How would you feel (if I told...

By raquellu47

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El amor se enamora de todo aquello que es diferente, único, mágico, complicado. Y Chloe es amor, y Beca es di... More

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By raquellu47

A/N: ¡Holaaaa de nuevo! ¿Me echabáis de menos?

Bueno, pues aquí traigo otro fic nuevo. Llevo mucho tiempo con esta idea guardada en el ordenador, y gracias a que le di tiempo, ha crecido y evolucionado hasta convertirse en algo mucho más grande, complicado y bonito de lo que habría sido si lo hubiera escrito en cuanto se me ocurrió. Tengo mucha ilusión con este fic, primero, porque llevo mucho tiempo sin escribir algo tan angsty y, aviso ya, este fic tendrá final feliz pero para llegar a él habrá que sufrir un poquito; y segundo, porque está narrado desde el POV de Chloe, lo cual supone un gran reto para mí porque me resulta más fácil escribir desde el POV de Beca porque somos muy parecidas en personalidad y mentalidad. Estimo que tendrá alrededor de 9 o 10 capítulos, eso ya se irá viendo.

Datos importantes: el título del fic es una canción de Ed Sheeran, "How would you feel?". El título de este capítulo es de otra canción de Ed Sheeran (¿obsesionada? ¿yo? ¿en qué te basas?), "This". Ambas son preciosas y ambas están más que recomendadas.

Espero que os guste :)

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1. YOU ARE THE START OF SOMETHING NEW

(Freshman Year)

A Chloe Beale siempre le ha resultado extremadamente sencillo amar.

Amar es su segunda naturaleza, su primer instinto. Amar es para Chloe tan fácil como respirar y tan placentero como un buen orgasmo. Esa canción de Los Beatles que dice "all you need is love" es su filosofía de vida.

Dice su madre que, nada más nacer, tras solo dos llantos, Chloe ya estaba riendo y haciendo reír a todos los presentes en la sala. Su primera palabra, en lugar de los típicos mamá o papá, fue "quiero"; y antes que gatear, Chloe ya daba abrazos.

Si bien es cierto que Chloe no está muy segura de la veracidad de estos hechos, ya que su madre puede estar perfectamente exagerando las cosas para complacerla, sabedora de que esas pequeñas historietas que la pelirroja ha crecido escuchando solo amplifican su alma caritativa. Y, además, porque, ¿qué madre no quiere que su hijo sea especial y diferente a todos los demás?

Y tampoco es que Chloe pueda corroborarlo de otra forma. Su hermano Charlie solo tenía cinco años cuando ella era un bebé y sus recuerdos de aquella época giran en torno a pintar con los dedos en clase y jugar con Legos en la alfombra del salón los fines de semana. La memoria de su abuela está empezando a desvanecerse y su padre...

Bueno, su padre fue el primero en jamás romperle el corazón.

Un día, Frank Beale se levantó, desayunó junto a su mujer e hijos, se despidió de ellos con dos besos en la frente y un revuelto de pelo antes de marcharse al trabajo, y nunca más volvió.

- Fue un fallo cardíaco – le contó su madre una vez Chloe tuvo edad suficiente para comprender lo que esas palabras significaban –. Su corazón estaba tan lleno de amor por nosotros que no fue capaz de seguir trabajando.

Como veis, su madre tenía tendencia a endulzar las cosas, pero con este suceso en concreto, Chloe siempre agradece que esa sea la explicación que siempre les dio. Desde el momento en que acudieron corriendo al hospital, hasta el día que, en el cementerio, vieron a su padre desaparecer en el fondo de un agujero, su madre siempre les repetía una y otra vez lo mismo:

- Su corazón estaba tan lleno de amor por nosotros que no fue capaz de seguir trabajando.

Así que esa fue la primera vez que Chloe experimentó lo que era tener el corazón roto y pensar que nunca jamás volvería a curar. Porque quizá fuera solo una niña cuando su padre falleció, pero a esa edad ya se entregaba en cuerpo y alma a cada persona que consideraba digna de darle su amor. Y su padre siempre fue especial para ella, aparte de por el obvio motivo de que era su padre.

Chloe era su ojito derecho, su niña pequeña. Si con Charlie montaba Legos en la alfombra del salón los fines de semana, a Chloe se la llevaba al campo para enseñarle a amar todos los tipos de criaturas vivientes existentes en el mundo. Jugaba con ella a las Barbies o peleaban en un lío de cojines en el sillón. Le dejaba que le hiciera todo tipo de maquillajes extravagantes y ella no se quejaba si, cuando le tocaba a su padre hacerle las trenzas, sus suaves mechones cobrizos terminaban completamente enmarañados.

Uno pensaría que, después del dolor desgarrador que supuso la pérdida de su padre, habría sido normal que Chloe hubiera cambiado. Que hubiera aprendido a proteger su corazón un poquito mejor, a no regalarlo con tanta facilidad.

Pero no fue así.

Porque Chloe Beale es amor puro e inadulterado. Decir "te quiero" le resulta tan fácil como a otras personas decir "hola" o "gracias". Y nunca ha visto motivos para cambiar su forma de ser, porque está convencida de que el amor puede hacer la diferencia. Si todo el mundo sonriera un poco más y fuera más amable con los demás, la Tierra sería un lugar mejor. Seguro que no habría tantas lágrimas, tanta desgracia, tanta miseria y tanta guerra. El miedo y el odio no tendrían tanto poder, porque en cuanto empieza a brillar el sol, las sombras desaparecen.

El día que dijo adiós a su padre en el cementerio, Chloe se propuso ser ese sol. Su madre se deshacía en lágrimas a su lado, su hermano intentaba hacerse el duro, pero Chloe podía ver la frecuencia con la que tragaba saliva y parpadeaba. Y se dijo a sí misma que no dejaría que ese fuera un estado permanente para su familia, porque sabía que su padre no querría eso.

