Andy, Andy... ¿Estás aquí? [A...

Por Lynpiola

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-Andy, Andy ¿Estás aquí? «Sí» -Andy, Andy ¿Eres un espíritu bueno? «No» -Andy, Andy ¿Me puedo ir? «No» «Es s... Más

Sinopsis
Capítulo 1: La Invocación
Capítulo 2: ¿Quién Eres?
Capítulo 3: No Mires Detrás de Ti
Capítulo 4: ¡Aléjate!
Capítulo 5: Nuestro Contrato
Capítulo 6: Hora de Jugar
Capítulo 7: Habitación de los Gritos
Capítulo 8: Entre Lápidas y Lápidas
Nota de la escritora
Capítulo 9: Todo Estará Bien
Capítulo 10: Memorias de un Pasado por Olvidar
Capítulo 11: Recuerdos en Pesadillas
Capítulo 12: Revelaciones
Capítulo 13: Sustancias y Sobredosis Pecadoras
Capítulo 14: Rompecabezas
Capítulo 15: Piezas Perdidas
Capítulo 16: ¿Pinky Promise?
Capítulo 17: Recuperar Recuerdos
Capítulo 18: Susurros del Pasado
Capítulo 19: Amigos Imaginarios
Capítulo 20: Significados
Capítulo 21: Respuestas
Capítulo 22: Pequeño Gran Regalo
Nota de la Escritora
Capítulo 23: Alma Perfecta Parte 1
Capítulo 24: Pacto con Lucifer Parte 2
Capítulo 25: Pacto Final Parte 3
Capítulo 26: Manos Manchadas Parte 4
Capítulo 28: Sábanas Blancas
Capítulo 29: Cigarro después del Sexo
Capítulo 30: Una Realidad Complicada
Capítulo 31: Lindas Sorpresas
Capítulo 32: Bienvenida y... ¿Compromiso?
Capítulo 33: Cosquilleo en el Estómago
Capítulo 34: Confesiones Parte 1
Capítulo 35: Confesiones Parte 2
Capítulo 36: Preparativos y... ¿Decisiones?
Capítulo 37: El Saber que Sacude al Mundo
Capítulo 38: Roedor
Capitulo 39: Corazón hecho Mierda
Capítulo 40: Toda Obsesión Termina Mal
Capítulo 41: Las Argollas que nos Unen
Capítulo 42: Actividad Matrimonial
Capítulo 43: Evolución
Capítulo 44: Hasta la Eternidad
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 27: Quemaduras

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Por Lynpiola

Después de la muerte, todo es mejor.


    El sol está en lo alto, el mar choca con las rocas de forma que parece lluvia al caer, el cálido viento juega con su negro cabello, mientras permanece su mirada en ella que lleva un hermoso vestido negro y sostiene entre sus manos una cámara. Las veces que ve algo atrayente a su vista, de inmediato aprieta el botón para que las fotografías se guarden automáticamente. 

    Andy, admirado de la belleza que sus ojos pueden presenciar, se apoya en la baranda de la terraza frente a la playa en donde _____ caminaba a descalzas por la arena.

    El lugar es silencioso, tranquilo y pacífico, sólo se escucha el cantar de los pájaros junto con los choques de las olas. En aquel momento tenían todo lo que deseaban tener y que en el pasado no tuvieron oportunidad. Aunque... lamentablemente, solo disfrutó de esto Andy: todo aquel maravilloso momento es un sueño provocado por él mismo.

    Nada es real.

    Cuando se da cuenta de aquello, es por ver las barandas de hierro oxidarse y desmoronarse, como si los siglos hubieran pasado en solo segundos; dirige su mirada desesperada a _____, quedando atónito al ver que el cuerpo de ella es despellejado por cuatro lobos azabaches, arriba de ellos, aves carroñeras vuelan esperando el momento perfecto para disfrutar de las sobras que los lobos dejarían. 

    Alarmado, está deseoso de ir a socorrerla, mas su cuerpo le impide acatar, quedándose quieto en aquella terraza, viendo horrorizado aquella escena. Solo logra cerrar sus ojos con fuerza, escuchando los gritos suplicantes de _____ y sintiendo sus lágrimas caer a mares por sus mejillas. A continuación, aquellos alaridos de auxilio que desgarran la úvula de _____, se mezclan con el llanto de una mujer mayor, reconocida para él.

