Nini me había indicado que Jimin se encontraba en el jardín, por lo que decidí salir a buscarlo.
A pesar de que era un día soleado, lo vi bajo el fuerte sol con uno de sus típicos trajes de príncipe, pero el que llevaba hoy era gris.
Me acerqué a él y me tomó de la mano, llevándome a una banca que se encontraba bajo uno de los robustos árboles, para seguir mordisqueando su manzana. Ambos estuvimos en silencio por unos cuantos minutos, y él inclinó su cabeza hasta ponerla en mi hombro, y pude escucharlo respirar con profundidad.
—Es un lindo día, ¿no crees, Soo Min? —me preguntó algo demasiado obvio a mi parecer, pero me limité a asentir.
Acaricié su cabello y él se quedó en silencio, lo que era inusual en él, seguramente se encontraba pensativo.
El gato llegó y se echó a un lado de la banca, observando con curiosidad los pajarillos que volaban, probablemente imaginando devorándoselos o algo por el estilo.
—¿Y cómo está tu amigo? —intenté romper el silencio.
—Bien.
Intenté levantarme, pero me detuvo e hizo que me volviese a sentir.
—Sigue tocando mi cabello, Soo Min. Por favor —colocó nuevamente su cabeza en mi hombro, lo que me resultó demasiado adorable.
Jimin era como un pequeño y adorable gatito en busca de amor, dificultando que me negara a él.
—Te vez muy linda con ese vestido, pareces una muñeca y una princesa —quitó su cabeza de hombro para observarme, pero la colocó nuevamente en cuanto terminó de hablar, —Hoy me siento un poco triste Soo Min. A pesar de que te tengo, hay un vacío dentro de mí y no sé con qué llenarlo, solo me dan ganas de llorar. Algunas veces me gustaría ser un ave para volar con libertad y llegar a donde yo quiera, pienso que algún día de estos te tomaré de la mano para que huyamos juntos de este infierno, y dejemos todo esto atrás, bueno, si no es que huyes primero de mí y me dejas solo.
—Te prometí que no iba a abandonarte— levanté su cabeza para observarlo a los ojos.
Algunas lágrimas se deslizaron de sus mejillas, pero las limpió rápidamente y las remplazó con una sonrisa.
—Me gustaría que me entendieras, Soo Min, es como si estuviese atrapado en ese inmenso castillo, atado y sin escapatoria.
—Yo también lo estoy— reí y él se volteó a verme.
—Lo siento, realmente lo hago. Soy egoísta, quisiera decirte que te alejes de mí, pero mi corazón me lo impide.
Sus palabras me dejaron perpleja, ni siquiera tenía la más mínima idea de qué responderle, por lo que me limité a observarlo, pero incluso su expresión de seriedad no lograba tranquilizarme.
¿Quién era entonces Park Jimin? Incluso él mismo odiaba severamente su vida, pero no se animaba a entrar en detalles respecto a ella y día a día me daba cuenta de lo poco que en realidad lo conocía, si es que lo hacía.
—De todas formas, es demasiado tarde para que te vayas. Incluso si te lastimo, perdóname; juro solemnemente que no es mi inteción. Culpa mi vida, mi desgraciada vida.
Ahora no solo estoy perpleja, sino que aterrada.
—¿A qué viene todo esto? —logré articular finalmente.
—Siento que mi final está cada vez más cerca, Soo Min. Si tan solo hubieras llegado antes a rescatarme, me hubiese abstenido.
—Jimin —lo abracé con fuerza, quería que dejara de hablar. A pesar de todo, no quería perderlo.
—Soo Min, si muero...
—¡Basta! —me levanté y comencé a llorar.
—Lo siento —se levantó y tomó mi rostro entre sus manos, —Es por eso que no quiero decirte nada, no quiero lastimarte. Eres como una frágil muñeca de vidrio, y yo soy... ni siquiera tengo idea de lo que soy, pero temo llegar a quebrarte.
Jimin acercó su rostro al mío y plantó un suave beso sobre mis labios, pero cuando se intentó alejar, lo tomé de su traje y lo atraje hacia mí para besarlo nuevamente.
