Kerry
El crujido de la puerta abriéndose me distrajo de mis pensamientos, el cuarto estaba oscuro y lo único que iluminaba era la luz que filtraba por la puerta.
Raguel se asomó lentamente por la abertura, se escabulló en silencio hasta mi cama, donde estaba sentado pensando.
—¿Estás bien? —Su tono era suave.
—Sí, no esperaba verte aquí.
—Obviamente no me esperabas. Te distanciaste de la nada hermano ¿Qué sucede contigo?
—No es nada. —Encogí mis hombros.
—¡¿Nada?! —Se exaltó. —Hace casi un mes no hablas, nadie sabe de tí, te la has pasado aquí encerrado.
Aunque podía entender sus puntos, sus reclamos hacia mí no eran tolerables, no le debo explicaciones de mi vida a nadie.
—A mí no me reclames nada. —Lo empujé con fuerza fuera de la cama. —Que fuiste tú quien jugó con cosas importantes para mí.
—¿Cosas importantes como qué? Para ti lo único importante es el dinero, el alcohol y las mujeres, realmente no tienes idea de quién eres, ni lo que quieres. —Haló mi suéter por la manga.
Eso me irritó y aunque intenté ocultarlo, de nada sirve... Yo jamás guardo nada, las verdades deben decirse.
—¡No es tu problema lo que quiera o no! Esta es mi vida y haré con ella lo que quiera, si quisiera cagarme en la biblia es mi maldito problema.
Guardé silencio por unos momentos, reflexionando un poco en sus palabras y acciones el último mes.
A él no le preocupaba que una cantidad tan grande de dinero se haya esfumado de mi cuenta, los ladrones no sólo me quitaron mis fondos, sino también uno de ellos volvió por mí.
—Puedo escuchar lo que piensas y créeme que hay una explicación. -Se apresuró a añadir.
Lo observé un momento con la intención de encontrar alguna señal, que borrara la vaga idea de que fue él quien me asaltó... Que por muy desquiciada que suene, no deja de venir a mi mente.
—¿Fuiste tú verdad? —Entrecerré los ojos, fruncí el ceño. —Tú tomaste la tarjeta e hiciste el cambio ¿Eres un ángel no? Algo le hiciste a las cámaras.
—Es necesario, necesitas perder algunas cosas para que puedas convertirte en el ángel que tu padre quiere y el que tu raza necesita.
Otra vez lo menciona... "Tu padre quiere" "tu raza necesita" ¡¿Cómo quiere que siente algún deber moral con alguien que no conocí?! Y del cual, lo único que tengo son dos miserables autos y cerros de dinero que pudo multiplicar si no hubiera muerto.
—No tengo un sólo céntimo. —Una lágrima se escapó de mi ojo. —Gracias a ti. —Me paré y lo empujé hacia la puerta. —Yo no quiero ser ángel, ni duende. ¡Ni esas estupideces! Estaba bien antes de eso.
Lo empujé fuera de la habitación, lo que provocó un forcejeo entre nosotros; Antes de que cerrara la puerta colocó su pie para detenerla.
—Tú sientes miedo... ¿Es por el incidente en la U? -Se notaba la preocupación.
—¡Lárgate! —Cerré la puerta con un gran ruido.
—Si te tranquiliza, no fui yo. —Dijo ya desde el otro lado de la puerta.
No sé si se quedará ahí parado... Y no me importa, total, estar solo es mejor, sin estrés, no le das explicaciones a nadie y haces lo que quieres sin que haya nadie recriminándote lo que haces.
"El ángel que tu padre quiere... " No me importa lo que él quiera, si lo quisiera tanto porque no vivió para decírmelo; Los muertos no tienen voluntad, por ende, no hay que cumplir deseos de personas muertas.
Me quiero mentir, pero no puedo, necesito que me recriminen las cosas, sino ¿Quién lo hará? ¿Yo?
¿Qué es lo que quiero?... ¡No sé! Ya estoy harto de ese tema y me frustra, que utilice semejante estupidez para obligarme a creer en cuentos de hadas, sin saber cómo me siento al respecto.
Pensaba en todo esto acostado, levanté el celular al frente mío, habían mensajes de Andrea lo que generó una punzada en mi pecho y unas inmensas ganas de marcarle.
¡No! Sácate esas ideas de la cabeza, Kerry. Lidia con esto como el adulto y hombre que eres.
La noche fue "larga larga", la tristeza tocaba mis párpados. Qué triste es perder a un amigo de esa forma, tan repentina, tan extraña y tan forzada.
¿No era más fácil decirle de la amenaza y ya?
Jamás, a nadie le interesa escuchar mis problemas y si lo hicieran ¿Qué pasaría?
... Nada, tal vez compartan tu tristeza en el momento, pero nunca compartirán el sentimiento.
Es mejor lidiar con los problemas de uno mismo, a esperar que aparezca un buen samaritano dispuesto a escuchar tu dolor y darte las mágicas instrucciones de cómo dejar de sentirlo.
Porque eso necesito, nada de hablar, sólo necesito dejar de sentirme así y listo.
¿Pero si en verdad los ángeles no existen y sólo me consigo un problema? Yo vi al chico hacerse polvo en frente mío, éstos no son inventos.
Evitaré el martirio de pensar en ello. "Eres un hombre Kerry, comportarte como tal"
Mamá insistió e insistió, hasta que al día siguiente regresé a la universidad; Tal vez era el mismo lugar, las mismas personas, pero no el mismo ambiente, todos murmuraban y estoy seguro que no era de mí.