Frank Beale era capaz de calentar una habitación con el retumbar de sus carcajadas, y sus ojos azules, que sus dos hijos habían heredado, brillaban con la intensidad de un cielo en un día de verano caluroso y despejado. Sus abrazos eran cálidos y enormes, te podías perder en uno de ellos, y desprendían seguridad y amor sin importar el momento en que lo diera.

Él no habría querido que llorasen su pérdida, habría querido que le recordasen entre risas, y Chloe convirtió en su misión extinguir la tristeza que podía ver en la mirada cansada de su madre, en las pequeñas sonrisas de su hermano, en sí misma. Sabía que sería imposible quitarla del todo, pero tampoco era eso lo que quería. Lo que esperaba conseguir era volver más o menos a la normalidad, a que su casa fuera un hogar cálido y desbordante de amor, aunque ya no estuviera la corpulenta figura de su padre para atraparles a todos en un abrazo grupal.

Con abrazos y mucho amor, fue curando a su madre y a su hermano. Se fue curando a sí misma. Porque estaba segura de que su padre, allá donde estuviera, estaría orgulloso de ella por lo que estaba haciendo.

De modo que Chloe continuó siendo Chloe. Amar siguió siendo su segunda naturaleza, su primer instinto. Amar siguió siendo tan fácil como respirar, y tan placentero como un buen orgasmo. Esa canción de Los Beatles que dice "all you need is love" siguió siendo su filosofía de vida.

Seguía resultándole extremadamente sencillo amar, y seguía haciéndolo sin restricciones.

Chloe no discrimina a nadie, porque para ella todo el mundo merece ser amado. Hubiera cometido los errores que hubiera cometido, las segundas oportunidades se crearon para algo, ¿no? Cree en el perdón, en la bondad y su poder para cambiar el mundo, en el optimismo.

Si Chloe te considera digno, puedes estar seguro de que vas a tener a una de las personas más leales del mundo a tu lado. Siempre estará ahí cuando la necesites, ya sea para hacerte entrar en razón después de haber cometido un gran error, o para prestarte un hombro sobre el que llorar y susurrarte palabras de ánimo hasta que consiga hacerte sentir mejor.

Si Chloe te considera digno, te regalará su corazón. Al completo. Porque le es tan fácil amar que no sabe cómo hacerlo sin entregarse al cien por cien. Ella salta de cabeza al agua sin siquiera pensar en coger un salvavidas, sin preocuparse por el estado en que se encuentre la marea. Se sumerge de pies a cabeza y confía ciegamente en ti. En que no la vas a dejar ahogarse.

Porque Chloe Beale es amor, y el amor es ciego. El amor solo ve lo mejor de las personas. El amor perdona incluso cuando ya está más que demostrado que lo mejor es pasar página.

Lógicamente, esto supone que Chloe también sabe muy bien qué es que te rompan el corazón. Múltiples veces. Algunas veces no es grave, se sana con un poco de tiempo y mimo. Pero otras veces... Otras veces parece que no va a haber vuelta atrás, parece que va a ser imposible recomponerlo para que vuelva a latir. Otras veces es... como perder a su padre de nuevo.

Sin embargo, siempre se repone. Siempre lo supera.

Y, una vez más, vuelve a entregar su corazón entero al siguiente al que considera digno.

Alguna gente la consideraría estúpida por tropezar siempre con la misma piedra y nunca aprender la lección. Alguna gente sacudiría la cabeza al ver cómo siempre tiene sonrisas y palabras buenas incluso para la gente que peor la ha tratado, que más ha pisoteado y destrozado su corazón sin siquiera una disculpa o una mirada atrás.

Esa gente, lo más probable, es que sienta envidia. O, incluso, que sienta miedo de la maravilla que es Chloe Beale.

Otra gente, sin embargo, lo encuentra admirable. Que exista alguien tan desinteresado, tan amable, tan intrigado por las cosas más pequeñas y sencillas de la vida. Que sea capaz de amar de esa forma, al completo, sin límites ni miedo. Que tenga un ansia insaciable por conocer, por preocuparse, por ayudar.

Esa otra gente, es la gente que se enamora completa y perdidamente de Chloe.

Porque Chloe Beale es amor y todo lo que eso conlleva, pero también es capaz de generar esa misma reacción en los demás. Ver a Chloe da la misma sensación que ver a un unicornio, o cualquier otro tipo de criatura de la que solo has oído hablar en cuentos llenos de fantasía y magia y siempre has asumido que eran solo eso, cuentos. Porque algo así, criaturas tan bellas, solo pueden existir en cuentos.

El conjunto de todo esto, la suma de todos los factores, es lo que hace a Chloe, Chloe.

Y ahora mismo, Chloe es una estudiante de último año en la universidad de Barden que forma parte del grupo femenino de a cappella las Barden Bellas. Más concretamente, es la co-capitana de las Bellas junto a su mejor amiga Aubrey. Sin embargo, a pesar de la emoción de por fin ser las líderes de las Bellas y haberse librado de la tirana de Alice, ambas mejores amigas deben admitir que están muy perdidas.

No es que Alice les dejase una guía, o les explicase cómo dirigir a las Bellas precisamente. Si Chloe no recuerda mal, y cuando se trata de gente que le importa y a la que quiere, tiene una memoria casi fotográfica; lo último que Alice les gritó – porque parecía no saber hablarles en otro tono de voz – fue algo en relación con el vómito a propulsión de Aubrey durante las semifinales del Campeonato Nacional de A Cappella.

- Espero que la próxima vez os resbaléis en él – les espetó, su rímel corrido por las lágrimas de rabia y vergüenza y todavía agarrando el micrófono que, minutos antes, estaba usando para cantar en frente de cientos de personas.

Y las cosas no están yendo nada bien para ellas cuando hasta Bárbara las rechaza después de haberse presentado a las audiciones año tras año durante tres años seguidos.

- Madre mía, ¡esto es una tragedia! – canturrea Chloe en un intento por disimular que está a punto de hiperventilar. Agita las manos y agarra con fuerza la tabla con la ficha de inscripción vacía –. Si no podemos fichar ni a las Mortadelas, no podremos fichar a nadie.

