¿Malfoy?

By TheMadAristocrat

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Esbozaron sorprendidos al ver su nueva apariencia. "El problema de tener muchos enemigos, es averiguar cuál d... More

1. ¿Te multiplicaste por cinco?
2. La tarea imposible
4. Extraños pensamientos, insólitas consecuencias
5. Lidiando con los propios demonios
6. Entre el negro y el blanco... gris.
Epílogo (o qué pasó con Blaise Zabini un mes después)

3. Compañías inesperadas.

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By TheMadAristocrat

Su estado anímico iba de mal en peor, como si de a poco un dementor imaginario e invisible le estuviera robando todas las energías.

Sus recientes buenas calificaciones y el favorable clima soleado no lograban sacarle una mísera sonrisa, ni siquiera de aquellas fingidas. No sentía absolutamente nada, estaba vacío por dentro.

Ya se cumplirían dos semanas desde que comenzó su tortura, y aún no lograba ningún avance al respecto. Por más que trató de fijarse en alguien con intenciones puras de futuro enamoramiento nada sucedía. Quizás, tenía una gran relevancia el hecho de que ahora, con su actual aspecto, prácticamente toda persona del sexo opuesto lo evitaba como si tuviera lepra. O quizás la razón era aún más sencilla. Los Malfoy no estaban hechos para esa clase de sentimientos.

Quien quiera que sea el o la que le jugó esta mala pasada sabía perfectamente como condenarlo... y lo logró.

–¿En qué piensas? –preguntó Theodore desde su cama.

Afortunadamente para Draco, sólo compartía habitación con él y con Blaise, quien ahora solía pasar todas las noches afuera con alguna de sus conquistas

–Estás tan concentrado que ya puedo ver el humo salir por tus orejas. No le exijas tanto a tus neuronas, que no están acostumbradas y se pueden acalambrar –agregó con burla, un privilegio que sólo gozaba él sin morir en el intento.

–Pienso que estoy jodido –confesó lanzando un gruñido de frustración–. Completa e irremediablemente jodido.

–Quizás no. Quizás solo estás buscando en el sitio equivocado –opinó tranquilamente su compañero, mientras ojeaba un libro de pociones avanzadas.

–¿A qué te refieres?

–A que sigues frecuentando a las mismas personas y desenvolviéndote en los mismos círculos. Círculos en donde las muchachas son muy estúpidas y superficiales para ver más allá de tus "kilitos". Yo diría que si no fueras de apellido Malfoy probablemente te tratarían aún peor. Te apuntarían con el índice para burlarse de ti a carcajada limpia.

"Zorras" pensó enfadado el rubio, haciendo crujir sonoramente su cama al moverse en ella.

–No estás buscando bien. Así jamás solucionarás tu problema.

–¿Y qué quieres que haga? –espetó fastidiado–. Aceptémoslo. Soy demasiado exquisito para involucrarme con una fea, y lo suficientemente superficial para no fijarme en una obesa. Y ahora que soy una bola de grasa, no tengo muchas opciones donde escoger.

Lo escuchó chasquear la lengua.

–No tiene porque ser fea –lo corrigió–. Ni gorda. Aún te falta tratar con las chicas de una casa en particular.

Draco rió con ganas de solo imaginarlo.

–¿Quieres que vaya y me pasee por Gryffindor? –inquirió con sarcasmo–. Ni pensarlo. Ese lugar está lleno de tarados traidores a la sangre e impuros.

A pesar de la oscuridad, pudo advertir como Theodore fruncía las cejas y los labios en un gesto de completa desaprobación y reproche. "Demonios, la cagué" pensó, ya que su amigo no era como el resto de las serpientes. Si bien su apellido estaba fuertemente ligado al del Señor Tenebroso -incluso más que el suyo-, para él no tenía la más mínima importancia. La sangre era solo eso, sangre, y valoraba a las personas por sus acciones, no por su apellido.

Si le preguntaban a Draco, Theodore Nott era un chico inteligente y honesto, algo que escaseaba en Slytherin y por eso mismo lo tenía cerca.

–Buenas noches –dijo de pronto, finalizando la conversación.

–Es decir –murmuró, tratando de arreglar el ambiente–. Tienes que concordar conmigo que cada alumno de esa casa me detesta. Sería una pérdida de tiempo ir a echarse literalmente a la boca de los leones.

