Within Hate (Español)

By champagnexsupernova

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"Jamás hubiera pensado que me enamoraría de una nerd, menos siendo el 'popular'. Pero ella me probó que estab... More

Within Hate
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31

Capítulo 8

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By champagnexsupernova

Normalmente, después del increíble día que había tenido con Jason entraría al colegio con la sonrisa más grande, pero no fue el caso: por alguna razón, todos se habían enterado del fallecimiento del abuelo de Jason y que había llorado. Por supuesto, que yo no dije nada ni jamás haría algo que sé que le molesta a alguien, ni siquiera a Jason Trace. Estaba yendo a mi clase por el pasillo y tenía todas las miradas fijas en mí, no entendía nada hasta que entré a la clase y lo vi a Jason sentado en su banco esperando a que llegara para que pisara la clase y así poder cerrar la puerta de un portazo e intimidarme con sus amenazas; y así fue. Ni bien dejé mis cosas en el banco, se paró y cerró la puerta. Levanté la vista con mi corazón en la garganta, todavía sin saber qué pasaba. Tragué saliva y le pregunté:

–¿Qué te pasa? ¿Me querés matar del susto?

–¡¿A vos qué te pasa?! ¡Confiaba en vos, man! Pensé que no ibas a decir nada, era obvio que no se puede confiar en ratas feas como vos, desde el principio me caes mal y ahora sé porqué. –casi me cae una lágrima, no sabía qué había hecho mal.

–¿De qué hablás? Calmate y me contás.

–No, nunca más te cuento algo, ¿sabés? ¿No te alcanzó con verme llorar?

–Sigo sin saber qué hice –tartamudée.

–No te hagas, sabés lo que hiciste.

–¿A estas alturas no creés que estaría de rodillas pidiéndote perdón y llorando? ¿Se puede saber qué en el mundo hice?

–¡Le contaste al colegio entero lo que pasó ayer a la vuelta del colegio! Vos me decías "Basta, Jason, no voy a decir nada, blablabla", ¿cómo esperás que te vuelva a contar algo? –¡¿Qué?! ¡Yo no dije nada! Ni siquiera tuve la oportunidad de hacerlo. ¿Quién más podría haber sido si solo yo lo sabía? No sé, pero iba a empezar en ese instante.

–¿De verdad creés que soy capaz de hacer algo así? 1, creo que soy demasiado buena como para hacerlo. 2, ¡no me daría la cara! Me daría vergüenza, y no puedo creer que creas que fui yo.

–Bueno, sos la única que sabe. Pero ya está, ¿sabes qué? Te voy a pagar con la misma moneda a ver si te gusta, esperá al recreo, Wolff, no sabés lo que te espera. –lo miré horrorizada, Jason era capaz de hacer cualquier cosa. ¿Qué iba a decir? No tenía nada.

Y era verdad que no sabía lo que me esperaba, ni tampoco quería hacerlo. Cuando empezó la clase, empecé a sacar conclusiones e intentar de recuperar cada imagen que tenía de Jason de los últimos dos días en mi cabeza.

Me acordé de la vuelta a mi casa del primer día y todo el escenario. Me parece que había solo un chico de octavo que creo que ni tenía amigos, pero mucha gente los ganaría por una foto de Jason Trace llorando y dejándose llevar por sus sentimientos. En fin, primer sospechoso.

Después pensé ayer en el colegio qué había pasado. Ni Jason ni yo mencionamos ese tema, así que descarté el colegio. Después en mi casa creo que tampoco hablamos sobre eso... Es más, casi ni hablamos, solo al final del día cuando nos peleábamos en chiste y... No, basta Diamond, concentrate.

La clase hablaba cada vez más fuerte y era difícil volver a mi memoria. En el medio de mis pensamientos, alguien tocó la puerta. Levanté la vista y ahí concluí quién fue la que le había contado a todos sobre el abuelo de Jason: era Gabrielle, pidiendo un guardapolvos para el laboratorio. Tenía muchísimas razones para haber hecho lo que hizo, y una de ellas es que ella era amiga de Julia y ella haría lo que fuera por lo bien resentida que es. Antes de que alguien pudiera contestarle, yo levanté la mano y grité que tenía un guardapolvos. Le dije al profesor que lo tenía en el locker y le pregunté si me permitía ir a buscarlo. En cuanto salí de la clase, cerré la puerta y le dije:

–Ya sé que vos les contaste a todos sobre Jason y dijiste que fui yo, pero, ¿sabés? No le vas a hacer la vida tan fácil a tu amiga de esta manera. Si ella quiere hacer algo que lo haga por su cuenta y que no le tenga que decir a sus espías lo que en realidad ella debería hacer, ¿sí? Ahora, tené tu guardapolvos y dejame decirte que tu rumorcito no va a durar por mucho tiempo, ¿estamos? Decile a Juli que no se va a vengar de mí tan fácil, ahora andate antes de que estalle.

