¿Malfoy?

Oleh TheMadAristocrat

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Esbozaron sorprendidos al ver su nueva apariencia. "El problema de tener muchos enemigos, es averiguar cuál d... Lebih Banyak

1. ¿Te multiplicaste por cinco?
3. Compañías inesperadas.
4. Extraños pensamientos, insólitas consecuencias
5. Lidiando con los propios demonios
6. Entre el negro y el blanco... gris.
Epílogo (o qué pasó con Blaise Zabini un mes después)

2. La tarea imposible

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Oleh TheMadAristocrat

Había pasado una semana y Hogwarts aún no se acostumbraba al nuevo Draco Malfoy.

Los alumnos de las diversas casas no podían evitar abrir los ojos como platos y cotillear por debajo cada vez que lo veían transitar por los pasillos del castillo. Era tan ilógico que todavía sorprendía. Nadie era indiferente ante su nuevo diámetro corporal.

Por su parte, el rubio estaba acostumbrado a ser el centro de atención. Desde pequeño, y al ser hijo único de una prestigiosa familia de linaje puro, se había habituado a ser observado con curiosidad, admiración, anhelo, envidia e incluso, con odio. Pero lamentablemente, ahora era el centro de la noticia por otros motivos, unos muy desagradables si le preguntan su opinión.

Sus conquistas de antaño lo miraban con repulsión y sus adversarios con burla. Sólo tenía a sus amigos, aunque no era decir mucho. Blaise había ocupado el puesto de "seductor" de las serpientes una vez que Draco cayó del trono, por lo que se encontraba muy enfrascado aprovechando su tiempo de popularidad con sus múltiples conquistas. Y Pansy desaparecía misteriosamente durante las tardes. Siempre se la veía llegar a la sala común con las mejillas arreboladas, dando respuestas evasivas acerca de su paradero. Sólo quedaba Theodore, el cual con su inocente honestidad, siempre le daba duros golpes a su autoestima ya demacrada.

Él solía acompañarlo fielmente durante el día, sin embargo, dicha mañana se había quedado dormido y caminaba solo al gran comedor, sabiendo que eso significaba exponerse a las ya rutinarias burlas de los leones.

-¡Hey Malfoy! ¿Te comiste un hipogrifo sin masticarlo? -gritó la comadreja a sus espaldas.

-No Ron, probablemente solo se tragó su ego -corrigió cara rajada.

Las risas estridentes de los gryffindor espectadores no se hicieron esperar, pero él no les daría el gusto de mostrarse afectado. Siguió caminando a paso firme, rogando mentalmente que las escuálidas tablas de aquellas viejas bancas soportaran nuevamente todos sus kilos.

-¿Qué tal? -preguntó alegremente Theo-. ¿Por qué te demoraste tanto en bajar?

-Me quedé dormido -contestó sin ánimos, apoyando la frente en la mesa.

-¿Te pesa la cabeza? -bromeó su amigo, engullendo un gran trozo de pastel.

-Me pesa todo. No sabes lo que es llevar casi doscientos kilos a cuestas -suspiró desganado-. Todo me cansa. Desde vestirme hasta subir dos míseros peldaños. Es denigrante.

-Me imagino -esbozó el slytherin, tocándose pensativamente la barbilla-. Quien sea el que te haya hecho esto ha de estar extasiado con los resultados.

Los ojos de Draco relampaguearon con un brillo asesino.

-Ni que lo digas. Mataré al bastardo. ¡Ni siquiera sé qué hacer para volver a mi figura! -exclamó pegando un fuerte puñetazo a la mesa, haciéndola temblar por completo, derramando algunos vasos de zumo de calabaza en sus compañeros, que reclamaron por lo alto.

-Tranquilo. Nada es para siempre.

El rubio exhaló derrotado.

-Lo sé. Pero esta semana se me ha hecho una eternidad. Sin contar los serios problemas que me ha acarreado la abstinencia -confesó frustrado.

-Ya podrás desquitarte.

-Dalo por hecho.

Justo en dicho momento venía ingresando Blaise Zabini, con una enorme sonrisa de oreja a oreja en el rostro, propia de quienes han tenido una noche satisfactoria y agitada.

-¿A que no adivinan a quién me eché al bolsillo? -preguntó al tomar asiento justo al frente de los dos.

-Buenos días y no me interesa -se apresuró a aclarar Theodore-. No cuentes dinero frente a los pobres.