    Al abrirlos, se ve frente a un espejo de cuerpo entero. Es un niño pequeño de tan solo 6 años: ojos cansados, grandes ojeras, el cabello despeinado, labios agrietados y algo pálidos, con una piel cadavérica a la que la adorna unas cuantas cicatrices. No se ve para nada bien, se encuentra «hecho mierda», aunque dentro de él, está a la perfección, no es para nada parecido a su apariencia.

    Él es el único que, en esa casa, está de ánimos, alegre por no escuchar el llanto de un ser más chiquito. Por segunda vez había dormido a la perfección sin ser interrumpido por los chillidos mimados que lo despertaba casi todas las noches y causante de las ennegrecidas ojeras.

    Mientras Andy se arregla su corbata frente al espejo, escucha el llanto lastimoso en la otra habitación, llamándole la atención para dirigirse hacia ella. Se detiene frente a la puerta entreabierta de sus padres, se asoma escuchando los lamentos femeninos.

— ¿Por qué, Chris? Dime, ¿por qué nos sucede esto a nosotros?

    Entre sollozos, Amy susurra secándose las lágrimas con un pañuelo. A un lado de ella está sentado el nombrado, que la rodea con sus brazos consolándola, aguantando el nudo en su garganta y las evidentes ganas de llorar.

—No entiendo cómo ha terminado de esta manera... ¿Por qué Andy hizo... eso? ¡No entiendo! ¿¡Por-Por qué!?

—No lo sé, mi amor. Pe-Pero... hay que superarlo. Hay que hacer-...

— ¿Superarlo? —Se separa de él— ¿De verdad dices eso? —Espantada, se levanta con lentitud de la cama— ¿¡De verdad dices que hay que superarlo!? ¿¡Cómo superaré la muerte de mi pequeña bebé!? ¡Dime Chris! ¿¡Cómo superaré que mi propio hijo...

    Se estanca por un momento, como si las palabras se hubieran acabado o buscara las mejores para que no sean tan fuertes. Está consciente de que, lo que iba a decir, serán el causante de su ahogamiento y la desolación que la agobia, aunque su mente le dijera que no lo diga, lo hizo de todas maneras.

— ¿¡Mató a su propia hermana!?

    Y ahí, el recuerdo en Andy aparece, el causante de su pacífico descanso por dos noches y de su sonrisa alegre.

    Todos en la casa están ocupados haciendo sus quehaceres: Amy arregla sus flores en su jardín, pretendiendo que queden más bellas de lo que son, sacando las malas hierbas, hojas y ramas secas. Chris desempolva los estantes repletos de libros de su oficina para organizarlos por orden alfabético y géneros literarios. Y Andy está en la cocina, hirviendo una olla llena de agua para hacer spaghetti.

    A un lado de Amy se encuentra aquel pequeño ser, de tan solo 7 meses, en la saltarina para bebés: se distrae con los juguetes colgados arriba de ella y hace sonar los animales en la pequeña mesita de plástico, permitiendo a la madre darle su atención al jardín. Sin embargo, solo dura un momento cuando la bebé hace invocar algo dentro de su pañal.

—Uff pero que fétido. —Comenta Amy dirigiendo su mirada a la bebé que comienza a llorar por la molestia que siente—Es mejor que te cambie de pañal mi pequeña Erika.

    Se levanta del césped, sacándose los guantes para tomarla en brazos y adentrarse a la casa. Justo al estar por subir las escaleras a la segunda planta, el sonido del teléfono la interrumpe, dándole aviso de una llamada para acercarse con rapidez y responder. Reconoce la voz proveniente de la otra línea: es un asistente de su trabajo, comunicando noticias sumamente importantes. Rápidamente llama a Andy para ordenarle que lleve a su hermanita al baño para limpiarle lo sucio y cambiarla de pañal, a lo que él la toma apenas en brazos, al solo tener 8 años de edad no tiene tanta fuerza para tomar a una cría, aunque la bebé tiene apenas 6 meses y puede tener algo de ventaja al ser algo pequeña y delgadita.

