El Internado.

By mariajose9515

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El internado "La Laguna Negra" es un colegio de élite en un entorno privilegiado. Las familias más pudientes... More

El principio del todo.
Algo que esconder.
Todo lo que no se ve.
Solo nosotros.
¿Quién es?
Hasta siempre, amigo.
Esto no puede ser.
Capítulo 8
Capítulo 9
¿Quién es Irene Espí?
Como le vea le parto la cara.
Si no lo veo no lo creo.
¿Cuándo pensabas decírmelo?
Ni frío ni calor.
Capítulo 15
Capítulo 16
Creo que sé quien la mató.
Capítulo 18
La vida es eso.
Capítulo 20
Si te pasa algo me muero.
Capítulo 22
La noche del fuego.
Capítulo 24
Niñato.
Estoy embarazada.
¿Por qué sale tu padre en las fotos?
No puede ser.
Un chico demasiado rico.
Hay cosas que ni se compran ni se venden.
SIGUE SOÑANDO.
La fiesta de las dos lunas.
¿Y este es el gilipollas que te gusta?
¿Dónde nos hemos metido?
¿Me has engañado?
¿Te gusto?
Esto es muy raro.
¿Qué está pasando?
¿Quién es el tercero?
¿Qué cojones habéis hecho?
Perdóname.
¿A ver si vas a ser tú la chivata?
¿Esto que es ahora? ¿Una central nuclear?
Nemo.
¿TÚ?
La noche de Santa Isabel.

El puré de calabaza.

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By mariajose9515

Héctor, no puede dejar de mirar el periódico. Sabe que está en peligro como no tenga más cuidado la próxima vez si no quiere acabar como la dependienta.

Pero no puede dejar que la gente lo vea preocupado sino, entonces levantará sospechas. Tiene que centrarse en la reunión que tiene en escasos minutos.

Se dirige hacia el despacho de Elsa. Y sin darse cuenta, se ha llevado el periódico.

-Hay que ver que gente más carroñera, ¿Eh? –Dice Camilo, señalando el periódico.

-Sí. –Es lo único que consigue decir.

La reunión pasa sin ningún tipo de contratiempo.

-¿Qué piensas sobre la dependienta? –Dice Noiret.

-Lo que sé es que Samuel Espí, está vivo. Y lo más importante, necesita dinero, así que volverá a vender más, así que hay que tener cuidado y estar al tanto con la próxima vez. –Dice Camilo.

-Matamos a la dependienta, porque la jodida no tuvo narices a decirnos quien era y que aspecto tenía. –Dice Noiret.

-Pues hay que tener más cuidado la próxima vez. –Dice Camilo, dejándolo solo en el despacho de Elsa.

Iván, se ha levantado con mucha fiebre hoy. No va a poder ir a clase, pero no le importa, de todos modos, no se iba a enterar de nada.

-María, que estoy bien. Sigue haciendo tu trabajo, que si no te van a despedir. –Dice Iván, al ver que María no deja de ponerle paños de agua y el termómetro.

-Estás enfermo y tienes fiebre. –Dice María.

-Si me pasa algo más, te llamo. De verdad. –Le dedica una sonrisa.

-Vale, está bien. No te vas a desprender de mi tan fácilmente. –Le dice.

-¿No crees que ya hemos estado bastante tiempo separados? –Le espeta Iván, pero no le está incriminando nada, sino todo lo contrario.

-Por eso. –Dice María, mirando al suelo.

-No te culpes. No sabías nada. –Dice Iván. -¿Sabes? Mola, eso de tener una madre joven.

-¿Ah sí? –Dice sonriendo. –Pues me vas a tener que aguantar más años, entonces.

-Retiro lo dicho, entonces. –Dice riendo. –María. –Dice cuando ésta se marcha. –Las madres cuando sus hijos están enfermos, les dan un beso en la frente. Y tú eres mi madre, así que supongo que también tendrás que hacer eso.

María, no pensaba que le dijese eso. En un principio, tiene miedo de que sea una de sus bromas, pero ve que no. Se acerca y le da un tímido beso en la frente.

Coge el termómetro y se marcha con la sonrisa más grande que puede tener en el rostro.

Marcos y Roque, entran en la habitación para ver que tal está su amigo y para darle los deberes, que saben que no hará.

-¿Qué tal? ¿Cómo estás? –Dice Marcos.

-Con mi madre rondando por aquí, es muy difícil estar enfermo. –Dice riendo.

Y es entonces, cuando se da cuenta de la palabra que acaba de decir.

