Las Heridas Del Pasado

By MaJoLh_29

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Después de que su relación con su prometido termina, Anastasia Steele cambia su actitud radicalmente. ¿Qué pa... More

Advertencia
Prologo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
NO ES CAPITULO
Capitulo 8 Maraton 1/?
Capitulo 9 Maratón 2/3
Capitulo 10 Maratón 3/3
Capitulo 11 (Bonus)
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14 maratón 1/3
Capitulo 15 maratón 2/3
Capitulo 16 maratón 3/3
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Aqui Casual un espacio publicitario
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27. Maraton 1/3
Capítulo 28. Maraton 2/3
Capitulo 29. Maraton 3/3
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capito 34
Capitulo 36
Capitulo 37
Capítulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
Epílogo Parte I
Epílogo Parte II
Nueva historia

Capitulo 35

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By MaJoLh_29


Llegaron al estacionamiento del edificio en donde vivía Anastasia, ella se quiso poner de pie por sí sola pero Christian terminó cargándola. Anastasia le sonrió, pasándole los brazos por el cuello. Juntos subieron hasta su apartamento, él tocó el timbre e inmediatamente la puerta se abrió, dejando ver a Kate. Sus profundos ojos cafés reflejaban preocupación.

¡Bendito sea Dios que estás bien, Anastasia! –Exclamó al verla. –Temí que Christian fuera a buscarte demasiado tarde.

–Eso no pasó. –Declaró él, entrando con ella en brazos, pasando por el pasillo, entrando a su habitación, hasta dejarla con la mayor delicadeza posible en su cama.

Gracias. –Susurró ella. Él se recostó a su lado, pero no sin antes quitarse los zapatos y el saco, se desabotonó un poco la camisa para después recogerse los puños, colocándoselos a la altura de los codos, al estar al lado de Anastasia le plantó un beso en la frente para después abrazarla, ella colocó su cabeza en el pecho de él, también abrazándolo y disfrutando del momento que suponía estar en sus brazos. Dios santo, podría morir allí felizmente. Kate había ido tras ellos, pero al verlos así, decidió irse del apartamento, sabía que Anastasia necesitaría mucho valor para poder confesarle todo a Christian, y que para eso, tendría que estar a solas con él.

Christian colocó su cabeza sobre la de Anastasia, el perfume de su champú impregnó sus sentidos, él se tomó su tiempo para deleitarse con su olor, al igual que Anastasia, se deleitó lentamente con el olor del pecho de Christian. Olía maravilloso, olía a él.

Creo que merezco una explicación. –Comenzó a susurrar, todavía abrazándola.

Te la daré. –Contestó. –Te la daré ahora. Tú después decidirás qué hacer y cómo reaccionar ante aquella explicación.

–De acuerdo. –Susurró él, sobándole distraídamente la espalda.

–Pero, primero necesito que me digas qué es lo que sabes.

– ¿Por qué no mejor me cuentas todo?

–De acuerdo. –Contestó ella. Aquello iba a ser lo más difícil. ¿Tenía que decírselo en realidad?

Te escucharé sin interrumpir. –Susurró, mientras le plantaba un beso en el cabello.

Bien. Como ya debes saber, te mentí, te dije que mis padres estaban muertos, pero no era así. Bueno, en cierta forma. Papá está vivo, mamá murió hace dieciséis años...

– ¿Murió? ¿Por qué te cuesta decirme la verdad? –Se aseguró de decírselo sin reproche en su voz.

Porque la verdad duele. –Tomó una bocanada de aire. – Mamá fue asesinada. –Susurró. –Papá la asesinó. Ella le pidió el divorcio, papá no aceptó y mamá quería escapar pero... –Christian la abrazó más fuerte a medida que seguía hablando, era como si quisiese demostrarle que estaba allí, apoyándola. –Tenía diez años, era navidad y yo pedí mis regalos, pero papá se enfureció diciendo que yo era solo una carga más, que debería dejar de pedir tantas cosas ridículas e intentó golpearme, pero mamá se opuso, metiéndose entre nosotros. La que recibió los golpes fue ella, pero después de eso, mamá quería que nos fuésemos de la casa. Unos días después lo intentamos, pero cuando estábamos a punto de irnos, recordé que había dejado a mi peluche. De tonta le pedí que fuese a buscarlo y ella así lo hizo pero... se encontró a Raymond, él se dio cuenta de lo que planeábamos y terminó tirándola por las escaleras.