-¿Qué pobres? No veo ninguno por acá -contestó el moreno-. Lo de Draco es temporal, y tú... bueno, a ti no te entiendo. Perfectamente podrías tener a cualquiera que se te plazca.

El aludido se encogió de hombros.

-Me da pereza realizar todas esas estrategias propias de la conquista femenina -explicó tranquilamente-. Prefiero leer.

Blaise bufó, rodando los ojos. A veces no entendía cómo Theodore era un Nott, ni cómo había caído en Slytherin.

-No sé si eres demasiado inteligente o un reverendo estúpido -espetó.

Pero su compañero solo le exhibió una amplia sonrisa.

-Gracias. Los dos adjetivos me sientan.

Siguieron pasando los minutos y Draco se dedicaba a revolver su plato de cereales absorto. Tenía mucha hambre, de eso no cabía duda, pero temía que si ingería algo calórico aumentaría irremediablemente su gran trasero, y no necesitaba contribuir a sus dimensiones.

-Malfoy, a mi despacho, después del desayuno -ordenó la voz de McGonagall a la pasada, sin siquiera detenerse a mirarlo.

El espíritu del muchacho se derrumbó tan visiblemente que sus amigos se lanzaron miradas entre sí, nerviosos.

-Quizás ya tiene alguna solución -animó Theo, pegándole unas palmadas en la espalda.

-¿Tan rápido? -esbozó Blaise con algo de decepción, pero al ver el semblante homicida de su amigo se apresuró a agregar-. Digo, que bueno que sea así. Ya estaban demorándose mucho, ¡siempre tan ineficientes! Yo que tú pongo un reclamo formal.

-Ajá... -respondió el rubio incrédulo,

Pues algo le decía que las cosas no eran tan sencillas.

Y no sabía cuanta razón tenía.

.

&

.

Entró al despacho cerrando la puerta tras de sí, con la esperanza de algún descubrimiento positivo respecto de su condición. La directora lo miró fijamente, sentada en su escritorio, mientras acariciaba un pequeño gato que se encontraba encima de él.

El silencio del momento se le hizo eterno, casi inaguantable, ya que su ansiedad lo estaba matando, ¿o era el hambre?.

-Joven Malfoy -dijo finalmente, apoyando ambos codos sobre la mesa-. Tenemos novedades acerca de su "pequeño problema"

"¿Desde cuando esta condenada vieja se ha vuelto sarcástica?" Refunfuño el muchacho, seguro de que la profesora se lo estaba pasando de lujo a costa de su sufrimiento, mancillando cada vez más su gran ego.

Pensó en insultarla, amenazarla, hechizarla, acusarla con su padre, pero se arrepintió enseguida. En esos momentos, aquella anciana hipócrita era su única salvación.

-La escucho.

-Usted probablemente bebió la pócima Dulcis Vindicatio o Dulce Venganza -al ver la cara de confusión del slytherin, continuó-. Ésta busca el resarcimiento por algún daño u ofensa realizada, y nos da el defecto que más nos aterraría tener, en su caso, el sobrepeso, algo bastante superficial debo decir.

-¿Cómo se quita? -preguntó totalmente inexpresivo, ignorando la opinión personal de su interlocutora.

-Bueno, esa es la parte divertida -el rubio la miró con profundo odio-. Quien se la dio probablemente lo ha hecho como castigo, y esa misma persona ha puesto la condición para liberarlo. Eso quiere decir que siempre su antídoto es diverso.

-¿Cuál sería en mi caso? ¿Cómo puedo saberlo? -inquirió, comenzando a desesperarse.

En esos momentos deseaba con todas sus fuerzas contar con un gran trozo de chocolate en la mano.

-Revelio -conjuró la profesora inesperadamente, apuntando con su varita entre las cejas del rubio.

Una chispa de color rojizo salió velozmente por los aires desde su frente y se fue a incrustar en la pared más cercana, escribiendo en ella un mensaje que le caló los huesos.

" La única manera de que regreses a tu forma original es tu mayor miedo.

Enamorarte de alguien de verdad. Pero no bastará con eso. Deberá corresponderte con tu odiosa personalidad y ahora desagradable apariencia.

Como dudo que tu frío e insensible ser sea capaz de lograrlo, acostúmbrate a comprar escobas con extra refuerzo, túnicas en talla especial y a las justificadas burlas del resto. Después de todo, te lo mereces.

Te quiere.

