Esperé a que vinieras todo el día
Estoy de rodillas
Cuando el timbre suena, sentado frente la puerta
Voy a moverme para saludarte
Todos sabían que no era bueno contigo
A partir de hoy seré el buen chico
Nunca miraré a nadie más
Esperé a que vinieras todo el día
No hay nada que pueda hacer sin ti
Soy un idiota
Si me quedo sin ti no aguantaré ni 30 segundos
No estoy bien
Me mato de hambre a mí mismo sin ti
No me dejes solo
No me abandones
Como a tu pequeño cachorro, domestícame
Déjame dormir en tus brazos, sobre tu cama
Vigílame las 24 horas del día
¿Dónde has estado? ¿Qué hora es?
¿No piensas en qué estaré haciendo?
Tengo sueño, quédate conmigo
Debes quedarte aquí toda la noche
Me levanto primero y después te despierto
Doy vueltas a tu alrededor todo el día
Si quieres, seré bueno
No me dejes solo
No me abandones
Como a tu pequeño cachorro, domestícame
Déjame dormir en tus brazos, sobre tu cama
Vigílame las 24 horas del día
No me dejes solo
No me abandones
Como a tu pequeño cachorro, domestícame
Déjame dormir en tus brazos, sobre tu cama
Vigílame las 24 horas del día
¿Dónde vas de nuevo de noche?
Estoy muy solo
Llévame
Tengo miedo
10cm - pet
Fueron días buenos, hicimos un montón de cosas juntos y nunca, me sentí mejor.
La carga que sostenía al fin se había liberado, me dejaba respirar sin dolor, me permitía ver todo aquello de lo que me había privado desde que le perdí.
Sin embargo, todas las cosas buenas deben terminar tarde o temprano y siendo honesto, sentí que acabó demasiado pronto.
Chanyeol no hizo nada malo, pero debía volver a mi realidad, donde vivía aún con mi madre, pero también a quien pronto tendría que dejar vivir con su futuro esposo.
—Debes ir a la boda de mi madre con Insung. —le hice prometer y asintió con la cabeza.
—Apuesto a que Baekhyun y tú llorarán, no puedo perderme eso. —bromeó acercando sus labios a mi mejilla. Susurrando el final de la frase. —No quiero que te vayas. —descendió hasta mi boca y entre roces continuó hablando en susurros —Quédate más.
Sabía que besarme así era un golpe bajo, sabía lo mucho que me gustaba, sabía aún las formas en las que mi cuerpo reaccionaba.
Sólo él era capaz de conocer todas y cada una de mis debilidades.
—Tengo que trabajar... —contesté con muchísima dificultad y al decir 'mucha', me refiero a demasiada.
Demasiada.
—¿Sabes lo mucho que me gusta besarte así? —preguntó y negué con la cabeza —casi olvidaba lo erótico que puedes llegar a ser. —sus besos aumentaron de velocidad, lejos de ser inocentes —Me gustas tanto... —murmuró en voz baja y comencé a perder la cabeza.
—Sí sabes que no lo haremos ¿Verdad? —pregunté con diversión. Asintió y mordió ligeramente mi labio en protesta.
—Lo sé, sólo, sigue besándome así... —dijo y mi mente se nubló entera.
Llevaba tanto tiempo sin tocarle así, sin sentirme así, sin sentir de ese modo.
Todo tan distinto, intensificado, tan... vivo.
Estaba dejándome llevar, quería dejarme llevar, pero no estaba seguro de que eso fuera lo correcto.
Así que obedecí y le besé, me subí en él y continué besándolo mientras se aferraba a mi cintura, a mis muslos, a mi espalda y yo comencé a acariciar su cabello con anhelo.
No podíamos llegar lo suficientemente lejos, porque en la habitación continúa estaban los chicos y no queríamos molestias, tal vez si estuviéramos cien por ciento solos, entonces lo haría con él sin pensarlo dos veces.
Gritando mi cuerpo sobre el suyo, lento, despacio entre cada beso.
Podía sentir los latidos de mi corazón en mi oído, estaba seguro de que él se sentía de la misma manera.
Quería llegar más lejos, pero no era capaz.
Tuvimos que alejarnos, sin aliento, para después de coger aire, volver a besarnos de la misma manera, sintiendo como lentamente la pasión se desvanecía y otro sentimiento, menos carnal, le daba ritmo a nuestros labios.
—Realmente no quiero que te vayas. —dijo besándome de forma pausada y sin apartar los ojos de mí. —No quiero estar sin ti.
—Eres un sentimental—sonreí y pegué mi frente a la suya —tampoco quiero estar sin ti.
—Desearía que no tuvieras obligaciones de adulto. Podríamos quedarnos más días en la cama, como antes.
—Ah... realmente echo de menos esos días sin trabajo. —reí, separándome de su rostro.