Gabrielle solo rió, totalmente falsa su risa de cualquier manera. Tenía miedo, o eso esperaba yo... Bueno, en realidad no tenía idea, pero yo me hubiera asustado en su lugar.

Cuando ya era recreo, salí afuera con Eugenia y todo el mundo seguía mirándome. Eugenia me preguntó qué les pasaba, y le conté toda la historia, menos la del abuelo de Jason. En realidad, no sé porqué no se lo conté, de alguna manera u otra se iba a enterar. De la nada, sentí unas voces detrás de mí gritando "Peter, Peter, ¡Peter!" mientras lanzaban besitos, y obviamente Jason a su lado riéndose de lo patética que me hacía quedar, como en los viejos tiempos.

–Eu, qué carajo... –dijo Eugenia en voz baja, mientras miraba de reojo a los chicos.

–No sé, Jason habrá leído algo en mi diario sobre Peter ayer y mi abuela también lo mencionó y como "venganza" parece que le contó a todos sobre Peter.

–Uh, oh, mirá quién viene por ahí –buenísimo, era Peter caminando con toda su facha. La verdad, lo había superado hacía bastante, pero mientras odiaba a Jason lo amaba a él. Pero, ¿qué digo? Debo intentar de no ir a su dirección, sino los chicos van a seguir gritando en frente de él y voy a quedar más idiota de lo que él ya me conoce.

Y lamentablemente, no fue así. Los chicos lo llamaron a Peter y él se dio vuelta hacia nosotras y ellos empezaron a hacer corazoncitos arriba de mi cabeza mientras me señalaban. Peter se reía con ellos, y esto fue lo que rebalzó el vaso:

–Ey, no te pongas mal. Si querés puedo invitarte a casa para hacerte sentir mejor... si sabés a qué me refiero –dijo intentando de no tentarse, mientras yo lo miraba enojada, haciendo que no me importaba. Era suficiente, Jason Trace había cruzado el límite y nunca se lo volvería a perdonar. Y lo peor, es que yo no había hecho nada.

Para empeorar las cosas, Julia y su ejército de trolas se acercaron hacia mí con los brazos cruzados.

–¿Cómo se siente ser odiada por tu platónico por segunda vez? Digo, porque nunca lo sabría porque no me pasó a mí –dijo mientras ella y su grupito se reían.

No por mucho tiempo, Julia–pensé –no por mucho tiempo.

El resto del día lo pasé muy angustiada, por lo que las chicas lo notaron y me invitaron a comer el viernes al restorán local del barrio donde vive Madison. Yo lo único que esperaba en ese momento era que Jason no fuera, sería lo peor que me podría pasar. Además, me encantaba ir a ese restorán porque los fideos de ahí eran los mejores.

Ya el viernes nos encontramos todas en la puerta. Madison tenía muchos amigos en el barrio, y la mayoría de ellos eran re lindos, sobre todo Nate Finnegan. Lamentablemente vivía en el centro y sólo venía al barrio los fines de semana, así que cuando iba aprovechaba verlo como si fuera la última vez que lo viera. Lo único que podía mejorar mi semana era verlo, aunque no sabía ni mi nombre, pero bueno. Además, Madison me dijo que la última vez que vine preguntó por mí y si volvería, así que tengo chances, creo. Como sea, de la nada vi a un grupito de chicos acercarse hacia la puerta mientras saludaban de lejos a Madison. Es más, creo que ahí estaba Nate.

–A vos era que te gustaba Nate, ¿no? –preguntó Madison mientras sonreía

–Sí, algo así, me parece caño –dije tímidamente

–Cuando vengan para acá, saludalo y sonreíle. Creo que podrías gustarle...

