—Ah, que bien se sintió ¿no quieres darme otra más, rizos? —bufó en tono de broma —¿Qué no sabes que me perteneces? O ¿Quieres que te lo demuestre? —amenazó acercándose a mí.
Esa fue la primera vez que temía por mi vida, y ese solo fue el comienzo de mi primer amor del que sigo siendo “rechazada”.