- Oye, no te pongas tan dramática, ¿vale? – le tranquiliza Aubrey, aunque la pelirroja puede notar las olas de tensión que irradian del cuerpo de su mejor amiga y no ayuda.

- Tú nos has metido en este follón – acusa mientras rodean su puesto para ponerse delante y tener mejor acceso a los estudiantes que pasan por la feria.

- Todo va a ir bien – asegura la rubia con un suave gesto de su mano.

Es extraño que se hayan intercambiado los roles esta vez. Porque Chloe Beale es la optimista por naturaleza y Aubrey Posen es la que tiende a estresarse con los detalles más insignificantes. En el 99'9% de los casos, esa es su dinámica habitual.

Pero también es verdad que Chloe tiene cierta tendencia al melodrama. Lo que, en situaciones buenas, supone que celebre hasta los más pequeños logros como si acabase de encontrar la cura para el cáncer. Pero, en las situaciones malas.... Tiende a exagerar e hiperventilar. Especialmente si tiene que ver con las Bellas.

Ella se unió a las Bellas buscando una familia. No la encontró al principio, no con Alice ni las demás chicas que las miraban a Aubrey y ella como si fueran una caca en la suela de sus tacones de aguja. Pero había encontrado a Aubrey, su apoyo y mejor amiga de por vida. No era una familia completa, pero era algo. Era bastante.

Y ahora, como líderes, tienen la oportunidad de convertir las Bellas en la familia que ambas siempre han deseado. Pero las cosas no podrían estar yendo peor.

- Estoy convencida de que encontraremos a ocho chicas atractivas que tengan un buen tipo, que no desafinen y tengan buen oído, ¿vale?

Chloe asiente con cada cualidad que describe Aubrey, pero es más un gesto con el que pretende tranquilizarse a sí misma y asegurarse de que su mejor amiga tiene razón y todo va a ir bien. Se queda pensando seriamente en lo que ha dicho la rubia, mastica las palabras en su cabeza mientras ve cómo unas chicas pasan de largo e ignoran el flyer que Aubrey les está ofreciendo con una sonrisa.

Le lanza una mirada que es un silencioso "te lo dije", y la paciencia de Aubrey comienza a desaparecer. Porque ella no es la paciente en esta relación, es Chloe.

Pero Chloe sigue pensando en lo que su mejor amiga ha dicho. Cómo todas esas cualidades que busca en las futuras Bellas le recuerdan a Alice y la tiranía a las que las tenía sometidas. Se le revuelve el estómago solo de pensarlo, y está segura de que las quejas de Alice sobre su aliento a huevos podridos eran porque la capitana siempre causaba que Chloe tuviera ganas constantes de vomitar.

Alice era todo contra lo que Chloe ha luchado toda su vida.

- ¿Por qué no buscamos simplemente buenas cantantes? – propone con suavidad, sin estar muy segura de cuál va a ser la reacción de su mejor amiga. Sabe la obsesión casi insana que tiene con enmendar su error de las semifinales y llevar a las Bellas a donde nunca antes han logrado llegar.

Pero Chloe es amor, y el amor no discrimina.

A ella le da bastante igual que las nuevas Bellas sean atractivas y tengan buenos cuerpos, que sepan andar en tacones o no pongan pegas a llevar una falda de tubo. A ella lo que le importa es que sean buenas personas, que tengan buenos corazones y por fin consigan crear la familia por la que lleva tres años esperando.

Por lo tanto, Chloe es el tipo de persona que, cuando Amy la Gorda se acerca tras haberlas escuchado hablar de que buscan cantantes, rápidamente entabla conversación con ella antes de que Aubrey pueda inventarse cualquier excusa para rechazarla. Sabe que su mejor amiga no podrá decir que no si la australiana resulta tener talento porque, antes que el aspecto físico, a Bree también le interesa que las Bellas sean buenas y ganen.

Un par de tetas bien puestas y un estómago plano no van a conseguir eso.

Y, por lo tanto, Chloe también es el tipo de persona que, cuando encuentra a alguien con aspecto de perdido, siempre tiene el impulso de ayudar. Por eso llama la atención de Aubrey y la dirige hacia una morena de corta estatura que pasea sola por la feria de actividades con toda la pinta de no tener un destino fijo.

- ¿Qué me dices de esa? – pregunta con un gesto de cabeza hacia la chica en cuestión.

En seguida puede ver que Aubrey la está juzgando por su aspecto físico: los piercings, el trozo de tatuaje que se puede ver en su hombro derecho, el grueso brazalete de cuero con tachuelas que lleva alrededor de la muñeca derecha, el eyeliner, los enormes auriculares que descansan alrededor de su cuello...

- No sé, Chloe, parece un poco alternativa para nosotras – se disculpa antes de retirar la vista y olvidarse de la chica inmediatamente.

Sin siquiera darle una oportunidad.

Por suerte, Chloe es amor, y el amor no discrimina.

Ignora a su mejor amiga con unos ojos en blanco y saca uno de los flyers que Aubrey le ha mandado repartir, justo a tiempo para ponerlo en el camino de la chica y hacerla frenar en seco.

- Hola, ¿te interesaría formar parte de nuestro grupo de a cappella? – ofrece con una radiante sonrisa y voz dulce, a pesar de que nota cómo Aubrey la taladra con la mirada a su lado.

La chica parece sorprendida de que Chloe se esté dirigiendo a ella, pero acepta el flyer. Sus uñas están pintadas de negro y ahora que la pelirroja la tiene cerca, puede ver que varios tatuajes adornan sus delgados brazos. Entre ellos, unos auriculares en el interior de la muñeca izquierda.

Su sonrisa se ensancha cuando tiene confirmación de que a esa chica le gusta la música. Algo en ella ya le daba buenas vibraciones cuando la vio de lejos, pero ahora está casi al cien por cien segura de que ha tomado la decisión correcta. Aunque luego le cueste una bronca por parte de su mejor amiga.