–Nah, no me hagas ilusiones, Madison, siempre termino mal.

–Bueno, pero saludalo. ¿Por mí? –dijo mientras hacía puchero. Yo rodé los ojos y la mire con mi cara de "está bien".

Cuando los chicos se acercaron, tuvimos que saludar uno por uno. Por fin, me tocó saludar a Nate. Tenía un perfume más rico, y era demasiado lindo. Ni bien me vio, me sonrió, lo que hizo que me ruborizara. Lo saludé amablemente y le devolví la sonrisa. Madison me pisaba fuerte y yo intentaba no reírme.

–¿Comen acá o ya comieron? –preguntó uno de los chicos.

–No, comemos acá, ¿ustedes?

–Ya comimos en lo de Chase, pero las acompañamos.

Bueno, para mejorar mi noche, ¡Nate va a verme comer mis fideos! Qué bueno. (Es sarcasmo, porque yo comiendo fideos soy un desastre.)

Los chicos cumplieron. Se sentaron con nosotros en la mesa, y yo tenía a Nate en diagonal mío. Podría decirse que cada tanto intercambiábamos miradas y sonrisitas, pero nada especial.

Después de comer, seguimos sentados en la mesa. De la nada mi celular empezó a explotar de mensajes, y en un momento toda la mesa se quedó en silencio tratando de averiguar de quién sonaba tanto el celular. Cuando se dieron cuenta que era el mío, fijaron sus miradas en mí, y mi celular seguía recibiendo mensajes. Me sentí incómoda, así que agarré el celular y me fui directo al baño a ver quién me mandaba esos mensajes.

Una vez en el baño, puse mi contraseña como pude ya que se me tildaba el celular por los mensajes. Los abrí, y eran todos de Jason Trace diciéndome cosas de peor en peor.

"Imbécil, la próxima vez mirate al espejo y ponete a pensar si un chico como Peter algún día te va a hablar"

"Sé todo, leí tu diario. Cuidate, Wolff, estás amenazada"

"No tenes otra mejor manera de llamar la atención que de contar mis secretos y mis sentimientos? Por favor, haceme el favor y comprate una vida. La más cara, si se puede. Ah, no, cierto que sos pobre..."

Una lágrima cayó bajo mi cachete, que con el tiempo se tornaba rojo por la angustia. No hice más que bloquearlo, no sabía que contestar, estaba muy débil. Madison pensó que estaba tardando mucho, así que vino al baño, apoyó su mano en mi hombro mientras miraba mis mensajes y me preguntaba si estaba bien.

–Sí, estoy bien, gracias. Creo... –estaba con hipo, en estas ocasiones era muy usual –que voy a caminar. Avisale a las chicas que vengo en un rato.

–Te acompaño.

–No, de verdad, quiero tiempo sola. Gracias igual, Maddy, sos lo más. –dije sacándole su mano de mi hombro, mientras me cruzaba de brazos y me iba corriendo hacia algún lugar vacío y oscuro donde nadie me pudiera ver llorar. Estaba harta, ¿no había tenido suficiente con humillarme con Peter hoy? Parece que no. Había tragado las lágrimas y la angustia en el colegio, pero ya no podía más. No podía ser que el día anterior lo amara tanto –y tenía razones para hacerlo –y hoy lo odiara así.

Corrí hasta que vi la cancha de tennis, abandonada al final del barrio. La rodié y me senté contra un poste de luz, al lado de ella. Tenía mi cabeza entre mis rodillas. Lloraba sin parar, sollozaba como si nadie me escuchara. Por suerte, estaba totalmente sola; o eso creía.

Entre mis lágrimas, los reflectores de la cancha de tennis se prenden coordinadamente. Me seco las lágrimas, creyendo que así disimularía mi llanto. Yo llorando era la persona mas fea en el planeta tierra, y no podía permitir que nadie, ni siquiera mi madre, me viera así. Pero, para mi hermosa suerte, no era ni mi madre, ni Madison, ni nadie que no me importara que me viera llorando. Obvio, que ya saben quien era, y si no lo dejé bien claro era Nate. Me levanté, y ahí estaba él parado bajo el reflector.

–¿Qué hacés acá? –preguntó, mirándome algo confundido.

–Nada, quería salir un poco de ese lugar.

–Estás llorando.

–Bueno, sí, pero estoy bien.