Me senté en su regazo y se incorporó, acomodando su espalda en el respaldo de la cama.
Una mano en mi cintura, otra en mi barbilla.
—No quiero que te vayas. —susurró de nuevo, obligándome a mirarlo directamente a los ojos.
Me sentí tan diminuto reflejado en ellos.
Tan radiante en ellos.
Fui quien inició un beso a continuación y me abracé a su cabello, desordenándolo, haciéndolo lucir más como el joven Chanyeol de antes y no aquel finamente peinado.
'Tampoco quiero dejarte.' —quise decirle —'Desearía quedarme contigo toda la vida'
Sin embargo, eso no ocurrió.
Callé, me quedé en silencio después de un breve beso y recosté mi cabeza en su pecho, que, latía como loco.
—¿Deberíamos darnos un baño como en ese tiempo? —propuso y asentí.
Sabía que en la mañana tenía que ir al aeropuerto, levantarme temprano y decirle adiós.
Adiós una vez más.
Eso me mataba de angustia, no sabía si era capaz de hacerlo una vez más y no deseaba averiguarlo.
Así que, luego de un baño caliente, con la bañera llena, platicamos ahí casi por una hora.
Se sentó sobre el suelo, con las piernas cruzadas mientras que yo estaba en el pie de la cama secando su cabello.
—¿Vas a extrañarme? —preguntó y detuve el movimiento de mis manos para acercarme a su nuca.
Desnuda y goteando, aun sentía el cálido vapor saliendo de su piel.
—Ni un poco —besé lento y se retorció.
—Oye, no hagas eso, me prende y ya de por sí...
—Sh... —dije y seguí besando su piel desnuda.
Inclinó su cabeza hacia un lado y continué besando, sentía como su respiración se tornaba acelerada, su pulso era notable bajo mis labios.
—No podré contenerme si sigues así... —expresó con un cambio en su voz.
Uno que conocía bien.
—Tal vez no quiero que te contengas. —dejé escapar de mis labios.
Sonreí sobre su piel erizada, puedo apostar, aun sin haber mirado, que él también lo hizo.
—Te amo, Soo.
—Eso... —me avergoncé al ser tomado tan de sorpresa.
Era un golpe bajo.
—Te amo, Dyo.
Ese era un golpe aun peor.
Dejé de besarlo y acomodé mi barbilla en su hombro.
—También te amo, Yeollie.
...
Una de las fundadoras de la comunidad conservadora, su identidad se ha mantenido bajo la mesa durante más de treinta años.
Y yo le entrevistaría, ¿realmente era un honor?
No lo sé.
Ansioso, comencé a escribir las posibles preguntas que debería realizarle, sabía que todas mis anotaciones serían revisadas por su gente y me asustaba no llenar el perfil.
No había hablado con nadie sobre el tema, deseaba sorprenderlos con mi nombre escrito al final de una página de la revista, realizado por: Do Kyungsoo.
Chanyeol me mensajeaba cada día, al levantarme de la cama tenía su mensaje de buenos días, a veces era una nota de voz, a veces por las noches platicábamos por Skype sobre nuestro día.
—Una proveedora de la empresa, quería que su producto fuera aceptado y creía que no me daría cuenta de que tenía muchas irregularidades, se quejó y mandó llamar a la abuela, fue un desastre.
—¿Y qué ocurrió?
—La abuela la despidió. Estaba demasiado enfadada por habernos hecho perder el tiempo.
Estoy cansado ¿sabes? Todos piensan que por ser el más joven de los Park, soy un idiota que no sabe hacer nada y pueden engañarme fácilmente.
—Son unos estúpidos Yeol, menosprecian tu trabajo y es bueno que tu familia sepa lo capaz que eres.
—Me hicieron perder todo el día.
—Pero ya estás en casa. —traté de hacerlo sentir mejor.
—Desafortunadamente no en la tuya. —mencionó haciendo un puchero.
Luego de eso me levanté de la cama y con la computadora en las manos bajé hasta la cocina por un café.
—Hasta que tengas vacaciones.
—Supongo, por cierto, ahora que veo, tu casa sigue igual.
—Mi habitación también.
—¿De verdad?
—Aún están tus calcetines apestosos en el mismo rincón.
—¡KYUNGSOO! —lo escuché rezongar desde lejos y cogiendo la computadora una vez más, para sentarme con mi taza de café en la sala.
Suspiré.
—También te extraño. —dije y sonrió.
—No he dicho que te extrañe.
Puse mala cara al escucharlo y de inmediato negó con la cabeza.
—Es broma, muero sin ti Dyo-yah. Siento que muero.
—Eres un exagerado.
—Sólo digo lo que siento. —se encogió de hombros—muero por verte —estaba a punto de hacer una broma acerca de eso y me interrumpió —en persona. —me señaló con el dedo a sabiendas de mis intenciones.
Sonriendo dije—también yo quiero verte.