–Dije buenas noches, Malfoy –lo cortó, y sin más, se acomodó entre sus sábanas consiguiendo el sueño de inmediato.

El rubio suspiró desganado.

Trataba, de verdad que sí. Incluso, podría mentalmente aceptar que esas semanas de pesadilla le estaban sirviendo de una lección de humildad –muy humillante por cierto– tal como le había pronosticado la vieja directora. Pero aún así, no podía dejar de ser un bastardo narcisista y racista, lo llevaba en sus genes, y ahí radicaba su principal incapacidad para enamorarse.

Sin poder conciliar el sueño, bajó a la sala común de las serpientes a sentarse frente al fuego, pero alguien ya le había ganado su adorado sillón de cuero. Una muchacha de pelo negro y tez tan pálida como él miraba el techo en otra dimensión, ensimismada en sus propios pensamientos.

–De verdad te tiene mal ese tipo –bromeó logrando sacarla de su trance.

–Te digo que no estoy enam... ¡bah!, que más da –bufó cerrando lentamente los ojos–. Sí. Me trae mal... ¡pero no le digas al idiota de Blaise!

Draco rió y se sentó al frente de ella, rogando que la banca tuviera la capacidad de soportar su humanidad.

–¿Y por qué te trae mal? –preguntó realmente interesado–. ¿Te hizo algo? Sabes que si quieres lo golpeo. O me siento encima y lo asfixio, eso sería definitivamente más mortal.

Pansy sonrió maliciosamente imaginándose la situación y se fue a sentar junto al rubio en el pequeño espacio que quedaba, apoyando la cabeza en su regazo como una niña compungida que necesita protección.

–No me ha hecho nada, solo me complica. No sabes cuanto –declaró con amargura.

–¿No te corresponde? Porque si es así, es un soberano idiota y deberías olvidarlo.

–No es eso. De hecho, me corresponde.

–¿Entonces cuál es el problema? –inquirió extrañado–. Me escapa tu lógica.

La pelinegra exhaló tan fuerte y con tantas ganas, que él se sorprendió que no se despertara toda la casa.

–El problema es que jamás me había pasado antes y me asusta. Soy vulnerable ante él y lo detesto por ello –musitó acurrucándose aún más–. A veces se queda callado y me desespera no saber lo que piensa. Como es inteligente, muchas se le acercan para pedirle ayuda y me dan ganas de sacarles los ojos para que no lo miren. ¡Agota! ¡Agota tener tantos sentimientos mezclados! Jamás he sido una chica insegura, pero a su lado, vivo sintiéndome poca cosa.

–¿Poca cosa? –repitió incrédulo–. Por favor, no hables sandeces. Si no fueras como mi hermana y mi mejor amiga, te hubiera echado el ojo. ¿De acuerdo? Jamás pienses que eres poca cosa.

Aunque no pudo ver su rostro, el rubio podía apostar que con esa frase la había coloreado por completo. Y es que no era para menos. Él no acostumbraba tener esos arranques de empatía con nadie, ni siquiera con sus amigos más cercanos, por lo que ese cambio solo podía obedecer a esas semanas de lecciones de humildad.

–Gracias Draco –soltó enternecida, levantándose brevemente para darle un beso en su inflada mejilla y luego volver a su regazo–. ¿Sabes? Eres como un gran cojín. Es muy cómodo estar acá.

–Te odio.

Pansy carcajeó de buena gana y acarició su rodilla en son de paz.

–¿Y cómo va tu misión? –preguntó.

–Como la mierda –respondió secamente–. Pero por lo que me cuentas como se siente, si lo hubiera logrado también estaría como la mierda. Así que no es tan grave. Además, dudo que pueda enamorarme.

–Claro que puedes –le animó ella–. Sólo debes encontrar a la chica adecuada. Y créeme que la encontrarás cuando menos te lo esperes.

.

&

.

–Me encanta estar así –confesó un sonriente Ron Weasley mientras retozaba con la cabeza encima del regazo de su novia, que acariciaba tiernamente sus rojos cabellos frente a la chimenea de la sala común.

Ya era bastante tarde y todos se habían retirado a sus habitaciones menos ellos, pues querían aprovechar los escasos momentos de privacidad de los que gozaban. Los azules ojos del muchacho brillaban en la oscuridad iluminados solo por el fuego que los confortaba en esa noche fría de invierno.

–En momentos como este –prosiguió el pelirrojo–, me pregunto porqué no me declaré antes.