–¿Qué pasó?

–¿Disculpame? Ni siquiera te conozco, podrías ser un secuaz de Jason y así te cuento todo para que me arruinen más la vida, así que no gracias.

–¿Jason? ¿Quién es Jason? Y, capaz te pueda ayudar, quién sabe... –le vi la cara, parecía ser sincero

–Nada, solo que este chico, Jason, me estuvo insultando mal por mensajes y nada... –alcé los hombros –estoy mal.

–¿Qué Jason decís?

–Trace, pero no creo que lo conozc...

–¡¿Ese hijo de perra te puteó?! –me interrumpió –Pasame tu teléfono.

–¿Lo conocés?

–¿Que si lo conozco? Jugué contra él en varios torneos de boxeo. Es un imbécil, un mal perdedor, competidor, todo lo malo que se te ocurra. No te conozco, pero por lo que veo te afectó mucho y nadie se merece algo así, menos de Jason Trace. Dame tu teléfono.

–¿Qué vas a hacer?

–Voy a leer lo que te puso y le voy a contestar algo.

–No vas a poder contestar... –dije mientras lo miraba cómo leía los mensajes en shock –lo bloquié, no podía dejar que me siguiera insultando así.

–Qué... hijo.... de... ¡puta! –dijo mientras llamaba al número

–¿Lo estás llamando?

–Sí. Uh, bancá.

"¡Hola, Wolff!" se podía escuchar del otro lado del teléfono "¿Me llamás porque me bloqueaste?"

–Mirá, pedazo de gil, soy un amigo de Diamond y si volvés a putearla así te juro que voy hasta donde estés y te vuelo la mandíbula –¿amigo? Apenas me conocía, no quería decirle nada pero veía fruta donde había verdura...

"¡Uh! ¡Qué miedo! Corte el teléfono, señor Wolff, sabemos que su hija no tiene amigos, no pretenda más"

–Si tenés tantos huevos cortá vos, imbécil. Vos pensá lo que quieras, que soy el papá de Diamond, lo que sea, pero por lo menos ella tiene los suficientes amigos como para juntarse un viernes por la noche con ellos en vez de llamar a la gente que odia, ¿sabés? Andá con los amigos que decís que tenés y después hablamos, ¿dale? bye –cortó. Eso fue lo más tierno que nadie había hecho por mí. Fue un poco raro, pero aún así era tierno.

–Gracias.... por eso. Nadie había hecho algo así, menos la gente que apenas conozco.

–No, de nada. Probablemente si era un chico cualquiera no hubiera hecho nada, pero a Jason Trace le tengo un odio incondicional. Si te vuelve a molestar me avisás, ¿okey? No llores más por ese gil, no vale la pena. –le respondí con una sonrisa.

El lunes Jason tuvo su mirada en mí todo el día. Llegó el momento en que se agotó mi paciencia, y le dirigí la palabra por primera vez.

–¿Querés dejar de mirarme así? Yo debería hacerlo por lo imbécil que fuiste cuando me puteaste el viernes, ¿sí?

–Por favor, ¿ahora que vas a hacer? ¿Llamar a tu "amigo"?

–Ah, ¿así que no me creés?

–Ponete en mi lugar, ¿te creerías?

–¿Te tengo que dar hasta el DNI del pibe para que me creas?

–Con el nombre me alcanza y me sobra.

–Nate Finnegan –su cara se tornó de pálida a roja tomate, parecía que iba a estallar.

–¡¿Nate Finnegan?! ¡Ese tarado casi me vuela la cara en un torneo! No podés hablarte con él, es un pelotudo –la clase entera se calló y se rió de Jason, estaba tan avergonzado.

–¿Ahora te tengo que pedir con quién juntarme y con quién no?

–Sí, no te dejo que te juntes con ese petardo. Dios, me lo mencionás y ya siento la bronca en mis puños y tengo la necesidad de pegarle a alguien. Lo vuelvo a ver y lo mato, lo mato, ¡lo mato! –dijo golpeándo el banco. Waw, este chico sí le alteraba los nervios.

–Basta, Jason, no me hables, ¿sí? No quiero saber absolutamente nada de vos. –dije agarrando mis cosas mientras salía de la clase, después de que haya tocado la campana.

–Bancá, ¿qué decís? Yo debería estar caliente con vos.