...
Tres meses pasaron desde que nos habíamos visto por última vez en mi cumpleaños. Era una rutina hablar todo nuestro tiempo libre posible, era como haber vuelto, desde lejos.
Sin embargo, hasta el momento no lo habíamos hecho totalmente oficial.
—Debes verte condenadamente guapo en la boda de tu madre Soo...
—¿Qué acaso no ya lo soy? —fanfarroneé.
Comenzó a reír a carcajadas —jamás creí que dijeras algo así —no podía evitar reír más fuerte.
—En un mes ¿cierto? dime que no tienes ningún compromiso.
—Ninguno, sólo el de verte.
—Qué cursi.
—Sólo contigo. —guiño un ojo y puse los ojos en blanco —pero amor mío, debo marcharme justo ahora, debo terminar el trabajo.
—Tus pretextos.
—Sabes que si por mí fuera estaría pidiéndote desnudos.
—Eres un cerdo, Park. —expresé —Aunque también estoy ocupado...
—Engañándome.
—Uy, sí, con una rusa caliente que me manda spam por correo electrónico.
—Trabaja, cielo, trabaja, ¿te hablo en la noche?
—Cuando quieras, Yeol.
—No te enojes. —expresó de forma infantil, con un mohín en los labios.
—No me enojo, tú ve tranquilo.
—¿seguro?
—Tan seguro como...
—¿qué?
—Ay, no sé, deja pienso en algo muy seguro...
Colgamos, y cerca de dos horas más tarde seguí comencé por acomodar mis cosas dentro de la bolsa y me la colgué en el hombro.
—Suerte, Do. —dijo mi jefa de edición y acepté su exagerada bendición —David, cuida de nuestro Do.
Era una tarde nublada, subí al coche y lancé todo al asiento trasero aguardando a que David llegara con un par de cosas.
—Estoy conduciendo, Yeol... ¿puedo hablarte más tarde? Tengo trabajo.
—Tsk... sólo quiero estar seguro de que no estás enojado.
—No lo estoy, lo digo en serio, no miento, pero en éste momento voy saliendo a un trabajo.
—En la noche, no vayas a tener pretextos Do, te quiero en tu casa a las 10 PM en punto.
—Sí, mamá. Sí.
—Te amo Soo.
—También te amo. Ahora créeme, estoy muy ocupado y no puedo llegar tarde.
—Dijiste la frase mágica, así que te creo, conduce con cuidado y suerte en sea lo que sea que vayas a hacer.
—Gracias, adiós. —colgué sin perder más el tiempo.
David subió y nos dirigimos directo a la dirección anotada en un papel arrugado, que coloqué sobre el tablero del auto.
Gracias al cielo, llegamos diez minutos antes de lo esperado, mencioné mi nombre en la recepción y me dejaron entrar luego de habernosregistrado.
Portando un gafete de visitante, tomamos el ascensor.
Mis dedos sudaban frío, debía calmarme un poco, esto iba a salir bien.
Limpié el sudor en la tela de mis pantalones y me ajusté la camisa, me miré reflejado en las paredes de espejos y la puerta se abrió luego de una campana.
—Tranquilo Soo...—dijo en voz baja, pero también lucía nervioso.
Llegué, conducido por una joven alta y delgada, con el cabello estirado en una coleta, perfecta, impecable.
Sus tacones resonaban sobre el piso y no levanté la mirada para ver a nadie más, sólo observé por el gran ventanal de cristal que daba una vista impresionante de la ciudad.
—El señor Do y el señor Lee, de la editorial han llegado. —avisó mi llegada y me permitió pasar con una reverencia.
Una mujer mayor, de apariencia dulce me sonrió y sentí una extraña familiaridad al verle.
—Tomen asiento, adelante, adelante. —dijo señalando una silla frente a su enorme escritorio.
Respiré profundo, escuché la puerta cerrarse a mis espaldas e hice lo que pidió.
—Buenas tardes, señora...
—Park, soy Park Jusil. —me extendió una mano y la estreché suavemente.
—Do Kyungsoo, seré el encargado de su entrevista.
—Mucho gusto, hijo. Comencemos con las preguntas entonces.
—Disculpe... pero antes de comenzar ¿podría preguntarle si usted es fam...? —David me miró con el ceño fruncido cuando...
Toc, toc.
Llamaron a la puerta.
—Disculpe la interrupción. —la puerta se abrió — el joven Park está aquí con el papeleo que pidió...
—Dile que pase rápido. —le avisó —Y perdona, será muy, muy rápido. —se disculpó.
Mi cuerpo estaba tenso cuando comencé a escuchar pasos acercándose.
No me di la vuelta, pero vi dos piernas largas cruzar la oficina, hasta el lado de la mujer.
—¿Kyungsoo-ah? —escuché su voz y no pude evitar levantar la mirada casi riendo.
—Hola Yeol...