Tu peor pesadilla."

Draco quedó de una pieza. Vio impávido como el mensaje desaparecía gradualmente hasta dejar la pared tal cual se encontraba antes del conjuro.

-Bueno, ahora que sabemos cual es su simple tarea, es necesario que hablemos de un par de detalles importantes.

-¿Detalles?

-Sí. Debido a su peligroso sobrepeso es mi deber advertirle que deberá cambiar su régimen alimenticio e informarle sobre los posibles efectos secundarios.

El estudiante no podía creer lo que estaba ocurriéndole. ¡Sencillamente no se lo merecía!

-Suéltelos de una buena vez, ya nada puede ser peor que esto -murmuró rendido, pasándose su regordeta mano por la cara.

-Usted sufrirá molestias como agitación ante el menor esfuerzo, cansancio, mucho sueño, elevación de la presión arterial, facilidad para las infecciones respiratorias, diabetes, daño en el hígado, dolor en las articulaciones, y puedo seguir la lista -inhaló aire para proseguir-. Lo que quiero decir, es que debe cuidarse mucho de hoy en adelante.

-Excelente... -escupió sarcástico, apretando los puños.

-En fin. Ya es hora que se retire a clases. Suerte.

El chico giró sobre sus talones y con toda la dignidad que pudo salió del lugar, sintiendo como su mundo de burbuja se iba transformando en una verdadera pesadilla.

"¿Simple tarea? ¿Simple? ¡Está loca! ¡Un Malfoy no puede enamorarse! ¡Eso es de débiles! ¡Es imposible!" Pensó desesperado, mientras caminaba sin dirección determinada.

.

&

.

No quiso ir a la primera clase. No tenía ánimos ni fuerzas para cruzar el castillo, ¡menos por una clase tan insignificante como adivinación!, así que decidió volver a su sala común, solo para encontrarse con otra desagradable sorpresa.

Ahí se encontraba todo el equipo de Quidditch reunido, discutiendo, ¡a sus espaldas!.

-¿Y Smith? -dijo Flint-. Creo que sería un gran aporte.

-Smith estaría bien como cazador pero no creo que sea buen suplente en la otra posición -opinó Zabini.

-¿Suplente? ¿Para quién están buscando suplente? -intervino súbitamente el rubio, arrastrando las palabras como de costumbre.

Todos quedaron petrificados al identificar su voz, como si un dementor se hubiera acercado a robarles el alma.

-Ma... ma ... Malfoy -tartamudeó Pucey con pánico.

- Ma... ma... -imitó sardónicamente-. ¿Me podrían explicar de qué coño están hablando? ¿De qué suplencia? ¡Yo soy el puto capitán!

-Lo sabemos, pero...

-¿Pero? -repitió amenazante, echando chispas por los ojos.

Silencio sepulcral. Todos bajaron la vista sin intención de proferir otra palabra.

-No sean unos maricas y suelten la bomba -intervino Theo, que si bien no pertenecía al equipo, había escuchado toda la conversación al estar leyendo al lado de la chimenea-. Al que quieren reemplazar es a ti.

-¿A mí?

El equipo completo dirigió su atención a Zabini, esperando que él tomara las riendas de la discusión. Sin embargo, el slytherin parecía haber tragado su propia lengua, porque ni intento hacía de mover la boca. Theodore Nott bufó hastiado y continuó.

-Dada tu condición actual, te es imposible jugar.

Cada alma miró a Theodore con los ojos desorbitados y la mandíbula por el suelo. Por su parte, Blaise le hacia señas de "cállate o verás", pero cualquier amenaza no serviría mucho con él. Lo conocía de toda la vida y sabía que detestaba los rodeos.

-¡Quién dijo eso! -chilló Draco, completamente rojo de ira.

-¡Oh vamos! ¡Se realista! Ninguna escoba soportaría tu actual peso -contestó sin temor, cerrando el libro que llevaba entre manos-. Además, el tamaño que tienes disminuye considerablemente tu velocidad, algo esencial en un buscador y lo sabes.

El rubio parecía que iba a estallar en cualquier minuto. De sus orejas casi se apreciaba humo.

-¿Te estás poniendo de parte de estos traidores, Nott? -masculló apuntándolos.

-No. Yo estoy de tu lado. Hicieron mal en planear las cosas a tus espaldas -aclaró, levantándose de su posición-. Pero creo que en parte tienen razón. Mientras te encuentres hechizado deben entrenar a un suplente. Solo por si acaso.

