El Internado.

By mariajose9515

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El internado "La Laguna Negra" es un colegio de élite en un entorno privilegiado. Las familias más pudientes... More

El principio del todo.
Algo que esconder.
Todo lo que no se ve.
Solo nosotros.
¿Quién es?
Hasta siempre, amigo.
Esto no puede ser.
Capítulo 8
Capítulo 9
¿Quién es Irene Espí?
Como le vea le parto la cara.
Si no lo veo no lo creo.
¿Cuándo pensabas decírmelo?
Ni frío ni calor.
Capítulo 16
Creo que sé quien la mató.
Capítulo 18
La vida es eso.
Capítulo 20
Si te pasa algo me muero.
Capítulo 22
La noche del fuego.
Capítulo 24
El puré de calabaza.
Niñato.
Estoy embarazada.
¿Por qué sale tu padre en las fotos?
No puede ser.
Un chico demasiado rico.
Hay cosas que ni se compran ni se venden.
SIGUE SOÑANDO.
La fiesta de las dos lunas.
¿Y este es el gilipollas que te gusta?
¿Dónde nos hemos metido?
¿Me has engañado?
¿Te gusto?
Esto es muy raro.
¿Qué está pasando?
¿Quién es el tercero?
¿Qué cojones habéis hecho?
Perdóname.
¿A ver si vas a ser tú la chivata?
¿Esto que es ahora? ¿Una central nuclear?
Nemo.
¿TÚ?
La noche de Santa Isabel.

Capítulo 15

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By mariajose9515

Carol, no puede dejar de mirar la foto. Nunca se había dado cuenta del tatuaje o si se había dado cuenta, no le prestó importancia.

-¿Por qué tu madre tiene el mismo tatuaje que la mía? –Dice Marcos.

-No lo sé. –Dice entre lágrimas.

-No tiene sentido. Sois de Canarias, ¿Qué hacía tu madre en este internado? –Dice Vicky.

-Eso no tiene nada que ver, Vicky. Yo soy gallego y estoy aquí. –Dice Marcos.

Los chicos no saben que pensar ni que hacer. Esto es muy diferente. Se están enterando de cosas que nunca pensaban que iban a descubrir.

-Todo esto es muy raro. –Dice Julia. -¿Dónde estamos metidos?

-No lo sé, pero en cuanto pueda me voy a largar de aquí. –Dice Iván.

-Ahora podéis iros juntos. –Dice Roque.

Julia, que se siente culpable se acerca a él.

-Roque, lo siento. De verdad.

-No pasa nada. Sabía que tarde o temprano iba a pasar. –Dice Roque.

-Bueno, ¿Qué es lo que visteis en la habitación esa en la que os encontramos? –Dice Vicky.

-Vimos tarros de sangre. En principio pensamos que era de todos los alumnos, pero no. Solamente están los nuestros. No hay de nadie más. –Dice Julia.

-Hay que volver a bajar para ver si vemos algo más. –Dice Marcos.

-Esa sangre puede que nos la cogiesen cuando nos hicieron las pruebas médicas. –Dice Roque.

-Hijos de puta. –Dice Iván.

-Esta noche a las once en la chimenea. Estad puntuales. No podemos dejar pasar más tiempo. Un momento, ¿La llave? –Dice Marcos, mirando por toda la habitación.

-La tenías tú. –Dice Carol.

-No, yo no tenía nada. Abrí la puerta pero luego dejé la llave en la mesita.

-Genial, se quedó en esa habitación. –Dice Iván.

-Al igual que el cuaderno de tu madre. –Dice Julia.

-Ahora estamos a cero, otra vez. –Dice Marcos.

-Cuando estábamos separados, vimos a un hombre con una mujer, no le vimos la cara, pero posiblemente fuese tu madre, Marcos. –Dice Julia.

En los pasadizos...

-Por favor, déjame irme. No sé qué queréis de mí. Tengo que encontrar a mis hijos, estarán preocupados. –Dice Sandra.

-No puedes salir de aquí. Sabes por qué estás aquí. Si quieres que tus hijos sigan vivos, tienes que estar con nosotros. –Dice Camilo.

-No sé de lo que me estás hablando.

-Sí lo sabes, Irene. –Dice Camilo.

-No me llamo Irene, me llamo Sandra.

-Tómate esto que te hemos preparado. Está riquísimo. Ah, y no intentes salir, no te oye nadie. –Dice Camilo marchándose.

Mateo...