–¡¿Vos?! ¿Fui yo la que te puteó por mensajes? Fuiste vos quien lo hizo.

–No, yo no fui.

–Ah, claro, ¿entonces cuál de tus "muchos amigos" fue?

–Entonces, ¿cuál de tus pocas amigas contó lo de mi abuelo?

–¡Fue Gabrielle Mathers! Nunca haría algo así, y me sorprende que lo pienses.

–¿Cómo sabés? Y, que yo sepa, nadie de mis amigos habló con vos. Yo solo te mandé algo y después le di el teléfono a Bradley para que llame a su mamá y luego lo dejó cargando, así que él no fue.

–Lo sé porque el día que le contabas a Verónica sobre tu tema, Gabrielle se quedó escuchándolos atrás del locker. Y lo sé porque en ese momento estaba en el baño, y la vi. Y, si no le preguntas a Bradley, nunca vas a saber quién fue –cerré mi locker fuerte y me fui con las chicas. Mientras me iba, Jason se quedó mirándome pensativo.

Madison, Claire y Eugenia vinieron corriéndo hacia mí saltando y gritando.

–¿Qué mierda les pasa?

–¡¿Pero vos no viste?! –dijo Claire, altamente excitada.

–¿El qué?

–¡Lo celoso que se puso Jason sobre Nate! Estaba por explotar –acotó Madison.

–Estaba por explotar porque es su mayor rival de boxeo, no le importo para nada.

–Pero, ¿qué cuando dijo que no te juntes con él?

–No sé, ni me importa. Odio a Jason, y Jason me odia a mí. ¿Qué más puedo hacer?

–Él te ama, Diamond, ¿por qué no lo ves? –Eugenia tomándome del brazo exclamó en desesperación.

–Me odia, Eugenia, cortala con eso.

Cuando el recreo terminó, vi a un grupo de gente toda amontonada. ¿Había una comadreja, o una pelea? Parece que la segunda, ya que la gente gritaba "¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea!" una y otra vez. Se escuchaban muchos ruidos, como en el boxeo.

Boxeo... ¡Jason! Me metí entre la gente para ver quiénes eran, y casualmente eran Jason y Bradley, matándose a golpes uno al otro. A Jason le corría sangre por el labio y Bradley tenía toda la camisa rota. Los separé como pude, pero Bradley sin querer (eso espero) me golpeó la mandíbula, lo que hizo que mi instinto de boxeadora saliera de mí y lo knoqueara por completo. Está bien, lo knoquié porque ya estaba medio muerto de antes por Jason. Si hasta lo tocabas con un dedo se caía, pero bueno. Entre todos los aplausos, escucho a Jason felicitarme.

–Eso fue tremendo.

–Se... –dije hombreándolo. El grupo de gente se fue, y el me agarró por el hombro.

–Per... perdón. Julia me hizo entender que fue ella la que mandó a averiguar a Gabrielle para que le contara a todos... Me dijo: "Qué buchona esa Diamond, suerte que ahora te tengo para mí sola y no andás con gente así" –dijo imitándo su vocesita –y no sé, le pregunté si tenía algo que ver con Gabrielle, ya que me habías dicho el otro día algo sobre eso. Y dejame decirte que Julia no es buena mentirosa, así que la agarré enseguida. Y, sí, fue Bradley el que habló por teléfono con Nate. Me dijo que vos me habías llamado para pedirme perdón y que Bradley le dijo que era un amigo suyo y ahí fue cuando supuestamente le pasaste con Nate porque tenías miedo y no sé qué... Así me enteré de tu amigo misterioso. Perdoname.

–Te perdono, pero sigo enojadísima, lo que me hiciste el viernes con Peter y lo que me dijiste hoy no lo vas a arreglar. Vamos a seguir siendo lo que somos, amigos o lo que sea, hasta que este oral termine. –¡El oral! Tenía que juntarme con él hoy, qué horror.

–Bueno, ¿sabés qué? Andate a la mierda. No suelo pedir perdón, y cuando vos tenés el perdón de Jason Trace no lo valorás. Mucha gente sí lo haría, así que chau, olvidate de juntarte hoy –dijo dándose la vuelta.

–¡Bueno, porque tu perdón lo puedo usar de papel higiénico! –grité por último y me fui de vuelta a clases.

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