-Creo que me ha subido la fiebre. –Dice Iván, avergonzado.

-No te avergüences. Ojalá todos tuviésemos a nuestros padres tan cerca como tienes tu a tu madre. –Dice Marcos.

-Ya, Marcos. Pero no me negarás que la forma que he tenido de conocer de su existencia ha sido fina. –Dice Iván, levantándose.

-No te levantes. Todavía estás malo. –Dice Roque.

-Como siga tumbado en esa cama, me va a dar algo. –Dice Iván, poniéndose el uniforme. –La mejor forma de ponerse bueno, es haciendo vida normal, lo mismo voy a estar de pie que tumbado.

-Allá, tú. Luego no llores. –Dice Roque.

Cuando salen de la habitación camino de la biblioteca, un señor se cruza con Marcos.

Es un señor mayor, pelo canoso y ojos azules. Lleva ropa de repartidor, pero a sabiendas con los que llevan ciertos uniformes, Marcos duda un poco.

-¿Eres Marcos? –Dice el señor.

-Sí, ¿Por? –Dice dudoso. –Podéis iros, os alcanzaré.

-¿Podemos hablar en un sitio más privado? –Le pregunta.

-Sí, pase. –Dice, entrando en su habitación.

-Verás, tus padres no están muertos. Alguien quiere creer que creas que sí lo están. Pero no. Tienes que creerme. Aunque creo que algo sospechas. Está bien, a salvo. –Dice.

-¿Cómo sé que no me está engañando?

-¿Crees que si te estuviese engañando vendría a decirte que están vivos o te seguiría haciendo creer que están muertos? –Dice. –No puedo decirte nada más, con el tiempo te darás cuenta de muchas más cosas. No tengo que decirte que no le puedes contar a nadie lo que te acabo de decir, si ellos se enteran de que lo sabes, harán cosas peores.

El señor repartidor, sale de la habitación y con él Marcos. Se despiden y en cuestión de segundos, ha desaparecido.

Marcos, se reúne con sus amigos en la biblioteca. Les explica lo que ha sucedido y ninguno puede dar crédito a lo que Marcos les está contando.

-Bueno, pero nosotros contábamos con eso, ¿No? –Dice Roque.

-Ya, pero que alguien se tome las molestias de decírtelo. –Dice Marcos.

-¿Y no te ha dicho dónde está tu madre? –Pregunta Iván.

-No, me ha dicho que está bien. –Dice Marcos, consternado.

-¿Os podéis callar? –Espeta Elsa.

-Perdón. –Dice Vicky.

-¿Y qué se supone que tenemos que hacer? Porque llevan tiempo sin hacer nada raro y me estoy empezando a poner nervioso. –Dice Roque.

-Si ellos piensan que creemos que mis padres están muertos, pensarán que pueden seguir actuando a sus anchas, pero nada más lejos de la realidad. Ahí estaremos nosotros para desmontarlos. –Dice Marcos.

-Así me gusta. –Dice Iván.

-Y nosotros te apoyaremos. –Dice Carol, tomándole la mano.

Iván, al ver el gesto de cariño, finge una arcada. Por lo que para que no le dé envidia, Marcos le hace lo mismo.

María, pasa por allí y aprovechando que ya ha acabado la clase y es casi la hora de comer, se presenta delante de Iván.

-¿Se puede saber qué haces fuera de la cama?

-Estoy mejor. –Dice Iván.

-¿Mejor? Si tienes fiebre y mira que tos. –Dice María. –Seguro que has estado tosiendo todo el día.

-Sí, ha estado tosiendo todo el día. –Dice Carol, haciéndole rabiar a Iván. Iván, le dedica una mirada asesina.

-Si no vas a tu habitación, llamaré al médico y que venga a verte. –Dice María.

-Está bien. Pero mañana te olvidas de mí. –Dice marchando hacia su habitación.

-Iván haciéndole caso a María, lo nunca visto. –Dice Roque.

-Todo el mundo necesita una madre e Iván, llevaba mucho tiempo sin tener una. –Dice Vicky.

Héctor, llama a Marcos por megafonía y se persona en su despacho. A pesar de todo lo que está pasando, el pensar que sus padres están vivos y que Héctor no es de los malos, hace que se le dibuje una sonrisa. Sonrisa que se le borra, cuando al que encuentra en el despacho es a Mario.

-Vaya, ¿Vienes mucho por aquí, no? –Le espeta.

-Siento mucho lo de tus padres...-Dice Mario.

