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Ganadora de un Watty (los originales) en 2018. Es el futuro cercano, el mundo ha encontrado energías alternat... More

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Intento 68

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By sandoraescribe


Las horas de los últimos dos días parecían interminables, a pesar que Yurusalem no tenía, como siempre, ni un minuto de descanso entre los mellizos, el resto de su prole y las labores hogareñas. A eso había que agregar, el robar minutos aquí y allá para comunicarse con miembros de la JC en organizar ayuda para su hija y los demás. Ya todo estaba listo y preparado en Te-Rano: allí había unos afiliados muy capaces que contaban con un especialista quirúrgico, él podría extraer de Alexander el chip con la información vital que llevaba consigo sin ningún problema. Una vez que eso se hubiera hecho, solo era cuestión que los mantuvieran ocultos y esperar.

Todo va a salir bien, se repetía una y otra vez Yurusalem. La información cargada por Alex era la última pieza del rompecabezas, la gota que derramaría el vaso de agua y demostraría, sin lugar a dudas, los abusos criminales de las compañías. Rodarían muchas cabezas cuando esto estuviera expuesto, sería el principio del final. Llevaría algún tiempo, pero una vez iniciado el proceso, no habría quién lo detuviera. Mandi y los otros del grupo podrían regresar a sus vidas normales en el momento que todo terminara, no serían fugitivos para siempre. La amiga de Mariana Tochigi solo tendría que tener paciencia y fuerza para aguardar un período, que se traduciría en algunos meses, no más. Tenía a Naresh y a sus hijos que le darían energías para atravesar por aquello. Todo va a salir bien, se volvió a decir, disponiendo del segundo mellizo en su cama y escabulléndose lo más callada posible a su cuarto, para aprovechar las horas de descanso que tenía hasta que sus pequeños monstruos se despertaran de nuevo, reclamando su ración de líquido blanco.

Naresh la esperaba en su lecho, él se había encargado del resto de la tribu para que también se fueran a dormir. Al igual que su esposa, se sentía agotado, no solo por el trabajo en el NatuArenas, que se había incrementado por la ausencia temporal de ayudantes en la cocina del restaurante principal, sino por la preocupación constante de Mandi junto con el simular que no entendía para nada qué era lo que estaba pasando con ella. Todavía no dejaba de sorprenderlo que Ning, la Sra. Suon, haya sido su persona de contacto con Justicia Comercial por todos estos años, ¿cómo no se había dado cuenta? Ni siquiera Yurusalem sospechó nada, a pesar de ser íntimas amigas. Tenía varias preguntas para la dueña de La Familia, pero no era el momento, su prioridad era otra y se llamaba Mandolina. A pesar de no ser él su padre biológico, la sentía como si lo fuera, habiéndola visto crecer y madurar. La joven siempre fue abierta con él y lo aceptó desde un principio porque la trató, apenas conocida, con respeto y sin otorgarle privilegios especiales por su problema. Además, había todo lo que pasaron juntos con médicos y hospitales. Hasta que, al final de tanto esfuerzo, lograron vencer y ella podía llevar una vida sin el obstáculo de no poder movilizarse, en forma independiente por completo. ¿Cómo no sentirla como su hija?

Su esposa había estado intranquila por las pastillas de su chica al darse cuenta, que se llevó su mochila por equivocación. Sin embargo, recordó que también siempre cargaba un pomo con píldoras para ella, tenía certeza que serían suficientes. Mandi obtendría más una vez en Te-Rano, ya que la JC se encontraba al tanto que debían abastecerla de estas con regularidad. No obstante, había un detalle adicional que el chef notó en su cónyuge cuando se produjo el trueque de mochilas, algo que la consternó de lleno, pero con esto de la fuga-secuestro ella ya no lo mencionó, seguro había pasado a un segundo plano de importancia. En fin, cuando todo se acabara, ya podrían sentarse a discutir cada detalle, este no era el tiempo de hacerlo. Ahora era el de gozar ver entrar a su cuarto a Yurusalem, su pareja de vida. A pesar de su expresión de inquietud, Naresh sentía que verla junto a él le daba un propósito y energía fundamental.

"¿Los mellizos están descansando por fin?" preguntó.

"Sííííí," respondió ella, dejando partir una buena bocanada de aire y entrando a la cama al lado de su cónyugue. "Pero no sé cómo yo voy a hacerlo, qué suerte la de ellos que duermen como dos angelitos."

"Sí. Yo tampoco no sé cómo voy a dormir, a pesar que me siento muerto," replicó el chef con un gran bostezo. "Por lo menos cierra los ojos, Yurusalem, trata de relajarte," sugirió, mientras apagaba la luz de su cuarto.