La mirada de la chica salta del flyer a Chloe, una ceja arqueada. Sus ojos son de un azul oscuro, casi como el color del mar profundo, y chisporrotean con clara diversión.

- Oh, cierto, ahora esto está de moda – comenta, y su voz sorprende a Chloe, pues es más dulce de lo que esperaba.

A pesar de que la chica termina desestimando su oferta de unirse a las Bellas bajo el pretexto de que no canta – y una mierda, piensa Chloe para sí misma, sus ojos entrecerrándose unas milésimas de centímetros por la sospecha de que les está mintiendo a la cara –, sigue casi al cien por cien segura de que su instinto no le ha fallado y esa morena de corta estatura tiene algo especial.

Se siente como el comienzo de algo, y aunque Chloe no sepa exactamente el qué, sabe que es tan importante que va a cambiarle la vida.

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Chloe es amor, y el amor es curioso.

Eso es lo que la lleva a abandonar las placenteras actividades que estaba a punto de empezar con Tom en las duchas comunales del edificio de Baker Hall para colarse en la ducha de una extraña que está cantando Titanium con una voz que parece un regalo hecho directamente por los ángeles.

Una vez aparta la cortina de plástico de un manotazo, solo necesita un segundo para reconocer el tatuaje de las flores de loto enredadas alrededor de un hombro derecho.

- ¡Sabes cantar! – exclama con una sonrisa tan grande que le duelen las mejillas.

- ¡Tía! – se queja la morena, claramente asustada.

Como es lógico, reacciona bastante mal a la presencia de otra persona completamente desnuda en su ducha cuando ella también está completamente desnuda, pero al final termina doblegándose al descaro y la despreocupación de Chloe.

Sus voces se alzan, se mezclan y reverberan por las paredes de las duchas comunales para crear un sonido tan bonito que hasta la morena se olvida de su desnudez y deja caer las manos que cubrían – pobremente, pero no es que Chloe mirase ni nada, es que está... ahí – su cuerpo.

Es mágico. Beca es mágica.

Tiene algo que atrapó a Chloe desde el primer momento y que hace que sea imposible que se la saque de la cabeza en los días siguientes a su encuentro en la ducha, del que no habla con Aubrey para ahorrarse los discursos sobre respetar los límites de los demás y bla bla bla.

Pero Chloe es amor, y el amor se fascina con facilidad.

Y Chloe encuentra a Beca absolutamente fascinante. Especialmente cuando la ve subirse al escenario únicamente acompañada del vaso amarillo que usa para guardar todos sus rotuladores de colores y bolígrafos de purpurina. No entiende muy bien cuál es el propósito del vaso hasta que Beca se sienta en el suelo, las piernas cruzadas al estilo indio y, con sus manos, el vaso y el suelo, comienza a crear un ritmo que usa como base de su canción.

La fascinación ciega a Chloe. Impide que se le descuelgue la mandíbula, a pesar de que esa sea su verdadera reacción a lo que está viendo ocurrir sobre el escenario. Algo que, en toda su vida que lleva involucrada en todo lo que tuviera música, jamás había visto. Porque Beca es mágica y ya no hace falta que un casi acompañe al porcentaje, ahora está al cien por cien segura de que su instinto no se equivocó cuando le obligó a fijarse en ella.

Se gira hacia Aubrey para mandarle un "te lo dije" silencioso, pero ve que no hace falta porque su mejor amiga se está dando cuenta de ello por sí sola. Su mandíbula está apretada, su ceño fruncido y sus labios torcidos en una mezcla entre una expresión pensativa y un intento de reprimir su obvia aprobación. Sus ojos verdes evalúan de cerca a Beca, reconsiderando su opinión inicial de ella, y Chloe siente que su misión aquí ya está cumplida.

Solo que, Chloe es amor, y el amor es curioso. Y el amor se fascina con facilidad.

Y, una vez consigue su propósito, una vez logra que Aubrey admita que se había equivocado y acepte a Beca en las Bellas, su curiosidad y su fascinación por la morena permanecen. En vez de desaparecer con el tiempo, lo único que hacen es aumentar.

Beca es una adivinanza envuelta en un enigma. Tras ese caparazón de chica dura y rebelde, hay un alma suave y frágil que se entrega en su totalidad una vez decide que eres de fiar. No es tan diferente a Chloe, a pesar de que ambas sean radicalmente opuestas.

De ahí la fascinación y la curiosidad de Chloe. Quiere descifrar la adivinanza, encontrar la solución a sus enigmas. Se centra en, poco a poco, pasito a pasito, ir debilitando las murallas de protección que Beca tiene edificadas alrededor de su corazón para protegerlo del dolor, la decepción y la traición.

Consigue ganarse la confianza de la morena a base de café negro con mucho azúcar, a base de bombardearla a preguntas y forzarla a que pase tiempo con ella – aunque quizá forzar suene muy fuerte, porque por mucho que Beca proteste, si acepta es porque en el fondo no le importa. Nadie podría obligarla a hacer algo que no quisiera. Ni siquiera Chloe al colarse en su ducha desnuda.

También resulta fascinante, aunque de una forma mucho más desoladora, la facilidad con la que se rompe algo que se ha tardado tanto en construir.

Esa confianza que Beca depositó en Chloe, delicada como el hilo de una tela de araña, queda dañada hasta un punto que parece irreparable cuando Chloe no da la cara por Beca después de que esta improvisase durante su actuación en las semifinales. La morena buscó explícitamente su apoyo, le dio la oportunidad de alzar la voz y enfrentarse a su mejor amiga por el bien del grupo; pero Chloe fue incapaz.

Y así es como perdió a Beca por primera vez.

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Cuando Chloe siente su móvil vibrar sobre la mesa de plástico del hospital, por un instante tiene la tentación de ignorarlo. Las Bellas están acabadas, nada puede ser tan urgente como para que requiera su atención inmediata.

Le duele la garganta a pesar de la medicación y su corazón todavía está encogido en su pecho, dolorido por el miedo que siente como efecto secundario de la operación de extracción de nódulos, y por su absoluto fracaso en las semifinales, por haber perdido a Beca, por no haber sido valiente.