–No tienes por qué contar todo con tanto detalle. –Le susurró Christian, tratando de que no siguiese recordando. + –Fue mi culpa. Si no hubiese andado de estúpida pidiendo mi maldito peluche, mamá estaría viva.

Eras una niña, mi vida, no fue tu culpa. –Susurró, plantándole más besos en el cabello.

–La policía, como era lógico, llegó... –Continuó, ignorándolo. –Estuvieron a punto de meter preso a papá pero no lo hicieron por faltas de pruebas, yo conté lo que había visto pero él se encargó de hacerme ver cómo una niña desequilibrada, que se la pasaba inventando historias macabras para llamar la atención, obviamente la jueza encargada del caso le creyó a él, él era el adulto, no yo. El tiempo pasó, Raymond siguió libre y con mi custodia, no dejó que fuese a la escuela, me tenía como una sirvienta, llevaba mujeres a la casa y yo tenía que limpiar todo el chiquero que hacían. Me atrasé dos años, le rogué y supliqué a una vecina que firmase como mi representante, le dije que ella no tendría que pagar nada, pues era una escuela pública y en cuanto al uniforme y materiales ya me encargaría yo. Ella aceptó e incluso me donó un uniforme y unos cuantos libros, papá no se dio cuenta, yo me la pasaba encerrada en mi cuarto, saliendo solo cuando él lo requería. Comencé clases, no había problema siempre y cuando llegase para prepararle el almuerzo. Cristina, mi vecina se encargaba de distraerlo en dado caso de que yo no llegase, ella también me ayudó a conseguir los materiales que me pedían en la escuela, a cambio de cuidar y sacar a pasear a su hijo... A veces a su perro. Ella intentó demandar a papá, pero yo le rogué que no lo hiciese, sabía que si hacía algo así, me quedaría sin el privilegio de estudiar. En la escuela, Cristina era mi representante, decía que era una tía lejana, siempre buscaba mis boletines y ese tipo de cosas. Papá no se enteró hasta que llegó la época de la universidad, afortunadamente para esos años yo ya era mayor de edad, pero aun así me costó mucho, él se opuso a que yo estudiase. Mi promedio no era el mejor, simplemente no podía estudiar cómo era debido, por lo que no me alcanzó para ingresar a estudiar medicina en la universidad pública, intenté en una privada pero era demasiado costosa, ni aunque le vendiera el alma al diablo lograría entrar allí. Así que me fui por derecho, pensé en la injusticia que se había cometido conmigo, en que el culpable de la muerte de mi madre seguía libre, así que decidí irme por esa carrera para tratar de hacer un poco de justicia con otros casos. Aun así me costó mucho sacar el título, pedían muchas cosas, muchos libros. Afortunadamente Cristina me ayudó allí también, pero... Nunca pude pagárselo, murió apenas me gradué. –Se dio cuenta de que estaba llorando al sentir cómo el pulgar de Christian se deslizaba por sus mejillas, secando las lágrimas que habían dejado un rastro allí.

Aquí estoy. –Susurró.

Después de eso, me gradué, conseguí trabajo en un bufete, el bufete Navarro. Y conseguí rentar este apartamento con Kate. Papá apareció un día, yo creí que me estaba buscando porque preguntaba por su "hija", pero en realidad buscaba a Kate, después me di cuenta de que somos medias hermanas.

– ¿Y... Miguel?

Pasó algo similar. Su mamá vino y se encontró con mi papá, ella se derrumbó y me contó absolutamente todo. Pero como ya te dije, Miguel no podía enterarse de nada. Raymond se dio cuenta de todos los secretos, comenzó a amenazarme, si no le pagaba le diría a todos de mi pasado, se encargaría de que me despidiesen, yo no le creí así que no le pagué nada. Pero después de un mes, efectivamente me despidieron, alegando un robo, incluso quisieron meterme a la cárcel. Llamé a Raymond, él me dijo que si le pagaba no iría a la cárcel, así que le pagué, pero no recuperé mi trabajo. Comenzó a amenazar también a Kate, ella le pagó. Quería amenazar a Miguel pero yo no lo permití, él es todo lo que yo quería ser, va a graduarse de médico y yo quería que se concentrase única y exclusivamente en su carrera, así que le dije a Raymond que yo le pagaría lo que le correspondía pagar a Miguel y así lo hice, así lo hago. Todos los veinticincos de cada mes, él se encarga de cobrarme la respectiva cantidad de dinero. –Le explicó. –En fin. –Continuó. –Pude conseguir trabajo después de unos meses, en el bufete de Jack. –Susurró. –Yo me enamoré de él, o eso creí. Comenzamos una relación, me propuso matrimonio, yo acepté. Una noche peleamos, él quería acostarse conmigo. –Volvió a susurrar. –Yo le dije que esperase hasta la noche de bodas y me fui corriendo después de darle una cachetada. Me fui y me sentí mal por haberlo golpeado, así que volví al bufete, dándome cuenta de que estaba a punto de acostarse con su secretaria. Debí huir, irme, pero me quedé allí hasta que Irene, la secretaria, se fue, dejándome a solas con él. Le reclamé, comenzamos a discutir, él me dijo que ya había esperado mucho tiempo, y... Terminó...