Ese día no vi a Raguel, pero sí a Andrea; Ella se acercó en silencio a mí y me entregó una carta, sin abrirla sabía de qué se trataba.
Me di un momento para percibir mejor el mundo, saber si este instante es real porque de ser así, que me tragué la tierra.
Quiero que el mundo se detenga justo aquí y me dé tiempo de desaparecer, de irme lejos y no vivir este momento.
No me siento muy bien y temo que vaya a caer, pero debo lidiar con ésto como todo un león, porque si caigo nadie vendrá a levantarme.
—No lo acepto, todavía no. —Tomé su muñeca.
Ella estaba totalmente seria, tenía los labios apretados como suele hacerlo cuando se enoja y conmigo, eso pasaba a diario.
—¿Estás segura? Puedo demostrarte que lo que siento es real, que todo puede funcionar...
—No estoy jugando, le pondré fin a mi sufrimiento ahora. —Dijo esquivando mi agarre. —Suerte en la vida, Kerry.
Se retiró sin más, sin emociones, sin reclamos y de verdad sabía que la había perdido, porque esa había sido la primera y última vez que me hablaría de forma tan directa y fría.
Con la cabeza baja regresé a casa, tenía tanta ira, todo este día fue una mierda, mi mundo se iba al carajo.
Pero quien los necesita, nunca les he pedido nada ni lo empezaré hacer ahora.
Mientras dormía, una sombra apareció en mi ventana, en el momento vi que era un ave, hasta que la sombra creció.
Giré mi cuerpo hacia la ventana, había un hombre de ojos brillantes observándome.
Me levanté lentamente, no iba a provocarlo.
—¿Qué eres? —Pregunté.
Me movía lentamente por la habitación, buscando mi escritorio para obtener mi bate de madera.
—Prefiero que me llames desterrado. Ya nos conocemos, no te cohíbas.
—Y... ¿Quién eres?
—Mis víctimas me llaman Zoran, la última vez me arrojaste un plato en la cara.
El chico del auto...
Corrí hacia él con la intención de empujarlo de la ventana, pero se desvaneció de nuevo frente a mí, dejándome con el torso fuera de la misma.
Detrás mío estaba él, su camisa estaba desabotonada, en su torso se iluminaba color naranja la forma de las costillas.
—¿Qué quieres?
—Te sigues viendo con el ángel, yo te lo advertí.
—Es mi amigo. Eso creo.
—No, no lo es, te quiere usar, él mismo lo dijo: El ángel que tu padre quiere que seas, no el que tú quieres ser.
—No me interesa involucrarme. Seguiré con mis asuntos y ustedes con los suyos.
—Quieres tranquilidad, yo lo respeto. Necesito negociar algo que tú tienes y yo necesito.
—¡Tengo veintitrés malditos años y no tengo dinero! ¿Qué quieres, los autos?... Llévatelos. —Dije desesperado de su necedad.
—Dame una muestra de tu sangre y ya no sabrás de mí. —Dijo mostrando una jeringuilla en su bolsillo.
—¡No, quien sabe si esa cosa está esterilizada! Soy joven no idiota.
—Sígueme fallando Kerry y más personas morirán. Y no serás tú el siguiente.
Zoran se asustó por un momento, luego se colocó detrás mío y envolvió su brazo en mi cuello.
Raguel entró en la habitación, sentí la tensión y el odio entre ellos, al parecer se conocían.
Lentamente lograba quitarme la mano de Zoran, no es tan fuerte.
Con mi codo lastimé su estómago, pero lo que sentí fue extraño, sentí púas o algo puntiagudo, no piel y carne.
Al despegarse de mí, Raguel le lanzó lo que pareció ser un rayo, por la rapidez y luminosidad que tenía.
El objeto le pegó, colocó su mano en su abdomen y se tiró por la ventana.
Raguel corrió a cerrarla.
—¡Vete ya mismo! —Insistí.
—¿Lo conoces?
—Yo hablé primero, lárgate.
—No hay tiempo para idioteces. —Me señaló molesto. —Ese que viste ahí, es un criminal; Sospechoso de la muerte de muchos ángeles, incluyendo tu padre.
Mi semblante cambió inmediatamente, realmente podría ser posible, pero sé perfectamente bien que hacer algo junto a Mike terminará mal.
—Tienes mucho tacto... Me amenazó, si interfiero en tu mundo una persona morirá y no seré yo.
—Pues lo encontraremos y atraparemos antes de que lo haga. —Colocó su mano en mi hombro. —Pasa por mí mañana e iremos con alguien que te enseñará cosas básicas de ángeles.
—No entiendes, en verdad lo va a hacer, él se desvanece.
—Y yo disparo energía de mis manos. ¿Tú quieres añadir alguna habilidad que tengas?
—No, sólo prométeme que nadie morirá.
—Te prometo que mandaré ángeles guardianes con las personas que amas.
Algo en mi mente me sigue susurrando que es una mala idea, una voz impertinente que pareciera tener pensamiento propio.
—Esto es real para ti, ¿verdad?
—Y lo será para ti. -Sonrió.
—Pero, aún me debes todo ese dinero que me robaste, de verdad lo necesito.-Fruncí el ceño.
—¡Que yo no te robé nada! -Se enojó.
—Tranquilo, bien, sólo prométeme que pondrás a ese loco preso.
—Nosotros no lo pondremos preso, de todas formas, mañana no tendrás de qué preocuparte.