Sin embargo, al final el aburrimiento puede más que su resignación. Porque, al fin y al cabo, está atrapada en una cama de hospital sin poder hablar, ni cantar, ni emitir sonido alguno. Tiene su fiel iPod con ella, pero le queda muy poca batería y se enfrenta a una habitación vacía a excepción del ocasional médico o enfermera que viene a preguntarle qué tal está.

Si ese mensaje que ha recibido puede proporcionarle una distracción, por muy mínima que sea, será bienvenido.

Entonces, se le pasa por la cabeza la posibilidad de que Beca por fin haya contestado a los incontables mensajes, llamadas perdidas y consecuentes mensajes de voz que le ha estado mandando desde el día siguiente a las semifinales.

Con la esperanza floreciendo en su pecho como una preciosa rosa, coge su móvil de encima de la mesita de plástico y lo alza hasta que puede ver la pantalla sin que los reflejos de los fluorescentes del techo. La rosa de esperanza se marchita y la pincha con sus espinas al ver el nombre de su mejor amiga en la parte de arriba de la notificación.

Recuerda las duras palabras con las que la capitana de las Bellas atacó a Beca, recuerda quedarse paralizada cuando ojos azul medianoche, llenos de súplica, se clavaron en los suyos a la espera de que una defensa cayera de boca de Chloe.

Pero la pelirroja solo fue capaz de entreabrir los labios, sin emitir sonido alguno. Y eso es algo que jamás se perdonará, igual que jamás olvidará las nubes de traición que extinguieron la esperanza y la confianza en los ojos de Beca.

La tentación de ignorar el mensaje de Aubrey vuelve a cruzarse por su mente cada vez con más fuerza. No le apetece hablar con ella. Puede que sea la primera vez en sus cuatro años de amistad que no le ilusiona ver el nombre de la rubia en su móvil, sino que, al revés, más bien causa que se le revuelva el estómago.

Otro mensaje hace que el móvil vibre en su mano.

Bree (ahora): Chloe, es importante

Bree (ahora): Es sobre las Bellas

Suspira, porque su labor de co-capitana va antes que cualquier otra cosa que pueda estar sintiendo. Tiene un deber para con las demás chicas, y sabe que Aubrey está explotando a su favor ese sentimiento de responsabilidad, pero no cambia el hecho de que con esas cuatro palabras ya ha logrado captar la atención de la pelirroja.

Golpea con la yema del dedo pulgar dos veces para abrir las notificaciones y rápidamente la pantalla de bloqueo es sustituida por la aplicación de mensajes, ya abierta en su conversación con su mejor amiga.

Bree :3

en línea

(12.32) No te vas a creer lo que acaba de pasar

(12.35) Chloe, es importante

(12.35) Es sobre las Bellas

Qué ha pasado?

(12.36) Me acaba de llamar la directora del Campeonato Nacional de A Cappella

(12.36) Al parecer, se han enterado de que el líder de los Footnotes no iba a la universidad

(12.36) Están descalificados

(12.36) Sabes qué significa eso?

(12.37) LAS BELLAS VUELVEN A ESTAR DENTRO!!!!

(12.37) VAMOS A LA FINAL EN EL LINCOLN CENTER!!!!!

OH DIOS MÍO

Baja el móvil justo cuando una enfermera entra para la revisión rutinaria. Chloe tiene la poca presencia de mente para recordar que no puede hablar, ni gritar para celebrar la noticia, así que se limita a golpear la mesita de plástico con la palma de su mano y se agita en la cama. La enfermera se asusta por el golpe repentino y le lanza a la pelirroja una mirada preocupada al ver su emoción y escuchar el acelerado pitido de la máquina que monitoriza el latido de su corazón, pero ahora mismo Chloe está en una nube de felicidad y no podría importarle menos.

¡Las Bellas están de vuelta! ¡Pueden competir! ¡Van a ir al Lincoln Center, el primer grupo femenino de a cappella en conseguirlo!

En seguida entra en modo co-capitana y empieza a pensar en que hay que avisar a todas las chicas individualmente, averiguar cuándo volverán a Barden de las vacaciones de primavera y coordinarlas a todas para comenzar los ensayos cuanto antes.

Coge el móvil para ponerse a ello, pero se pausa cuando el primer nombre que tiene en la lista de mensajes más recientes es el de Beca. La felicidad que siente se disipa con la facilidad con la que una pastilla efervescente se disuelve al tocar agua, y sus hombros se hunden con el peso de los remordimientos que, por un instante, había olvidado.

Presiona sobre el hilo de mensajes, todos acumulados en el lado derecho de la pantalla. Ninguno respondido, todos recibidos y leídos. El último es una súplica a Beca de que responda sus llamadas para que puedan hablar las cosas.

Beca

últ. conexión a las 00.24

Sé que sigues enfadada conmigo y estás en tu derecho, pero necesito hablar contigo

Toma un café conmigo

Este viernes a las cinco donde siempre

Estaré esperando

Chloe se muerde el labio inferior mientras sus pulgares descansan en el aire sobre el teclado táctil, releyendo los mensajes que acaba de escribir.

No espera una respuesta. Si todas sus súplicas anteriores han fracasado, no sabe por qué esta va a ser distinta. Pero sí espera que mencionar a las Bellas sea suficiente para, por lo menos, captar la atención de Beca; porque por mucho que se esconda detrás de esa faceta de "todo me resbala", Chloe sabe que Beca le ha cogido cariño al grupo.

Su improvisación en las semifinales fue una clara prueba de ello. Si de verdad todo le diera igual, Beca habría dejado que la actuación fuera tal cual estaba planeada. No le habría importado que todo el mundo estuviera quedándose dormido, y no habría intentado mejorar la situación cantando Bulletproof.

Así que lo único que puede hacer de momento, es estar el viernes a las cinco en la cafetería que hace esquina con el campus y esperar en la mesa donde se ha pasado incontables tardes estudiando, o simplemente hablando con Beca, a que la morena se presente.