—No digas eso, me lastimas, además, no quiero perderte, Jimin —lo rodee entre mis brazos.
—Mira lo que incluso te he hecho Soo Min. Al principio querías regresar a casa, siendo eso lo normal, pero ahora quieres estar conmigo.
Dice la verdad, y aquello era lo que más temía en un inicio. Sabía muy bien que ese chico increíblemente adorable y encantador lograría hacerme caer por él, aunque no estuviese del todo bien.
Nini nos llamó para almorzar, lo que agradecí eternamente por temor a que Jimin dijese cualquier otra cosa, parecía que era un volcán en erupción y lo que verdaderamente sentía comenzaba a ser expulsado de su interior.
Detrás de aquella sonrisa había un chico vulnerable, con el corazón hecho añicos e incluso repleto de tristeza.
Ambos nos sentamos en la inmensa mesa ya servida, mientras que Nini salía con una bandeja de comida a la habitación del amigo de Jimin.
—Soo Min —me llamó, atrayendo mi atención, —Prefiero morir que hacerte daño, incluso si la muerte es uno de mis mayores temores, lo merezco.
Seguí comiendo en silencio, en un intento de ignorar sus palabras, aunque ya estas se habían clavado en mi cabeza y habían incrementado mi inquietud.
Al caer la noche, Tae no había dejado de quejarse, o eso fue al menos lo que Jimin me había dicho en cuanto le pregunté la razón por la que se encontraba inquieto.
El chico ya llevaba varios días en el castillo y me extrañaba que no se había quejado antes, ¿por qué lo hacía ahora?.
Jimin se cambió y salió apresurado en busca de algún medicamento para aliviar su dolor.
Me dirigí a mi habitación, pero me detuve en cuanto Taehyung abrió la puerta de la habitación en la que se encontraba y me hizo una seña para que ingresara.
—Pronto me recuperaré. Huye conmigo, Soo Min, escapa de él —se apresuró a decir.
—No lo haré, me quedaré con él.
Mis palabras parecen tomarlo por sorpresa, ya que permanece con los labios un poco entreabiertos, luego cierra los ojos y lanza una maldición.
—Tu familia está preocupada por ti, pero prefieres quedarte con un chico demente —dijo en tono molesto.
—¿No se supone que Jimin es tu amigo?¿Por qué hablas así de él?
—Es por eso que te lo digo, porque lo conozco demasiado bien, Soo Min.
—¿Por qué debería escuchar a un asesino?
Ahora parece debilitarse por completo. Sin duda alguna, no esperaba que dijese aquello.
—Lo hago por Jung...
La puerta se abrió de pronto y Jimin nos observó un poco confundidos.
—Soo Min, te dije que no le podías hablar —intercambió miradas con su amigo, mientras me tomaba del brazo y me atraía hacia él.
—Solo le pedía que me trajese alguna fruta de la cocina —se apresuró a decir Taehyung.
Jimin lo observó sin estar del todo convencido.
—Me devolví porque dejé mi abrigo, pero me doy cuenta de que el dolor parece que desapareció por completo, incluso te encuentras de pie —rió sin gracia, —¿O acaso todo se trataba de una mentira tuya?
—No, no, nada de eso —le respondió nervioso y se acostó nuevamente.
—De todas formas, para tu suerte, Nini encontró unas pastillas antiinflamatorias y no tendré que salir —sonrió.
—Entonces dile que si podría traerme una.
—Ya le dije, debe estar de camino —mencionó y la puerta se abrió.
Nini colocó una pastilla y un vaso con agua en un mueble que se encontraba junto a la cama, y se retiró.
Jimin me tomó de la mano y me llevó a su habitación, porque según él era hora de dormir.
***
Estaba desayunando con Jimin, cuando el timbre resonó en todo el lugar, haciendo eco, y Nini se apresuró a abrir la puerta.
—Jimin —lo llamó en cuanto regresó, y lo vio con seriedad mientras sostenía un sobre en sus manos, el cual le entregó.
Tenía el ceño fruncido y abrió el sobre con rapidez, para luego leerlo con suma atención.