Ella obedeció y dejó caer sus párpados de manera pesada, mas su mente seguía siendo un torbellino de ideas, su cerebro le hacía jugarretas y evocaba situaciones en las que Mandi pudiera tener algún problema. La tenía en ascuas el hecho que no se hubiera comunicado todavía, utilizando la dirección del librel limpio que les había dado Ning Suon. Por otro lado, esperaba con ansias que le hubiera llegado el mensaje que le mandaron para que se dirigiera a Te-Rano; a lo mejor el aparato de su chica había dejado de funcionar o lo había perdido o... Existían tantas posibilidades, ¿por qué no les contestaba diciendo que ya estaba en camino para allá?

Como respondiendo a su pedido lanzado al aire, la máquina de correo limpia inició a berrear. La pareja se sentó de un salto y ambos lanzaron sus brazos a la dirección del artilugio, que se encontraba encima de la mesita de noche del costado donde dormía Yurusalem. Ella, por ubicarse a menor distancia, lo alcanzó primero y, con manos temblorosas, vio que tenía una nota de un librel anónimo. Se aprestó a abrirla mientras podía sentir con claridad, la mirada ansiosa de su esposo a su costado. El escrito no utilizaba muchas palabras, sin embargo decía bastante:

Estamos vivos en camino a Te-Rano. Mandolina

Mandolina..., mi Mandi, pensó con gran alivio su madre, sin poder evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas y más de una se le escurriera por las mejillas. Naresh se movió para acurrucarla en sus brazos, pero fue interrumpido por una segunda señíal de librel, esta vez del suyo. Era el sonido de llamada directa, no de texto. Él lo tomó de su mesa de dormir y contestó:

"¿Sí?"

"Buenas noches, chef Vora, le habla el agente de la Policía Internacional que lo entrevistó en el NatuArenas. Disculpe que lo despierte a estas horas de la noche, pero es algo urgente, es sobre su hija. Mi colega y yo estamos en camino a su casa, llegaremos en cinco minutos. Tenemos que hablar con usted y su esposa."

"Los estaremos esperando," respondió Naresh y cortó la comunicación.

******

La visita de los agentes fue breve, no había motivo que se quedaran después de informarles acerca del accidente del Mario en Camfulhe. No se olvidaron apuntar el detalle, que habían suprimido los nombres de los ocupantes del Mario, cambiándolos por una persona ficticia. Esto fue hecho para evitar mayor dolor a los familiares de los fallecidos, no había ninguna ganancia para nadie hacer del dominio público tan triste acontecimiento y enlodar así la memoria de los jóvenes. A uno de los investigadores le pareció un tanto extraño, que los dos progenitores preguntaran con interés la hora exacta del desastre. Les explicaron que había ocurrido hacía dos horas; a pesar de tal hecho, no quisieron darles la noticia de la probable muerte de su hija hasta poseer certeza sobre ello. Ambos padres parecieron como que ese dato les sacaba un peso de encima, aunque no les duró por mucho porque la madre comenzó a llorar con desesperación. Los policías tomaron eso como la señal que esperaban para irse y dejarlos solos. Apenas partieron, Yurusalem y Naresh siguieron abrazados; Mandi estaba viva, ellos lo sabían, pero nadie más debía sospecharlo.

******

No importa lo que te digan, estoy bien. Guárdalo para ti como el encargo de mi mamá.

El Pollo leyó, por segunda vez, el mensaje recibido en su librel y después lo borró; no le parecía prudente tenerlo por mucho tiempo, en caso que alguien estuviese interviniendo sus comunicaciones. Tal vez era una reacción un tanto paranoica, no obstante, su experiencia le decía que mejor era ser cuidadoso en extremo, a meter la pata, y más aún bajo las circunstancias en que la Policía Internacional parecía mezclada en el asunto. ¿Qué asunto? Pues no estaba muy seguro, lo que sea que Esteban estuviese envuelto ahora, algo que todo sugería que conllevaba cierto riesgo.

La Policía Internacional lo había contactado para averiguar noticias de Isabel, al parecer sospechaban que se hallaba en peligro, cosas sobre un grupo de jóvenes criminales que la tenían secuestrada junto con el Mario que ella había alquilado. Los agentes querían saber si el científico Tochigi había recibido algún tipo de correspondencia por parte de su pareja y, al no poder ubicarlo, llamaron a su pariente más cercano, su tío Diego, para que les diera información sobre dónde podrían contactarlo. Por supuesto él les dijo la verdad: que no sabía dónde se localizaba.