A Mateo lo han vuelto a meter al internado para que tenga a los chicos controlados y no entren más a los pasadizos. Piensa que va a ser tarea fácil después de todo, pero no sabe que los chicos no se van a dar por vencidos.

-¿Preparando otra huida? –Dice Mateo, mientras los sorprende en la biblioteca.

-Lástima que no fui yo el que te dio en la cabeza ese día, si no estarías muerto. –Dice Iván.

-Bla bla, bla, lo que tú digas. Pero no vais a ir a los pasadizos. –Dice Mateo.

-¿Y qué? ¿Se lo vas a decir a Héctor? Venga, díselo, estoy deseando saber a qué hospital mental te mete, porque no te va a creer. –Dice Iván.

-Ellos, ¿Qué te han prometido? Para que estés haciendo esto a unos críos. Sea lo que sea, no te lo van a dar. Y que sepas, que el primero en caer, vas a ser tú. –Dice Marcos.

Los chicos se marchan, pero Mateo se queda reflexionando sobre lo que le ha dicho Marcos.

Llama por teléfono.

-En quince minutos nos vemos.

Entra a los pasadizos y se encuentra con Camilo.

-¿Qué era eso tan importante que me tenías que contar? ¿Qué han hecho los chicos? –Dice Camilo.

-Nada, iban a entrar, pero les he convencido.

-Ahora que saben que eres de los malos, tienes que tener cuidado, pueden hacerte algo. –Dice Camilo.

-Y a mi hija, ¿Le seguís dando la medicación?

-Claro que sí, Mateo. Te dijimos que si hacías todo lo que te decíamos, tu hija iba a estar sana y salva.

Mateo se marcha y mientras empieza a recordar...

Hace un año.

Su hija tiene cuatro años. Es una niña preciosa, morena con los ojos verdes. Ha salido a su madre en todo. La quiere con locura, pero lleva unos días que no se encuentra bien, la han llevado a los médicos de toda la ciudad, pero ninguno sabe dar con lo que le pasa. Muchos dicen que es una enfermedad rara, que no tiene cura. Pero ellos no pueden dejar que su niña, poco a poco muera.

Tras mucho mirar, encuentran una clínica que se llama OTTOX, al parecer ha tenido varias denuncias por tratar con humanos, pero cuando está en juego la vida de tu hija, no tienes límite.

Decide entrar y saber qué es lo que va a hacer.

Sale de allí esperanzado, aunque no le aseguren cien por cien que se va a curar, tiene varias posibilidades. La niña empieza a ir a esa clínica, y parece un milagro, la enfermedad ha remitido. Pero el tratamiento, era demasiado caro por lo que Mateo, tuvo que empezar a trabajar para ellos.

Su mujer, le advirtió varias veces con que aquello no era seguro, pero si no lo hacía, iban a matarlas y no podía consentirlo.

Mateo sale de los pasadizos y se dirige hacia su habitación, sigue sin poder dejar de pensar en lo que Marcos le dijo. Quizá lleve razón. Quizá es hora de darle su merecido.

Pasa la noche y duermen tranquilos. Todos menos Iván, su amigo no le habla y para colmo, no puede dejar de pensar en María, bueno mejor dicho en su cicatriz.

Amanece. Es hora de ir a clase. Todos se despiertan y se ponen sus uniformes. De pronto, reciben un mensaje, todos a la vez. Alguien los cita a las once en la ermita.

-¿Vosotros también lo habéis recibido? –Dice Vicky.

-Sí, pero no podemos ir. No sabemos si es una trampa. –Dice Carol.

-No creo que sea una trampa. Nos han tenido cien veces a huevo y no nos han hecho nada. –Dice Julia.

-Yo voy a ir. –Dice Marcos.

-Está bien, todos a las once allí. Iremos juntos. –Dice Iván.

Héctor interrumpe el desayuno y llama a Iván.

-Iván, tenemos que hablar. –Dice Héctor.

-Dime. Esta vez no he hecho nada. –Dice gracioso.

-No, no es nada de eso. Tu padre ha salido de la cárcel. Al parecer, por buena conducta. Pero déjame que lo dude. Está aquí y quiere verte. Si no lo quieres ver, yo mismo le diré que se vaya. –Dice Héctor.

Iván, no se esperaba para nada que su padre estuviese otra vez fuera de la cárcel tan pronto.

Deja a Héctor con la palabra en la boca y cuando parece que va hacia su padre, que está en el despacho de Elsa, se dirige hacia la cocina.