Hermione rió suavemente.

–Yo me pregunto lo mismo. Nos hubiéramos ahorrado bastantes malos ratos.

Ron hizo un sonido gutural para demostrar su acuerdo.

–Exacto. Yo me hubiera ahorrado la peor noche de mi vida en el baile de navidad del torneo de los tres magos en cuarto año. Verte bailar tan alegremente con ese gorilón unineuronal me descompuso –dijo colocando una mueca de asco.

–Si es por ello, yo me hubiera ahorrado ver el show de Won Won y Lav Lav, besuqueándose como moluscos en cada sillón, esquina, sala...

–¡Hey! No era para tanto –interrumpió colorado.

La muchacha bufó y retiró lentamente las manos de su cabeza, para dejarlas encima del sofá.

–Claro que sí, a veces me preguntaba si tenían las lenguas amarradas que no se separaban nunca –espetó algo fastidiada.

–Sabes que aquello fue un error –apuntó él incorporándose–. Yo solo quería ponerte celosa como venganza, pero se me fue de las manos.

–¿Venganza? –repitió Hermione arqueando las cejas–. Ron, no había nada por lo que vengarse, eso fue un acto irresponsable e infantil.

–¿Infantil? ¡Te besaste con Vicky! –acusó poniendo énfasis en el nombre.

–¿Y qué? No éramos nada para ese entonces. Además tu "venganza" fue más de un año después de mi insignificante beso con Víktor... ¡Para ese entonces ni siquiera habías notado que era una chica! –exclamó molesta–. A veces no te entiendo Ronald. Tienes unas conductas que me exasperan.

Él pareció adivinar el rumbo que estaba tomando la conversación, por lo que se cruzó de brazos de forma defensiva.

–¿Cómo cuales?

–Olvídalo.

–No, dime –insistió.

Hermione exhaló profundo y rodó los ojos exasperada. Después de un largo día de estudio lo único que deseaba era un oasis de tranquilidad. Lamentablemente, sus anhelos parecían esfumarse frente a una inminente discusión.

–¿En serio quieres que te lo diga? –preguntó con un tono amenazante–. Está bien, como gustes. Eres demasiado e infundadamente celoso.

El pelirrojo parpadeó confundido.

–¿Celoso yo?

–Si tú. ¡Por Merlín! ¡El otro día casi rebanas a Neville porque se sentó a mi lado al desayuno!

–Estaba sentando en mi puesto, Hermione, eso me molestó –dijo sin inmutarse.

–¿Y por eso tenías que decirle "aléjate de MI NOVIA"? Neville aún está sentido por ello. Casi ni me habla porque te tiene miedo.

Ron se restregó ambas manos por el rostro, cansado. Reconocía que se había pasado, pero él no era estúpido. Para mala fortuna de Neville, ambos eran compañeros de habitación, y justamente la noche anterior lo oyó murmurar el nombre de Hermione entre sueños. Tuvo que contener las ganas de despertarlo de un solo golpe, pero no pudo aguantar el instinto de gritarle tan pronto lo vio sentarse al lado de ella esa mañana.

–Hablaré con él y me disculparé, ¿de acuerdo? –concedió–. ¿Qué más?

Ella lo miró desconcertada.

–¿Qué más de qué?

–Dijiste que "tengo conductas que te exasperan" y solo mencionaste una. Quiero saber las otras –demandó impasible.

La muchacha se mostró dubitativa, pero su novio la alentó a seguir con un ademán de manos.

–Bueno... me molesta como te comportas con Malfoy.

–¿Qué hay con el hurón?

–Lo molestas constantemente y eres muy cruel. No te conocía esa faceta abusiva.

–¡Por favor, Hermione! ¡No puedes enojarte por eso! –exclamó incrédulo–. ¡Qué son dos semanas a seis años de insultos! ¡Si me hubiera pasado a mí, él no habría perdido la oportunidad de fastidiarme!

–Es verdad –reconoció ella–. Pero también es verdad que tú no eres él. Tú no eres cruel... o al menos, pensé que no lo eras.

Ron Weasley le devolvía la mirada sin creérselo. Malfoy había sido durante todos esos años un verdadero cabrón con ella y ella aún era capaz de empatizar con el enemigo. Definitivamente en ocasiones se ganaba el título de santurrona.

–Estás exagerando –soltó negando con la cabeza–. No veo nada de malo en que el hurón reciba un poco de su propia medicina. Se lo merece.

