Sombras Unidas #2 (COMPLETA)

By karlee_dawa

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Después de tanto sufrimiento, Alma consigue regresar a casa. Aunque crea que todo lo malo ha pasado y podrá t... More

Nota previa
1. Ser o no ser, esa es la cuestión.
2. La decisión
3. La llegada
4. Flavio
5. ¿Qué tienen las clases de teatro?
6. La cena
7. Marco
8. El calor del hogar
9. El pasado
10. El cuarto de juegos con sorpresa
11. La última pregunta
12. El peligro de la ola
13. El regreso
14. La cita
15. Gatos que nadan
16. La charla
17. El concierto
18. El baile
19. ¿Quién eres?
20. Cabos sueltos
21. La sorpresa nocturna
22. La peor de las pesadillas
23. La llamada inesperada
24. La pesadilla continuaba
25. Mala hierba nunca muere
26. Resultados
27. Pasados que duelen
28. ¿¡Eras tú!?
29. Dualidad
30. Siempre mía
31. Reencuentros
32. Ahora o nunca
33. Crush
Epílogo
Agradecimientos
Atary

Prólogo

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By karlee_dawa

¿Sabes ese preciso momento en el que te das cuenta de que hagas lo que hagas no vas a poder olvidarte de esa persona? Eso mismo me estaba sucediendo a mí. El tiempo que había estado secuestrada con el resto de chicas no lo había pensado, pues el odio se había apoderado de mi cuerpo y la decepción en mi corazón, no dejándome pensar con claridad otras opciones posibles.

Tenía miedo, sí, esa era la gran verdad. Tenía tan metido en la cabeza que Daniel me iba a usar e iba a defraudarme de nuevo, que a la mínima que había hecho algo mal, como desaparecer sin decirme nada, me había aferrado como a un clavo ardiendo a que yo tenía razón, aunque realmente no había sido así, me quería.

Me quería... esas palabras resonaban en mi mente de forma extraña, parecía un sueño. Mis mejillas se sonrojaron solo de pensarlo, con todo lo que le había odiado... y lo mucho que había deseado que cambiara, era una locura.

Era extraño, por más que había intentado olvidarle e intentar pasar página no lo había conseguido. Sí, aunque había querido realmente a Sergio y siempre le había sido fiel, no quitaba que a veces no pudiera evitar pensar "¿Qué estará haciendo Daniel? ¿Estará bien?" Aunque había crecido por fuera, por dentro seguía siendo esa chica de quince años que se había pillado hasta las trancas por él, por esa sonrisa que me hacía olvidarme de todo por completo.

Y todo lo vivido con él...había sido una locura, nunca hubiera imaginado que iba a acabar metida hasta el fondo en su vida, conociendo a sus amigos, su familia...bueno, dejémoslo en a su hermana, el tema de sus padres aún estaba por resolver. Y Cristofer... cómo echaba de menos a ese chico y a sus bromas, desde que había salido del lugar donde estaba secuestrada no le había vuelto a ver, y eso que le había visto algo borroso, no estaba segura de si eso contaba como verle.

Habían pasado varias semanas desde que salí de aquel lugar, Luna y Zeus se habían encargado de que pudiera descansar en condiciones y repararme completamente, aunque ahora vivían con el miedo de que me sucediera algo de nuevo, y Álex había pasado de ser mi hermano mayor a convertirse en algo parecido a un niñero, le mandaban que me acompañara a todos lados y él lo hacía, temeroso por si volvía a perderme otra vez.

Le echaba de menos... el estar sin Daniel en Asturias con tanto tiempo para pensar no me ayudaba para nada, me había hecho darme cuenta de lo grandes que eran mis sentimientos hacia él. De nuevo esa pregunta surgía en mi mente, haciendo que mi cuerpo se tensara por la preocupación, ¿qué estaría haciendo? ¿Estará bien? ¿Saldrá pronto? Tenía ganas de verle pero no sabía cómo contactar con él, no tenía su móvil ni el de Cristofer, al tener que comprar uno nuevo había perdido todos los contactos, a saber qué había hecho Daniel con el mío...

Suspiré, había llamado a Sergio hacía unas semanas y hoy había llegado el momento de hablar con él, lo veía necesario pues no quería darle esperanzas, quería empezar de cero, sin él como pareja, aunque... creo que desde que Daniel volvió a entrar en mi vida, él ya me había sustituido por Melissa.

Me senté en una silla de la cafetería, revolviéndome incómoda, se me hacía extraño volver a verle después de tanto tiempo, verle sabiendo las veces que me había sido infiel. Le seguí con la mirada hasta que se paró enfrente a mí, parecía muy contento.

—¡Mi amor! Cómo te había echado de menos, llegué a pensarme que te habían asesinado.

Le fulminé con la mirada, no entendía cómo podía ser tan hipócrita y pensar que yo no me había enterado de cómo estaban las cosas.

—Sergio —traté de esbozar una sonrisa—. Ya ves que no, sigo viva.