    La bebé llora con intensidad en los brazos de Andy, provocando que su paciencia se agote. En vez de dirigirse hacia arriba según lo mandado por su madre, se dirige a la cocina por la sencilla razón que, si subía las escaleras con ella en brazos, se tropezaría como la última vez que intentó llevarla a la habitación y conseguiría el reproche de sus padres y el desesperante llanto de ella nuevamente. Así que, para evitar ese problema, se adentra en la cocina para posicionarla dentro del lavavajillas y sacarle su vestimenta. 

—Ya cállate Erika. ¿Por qué lloras por todo? Te estás manchada con tu propia popó, solo te deben limpiar y listo.    

    Se queja Andy, mientras lucha para poder sacarle la ropa. Sus cejas se fruncen y su mandíbula se tensa al ver que su hermana no deja de removerse y llorar, sumando que la tolerancia que queda en él se agote.

—Erika, me estás colmando la paciencia.

    El olor a excremento entrar por sus fosas nasales fue la gota que rebalsó el vaso

— ¡Tonta hermana, basta!

    La sacude como si fuera un peluche, consiguiendo el susto y desesperación de la bebé; los enfurecidos ojos azulados de él se dirigen rápidamente a su alrededor, buscando alguna manera para que se calle. Estos aterrizan en las burbujas explotando y el vapor emanando de la olla, indicando que el agua está lista para colocar la pasta, pero esta vez, no sería aquello lo que caería ahí dentro.

—Está listo tu baño hermanita.

    Una sonrisa siniestra se forma en los labios rosáceos de él mientras se acerca a la olla y la adentra con rapidez, siendo seguido de colocar la tapa en su lugar.

—Disfrútalo.

     Con la misma rapidez con la que se quemaba la delicada piel de un pequeño ser, es la misma con la que él sale de la casa. Con los puños cerrados, ojos ardiendo, y latidos a mil por segundo, corre con prisa adentrándose al bosque y escuchando, cada vez menos, el grito desesperado de cierta madre atemorizada.

    Se detiene de correr con la respiración agitada y el pecho quemando, arrodillándose encima de las hojas secas que ya comienzan a caer de los árboles.

—Pe-Perdón. —Susurra en un hilo de voz, sus ojos se cristalizan—No quise... Perdón.... Perdón. Perdón. Perdón. Perdón... 

    Solo dos días pasaron para que las campanas sonaran en aquella iglesia, con un pequeño cuerpo responsando en el ataúd. La piel tan blanca como la nieve, tan pura y delicada, ahora es remplazada por un color enrojecido con quemaduras profundas. Una rosa reposa en el pequeño pecho, acompañando al hermoso vestido con vuelos y zapatitos blancos. Sus labios arrugados, tan cerrados e inmutables, ya jamás emitirían risas. Sus ojos, que eran la copia de su padre, estarían cerrados perpetuamente con la cruel llave de la muerte que Andy le había dado y se estaría arrepintiendo más adelante, y que ella no hubiera deseado jamás.

    Una madre melancólica, un padre culpable y un hijo alegre. La misma alegría que él sentía al clavar alfileres a sus compañeros de clases.

    Ahora, ¿Cómo termina? ¿Eran una feliz o triste familia?

    Los recuerdos no se detienen, pasando con rapidez, pero recalcando todo lo sucedido. Ahora Andy se daba cuenta del dolor que debió de sentir su hermana, tanto por dentro como por fuera, experimentó un profundo dolor como si fuera miles de quemaduras y mutilaciones durante una eternidad.

  (.........)

  **Narra _____**

    Escucho un pitido pausado y constante rodearme. Intento abrir los ojos con pesadez. Un olor indescriptible y muy característico entra por mi nariz, haciéndome sospechar en dónde puede ser que me encuentre; parpadeo unas cuantas veces, logrando el aclarar mi visión del lugar que me rodea y dar el acierto a mis sospechas al distinguir el único color del que suelen pintar a estos lugares.

«Blanco. » Pienso; «El hospital. »

    Sin embargo, lo que resalta de aquel único color rodeándome, son los llamativos colores que llevan puestos los dos presentes a mi lado. Ellos, al verme, se reflejan el brillo en sus ojos y la emoción desprendiendo de ellos.

— ¡Hija! Al final despiertas.

