Una noche decidí entrar a la habitación de Lyra, estaba mirándo las estrellas como si fuera una niña pequeña, la abracé y me puse a mirar las estrellas junto a ella.
-Me encantaría ser una de ellas, una constelación, siempre están presentes, incluso cuando la oscuridad amenaza.- confesó
-Puede ser, algún dia, pero que sepas, que ninguna de ellas te llega a la suela de los zapatos.- contesté
Se acabó durmiendo en mis brazos y volví al Olimpo, donde me encontré a Zeus furioso, me dijo que nuestra relación no podía ir más allá, que hoy habíamos pasado nuestro último suspiro junto y que quizás, a mí no me podía quitar la vida. Pero a ella sí.