La tranquilidad de su amigo lo contagió, después de todo, tampoco deseaba quedar públicamente en ridículo si su escoba se rompía a mitad del partido, ni le apetecía que sus prominentes grasas se movieran al compás del viento.

Llenó sus pulmones de aire, tratando de calmar su furia, y sentenció.

-Está bien. Pero yo lo elijo.

.

&

.

Ya era hora de una nueva y "apasionante" clase de transformaciones. No tenía ganas de asistir pero no le quedaba de otra, ya que no gozaba de una razón que justificara dos ausencias diarias.

-Oye hurón ¿Cuándo es tu cumpleaños? Estaba pensando en regalarte un par de sostenes. ¿Qué talla te sirve? -escupió el inexistente Finnigan mientras iba caminando a la sala.

"¿Y a este perdedor quien lo auspicia?" Pensó con desprecio el aludido.

-Déjalo Seamus, ¿No ves que en cualquier momento te puede dejar noqueado de un panzazo? -advirtió burlonamente Weasley, apuntando con el índice su prominente barriga.

Draco rodó los ojos. Ya ni mella le hacían los hirientes comentarios acerca de su apariencia, total, él sabía que en condiciones normales era mucho más atractivo de lo que esa tropa de leones pobretones y mal vestidos podría soñar llegar a ser. "¡Que se rían!" Pensaba con malicia "¡Que se rían todo lo que quieran! ¡Que más da! Lo importante es quien se ríe al último, y puedo asegurar que seré yo malditos gusanos".

Los miró con desprecio de arriba abajo, queriendo expresar con dicha actitud que eran demasiado insignificantes como para molestarse en responder sus ofensas, mas en dicha mirada panorámica notó algo en lo que jamás había reparado. De la mano de la comadreja colgaba la impura sabelotodo, ajena a todo el aquelarre que se había desatado. "¿Acaso están juntos?" Se preguntó frunciendo el ceño, "¡Bah! era cuestión de tiempo" se respondió mentalmente, recordando como en múltiples ocasiones había visto a su enemigo con actitud empalagosa al lado de ella. Que terminaran juntos era tan evidente como que el sol se esconde por las noches, que las estaciones del año son cuatro y que si tocas fuego, te quemas.

Sin embargo, algo en esa escena lo molestaba. Ella lo observaba en silencio mientras todo el resto reía, lo cual le extrañaba de sobremanera, "¿Cómo es posible que la sangre sucia deje escapar la oportunidad de vengarse de una vida de insultos?". Sin duda, si la situación hubiera sido al revés, el le habría hecho la existencia miserable con una sonrisa en el rostro, sin rastro alguno de culpabilidad. Pero ella no, no era así.

Ahora que lo pensaba, desde su trágica desgracia nutricional la rata de biblioteca no le había dirigido la palabra, y eso le empezaba a fastidiar. Su buen corazón y empatía le estaban generando náuseas. Detestaba su bondad.

-¿Y bien hurón? ¿Ya sabes quién fue el responsable? Digo, para darle mis más sinceras felicitaciones claro está -continuó el pelirrojo, interrumpiendo sus cavilaciones.

-Aprovecha Weasley. Aprovecha tu minuto de gloria, que no tendrás otro -contestó con sorna-. ¿Sabes? Prefiero estar obeso a ser una comadreja sucia y pobretona.

-Repite eso -amenazó apuntándolo con la varita-. No eres nada más que un patético intento de mortífago hijito de papá. Una bola de grasa asquerosa. ¿Qué se esconde tras los pliegues de tu enorme papada? Puedo apostar que ahí cabe Hagrid y su hermano.

-Ron basta -interrumpió su novia, tirando de su brazo-. Vámonos, llegaremos tarde.

-¡Oh Hermione! No seas aburrida -protestó maliciosamente-. Que tengo insultos para rato.

La muchacha soltó bruscamente su mano y cruzó ambos brazos a la altura del pecho.

-¿Aburrida? No, no soy aburrida. Sólo que no creo que sea correcto burlarse de alguien solo por su peso.

-¿Lo estás defendiendo? -preguntó furioso e incrédulo.

"¿Me está defendiendo?" Pensó el rubio sorprendido. Jamás se había esperado una muestra de solidaridad de un león, ¡menos aún de ella!