    Aprecio la calidez de la mano de mi madre encima de la mía; siento mi boca seca, provocando que intente acumular saliva para humedecerla un poco.

—Pa-dres... ¿Por qué estoy aquí?

— ¿No recuerdas lo que sucedió?

    Solo recuerdo que había dado mis últimos parpadeos sin poder ver algo de lo ocurrido por la gran mano esquelética que cubría mis ojos antes de terminar por caer en un profundo sueño. Pero ¿por qué termine aquí?

—A unas cuadras del supermercado que siempre vas, te encontró un chico... ¿Cómo se llamaba? —Su mirada se dirige a mi padre.

—Mmm... Meller, Adrián Meller.

—Sí, aquel muchacho. Así que él te encontró tirada con tus bolsas desparramadas y te trajo aquí. Los doctores revisaron tu celular para llamarnos y comunicarnos lo sucedido.

—El doctor nos dijo que fue un desmayo, aunque te encontraron con un pequeño herida en tu pierna, pero nada grave. 

— ¿Nada grave? Pero si me apuña-...—Me sorprendo al revisar mi pierna y solo encontrar un pequeño parche—Na-da...—Muevo la extremidad sintiendo absolutamente ningún dolor—Ya veo... Así que no he estado mucho tiempo aquí, ¿no?

—Solo una noche. Pero como ya despertaste y no fue nada grave, el doctor te podrá dar el alta para que vayas a casa. —Mi papá me extiende un vaso de agua en tanto hablaba; le di unos cuantos sorbos.

—Niña irresponsable, debes cuidarte más. Por suerte que ese muchacho Adrián te haya encontrado, ni quiero imaginar lo que te hubiera pasado. Que buen amigo, ¿no crees cariño?

—Sí... un gran amigo. —Contesto.

  (.........)

    Mis manos sudan, moviendo uno de mis pies con rapidez mientras recargo mi codo en la puerta con mi mejilla en la palma de la mano. Estoy sumamente nerviosa, preocupada y temerosa de no estar al corriente de cómo terminó el trato y no saber el estado de Andy.

—Vallamos a comer, ¿Qué opinas hija?

    Asiento con mi cabeza, apenas tomándole atención a mis padres que permanecen en los asientos de al frente del auto.

    Tengo un dolor de cabeza y una sed insoportables, como si hubiera tomado unas cuantas botellas de ron y ahora estuviera a secas, obviamente con la desgraciada compañía de la resaca. Pero lo triste es que no he tomado ni una gota de alcohol para sentirme de esta manera, ni mucho menos he fumado, y hablando de eso...

—Necesito un cigarro.

    Susurro para mí misma, pero es escuchado por mi madre que (sin esperarlo) saca una cajetilla junto a un encendedor y me lo extiende. Con gusto lo acepto para encender uno y devolvérselo. Mi padre enciende la radio, cambiando unas cuantas veces las estaciones que se presentan, hasta dejarla en una que dan noticias y avisos dentro de la ciudad.

Esta mañana, vecinos del antiguo «Hotel Carlton» han llamado al centro de policías, alarmados al no haber podido dormir por un intenso olor a putrefacción, agregando los innumerables y estruendosos gritos desgarradores saliendo de aquel edificio abandonado. Por lo que ellos comenzaron una revisión, encontrándose con algo demasiado asqueroso y horripilante...

    Rápidamente centro mi atención a lo que hablan, acercándome a la radio con el mismo esmero que mis padres. Mi padre sube el volumen sin dejar de prestar atención a la calle.

Al principio, les fue difícil encontrar algo dentro del lugar al ser un amplio edificio, pero con ayuda de perros entrenados, pudieron dar con el causante de aquella fetidez: en el sótano del  abandonado «Hotel Carlton» se encontraron dos cuerpos mutilados y en estado de descomposición. El primer cuerpo fue costoso de averiguar pero mediante a exámenes se a registrado que es de una mujer llamada como Juliet Nicole Simms de 31 años, con su cuerpo disecado, amarrada y apuñada dentro de un círculo marcado con pintura blanca. El segundo cuerpo, es de una recién nacida registrada como Erika Dahlia Lund de tan solo 7 semanas, con su cuerpo desfigurado y apuñalada numerosas veces. Por ahora no hay pistas de los causantes de esto, pero lo que queda claro es que, cada vez hay más personas con problemas graves en sus mentes. ¡Esto es Radio Comunica, gracias por su atención! —.

