me miro con sus ojitos preocupados. –mucho mejor, el cuerpo ya no me duele- le respondí.

-por favor ya no te vayas de este lugar, debes recuperarte. Hasta que tus heridas sanen completamente- me miro molesto. ¿Estaría realmente preocupado?

-lo haré, no te preocupes- volví a descansar. Dormir me había hecho bien para poder recuperarme completamente.

Al volver a despertar, me encontré unas deliciosas bayas para mí. No me había dado cuenta que tenía un hambre voraz, puesto me demore unos segundos en comérmelas todas. Ahora sentía mi cuerpo perfectamente, los cuidados de munna para conmigo había hecho sus efectos.

Le agradecí desde el fondo de mi alma. Era unos de los pocos pokémon que no había preguntado mi apariencia ni nada por el estilo, me hizo sentir como si fuera lo más normal del mundo, lo cual le estaría eternamente agradecida. Me despedí de ella. Debía seguir mi camino hacia esa montaña tan alta, donde estaría sola y feliz, tranquila. No había visto al pequeño eevee que me había ayudado, así que me fui. Seguí mi camino hasta llegar el mar. Debía cruzar el océano para llegar allá. No podía volar, y no conocía a nadie que quisiera ayudarme que fuera del mar. Estaba pensando en cómo podría cruzar dicha distancia, cuando sentí una voz.

-¿deseas cruzar el mar, pequeña?- mire para todos lados, pero no veía a nadie cerca. Confundida pregunte: ¿dónde estás?

-enfrente de ti, pequeña- mire hacia delante y desde el mar un pokémon bello, con una coraza, de un color morado y cuello largo apareció. Era un Lapras.

-Necesito llegar a una montaña, pero no puedo llegar si no cruzo el mar- apenas me salió la voz, era un bello pokémon que nunca había visto en mi vida.

-si deseas llegar al monte Lanakila, te puedo llevar en mi lomo si lo deseas- me sorprendio que un pokémon que nunca antes hubiera visto fuese tan amable. Asentí muy feliz y me subí a su lomo. Justo cuando estuvimos a tiempo de partir, una voz nos distrajo. -¡Alto! esperenme- me di la vuelta y era el pequeño eevee que me había ayudado antes.

-¿puedo ir con ustedes?- me sorprendí que quisiera ir con nosotros, yo no tenía problema, pero, ¿lapras podría llevarnos a nosotros dos?

-No tengo problemas en llevar a dos pokémon en mi lomo, puedes subir si lo deseas- el eevee muy feliz se subió al lomo de lapras y nos fuimos.

El viaje fue emocionante y divertido. Lapras era tan rápida y ágil nadando que solo nos demoramos medio día en llegar a dicha montaña.

Al llegar a la isla donde se encontraba dicha montaña, me despedí de lapras dándole las gracias, con unas pocas bayas que había recolectado. Ella me sonrió felizmente, llevándose las bayas, y yéndose a la lejanía del mar. Mire a donde se encontraba la montaña. Tan imponente como se veía desde la lejanía. Había dado unos pasos cuando me fijo que el eevee iba junto a mi lado.

-¿A dónde vas tu eevee?- lo mire sorprendida. –Deseo acompañarte, no quiero que te pase lo mismo de la última vez- a pesar de ser pequeño, tenía agallas para decidir. –Está bien, pero al lugar a donde yo voy es solitario y hace mucho frio- el asintió y siguió caminando a mi lado.

Continuamos sin problemas nuestro camino. Durante las noches buscábamos un árbol lo suficiente para los dos y descansábamos allí. De vez en cuando durante la noche lo sorprendía observándome. Quizás estaba preocupado por mí, pero al lugar donde yo iba seria inhóspito para él. Días después, llegamos al pie de dicha montaña. Ahora estaba más cercana a ella. Mi destino, a mi casa...

Desde que empezamos nuestra subida, nos encontramos con muchos pokémon. Pero, para sorpresa mía, nos ignoraban. No eran como los demás.