Al fin y al cabo, Chloe es amor, y el amor no se rinde fácilmente.

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El viernes acordado, para cuando dan las cinco, Chloe lleva diez minutos sentada en la mesa de la esquina con un té con mucha miel a medio beber entre sus manos.

Su móvil reposa boca arriba sobre la mesa, situado estratégicamente para que, a pesar de que está mirando por la ventana que se extiende a su izquierda, puede ver si la pantalla se ilumina con algún mensaje entrante. Sus dedos marcan un ritmo impaciente sobre la taza a la misma velocidad que su pierna derecha sube y baja.

Alza una mano para masajearse la garganta, un gesto inconsciente que ha adquirido cuando está preocupada después de meses de dolor constante por culpa de los nódulos. Roza la sedosa tela del pañuelo de las Bellas que lleva atado alrededor de la garganta para protegérsela del frío viento primaveral y para recordarse a sí misma de la operación.

El médico le dijo que le habían extirpado los nódulos con éxito, y que, si seguía sus indicaciones, debería poder volver a cantar con el mismo rango vocal que antes en muy poco tiempo. Chloe siempre ha cuidado su garganta con esmero, pero la semana siguiente a la operación lo llevó hasta nuevos límites.

Perdida en sus pensamientos, no se da cuenta de la presencia que se acerca a la mesa con pasos dubitativos y se sobresalta cuando dos manos, con uñas pintadas con esmalte negro, se posan sobre la madera al mismo tiempo que alguien se deja caer en la silla de enfrente. Chloe gira la cabeza a toda velocidad y tropieza con azul medianoche.

Pero esta vez no hay una sonrisa torcida que lo acompañe. Los labios de Beca se mantienen rectos, ligeramente curvados hacia abajo.

- Hola – saluda Chloe, su tono lo más suave que puede ser sin llegar a susurrar.

- Hola – responde Beca con algo de sequedad –. ¿Qué te pasa en la voz?

- Nada. Me duele un poco la garganta y no quiero forzarla – miente para evitar que haga preguntas que no está preparada para contestar. Nota la mirada curiosa de Beca sobre ella, cómo se desliza hacia su garganta y una ceja se arquea al ver el pañuelo atado alrededor –. No sabía si ibas a venir – admite para distraer a la DJ.

- Yo tampoco – se sincera Beca, rehuyendo su mirada para clavarla en la calle que se extiende al otro lado de la ventana –. Pero supuse que, si seguía ignorándote, al final tomarías medidas más drásticas y no quería volver a pasar por otro secuestro.

Chloe esboza una pequeña sonrisa al recordar el momento al que Beca se refiere. Una de las muchas tradiciones de las Bellas consiste en colarse en medio de la noche en las habitaciones de las chicas que han sido seleccionadas para unirse al grupo y "secuestrarlas": se les pone una capucha de tela en la cabeza y se las lleva, sin dar explicación alguna, hasta el auditorio para el ritual de iniciación.

Beca fue una especialmente difícil a la hora de secuestrar. Aubrey le dejó a Chloe como la encargada, y, si no lo hubiera hecho, la pelirroja se habría presentado voluntaria porque veía a su mejor amiga capaz de dejar K.O. a la pequeña morena como diese el más mínimo problema. Y vaya si los dio. Casi le rompe la nariz de un codazo cuando le puso la capucha y se revolvió tanto que no le dejó otra opción que romper las reglas y contarle lo que estaba ocurriendo para que le hiciese las cosas más sencillas.

- Vaya, Mitchell, siempre frustrando mis planes... – se lamenta en broma.

Y es increíble la facilidad con la podrían caer otra vez en la normalidad, como si estas dos últimas semanas nunca hubieran existido, como si Chloe nunca hubiera traicionado la confianza de Beca por no apoyarla.

Podrían volver atrás, pero no lo hacen, porque Beca se limita a curvar los labios en lo que es la sombra de la sonrisa que habría esbozado en circunstancias normales. Y su postura es rígida, marcada por la incomodidad y la desconfianza.

Es como si hubieran vuelto atrás, pero no a cuando eran amigas, sino al principio de todo. A la Beca de los primeros días.

- ¿Dijiste que tenías buenas noticias respecto a las Bellas? – pregunta la morena, un pequeño empujón para que Chloe hable de una vez y diga lo que ha venido a decir.

La co-capitana de las Bellas hace girar la taza caliente de té entre sus manos y asiente.

- Han descalificado a los Footnotes – informa, y al ver que Beca se limita a arquear las cejas, se expande en su explicación –: Lo que significa que las Bellas vuelven a estar dentro de la competición.

- Enhorabuena – felicita Beca, aunque le falta el entusiasmo que haría que esa palabra sonase sincera –. Estoy segura de que podréis explicar mi ausencia al comité – asegura con un gesto de mano despreocupado –. Decid que estoy enferma o algo así.

Hace el amago de ir a marcharse, como si la conversación ya hubiera llegado a su fin, pero Chloe se lo impide con una mano que se enrosca alrededor de su muñeca. De pie, Beca baja la mirada hacia la zona de contacto y la vuelve a subir hasta cruzarse con azul bebé teñido de súplica.

- Becs, te necesitamos – suspira Chloe, decidiendo arrancar la tirita de golpe en lugar de ir poco a poco.

Desde la posición en la que tiene los dedos, Chloe puede sentir sobre el índice y el corazón el latir del pulso de la DJ. Sus palabras consiguen que dé un revoloteo y vaya un poco más rápido, y la pelirroja no se arriesga a soltarla porque sabe que el 99% de lo que está haciendo que se quede quieta y la escuche es la mano que está agarrando su muñeca.

- Mi presencia en las Bellas no va a marcar la diferencia, Chloe – dice la morena, clavando sus tormentosos ojos azul medianoche en azul bebé.

- Te equivocas. Tú nos haces mejores – rebate en un tono de voz que roza el susurro. Beca bufa una risa sarcástica y sacude la cabeza, pero Chloe no deja que eso la detenga y acentúa sus siguientes palabras con un apretón de su mano –. Sin ti no tenemos oportunidad alguna de ganar.