¿Pero qué lío era ése? se preguntaba. De alguna manera, su instinto le susurraba que se hallaba relacionado con lo que su sobrino estaba haciendo y que lo mejor sería dar la menor cantidad de información posible. El hermano de Mariana no confiaba mucho en las autoridades policiales, después del susodicho accidente que causó la muerte de ella y su esposo. Él trató, sin que nadie supiese, que la policía investigara a fondo las causas del mismo. Muy a su pesar, esta le repuso que todo apuntaba a que era un infortunio, trágico, pero accidental. Diego nunca estuvo muy convencido de eso, siempre le quedó la mala sensación que ellos no hicieron lo suficiente. ¿Y ahora le pedían su ayuda? Ni hablar, y menos para algo que olía feo...

El mensaje que acababa de leer no tenía firma, mas no la necesitaba; sabía que venía de Esteban, incluso si no se había referido a él llamándolo con su acostumbrado Pollo. Sin lugar a dudas, alguna noticia grave le llegaría pronto, ¿qué cosa sería? No tenía la menor idea, pero el hijo de su hermana le aseguraba que se encontraba bien y eso era lo importante. También se alegraba que no le hubiera dicho dónde se localizaba, de esa manera no tendría que mentir a nadie: si le preguntaban por él, sería fácil sobre manera que le crean porque no fingiría su respuesta. En fin, ahora no había nada extra por hacer, solo esperar a que terminara todo esto. Mejor era que ya se fuera a dormir, la cena que se había preparado fue abundante e iba a ser más placentero digerirla durmiendo, acomodado en el calorcito de su cama.

******

El matrimonio Hafar de Lobla estaba pasando por la peor etapa de sus vidas. No podían creer lo que el agente de la Policía Internacional les había anunciado hacía dos noches: que Samir estaba envuelto en el escape de un criminal de una prisión de máxima seguridad, ¿qué cuento absurdo era ése? Ellos le dijeron que tal cosa era imposible, que su hijo había ido al NatuArenas para un trabajo de verano como ayudante de cocina y punto. No obstante, los otros insistían que había algo detrás, ¿cómo un estudiante del Einstein iba a hacer ese tipo de trabajo? Era algo muy sospechoso a todas luces, tenía que haber ido al renombrado centro vacacional por otro motivo que sus padres no sabían. La mamá del chico del Einstein estuvo a punto de golpear al agente cuando este insinuó que los había engañado, ¡cómo si ella fuera una tonta que no conociera a su propio retoño! Su esposo, prácticamente había botado a los detectives de su casa; él tampoco podía creer lo que le decían, debía haber un error.

Durante los días que pasaron, estuvieron esperando alguna noticia por parte de Samir. La única que recibieron fue proveniente de la Policía Internacional, aún con la versión que su hijo seguía de fugitivo como un criminal y que no podían ubicarlo, que todo aparentaba indicar que había secuestrado un Mario y que sin duda pronto lo atraparían.

"¡Tonterías, estupideces!" había dicho su padre. "¡Están locos de remate! Lo que sea que esté sucediendo debe tener una explicación lógica. Al final, esos supuestos guardianes de la ley y el orden van a tener que disculparse y besarnos los pies por su error."

A pesar de toda su convicción, de que su muchacho no había hecho nada de lo que la policía alegaba, no quitaba que los Hafars estuvieran preocupados a morir por él. Y ahora, acababan de recibir un mensaje proveniente de su chico desaparecido, del que solo habían entendido las palabras iniciales de Estoy vivo, luego los veo, porque después había una ecuación matemática que debía ser una especie de clave. La mamá de Samir buscaba, a través de la Supernet, el significado de la fórmula. Su esposo se hallaba respirando por primera vez en los últimos dos días, su hijo estaba bien. Bueno, no expresaba bien tal cual, pero estaba vivo. Porqué habría escogido esa palabra, vivo, en vez de bien, poco importaba; la mente de su muchacho trabajaba en forma muy diferente de lo usual a veces, por no decir casi siempre.

"¡Lo tengo!" exclamó la madre. "Es la ecuación que describe el radio de Schwarzschild."

"¿Y eso es...?" preguntó su marido.

"¿Recuerdas? Samir nos lo explicó, es la distancia que se necesita para mantener una órbita alrededor de un agujero negro sin ser tragado por él."

"¿Y qué tiene que ver eso? ¿Por qué nos manda tal cosa?" volvió a inquirir su cónyuge, esta vez ansioso de verdad, preguntándose si a lo mejor su hijo había perdido la cordura.

"¡Pero si está clarísimo! Ya sé, tan claro como el agua pura no está, pero piensa utilizando la lógica de Samir. Es su forma de decir que está sobreviviendo gracias a mantener una cierta distancia, la distancia actual. Y que si cambia y se acerca, sería algo fatal. Estoy casi segura que acercarse es, en este caso, aproximarse a nosotros, porque su texto estaba dirigido a nosotros, ¿no?"