-María, María. –Dice alertado.

-¿Qué? ¿Te pasa algo?

-Mi padre, está aquí.

-No digas tonterías.

-Que sí, le han soltado por buena conducta. Eso o ha comprado a la mitad de la justicia que le quedaba por comprar.

-¿Y qué vas a hacer?

-No lo sé.

Justo en ese mismo momento, llega Jacques Noiret.

-Que estampa tan bonita. –Dice. -¿No vas a venir a darme un beso? Hijo mío.

-Hola, papá. –Dice asustado.

-Vaya, ahora soy tu padre. Pero hace unos meses, no. ¿Cómo tuviste la desfachatez de declarar en contra de tu propio padre?

-Quizá porque ha visto como su padre le pegaba a su propio hijo. –Dice María, defendiendo a Iván.

-Tuvo que saltar la chacha de turno. –Dice dirigiéndose hacia María.

-No me da ningún miedo. Recuérdelo.

Iván, está viendo aquella situación sin entender nada. De todas formas, agradece que alguien se preocupe por él como una madre, por lo que vuelve a recordar la cicatriz.

-De los tres que estamos aquí, tú eres el que sobra. Así que creo que ha quedado claro que no quiero que estés aquí. Además, como muy bien dices, soy la chacha, y este es mi sitio de trabajo. Así que si me permite, la puerta está por allí. –Dice María.

-Iván, vete. Tengo que hablar con ¿María? Dices que te llamas, ¿No?

Iván, se marcha, pero no muy lejos.

-¿De qué coño vas? ¿Quién te crees que eres para hablarme así, delante de mi hijo?

-Ahora es su hijo, pero cuando le rompía los dientes, ¿Quién era, eh?

Héctor, llega y echa a Noiret de la cocina, dejando a María tranquila y sola. Ya que Héctor se ha llevado a Iván a su despacho.

-Creo que aquí estarás tranquilo. Tómate el tiempo que quieras. Yo ahora me voy a clase. Y no te molestes en buscarme los exámenes, porque no los vas a encontrar.

Iván, se queda solo en el despacho de Héctor. De todo el colegio, es el único sitio donde parece que se siente cómodo. Pero sabiendo que nadie va a pasar, la curiosidad lo invade. Así que se levanta y empieza a mirar por encima.

Entonces, encuentra lo que parece las fichas médicas. Por lo que la bombilla se le enciende y piensa en los tarros de sangre que vio en aquella habitación. Empieza a mirarlos, y al principio no parece nada raro. Ve su ficha y la de todos sus compañeros, todas son iguales, no hay nada fuera de lugar. Hasta que detrás de otros papeles, encuentra el resultado de ADN que le hizo el Doctor Truebas a las pruebas de María e Iván.

Las coge sin saber muy bien lo que pone, pero en ella pone su nombre y el de María. Por lo que no entiende nada de lo que está viendo. Lee todo con detenimiento, para no perderse nada, hasta que ve el resultado.

Las palabras:" probabilidad de maternidad: 99,999999%"

Esas palabras se le quedaron clavadas en la cabeza durante varios minutos, se le repetían en bucle. No podía ser, su madre no podía ser María.

Guarda las pruebas en el cajón, pensando que todo eso era una equivocación. Nunca se le había pasado por la cabeza pensar que sus padres, no eran sus verdaderos padres.

Sale de ese despacho y vuelve a su habitación. Todos sus amigos están en clase. Mira el reloj y piensa que todavía le queda tiempo hasta que tenga que irse a la ermita. Pero no puede estar tranquilo con lo que acaba de ver. Por lo que se levanta y llama a su prima.

-Manuela. Tengo que hablar contigo. Seguro que tú sabes algo. ¿Tú sabías que mi padre no es mi padre? –Dice Iván, por teléfono.

Manuela no dice nada, por lo que Iván, sabe que sí.

-¿Y cuándo pensabas contármelo? ¿El día de mi funeral? Sabes todo lo que me ha hecho y te has quedado callada. –Dice Iván, colgando el teléfono.

Julia, que en ese momento pasa por allí, le habla.

-¿Qué pasa? ¿Qué hoy te han gastado una broma, no?

-Si tú supieras...-Dice Iván.

-Si te pasa algo, ya sabes que puedes contar conmigo. –Dice Julia, tocándole la cara.

-Creme que si me pasase algo, serías a la última a la que se lo contaría.