–Sí. Ya. –Susurró él, volviéndole a plantar un beso en el cabello.

Después me dijo que se había enterado de mi pasado, de quién era mi padre, que había hablado con él. Me dijo que si yo decía lo que había pasado entre nosotros, él y Raymond se iban a encargar de inculparme en un fraude y de destruir mi carrera, yo los creía capaces así que... Que acepté y me callé.

–No hiciste bien. –Susurró.

–Son capaces de todo.

–Jack no te volverá a hacer más daño.

–Eso espero.

–Está preso.

– ¿Qué? ¿Hiciste qué?

–Anastasia. –Comenzó a decir al ver que ella se colocaba de pie violentamente y no le pasó de ser percibido la mueca de dolor que hizo.

– ¡Christian! –Le gritó. – ¿Por qué rayos hiciste eso?

–Él debía pagar por sus crímenes. No te hará nada, yo estoy aquí para protegerte.

–Raymond es su cómplice, ¿que no te das cuenta? Y no es cosa de que me haga daño a mí, te puede hacer daño a ti, ¿que no lo entiendes?

–Nadie me hará daño. Sé defenderme. –Se colocó de pie, acercándosele, ella estaba de espaldas a él, Christian la abrazó por detrás.

Si te hacen daño a ti, me harán daño a mí. –Susurró, sintiendo el cálido aliento de él en su nuca, un escalofrío la recorrió de pies a cabeza. Él comenzó a besar su cuello, mientras la sujetaba de la cintura. Oh, no.

Eso no era bueno. 

 Cada que Christian hacía eso, terminaba... Terminaba haciendo el amor con él. ¿Por qué era tan débil? ¿Por qué se dejaba seducir?

Christian, estamos hablando.

–Yo no quiero hablar. –Le susurró al oído, para después succionar un poco su lóbulo.

–Christian. No. –Al pronunciar esa palabra, él se alejó rápidamente, como si le hubiesen dado una bofetada.

Discúlpame. –Susurró.

No hace falta que te disculpes. –Contestó con una sonrisa ladeada, volviendo a acercársele, abrazándolo por el cuello.

No. Realmente lo siento. Tú todavía estás convaleciente, pero... –La sujetó de su cintura. Anastasia se dio cuenta de la magnitud de su deseo, lo que le provocó una sonrisa. –Tienes que entenderme, hace mucho tiempo que no te hago el amor. –Contestó, sonriéndole también.

Tienes razón. ¿Será qué? –Comenzó a decir, haciéndose la pensativa. – ¿Un mes?

–Más tiempo. Por lo menos para mí.

–Y para mí también. –Anastasia se colocó de espaldas hacia él.

Quiero preguntarte algo, Nena. –Le informó, besándole el cuello, mientras la volvía a abrazar por detrás.

Lo que quieras, vida.

– ¿Cuándo te vas a vivir conmigo? –Le susurró al oído.

– ¿Vivir contigo?

– ¿O quieres hacerlo después de casarnos?

–¿Casarnos?

Sí, ¿o ya se te olvidó que eres la mujer de mis sueños y que quiero pasar el resto de mis días contigo? Además, ya que sigues convaleciente, me encantaría poder cuidarte, poder mimarte. –Declaró, apoyando su mentón en el hombro de ella.

Me encantaría vivir contigo, pero tu papá no sabe nada. –Contestó, pensativa.

No viviríamos en la mansión. Quiero tener privacidad contigo, tengo un apartamento en el centro, no es al que te he llevado desde el principio, es... Otro. Más familiar. Podríamos vivir allí mientras esperamos la boda, después podríamos mudarnos a otra casa.