—¿Por qué me llamas Sergio? —preguntó extrañado.

—Es tu nombre —me encogí de hombros.

—Ya pero...soy tu novio.

Suspiré, ya había perdido completamente la paciencia y no me apetecía seguir escuchando esa palabra de su boca.

—Mira... creo que hace mucho que hemos dejado de ser pareja.

—¿Ya no... me quieres?

—Ninguno de los dos nos queremos y lo sabes perfectamente —dije con voz seca.

—Yo si te quiero, princesa. Supongo que será el shock de estar secuestrada, te habrá afectado a la mente o algo así —contestó mientras intentaba cogerme de la mano—. Seré paciente, sé que tarde o temprano volverás a quererme.

—Sergio, no tiene nada que ver con el secuestro, aunque... ya que lo mencionas, ni siquiera te dignaste a ver cómo estaba —hice una pausa y añadí—. Es más, Álex me dijo que apenas te interesaste en buscarme o querer encontrarme.

Para mi sorpresa, Sergio comenzó a reírse. Me eché hacia atrás en la silla y crucé los brazos enfadada, no había dicho ningún chiste.

—Así que es eso, estás enfadada por no verte. Estaba ocupado, princesa —suspiró—. Y Álex es un jodido mentiroso, nunca le ha gustado que empezaras a salir conmigo, seguro que está celoso y quiere ponerte en mi contra.

—No entiendes nada... pero sinceramente me da igual. Ni se te ocurra meterte con mi hermano, Sergio, te lo advierto —respondí levantándome de la silla—. Haz tu vida y yo haré la mía.

—No me puedes hacer eso, princesa. No soy nada sin ti, lo sabes. Tú eres mía.

Mi cuerpo se tensó al escuchar esas palabras, a Sergio se le estaba escapando la situación de sus manos. Decidí que era el momento de irme, aunque Álex no se encontraba muy lejos esperándome sabía que era mejor cortar por lo sano e irse en cuanto antes.

—Yo soy mía, de nadie más —me di la vuelta, dándole la espalda—. Adiós, Sergio.

—Solo te daré una oportunidad, Alma. Una oportunidad... sino te arrepentirás.

Sus últimas palabras amenazantes sonaron en un susurro lejano, estaba lejos de él pero había alcanzado a escucharle. Cómo había cambiado, ni siquiera me había percatado de su tono desesperado, sus palabras ya me habían alarmado demasiado. Al llegar hasta Álex le abracé.

—Ey, ¿qué ha pasado, Almi? —preguntó atrapando mi rostro entre sus manos.

—Es Sergio... creo que se ha vuelto completamente loco.

—Bueno... —titubeó—. Desde que desapareciste me ha dado malas vibraciones, ya sabes... estar con esa chica creo que le ha cambiado.

—Me dijo que solo me dará una oportunidad, que si no me arrepentiré. ¿Qué habrá querido decirme con eso?

—Cómo te haga algo... —su rostro se tensó enfadado—. Te juro que será lo último que haga.

—Lo sé —respondí dándole un beso en la mejilla—. No merece la pena, hermanito.

—Ya, mejor sigamos con nuestra vida, ya se le pasará, seguramente solo sea un arrebato de niño caprichoso.

—Por cierto —dije después de avanzar unos pasos de vuelta a casa—. ¿Y el grupo?

—Se disolvió. Yo no estaba para nada cuando desapareciste y... ya te dije, Sergio ha cambiado mucho.

—Lo siento...—contesté avergonzada—. Por todo lo que te he hecho pasar.

—Lo importante es que volvemos a ser la fusión doble A, como siempre —sonrió mientras me atraía hacia él, revolviéndome el pelo.

—Eso siempre.

Seguimos avanzando en silencio, yo sumida por mis pensamientos y Álex seguramente pensando en Sara, llevaba semanas sin verla y seguro que se le estaba haciendo duro. El pensar en Sara me hizo pensar en Barcelona y eso... me hizo pensar en Daniel.

—Álex... —suspiré—. Le echo de menos...

—Lo sé, Almi. Lo sé —susurró melancólico—. Pero no sabemos cuándo saldrá, no sabemos por qué delitos le habrán culpado ¿y si tarda años en salir?

Me quedé mirándole en silencio, no sabía que responderle. Esa pregunta de Álex me hacía cuestionarme todo, ¿sería capaz de esperarle durante años? ¿Querría intentarlo otra vez? Eran tantas las dudas que surgían en mi cabeza que no sabía que responder, necesitaba tanto su cariño...

Los ojos marrones de Álex atraparon los míos por un instante, centrando mi atención.

—Mira, Almi. Lo que tienes que hacer es disfrutar y no pensar en eso, no te hará ningún bien. Mantén la mente ocupada, haz algo que te guste y todo llegará y se verá.

—Tal vez tengas razón.

—Siempre la tengo —contestó esbozando una sonrisa de oreja a oreja.

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