–¿Sabes? –cortó aireada–. Mejor dejemos hasta aquí la conversación. No quiero pelear contigo. Buenas noches Ronald.

Acto seguido, ella se levantó, le depositó un frío beso en los labios y subió las escaleras a su dormitorio.

–Sí, mejor –murmuró él resentido, marchándose también, sintiendo como aumentaban sus ganas de fastidiar al gordito de Malfoy.

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.

Una nueva clase de transformaciones avanzadas había llegado, y Draco Malfoy no tenía ninguna intención de ir. Sin embargo, lamentablemente no podía faltar, ya que esa señora lo tenía entre ceja y ceja, no perdiendo oportunidad para preguntarle cómo iban las cosas, lo que siempre terminaba respondiendo con un parco "igual".

Se sentó al final de la sala tal como lo venía haciendo los últimos días, y se dedicó a garabatear en un pergamino algunos dibujos, un nuevo pasatiempo que había adquirido gracias a la falta de sexo y de actividad social.

–... sentarse con Malfoy.

Sus oídos reaccionaron al escuchar su apellido, pero solo pilló el final de la frase. Miró interrogante a la profesora, quien a su vez lo miraba con una sonrisa bastante misteriosa. Y ahí lo notó. Sabelotodo Granger se acercaba a su puesto con todas sus pertenencias y una cara de cordero degollado. "Vieja estúpida" reclamó para sus adentros.

–Hola –dijo secamente la muchacha, sentándose en el pequeño espacio que quedaba a su lado.

Él no respondió y siguió concentrado en su dibujo. ¡No faltaba más!, lo único que quería era respirar en paz y esa anciana decrépita lo obligaba a respirar el mismo aire que la insoportable ratón de biblioteca.

–Por si no escuchaste, tenemos que hacer este trabajo juntos –espetó ella algo molesta, señalando la página cuatrocientos cincuenta y seis del libro de transformaciones.

Dirigió sus ojos grises a su interlocutora, dispuesto a recalcar que a él nadie le obligaba a hacer ningún trabajo con un patético gryffindor, cuando se percató que Granger lo miraba de una forma corriente, como siempre, como si no tuviera varias capas de grasa de más. Extrañado, y bastante incomodo por el hecho, regresó su mirada al pergamino, esbozando un simple "será" como toda respuesta.

–No sabía que dibujabas – comentó ella tranquilamente–. Lo haces bastante bien.

Draco resopló.

–No me tengas pena, Granger –dijo, enrollando el papel y guardándolo en su mochila–. No necesito que me traten de subir la autoestima. Sé que dibujo bien, de lo contrario, no lo haría. Así que guárdate tus comentarios, que no me interesan.

El rubio notó como ella arrugaba la nariz, ardiendo en indignación, pero decidió ignorarla, solo para hacerla enfadar más. Había algo satisfactorio en fastidiarla. Ver su expresión enfurruñada era uno de sus placeres culpables, aunque no entendía bien porqué.

–No trato de hacerte sentir bien, Malfoy, solo estaba dando mi opinión –replicó finalmente–. Mira, tenemos una semana para terminar esta cosa y no quiero pelear.¿Podríamos hacer una tregua?

Él la volvió a escudriñar con la mirada, evaluando sus posibilidades. No obstante ello, el fuerte sonido que hizo la silla al girarse le azotó el amor propio, pateándolo en el suelo. Tener tantos kilos encima hasta le estaban quitando las ganas de insultarla.

–Como quieras –contestó encogiéndose de hombros.

–¿Nos vemos mañana a las seis en la biblioteca?

–Me da igual.

La escuchó gruñir exasperada.

–No seas tan manso Malfoy, no te queda –soltó ella, volviendo su atención a clases.

Él enarcó una ceja. ¿Quién la entendía? le daba en el gusto y aún así, no le daba en el gusto. Menuda cosa.

–A las siete –farfulló.

–¿Qué?

–A las siete, en la biblioteca –ordenó con su voz arrogante, arrastrando las palabras.

Hermione no respondió. Sin embargo, por el rabillo del ojo notó como ella reprimía una pequeña sonrisa. "Perfecto" pensó el rubio, "ahora soy fuente de diversión", pero a pesar de eso, nada le dijo, y siguió garabateando en sus apuntes mientras el olor a manzana verde del perfume de su acompañante se le impregnaba subconscientemente en las fosas nasales.