– ¡Christian! –Contestó, divertida. –Quieres comprar casas como si fuesen pantalones.

Puedo darme el lujo de eso, bella. Además, en aquel apartamento no podrán vivir cómodamente todos nuestros hijos.

– ¿Hijos? –Preguntó, acariciándole distraídamente la mejilla.

Hijos, sí. –Contestó, agarrando la mano de ella y plantándole unos cuantos besos. –Quiero tener muchos hijos contigo. –Escondió su rostro en el cuello de ella.

– ¿Te conformarías con dos?

– ¿Tan poquitos?

–Christian, no somos conejos. –Contestó, riéndose.

Yo quería cuatro.

–Tres, es mi última oferta. –Le dijo divertida

Como quiera la señorita. –Le contestó, besándole de nuevo el cuello.

Y además. –Comenzó a susurrar, incómoda. –Todavía tienes que divorciarte.

–Sí, ya metí los papeles, solo falta que Leila firme el divorcio y ya está.

– ¿Crees que quiera firmar?

–Le daré todo el dinero que pida, siempre y cuanto firme aquello. Quiero que mi esposa seas tú. –Contestó, subiendo el rostro para volver a apoderarse de la boca de ella.

**

Con el pasar de los días, las heridas de Anastasia iban mejorando, cada vez cojeaba menos y sentía menos dolor. Su costilla y su tobillo iban por el buen camino. Había ido al médico hacia un par de días, ya le habían quitado los vendajes, pero aun así un leve dolor se le presentaba al dar algunos pasos; nada del otro mundo, todo era soportable. Le informó a su hermana que se iba a ir a vivir con Christian, Kate no puso pero alguno, simplemente la felicitó y le deseó lo mejor.

En cuanto a Jack, Christian le había comunicado que estaba siendo procesado y que dentro de poco, sería el juicio. Bien, pero en realidad, no quería saber absolutamente nada de él. Y respecto a Raymond, no había vuelto a aparecer en su vida y esperaba que siguiese siendo así.

Anastasia preparó una maleta con todo lo necesario, ya después vendría por sus demás cosas. Estaba lloviendo, terminó de arreglarse viendo cómo las gotas de lluvia se deslizaban lentamente por su ventana. Se había colocado una camisa larga y blanca, con cuello redondo, le llegaba hasta más debajo de los muslos, estaba totalmente despegada de su cuerpo, al final se ceñía un poco sobre sus caderas, con un cinto fino de color marrón. Más bien podría ser un vestido, pero debido al frío que estaba haciendo, Anastasia se colocó un jean oscuro, además de colocarse una especie de suéter holgado, color marrón también, dejándolo totalmente abierto. Después de colocarse sus zapatillas negras, dejar sus rizos sueltos, colocarse un poco de brillo en sus labios y meter a Atenea en un bolso especial para perros, estaba camino al ascensor con sus maletas. Encontró a Christian abajo, también vestido informalmente, con una camisa azul marino y un jean también oscuro. Al verlo, Anastasia lo abrazó con una fuerza desesperada, mientras unía su boca con la de él.

Me da gusto verte, bella. –Le susurró al oído.

Te extrañé, vida. –Contestó con una sonrisa.

Christian metió las maletas en la cajuela del auto, Anastasia se sentó en el asiento del copiloto, con Atenea en sus piernas. Después de unos segundos ya estaban camino al centro, yendo a una velocidad prudente por la avenida principal. Anastasia estaba mirando por la ventana del auto, admirando el paisaje y dándose cuenta de que, a medida que se alejaban más del sector en donde vivía ella, los edificios, casas, construcciones y locales se hacían más exclusivos. Y supuso que Christian se refería a la parte cara, exquisita y exclusiva del centro de la ciudad.

– ¿En qué piensas? –Le preguntó él, dejando caer su mano sobre la rodilla de Anastasia, ella colocó su mano sobre la de él.

En que voy a vivir contigo. –Le contestó.

¿Y tus pensamientos son buenos o malos con respecto a eso?

–Buenos, creo. No lo sé, nunca imaginé que podría ser feliz con un hombre como tú.

– ¿Un hombre como yo?

–Sí, ya sabes, un playboy incorregible.

–Incorregible no, tú me corregiste.

–Yo no fui. Una persona no te cambia, te cambia el amor. –Susurró. Christian le dio un pequeño apretón en la rodilla, para después volver a concentrarse en el camino, Anastasia recostó su cabeza sobre el hombro de él. –Te amo. –Susurró.