- ¿Y qué piensa Aubrey de todo esto? – sus ojos se entornan y analizan cuidadosamente la reacción de Chloe, de modo que no se pierde la forma en que hace que su confianza tambalee, o la milésima de segundo en que azul bebé se desvía hacia la ventana de la cafetería –. Ah, me lo imaginaba – musita.

Vuelve a intentar marcharse, pero el agarre de Chloe sobre su muñeca se hace más fuerte. Deja claro solo con ese pequeño movimiento de sus dedos que no tiene intención alguna de dejarla marchar. Otra vez no.

Cruzan miradas, azules de distintos tonos cromáticos, pero con el mismo nivel de desafío, enfrentados.

- Que le den a Aubrey – sentencia Chloe, y su voz suena más firme que nunca. La sinceridad es su carta ganadora y, a partir de ahora, tiene intención de incluirla en todas sus jugadas.

La DJ deja que su peso descanse sobre las manos que tiene extendidas en la mesa, inclinándose hacia delante. El espacio entre las dos chicas se acorta, pero ninguna de ellas desvía la mirada. Es como si, sin decirlo de forma explícita, hubieran acordado comenzar una guerra de miradas y la primera en apartarla, pierde.

- Hagamos una cosa – propone con otro apretón a la muñeca de la morena –. Escucha lo que tengo que decir ahora, y, si decides volver a confiar en mí, ven al próximo ensayo de las Bellas.

Beca deja que su cabeza cuelgue entre sus hombros, la mirada clavada en el borde de la mesa mientras piensa y le da vueltas a la oferta. Chloe permanece en silencio para que las tuercas que puede ver girar dentro de la cabeza de la DJ funcionen sin interrupciones.

Su paciencia se ve recompensada cuando Beca vuelve a sentarse lentamente. Libera la muñeca, echando de menos de manera instantánea el calor que desprendía la piel de la DJ, el retumbar de su pulso sobre sus dedos. Vuelve a curvar esa mano alrededor de la taza de té para olvidar esa extraña sensación de vacío.

La morena cruza los brazos sobre la mesa y hace un gesto con la barbilla hacia la pelirroja para indicarle que está dispuesta a escucharla.

- Mira – suspira Chloe –, sé que la cagué de manera monumental en las semifinales. Pediste mi apoyo y no me atreví a dártelo estando Aubrey delante – rehúye su mirada porque aún hoy en día, sigue sintiendo vergüenza de sí misma por su cobardía cuando se trata de enfrentarse a la rubia –. Bree es mi mejor amiga y...

- Te trata como a la mierda – interrumpe Beca, sin siquiera parpadear a pesar de la brusquedad con la que escupe las palabras.

Chloe esboza una mueca ante esa descripción.

- Ella no es así – promete. No sabe de dónde surge esa repentina necesidad de justificar a su mejor amiga frente a Beca, pero se monta en ella como el surfista que coge una ola y se mantiene en ella hasta que muere –. Ser capitana es duro, especialmente cuando se junta con todas las exigencias del último año de universidad. Y Aubrey... Su padre es militar y la crio esperando siempre que todo lo que hiciera y dijese fuese perfecto. Se presiona mucho a sí misma, hasta el punto de que...

- Vomita a propulsión – termina Beca por Chloe.

- Yo iba a decir que pierde el control, pero sí – la pelirroja ladea la cabeza y se encoge de hombros, porque a estas alturas todo estudiante de Barden ya ha oído hablar de la historia y/o ha visto el vídeo en YouTube. No sirve de nada negarlo –. Una de las formas en que pierde el control es vomitando, y la otra es su forma de tratarme a mí, a ti, y a todas las Bellas. No lo hace con maldad, Aubrey solo quiere enmendar su error y llevarnos a la victoria.

- Con ese somnífero que tenemos por actuación, solo nos va a llevar al coma inducido – bufa Beca con sorna.

- Por eso te necesitamos, Becs. Porque tú tienes las ideas frescas que tan desesperadamente nos hacen falta. Soy consciente de que eso va a suponer una guerra con Aubrey – admite, y en seguida nota la mirada de Beca saltar de la ventana hasta recaer sobre ella con todo su peso e intensidad –. Soy consciente de que después de todo el año huyendo de ello, ahora ha llegado la hora de pisar los frenos y plantarle cara. Sinceramente, si he permitido que la situación llegue tan lejos es porque es nuestro último año y no quería que mis recuerdos de él fueran todo peleas. Aubrey no deja de ser mi mejor amiga, ¿sabes?

La DJ rueda los ojos hasta quedarse mirando por la ventana otra vez, pensativa. Chloe nota que no termina de estar del todo convencida, así que decide volcar todas sus cartas de la sinceridad sobre la mesa.

- Pero te prometo que las cosas van a cambiar.

- ¿Y qué garantía tengo yo de que esta vez vayas a mantener tu palabra? – inquiere Beca.

Chloe acepta la acusación con una inclinación de cabeza, porque sabe que es bien merecida. La única vez que Beca le pidió que la respaldase, le falló. Al no abrir la boca la noche de las semifinales, no solo ocultó la verdad, sino que perdió la confianza de Beca.

- No la tienes – admite la pelirroja, honesta –. Tendrás que volver a confiar en mí.

La DJ suspira y sus tormentosos ojos azules se mantienen clavados en algo más allá de la ventana de la cafetería. Chloe sabe, por las nubes que oscurecen su azul medianoche, y la forma en que tiene sus labios fruncidos y sus dedos marcan un ritmo impaciente sobre la mesa, que Beca está meditando seriamente sobre el tema.

También, después de meses de conocer cada vez mejor a la morena, sabe que no va a llegar a una decisión en cuestión de minutos. Beca necesita tiempo para dejar madurar sus pensamientos y emociones respecto a algo, y luego un poco más de tiempo para reflexionar y procesarlos.

- Chloe, no sé... – empieza a decir, insegura.