-Eres increíble. De verdad. ¿Sabes qué?

-¿Qué?

Julia, está a punto de mandarlo a la mierda, pero hay algo que le dice que no, aún no.

Le besa, Iván le devuelve el beso y entran al baño. Sin ver si es de chicas o chicos. Quizás, el que Roque ya lo sepa, hace que lo que quiera que sea lo que tienen sea más normal.

Vicky, está lavándose las manos cuando los ve entrar. Se ríe.

-Chicos, chicos. Creo que a la velocidad que vais, no vais a llegar vestidos al váter. Por dios, controlaros un poco. –Dice Vicky, marchándose.

Los dos se despegan y se colocan la ropa. Están acalorados, pero se ríen.

-Eres una idiota.

-Y tú un imbécil. –Dice Julia, marchándose.

Marcos, que pasa por el baño, lo ve y le avisa de que ya es la hora para ir a la ermita.

Ya es la hora y allí no aparece nadie. Pasan cinco minutos, cuando alguien llega en su coche. Cuando ven que el que se baja es Mateo, temen por su vida.

-Tranquilos, no os voy a hacer nada. –Dice Mateo, haciendo como si llevase un pañuelo de la paz.

-¿Por qué nos has citado? –Dice Marcos.

-¿Nos quieres matar? –Dice Iván.

-No, no quiero haceros daño. Solamente, que las palabras que ha dicho Marcos está mañana sobre los malos, me ha hecho reflexionar.

Todos lo miran con cara de susto, no se creen nada de lo que está contando.

-Yo no soy malo. Solamente quiero que no maten a mi familia.

-¿Cómo que tu familia? –Dice Iván.

-Tengo una mujer y una hija. –Dice enseñándole una foto de su cartera.

-¿Y por qué estás con ellos? –Dice Carol.

-Mi hija se puso muy enferma y ellos la curaron. Gracias a Dios, ahora está bien, pero si no sigo con ellos, las matarán. Las tienen controladas, saben en todo momento donde están. No sé cómo lo hacen, pero saben dónde están.

-¿Quién son ellos? –Dice Marcos.

-No lo sé. –Dice, aunque sabe quiénes son, por lo menos una parte. Pero no quiere decirles nada, para no ponerles más en peligro.

Los chicos una vez más, no pueden dar crédito a lo que oyen. Ahora, entienden un poco más en la situación en la que está Mateo.

-Voy a ayudaros. Yo no sé demasiado, solamente tengo por misión, manteneros vigilados, nada más. –Dice Mateo. –Pero ahora, será mejor que volvamos al colegio.

Cuando llegan al internado, Camilo los sorprende a todos juntos entrando, por lo que les pregunta.

-¿Y esto? ¿Ahora te vas de excursión con los alumnos? –Dice, gracioso.

-No, ya me gustaría. Los he pillado haciendo de las suyas, en el bosque y los he traído para acá. –Dice Mateo.

Los chicos pasan a su habitación, consternados por lo que acaban de oír, cuando ven algo encima del escritorio.

-¿Esto es vuestro? –Dice Carol.

-No, qué va. –Dice Marcos.

-Ábrelo. –Dice Vicky.

Marcos, abre la carpeta y son sus fichas. Aunque más que sus fichas, las de su familia.

-¿Por qué tienen fichas de nuestros padres? –Dice Marcos.

-A la tuya la tienen secuestrada aquí y a la mía parece que estuvo aquí, así que ya no me extraña nada. –Dice Carol.

Vicky, cuando ve la ficha de sus padres, la coge y la lee.

-Esto no son fichas. Esto es algo que quieren que sepamos. Mira. –Dice Vicky.

Los chicos leen y al parecer Vicky está en lo cierto.

-Si se nos ocurre avisar a alguien, a mi familia le cerraran el negocio. –Dice Vicky.

-Yo, si hablo, mis padres tendrán un accidente con el coche. –Dice Roque.

-Yo tengo lo mismo. –Dice Julia.

-Yo no tengo nada. –Dice Marcos.

-Ni yo. –Dice Iván.

-¿Eso es bueno o es malo? –Dice Roque.

-Eso significa, que nos tienen cogidos por los huevos. –Dice Iván.

-Ahora sí que sí, no podemos hacer nada. –Dice Marcos.

-Puede que no podamos hablar con nadie. Pero ellos nos saben que Mateo nos ayuda. Podemos acabar con ellos, nosotros mismos. –Dice Iván. 

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