-¿Ah sí? ¿De verdad?

-Oye, Marcos. Tranquilo. Mario está aquí porque tiene algo que darte de tu madre.

Mario saca un sobre de su maletín y se lo da a Marcos.

Es la letra de su madre, así que sea lo que sea lo que hay dentro, está escrito por su madre.

Empieza a leerla. En principio, cree que debe de ser falsa, pero hay momentos, que solo ellos conocían, salvo un lugar, Fearias. Ellos nunca estuvieron allí.

Héctor, por su parte, está desolado, tenía la esperanza de encontrar a su hermana como le prometió. Al parece que todo se le ha truncado. Pero le consuela el tener a Paula y Marcos cerca.

Mario se marcha y Marcos también.

Se reúne con los chicos y les lee la carta.

-No entiendo nada. ¿Tienen a tu madre secuestrada, no sabemos por qué, fingen su muerte, luego encuentran los cuerpos y el repartidor viene y te dice que están vivos y para más inri, viene tu abogado que también está metido en el barullo y te entrega una carta de tu madre, escrita por ella diciéndote un lugar donde no estuvisteis? Está claro, ese sitio tiene que ser algo importante o un mensaje secreto. –Dice Julia.

Cuando acaba, todos la miran como un bicho raro.

-¿Qué? He visto muchas novelas de misterio. –Dice Julia, defendiéndose.

-Pues ya me dirás tú. –Dice Marcos. –Esto es imposible. No puedo más.

-Sabemos que tus padres están vivos, eso es lo importante. Es lo que tiene que alentarte a seguir buscando. Por Paula. –Le dice Carol.

-No podemos perder más tiempo, hay que saber que significa Fearias. –Dice Roque.

-Creo que ya sé lo que puede significar. –Dice Vicky. –Son números. Y creo que es un número de teléfono.

-¿Lo reconoces? –Dice Carolina.

Marcos mira en su móvil, pero no tiene ningún contacto con ese nombre.

-Llama. ¿A qué esperas? –Dice Iván.

Marcos, marca el número y lo deja sonar. Lo pone en altavoz para que todos sus amigos lo oigan, pero no hay suerte. No contesta nadie.

Al minuto, recibe un mensaje.

"No llames o estamos muertos"

Mientras Elsa...

Está en el dormitorio con Samuel, el bebé que ha encontrado en el colegio. Héctor, la ve feliz, pero ve algo extraño, sabe que pasa algo.

-¿No crees que la policía se está retrasando demasiado? –Dice Héctor, dudoso.

-No sé, me dijeron que iban a estar ocupados y que lo tenía que cuidar. –Dice nerviosa.

-Elsa, sé que es muy difícil pasar por la pérdida de un hijo. Pero tienes que superarlo. –Dice Héctor.

-Ya lo he superado, Héctor. Era casi de esperar, con mi edad y los antecedentes de mi madre...

-Te conozco y sé que no has llamado a la policía. –Dice Héctor.

Dos días antes...

Era de noche, hacía un poco de fresco. Elsa estaba recogiendo las cosas de su despacho cuando oyó algo fuera. En principio, pensó que eran los perros guardianes, pero cuando abrió la puerta, encontró algo más, muchísimo más que eso, un bebé. Por un momento pensó que la vida le había dado la oportunidad de volver a ser madre, aunque no fuese biológicamente, pero tuvo miedo y gritó, llegando Fermín a su encuentro.

Elsa sabía que lo mejor era llamar a la policía, no podía tener a ese bebé ilegalmente. Pero era difícil. Por la mantita que tenía, el bebé se llamaba Samuel, por lo que pensó que habían sido los propios padres que al no tener recursos, lo dejaron en la puerta del colegio.

Cogió el teléfono y marcó, pero no se atrevió a decir palabra. Así que decidió inventarse esa excusa, para poder quedarse con ese niño, el mayor tiempo posible.

Elsa, vuelve a la conversación con Héctor. Para evitar que vuelva a hacer lo de hace días, esta vez es Héctor quien llama a la policía. Le duele en el alma, pero sabe que no puede quedarse con ese bebé, aunque al haberlo encontrado, tiene varias posibilidades de poder acogerle en un futuro si los padres no aparecen.

Se queda desolada, en la puerta del colegio cuando llega Fermín que es ajeno a todo.

-¿Ha pasado algo? –Pregunta.

-Se han llevado a Samuel. –Dice entre lágrimas. –El bebé que encontramos en la puerta.

-¿Samuel? –Dice pensativo.