"Y para él, distancia significa estar solo."

"Eso creo. Nos está pidiendo que lo dejemos solo..."

"Y eso es no contar nada a nadie que se encuentra bien o vivo, como él lo pone," concluyó el papá del joven.

Su esposa fue a buscar su abrazo, ambos sabían que iban a confiar en su hijo y hacer lo que les pedía: se acercaba un período muy difícil. Iban a necesitar apoyo mutuo, por lo que ambos permanecieron así por un buen rato.

******

El mensaje había arribado al único librel que tenían los padres de Alexander; era uno proporcionado por la Compañía para que les llegaran las órdenes de sus pedidos. De vez en cuando él se las ingeniaba para mandarles unas líneas, utilizando alguno perteneciente a cualquier supervisor del campo de producción que se compadeciera de su situación. Mas tal evento no ocurría con frecuencia, no porque los controladores fueran tan crueles, sino porque ellos también corrían un riesgo prestando sus aparatos de comunicación.

La nota que habían recibido hacía unos minutos era breve, pero clara:

Estoy yaba y vivo, no preocuparse.

Era definitivo que provenía de su hijo, ¿quién más utilizaría esa palabra aparte de él? Sus padres se habían enterado meses antes, gracias a una correspondencia secreta de Justicia Comercial, que su muchacho había sido elegido para escaparse a inicios del verano y que la forma de hacerlo era fingiendo su deceso. Sin embargo, tal cosa era ya cuento viejo, no podía ser que se refiriese con eso de vivo a su escape inicial.

Hacían ya unos días, vinieron unas personas a preguntarles si habían recibido noticias de él. Estos eran gente de seguridad de la Compañía que habían descubierto de alguna manera, que Alex no estaba muerto, sino que se había fugado. Dichos individuos les advirtieron, que agentes de la Policía Internacional lo buscarían como una persona en extremo peligrosa, un riesgo público. Les trataron de convencer, entonces, que estarían más bien ayudando a su hijo si les informaban dónde se localizaba. De esta forma, evitarían que la susodicha agencia de la ley lo atrapara y lo encerrara en una prisión por el resto de su vida.

Los padres no abrieron boca; a lo mejor, incluso una prisión era mejor que el campo de producción al que su muchacho estaba condenado. La verdad era, también, que incluso si decidieran confiar en alguien de la Compañía, no hubieran podido darle ninguna información porque no tenían la menor idea donde se encontraba. Los de seguridad los interrogaron por separado, pero al final no sacaron nada, salvo la frustración de haber perdido su tiempo mientras que los papás de Alexander obtuvieron la rara dicha de ver sufrir a alguien de la Compañía; esta vez no se saldrían con la suya como siempre. Y ahora este mensaje extraño, aunque él les decía que estaba bien... Esperaban que Justicia Comercial lo estuviese ayudando y pudiera sacarlo de este gran aprieto en el que se hallaba.

Mientras discutían en voz baja qué cosa podría estar pasando en realidad y de qué manera podrían ayudar a su hijo, escucharon alguien golpear a su puerta. La mamá del joven prófugo se paró de inmediato a ver quién era por la ventanita,

"Son los mismos de seguridad que vinieron el otro día," anunció, mientras se dispuso a dejarlos entrar.

"Buenas noches," saludó el papá del muchacho pelirrojo.

"No tan buenas," le respondió el más alto de los dos visitantes. "A esta hora deberíamos estar descansando en nuestra casa. Por culpa de su hijo, ahora tenemos que estar por acá. Estamos rendidos, así que no vamos a tomar mucho tiempo. Nos han encargado comunicarles, que el Mario en el que Alexander estaba escapándose se estrelló hace algunas horas y él murió."

"¿Muerto? ¡¿Mi hijo?!" exclamó en tono horrorizado su madre.

"¿Esta vez están seguros, que está muerto de verdad?" preguntó el padre del fugitivo, como rogando que le dieran alguna esperanza que fuera un error.

"No se haga el pesado conmigo, Gregory, si le decimos que está muerto ¡es porque está muerto!" replicó el guardia gigantón de lo más malhumorado "Eso es todo. No pongan esas caras, deberían estar agradecidos que viniésemos el mismo día a darles la noticia." Y diciendo aquello abrió la puerta y partió con su compañero.

"No sabía que fueras tan buena actriz," dijo de manera juguetona el papá de Alex.

"Para que veas. Pero no dejo de estar angustiada."

"Por lo menos nos damos la satisfacción de tener un hijo, que por segunda vez engaña a la maldita Compañía," terminó diciendo su esposo para darse ánimos de manera mutua, mientras se aprestaban ambos a dormir.

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