—Vendrán —cubrió su rostro con ambas manos.
—¿Qué pasa? —le pregunté preocupada por su reacción.
Nini observó a Jimin y él a ella.
—No es nada, solo que un asesino anda suelta y aparentemente lo vieron por última vez cerca de aquí, por eso quieren revisar el castillo. Solo no debemos salir para evitar algún inconveniente.
—Claro.
Pero obviamente el asesino se encontraba dentro, y Jimin no tenía idea de que eso yo ya lo sabía.
—Soo Min, debo cortarte el cabello —habló Nini, —La policía vendrá, ellos podrían reconocerte. Diré que eres mi sobrina.
Durante el resto del día, Nini estuvo limpiando algo apresurada el castillo, iba y regresaba con basura o bolsas en sus manos.
—Ven —me llamó en cuanto se desocupó.
Colocó una silla frente a ella e hizo que me sentara, mientras sostenía unas tijeras en sus manos.
Lo recogió con una cola hasta un poco más arriba de los hombros.
—No te preocupes, vas a quedar hermosa. Cuando era joven me dedicaba a cortar el cabello —sonrió, y luego cortó mi cabello.
En cuanto acabó de cortar mi cabello y hacerme el flecó, tomó una caja con tinte y tiñó mi cabello negro a uno castaño claro.
—Luces hermosa —me alcanzó el espejo, y agradecía que no lo había hecho mal.
Recogió rápidamente todo el tiradero y continuó limpiando el lugar.
—Te vez hermosa, Soo Min —Jimin me observó y llevó una de sus manos a mi cabello, el cual tocó con delicadeza.
—Gracias —le respondí con un poco de timidez. Sentía que no me acostumbraría a sus constantes halagos.
—Vamos, es hora del té. A ellos les encantará cómo luces.
Nos sentamos en la pequeña mesa, pero él se fue y volvió en unos minutos con los perros y sus tazas en la mano, las cuales colocó en el suelo y vertió un poco de agua en ellas y carne enlatada.
Lavó sus manos y regresó.
—Ahora sí —sirvió té en las tacitas y repartió las galletas, —¿A qué quieres jugar más tarde, Muñeca? —preguntó en cuanto me entregó las galletas en un pequeño plato.
Había elegido aquél sobrenombre para mí, porque según él, cada uno debía tener un bonito nombre a la hora del té.
—No lo sé, tal vez un juego de mesa.
—¿Ajedrez? —sugirió y asentí
En cuanto acabamos de tomar el té, colocó el tablero y comenzamos a jugar. Me di cuenta de que era bastante competitivo y bueno en el juego, entre las cinco veces que jugamos, solo logré ganarle una, solo porque dejó que lo hiciera, intentó no ser tan obvio, pero de todos modos me di cuenta.
Jimin se dirigió a la cocina para traer más galletas. En cuanto desapareció de mi vista, las piezas fueron lanzadas por todas partes, incluso algunas se hicieron pedazos.
Me puse de pie aterrada y corrí a la cocina en búsqueda de Jimin.
—¿Pasó algo? —me preguntó, pero solo lo abracé y no dije nada.
Jimin regresó y recogió las piezas, para luego lanzarlas al basurero sin mencionar nada al respecto.
—Tal vez deberíamos tener otra cita, ¿no crees?
—Me gustaría ir a otro lugar. Salir de aquí podría ser bueno para ambos.
—¿Qué tal una de esas ferias con helados, algodones de azúcar y todas esas cosas? —me preguntó emocionado e ilusionado, parecía un niño.
—También me gustaría —le sonreí.
—Ay, pareces un adorable conejito —pellizcó mis mejillas, —Espero que nunca olvides lo mucho que te amo, Soo Min. Yo siempre voy a llevarte en mi corazón —me besó.
*****
Hola, se supone que este era el capítulo 14 (según el resumen que había hecho), pero por alguna razón los capítulos ahora se me hacen largos.
Ya el próximo jueves termino las pruebas, entonces subiré el capítulo 19 el viernes.
Bueno, creo que eso es todo.