    Un profundo silencio entre nosotros se presenta, solo escuchando el comienzo de una canción lenta reproducirse en la radio; pasmados, con la boca abierta, nos miramos entre nosotros, sintiendo mi cuerpo pesado al dejar caer mi brazo sobre mi pierna sin recordar que aún tengo el cigarro encendido entre mis dedos, terminando en quemar mi pantalón.

— ¡Mierda!

    Exclamo dolida, sobándome unas cuantas veces la parte quemada. Aunque es solo una pequeña quemadura, se hizo un hoyo en la tela.

    Pero sin darme aviso, unas imagines desconocidas, que en algún pasado no había tomado en cuenta, aparecen.

  **Flash Back**

    Mi madre y yo caminamos dadas de la mano por la vereda, vamos a comprar al supermercado algo para la cena; para llegar al supermercado se tiene que pasar por afuera de uno de los cementerios de la ciudad. Al estar pasando, podemos ver cómo entra una fila de autos, incluyendo a grupos de personas bien vestidas de negro.

    Pasamos al lado de una pareja con la vestimenta del mismo color de la cual, sin querer, escuchamos una parte de su conversación, sobre todo porque iniciaron caminata detrás de nosotras.

¡Que terrible! ¿No crees, Eddy? Que aquel niño haya hecho aquello. ¿Cómo no tuvo pudor en quemar a su propia hermana?

¿Y si fue un accidente?

— No lo creo, deberían de haber tomado en cuenta que, en el momento de bañar a un bebe, tienen que verificar el agua de la ducha esté bien para esa criatura. 

    Alarmada prende un cigarro dando profundas bocanadas y dejando escapar nubes con olor a tabaco difuminándose por el aire.

Suele pasar, Lily. Puede ser que no sabía lo que estaba haciendo a su hermana. Tal vez tampoco sabía que primero se veía el calor del agua para después colocar a la bebe, y no al revés. Solo es un niño de 8 años.

No lo sé, no podría justificarlo. Todos tienen la responsabilidad, el niño como también los padres. 

De todas maneras, pobre criatura, se cocinó como un estofado de pollo.

¡Cállate, no digas eso! —Lo reprocha enojada, dándole un golpe en el hombro—No es para burlarse. 

¡Ya, perdón! Por algo pasan las cosas. Después de la muerte, todo es mejor. —El chico se encoge de hombros—Tal vez, al niño no le gustaba el rosado. —Muestra una sonrisa divertida para recibir otro golpe más de su acompañante.

    No había entendido mucho de su conversación. Claro, tenía solo 6 años y solo una frase me había abierto el apetito.

Mami, ¿podemos hacer estofado de pollo?

  **Fin Flash Back**

« ¿Por qué razón ese recuerdo tan escondido apareció precisamente en este momento? ¿Qué significa? »

— ¿Qué sucede cariño?

    Hundida en mis pensamientos y en una confusión profunda, se me ha ido de la mente el hecho de que estoy con mis padres y que estoy congelada viendo a un punto fijo como idiota.

«No, no debe de significar nada. »

— ¿Eh?... ¡Ah nada! Es que justo era mi pantalón favorito.

—Para la próxima ten más cuidado. Una quemadura es dolorosa.

  (.........)

    Son las 21:57 pm y recién acabo de llegar a mi casa después de haber comido con mis padres y no dejar de pensar sobre lo escuchado en la radio. Recalcando la falta de presencia de Andy.

    Entro a la casa, tanteando torpemente la pared buscando el interruptor; al sentirlo con la punta de mis dedos, estoy por apretarla, unos brazos rodean mi cintura, apartándome de la muralla y sintiendo un aliento cálido recorriendo por mi cuello.

—Te tengo solo para mí.

    Solo me toma unos segundos reaccionar como es debido, para luego girarme y rodearlo con mis brazos.

—Andy. —Acurruco mi cabeza en su cuello, apegando nuestros cuerpos cada vez más y sintiendo mi corazón latir desbocadamente.

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