No me amas ni la mitad de lo que yo te amo, bella. –Le contestó con humor.

**

Estaba terminando de desempacar su maleta, observando cómo la tarde se iba, dando paso a la noche. Ya era hora de la cena y Christian estaba preparándola. Atenea se encontraba en una de las esquinas de la sala, durmiendo allí plácidamente.

Al llegar a aquel lugar se había quedado boquiabierta.

Christian le había dicho que era un apartamento, no un penthouse. Su decoración era simplemente exquisita, todo el edificio era exquisito. La entrada tenía una especie de control con voz, el ascensor tenía un sistema totalmente sofisticado, se abría en cada apartamento al insertar la respectiva llave. Tenía un aire de apartamento de soltero, tres cuartos, dos baños, sala y cocina de un tamaño descomunal. Un cuarto estaba libre, el otro era de Christian y el que sobraba parecía una especie de despacho.

Las paredes, que tenían tonos blancos y azules, estaban decoradas con algunos cuadros. Aquel apartamento era totalmente masculinizado. En la sala se encontraba un televisor de unas veinticuatro pulgadas, con unos muebles de cuero negro y una mesa de vidrio con borde marrón, aparte de todo eso se encontraban unos cuantos aparatos sofisticados y complicados. Anastasia no había tocado absolutamente nada.

Después estaba el pasillo, al fondo se encontraba el cuarto de Christian, en donde dormirían juntos. Su enorme habitación azul marino, tenía una especie de elevación, una especie de rampa, el lado derecho de esta, tenía una agarradera marrón, y el lado izquierdo estaba pegado a la pared. Al cruzar la rampa, al final, se encontraba el baño.

El baño, santo cielo.

Estaba segura de que era del tamaño de otra habitación. Si se seguía caminando, se encontraba una alfombra redondeada, blanca. Al lado izquierdo se encontraba la ducha, estaba envuelta en vidrios transparentes. Al lado derecho se encontraban dos escalones, de granito marrón. Tanto lujo estaba abrumándola, el baño era demasiado, sin contar las demás habitaciones.

La cama de madera brillante, oscura y pulida, cuyo cabezal estaba en forma de curva, hacia atrás, hacia la pared, se encontraba en el centro de la habitación. Su juego de sábanas también era azul marino, su superficie estaba cubierta por unas cinco o seis almohadas, totalmente innecesarias.

No había mirado todavía la cocina. Con solo ver el baño, la sala y una de las habitaciones ya se sentía abrumada.

Terminó de desempacar, dándose cuenta de que había metido en su maleta, el collar de sus padres; " R&A". Y se lo colocó. De esa manera sentía que tenía una parte de su madre con ella. Se encaminó a la cocina; ayudaría a Christian a preparar la cena, solo esperaba no desmayarse al ver qué tan lujosa sería aquella parte del apartamento.

Aquel lugar era igual o más lujoso que las demás partes de la construcción, pero aun así no era tan grande como se la habría imaginado. Anastasia se acercó a Christian por la espalda, plantándole un beso en el hombro, él agarró su mano, apretándola levemente, mientras seguía echando una especie de salsa sobre la pasta.

– ¿Qué vamos a comer hoy, nene?

–Pasta con salsa de setas.

–Suena delicioso. Sabes que adoro la comida italiana. –Contestó, dejando de abrazarlo y dando la vuelta, apoyándose en el mesón.

Y por eso te lo preparé. –Declaró sonriendo, volteándose a mirarla. –Ya te sinceraste conmigo en todos los aspectos; pero, ¿ese collar realmente qué significa? –Le preguntó, señalando la " R&A" que brillaba en el cuello de ella.

Alejandra y Raymond. El nombre de mis padres, mi mamá se llamaba Carla Alejandra pero a mi padre no le gustaba mucho el nombre de Carla, Christian lo guardo por la L, no por la R. –Contestó, con unas notas amargas en su voz. –Papá se lo regaló en uno de sus aniversarios.

–Anastasia, si no quieres recordar, no lo hagas. Solo quería saber qué significaba. –Contestó con una sonrisa forzada.

Ella sonrió verdaderamente, pensando en lo suertuda que era al tener a unhombre como Christian.    

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No daré espoilers, lean y disfruten 😉 (⚠️advertencia⚠️) Tiene groserías En algunos capítulos También violencia