Cuando llegamos a la cima de la montaña, me sentí en casa. El clima era muy frio, me relajaba, me sentía tranquila... en paz.

-he llegado a mi destino eevee, ahora puedes estar tranquilo de que estoy bien. Ahora, vuelve a tu hogar.- él se quedó callado sin mirarme.

-parece que él quiere quedarse contigo, pequeña- una voz desde la tormenta de nieve se escuchó. De ella apareció un bello Ninetales. Blanco, hermoso, ojos azules, único.

-¿quién eres?- lo mire sorprendida. Era la primera vez que veía a un Ninetales de ese pelaje y color de ojos... como los míos.

-has vuelto a casa, pequeña... tu madre estaría contenta de verte nuevamente- ¿mi madre?

-Mi madre me aparto de mi familia, nunca se preocupó por mí, siempre prefirió a los demás, mientras que a mi... me dejo de lado- no quería saber de ella. Ya estaba harta de eso.

-tu verdadera madre, pequeña. Tu madre te cuido desde el huevo, y siempre lo defendió... hasta con su vida-. Su voz sonaba dolida.

-¿mi... verdadera madre?- no podía creerlo. Todo este tiempo pensé que mi verdadera madre había sido ella, pero, ¿ella no era mi madre, sino que, era otra?

Al ver mi cara de confusión y sorpresa el Ninetales respondió: así es. Tu verdadera madre era tan bella y única como la misma luna. Era realmente hermosa. Tú has sacado la belleza de ella, pequeña. Ella desde que naciste te cuido con su vida, y a todos tus hermanos. Lamentablemente, ellos corrieron la misma suerte que tu madre.

-pero, ¿cómo sabes todo esto? ¿Quién eres tú?-

-esa era la pregunta que esperaba. Yo soy tu padre, pequeña vulpix.- mi verdadero padre...

-te busque por todos lados pero no te encontré. Desapareciste el mismo día que habías nacido del huevo, tu madre y yo buscamos por todos lados. Nos topamos con unos humanos quienes provocaron la muerte de tu madre, y me dejaron inconsciente a mí. Lamentablemente, aquellos cazadores encontraron a los pequeños, y los asesinaron... has sido la única que ha sobrevivido a toda esta masacre. Me alegro que hayas vuelto a casa... pensé que no te vería jamás, o que estabas muerta. Pero me alegro mucho de que estés aquí. Tu madre estaría muy feliz de verte nuevamente.- me acerque a él con lágrimas en mis ojos. Nuestras narices se juntaron, y luego finalmente me envolví en el pelaje de mi padre. Me sentía por fin en casa, pero, toda mi familia había sido sacrificada, siendo mi padre el único sobreviviente.

Aquel pequeño eevee había escuchado toda la historia en silencio. Solo miraba hacia abajo, sin levantar la mirada. Me acurruque más en mi padre, y sentí como la calidez iba desapareciendo. Confundida, me acomode para poder observar a mi padre. Este, me sonrío tristemente.

-pequeña, lamentablemente yo también fallecí hace tiempo atrás. Aquel día que fui en tu busca, utilice todas mis energías para poder traerte a casa. Esto les dio una oportunidad a aquellas personas a que acabaran conmigo... y lo hicieron. Mi alma no descanso en ello, quería encontrarte. Mi alma se quedó atada a este lugar para poder estar presente el día en que regresaras... y aquí estas. Y como mi deseo fue cumplido, es hora de descansar...

Se desvaneció como el viento, ya no tenía a nadie quien me diera aquella calidez de familia... Mi familia había sido aniquilada totalmente... ¿porque? ¿Porque somos diferentes? Ya no quería sufrir más... Solo quería... calidez. Lo que siempre busque fue calidez. Pero fui una estúpida... nunca lo obtendré. Lagrimas salieron de mis ojos. ¿Qué podría hacer? ¿Debería quedarme aquí, sin hacer nada? ¿O debería vengarme? Eso... eso lo descubriría tiempo después.

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