- No tienes que decidir nada ahora – le calma posando una mano sobre las suyas. Sus miradas se cruzan y Chloe le regala una suave sonrisa –. Escojas lo que escojas, las Bellas son una familia y siempre formarás parte de ella, Becs.

La morena parece sobrepasada por las emociones y pensamientos que crean torbellinos en sus ojos. Chloe se apiada de ella y esboza una sonrisa comprensiva, devolviendo sus manos a la taza de té, ya fría, para darle un último sorbo.

- Eso es todo lo que tenía que decir – anuncia –, ahora es tu turno de mover ficha. Te mandaré un mensaje con todos los detalles del ensayo una vez lo tengamos organizado.

Recoge su bolso del respaldo de la silla de plástico y lo deja un momento sobre la mesa mientras se pone el abrigo, colgándoselo del hombro una vez está preparada para salir a la fresca tarde de primavera.

Beca se incorpora también y mete las manos en los bolsillos de su cazadora de cuero, la cual ni se había molestado en quitarse en todo el rato que han estado hablando en la cafetería. Juntas se dirigen hacia la puerta, cada una perdida en sus pensamientos.

A juzgar por la forma en que los árboles de la calle se agitan, hace bastante aire, así que Chloe se sube la cremallera de su calentito abrigo verde y se recoloca la capucha para que le proteja el cuello, regalándole una sonrisa agradecida a la morena cuando esta mantiene la puerta abierta para que salga.

El viento las golpea y hace que mechones cobrizos se enreden en la cara de Chloe. Sacude la cabeza y se gira de forma que el viento los empuje hacia un lado, Beca se acomoda al cambio de forma inconsciente, girando con ella.

- Lo entenderé si no quieres volver a las Bellas – habla Chloe, teniendo que forzar un poco la garganta para hacerse oír por encima del rugido del viento –, pero solo quiero que sepas que te quiero y siento mucho todo lo sucedido.

A pesar de que Beca intenta disimular su reacción, Chloe se da cuenta. Ve la forma en que sus labios se despegan. Ve la forma en que sus ojos se abren unos centímetros más de lo normal. Ve el relampagueo de algo, una emoción que no le da tiempo a descifrar, cruzar su rostro como una sombra en cuanto esas dos palabras clave caen de su boca.

Y no entiende muy bien a qué viene tanta sorpresa ya que para ella está más que claro, pero decide no hacer comentario alguno al respecto.

Porque Chloe es amor, y el amor es comprensivo.

Es consciente de que no todo el mundo tiene una relación tan abierta con sus emociones, y Beca, en ese sentido y en muchos otros, es completamente opuesta a ella. Así que la deja marchar con un simple abrazo que la DJ no le devuelve, pero, para Chloe, ya supone una victoria que no se ponga rígida entre sus brazos.

Una vez más, se siente como el comienzo de algo. Y aunque Chloe continúa sin saber exactamente el qué, sabe que sigue siendo tan importante como para cambiarle la vida.

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El amor no discrimina. El amor es curioso. El amor se fascina con facilidad. El amor es comprensivo.

El amor se enamora de todo aquello que es diferente, único, mágico, complicado.

Y Chloe... Chloe es amor.

En realidad, debería haberlo visto venir. Desde el primer minuto, la atracción que sentía no era normal. Tendría que haber comprendido las señales que le mandaba su cerebro cada vez que su corazón se saltaba un latido cuando esa sonrisa torcida se dirigía a ella, cada vez que su estómago se llenaba de mariposas nerviosas que le hacían cosquillas con sus alas cuando rozaba piel pálida.

Pero no supo identificarlo por lo que realmente es hasta que se da de bruces con ello.

Y es que Beca decidió confiar en Chloe una vez más. Beca se presentó en el ensayo a la hora correcta y se tragó su orgullo para pedirles disculpas y preguntar si le dejaban volver a las Bellas. Beca le agradeció que por fin le hubiera plantado cara a Aubrey por ella. Beca las llevó a una piscina vacía y les hizo cantar un mashup de Just the way you are y Just a dream que llenó el cuerpo de Chloe de piel de gallina y su corazón de amor. Beca logró que alcanzaran la completa armonía.

En esa piscina vacía, Beca se convirtió por fin en una Bella.

En el escenario del Lincoln Center, cantando el arreglo musical que Beca y Aubrey crearon juntas, todas se convirtieron por primera vez en familia.

Y, como muchas otras cosas de las que luego no se daría cuenta hasta que ya fuera demasiado tarde, Chloe debería haberlo visto venir.

Porque, si lo hubiera visto venir, quizá habría protegido su corazón. O, por lo menos, habría estado preparada para el impacto que supone ver a Beca bajarse corriendo del escenario en el que se acaban de convertir en la familia que tanto anhelaba, para mezclarse entre los Treblemakers sentados en las gradas y besar a Jesse.

En ese momento, todo a su alrededor parece ralentizarse hasta que el tiempo se queda completamente congelado. Ve a las Bellas celebrando el final de su increíble actuación a tan solo unos pasos de distancia. Ve a la audiencia levantada y silenciosa ahora, cuando hace un segundo sus gritos y aplausos eran ensordecedores. Ve a Beca enmarcada para siempre en un beso digno del final de una película con un chico tan perfecto que también parece recién sacado de una película.

Y la cosa es, debería haberlo visto venir.

Porque el amor no discrimina. El amor es curioso. El amor se fascina con facilidad. El amor es comprensivo.

Porque el amor se enamora de todo aquello que es diferente, único, mágico, complicado.

Porque Chloe es amor, y Beca es diferente, única, mágica y complicada.

Y Chloe... Chloe se ha enamorado de Beca.

- Oh, mierda – musita para sí misma en medio de un escenario que, como quien chasquea los dedos, vuelve a la vida.

Las Bellas la rodean en un abrazo. La audiencia vuelve a rugir desde sus asientos. Beca se separa de Jesse y ambos se sonríen.

Y Chloe solo puede pensar en que debería haberlo visto venir.

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