-No -aclaró la prefecta-. Pero es una actitud ruin, muy impropia de ti. Me decepcionas -agregó severamente, entrando al aula sin mirar a atrás.

El pobretón se puso tan rojo como su cabello y la siguió como perro faldero. Sin embargo, la chica ya se había sentado al lado del fitofílico de Longbottom. Draco no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa de satisfacción al ver como la comadreja se sentaba refunfuñando al lado del cicatrizado. Al menos, él la estaba pasando mal y eso le regocijaba la existencia.

-Te he dicho que no andes solo, ¿no ves que los tientas? -regañó Theodore, que recién venía llegando al lugar.

-Te he dicho que me vale madre lo que esta tropa de perdedores me diga -contestó con soberbia-. ¿Y los demás?

-Blaise probablemente sigue revolcándose por ahí -informó negando sistemáticamente con la cabeza-. Y Pansy desapareció misteriosamente después de que una niña de Ravenclaw le entregara un pergamino secreto. Lo usual.

-Veo -esbozó mientras tomaba asiento con el habitual temor de hacer explotar la silla.

Su amigo se sentó a su lado con expresión incómoda. Abría y cerraba la boca como si quisiera decir algo, pero se arrepentía al instante.

-¿Sucede algo? -inquirió el rubio alzando una ceja.

-¿Me haces un huequito? No tengo espacio para trabajar -confesó apenado.

Draco suspiró.

Era cierto. Su gran humanidad ocupaba el noventa y cinco por ciento de la mesa, y su amigo prácticamente colgaba del otro extremo.

-¿Sabes? Mejor no te preocupes, me sentaré atrás... -dijo Theo al ver la expresión afligida del rubio.

- No, no -lo detuvo del brazo-. Yo me iré... tú no eres el del problema.

Desmoralizado, y a duras penas, se levantó del asiento, dejándose caer en el último puesto, deseando ser invisible por primera vez en su vida.

.

&

.

Por fin había llegado el fin de aquel fatídico día. Nunca se había sentido tan cansado en su corta existencia, ¡y eso que no había hecho mucho!. Al parecer, hasta respirar lo agotaba, y ahora su conciencia se hacia presente, regañándolo por todas aquellas ocasiones en que se había burlado de un gordo.

Al entrar a la sala común, encontró a sus tres mejores amigos hablando en términos no muy cordiales.

-¿Qué diablos sucede? ¿Por qué están discutiendo? -preguntó mosqueado.

-¡Nuestra cachorrita se ha enamorado! -exclamó el moreno llevándose teatralmente las manos al pecho.

-Cierra el pico Zabini -masculló furiosa la pelinegra.

-Controle ese lenguaje, señorita -advirtió Theo-. Además ¿Qué tiene de malo?

-¡No estoy enamorada! -gritó completamente fucsia, apretando con firmeza los puños.

-Sí, y yo soy blanco -ironizó Blaise-. Entonces ¿podrías explicarnos desde cuándo te has repetido tantas veces las salidas con un mismo tipo? ¿Cómo es que se llamaba el sujeto? -preguntó despectivamente

-Alexander Bleu -informó Nott.

Pansy estaba vuelta un basilisco.

-¡Cállense estúpidos! ¡O les pegaré una patada en sus respectivos culos que les dejarán incrustados mis valiosos zapatos!

Zabini estaba al borde de soltar una gran carcajada, reprimiéndose a duras penas.

-Deja de negarlo, ¡estás enamorada! ¡tú! ¡la que dijo que jamás caería en esas "boberías"! -fastidió burlonamente.

-Eso enseña que jamás debes escupir al cielo. Te puede caer en el ojo -acotó Theodore.

-Por última vez... ¡No estoy enamorada!

-Felicitaciones -soltó una voz que hasta entonces no había opinado.

Todos quedaron de piedra. Draco Malfoy había dicho "¿Felicitaciones?"

-¿Qué dijiste? -preguntó la pelinegra sorprendida.

-Que te felicito -repitió como si nada-. En estos momentos no sabes cuanto te envidio -agregó antes de entrar a su habitación y encerrarse en ella.

No quiso pelear nuevamente para colocarse el pijama, así que se acostó completamente vestido, derrotado, pues según él, no era capaz de tener esa clase de sentimientos, no lo habían criado así y por ende, se quedaría obeso para siempre. Así que se entregó a los brazos de Morfeo con esa idea, sin sospechar lo que el destino le tenía preparado.

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