-Sí, en la toca, llevaba bordado el nombre. –Dice Elsa.

Entonces, Fermín empieza a recordar y cae en la cuenta de que ha estado con el hijo de Irene Espí y no ha podido hacer nada.

Iván, sigue en la cama. María se ha tomado la libertad de cogerle la cena y llevársela a la habitación.

-Toma. Será mejor que cenes aquí. Además, tienes que estar feliz, porque eres de los pocos afortunados que pueden cenar en la cama. –Dice Iván.

-Wuau, vaya ilusión. –Dice fingiendo la emoción.

-Bueno, en una hora, vendré a por el plato. Cómetelo todo. No me hagas enfadar. –Dice sonriendo.

Iván se dispone a comer, cuando se da cuenta de que María no le ha traído cubiertos. Coge su móvil y la llama.

-Chacha, muy bonito lo de la cena, pero estamos en el siglo XXI y se come con cubiertos, no me apetece comerme el puré de calabaza con las manos.

-Ay, Iván. Lo siento. Ahora mismo pediré que te suban un cubierto. Estoy muy atareada. –Dice colgando.

En ese momento, Julia está recogiendo su cena. Por lo que María le pide que le lleve los cubiertos a su habitación.

Tras insistir más de veinte veces en que los llevara otro, no ha conseguido convencerla y ahí está ella, con un cuchillo y tenedor para el filete y una cuchara para el puré. Sabe que todo estará bien si Iván no le tira el cuchillo a la cabeza, así que se los dará y saldrá corriendo. Será mejor que no crucen demasiadas palabras para no sufrir más.

Entra en la habitación y Julia ve que Iván se está peleando por poner la bandeja de tal forma para poder comer y ver en el ordenador una película. Entonces, le presta su ayuda.

-De los cuatrocientos alumnos que hay en esta mierda de internado, ¿Tienes que venir tú a traerme los cubiertos? ¿Qué pasa? ¿Qué has venido a cuidarme?

-Eso díselo a tu madre, que yo tengo las mismas ganas que tú en traerte esto. Si fuera por mí, te haría comerte el delicioso puré tipo flax. -Dice mientras Iván pone cara de asco. –Y de esa forma, lo único que vas a conseguir es que se te caiga todo al suelo. –Dice Julia, sentándose para colocarle el ordenador y la bandeja. –Si prestases más atención a los rincones de la habitación, te darías cuenta de que hay bandejas portátiles. –Dice sacándola de detrás del armario.

-Vaya. Eres una caja de sorpresas. –Dice Iván, recostándose.

-Bueno, es lo que tiene estar en la habitación con Vicky, que te enteras de todo. –Dice y por fin en mucho tiempo, sonríe. Quizá, porque está con él. Pero el semblante le cambia de inmediato. –Perdón por lo del otro día, yo no quería, pero tenías que saberlo. –Sabe que quizá ha fastidiado el buen ambiente que había pero tenía que decírselo.

-¿Algo más? –Dice Iván.

-Eres un imbécil. Yo es que no sé ni porque me molesto en pedirte disculpas. Eres un imbécil y...-Dice, pero Iván la corta, acercándose a su cara.

-¿Y qué? Dime algo que no sepa. –Dice Iván, mirándole la boca.

Sus caras no paran de acercarse, los dos ansían ese beso más que otra cualquier cosa. Pero...

-Iván. –Dice Julia.

-¿Qué? –Le contesta con la voz entrecortada por el momento.

-El puré, que se te está cayendo. –Dice Julia, mientras ve que tiene puré de calabaza por la pierna.

Los dos se alejan y Julia, cree que es mejor que vaya a limpiarse o le olerá la falda a calabaza toda la semana.

A pesar del momento, a Iván le sale una sonrisa que hacía tiempo que no tenía, lo mismo que a Julia.

Ésta sale de la habitación, con la pierna y la falda manchada de puré, así que sale corriendo con la suerte de que se encuentra con sus amigos y María. Se la quedan mirando, conteniéndose la sonrisa.

-Se me ha caído el puré. –Dice corriendo, muerta de vergüenza.

-Ya, el puré... -Dice María, con sonrisa pícara.

-La próxima vez que discutamos, haz eso. –Dice Carolina, graciosa.

-¿El qué? ¿Untarme con puré de calabaza? –Dice Marcos.

No pueden evitarlo y todos se echan a reír. Y aunque parezca mentira, por fin, parecen aunque sea por un momento, unos chicos normales en un colegio.


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