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Caminaba tranquilo de regreso a su sala común. Durante todo el día no había podido sacarse de la mente aquella breve conversación con sabelotodo Granger. ¿Por qué a pesar de todo lo que le había hecho en el pasado, ella era amable con él? Definitivamente esa muchacha era todo un misterio, o demasiado estúpida. Se inclinaba más por la segunda opción.

–¿Estás seguro que no te bebiste un tanque de helio, Malfoy? Parece que en cualquier momento te pones a flotar.

Draco rodó los ojos reconociendo de inmediato la voz que lo insultaba. La comadreja Weasley nuevamente se las estaba dando de slytherin, de una forma bastante poco digna hay que agregar.

–No me había dado cuenta que tus insultos son tan pobres como tu familia –contestó con una mueca soberbia en su regordete rostro.

–Prefiero ser pobre a ser hijo de un asesino, hurón –replicó rojo de ira.

–Cállate Weasley.

De la derecha de Malfoy, emergió la silueta de Theodore Nott, con ambas manos en los bolsillos pero con una expresión que auguraba tragedia si no dejaba de molestar a su amigo.

–¿O sino qué? ¿Me va a comer? –inquirió sarcásticamente Ron, colocando una fingida expresión de terror en su rostro.

–No como basuras –espetó Draco, aguantándose las ganas de hechizarlo ahí mismo.

–Déjalo Ron.

La voz de Hermione se coló en la discusión, afirmándolo del brazo para tirar de él.

–Hazle caso a tu noviecita. Es mucho más inteligente que tú –siseó mordazmente el rubio.

–Claro que es inteligente idiota, yo no salgo con cualquiera como tú –respondió, colocando a la muchacha a sus espaldas–. Aunque hablo en pasado. Ya nadie querría salir con una babosa gigante.

–Suficiente –dijo Draco antes de perder el control.

Se abalanzó sobre el pelirrojo tomándolo por el cuello de la camisa con violencia, acercándolo para que pudiera registrar su indignación. Los cachetes de Draco estaban colorados e inflados, mientras que su ceño se encontraba completamente fruncido, casi formando una sola ceja. Su rival estaba paralizado ante dicha reacción.

–¿Quieres saber qué se siente tener casi doscientos kilos encima? ¿Quieres? ¿Quieres? –preguntó enloquecidamente, casi chillando–. ¡Pues lo sabrás!

De un empujón lo lanzó al suelo, y con una agilidad inusitada para alguien de su volumen, se sentó encima del muchacho sin intención de levantarse.

–Qui...ta...te...no...res...pi...ro... –dijo el pelirrojo a duras penas, dándole golpecitos a un inexpresivo Draco–. Qui...ta...te...qui...ta...te...

–No me importa –contestó él mirándose las uñas desinteresadamente–. Es tu problema.

–¡Déjalo Malfoy! –gritó entonces Hermione, desesperada, tratando de tirar de su brazo–. ¡Levántate! ¡Haz algo Nott!

–Nop. Él se lo buscó –declaró Theodore divertido, de brazos cruzados.

El espectáculo cada vez tenía más público. Los slytherin aplaudían la movida del rubio, mientras el resto estaba petrificado, viendo como Ron Weasley había pasado de rojo a morado. Ya casi ni se movía.

–¡Vamos! ¡Quítate que no respira! –gimió ella al borde del llanto, aún tirando de su brazo.

Draco posó sus ojos sobre Hermione Granger y se sorprendió al percatarse que su expresión acongojada le provocaba algo parecido a la compasión. Recordó que esa misma tarde tenía que trabajar con ella y sabia que si dañaba a su "noviecito", esa tarea se le haría insufrible.

–Esto es más aburrido de lo que pensaba, tengo mejores cosas que hacer –soltó a modo de excusa, levantándose a duras penas.

Pero cuando se vio liberado, el pelirrojo no se movió. Parecía una calcomanía en el piso. Inerte como un pedazo de madera.

–¿Respira? –preguntó algo asustado Theodore.

–¡Está inconsciente! –gritó la castaña, arrodillándose a su lado, mientras Draco parecía un fantasma de lo blanco que estaba por el susto.

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'y/n potter? bet she'll be just like her idiot brother' '𝐬𝐥𝐲𝐭𝐡𝐞𝐫𝐢𝐧' started - june 2020 finished - january 2021 edited - soon