Las Heridas Del Pasado

By MaJoLh_29

216K 16.6K 1K

Después de que su relación con su prometido termina, Anastasia Steele cambia su actitud radicalmente. ¿Qué pa... More

Advertencia
Prologo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
NO ES CAPITULO
Capitulo 8 Maraton 1/?
Capitulo 9 Maratón 2/3
Capitulo 10 Maratón 3/3
Capitulo 11 (Bonus)
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14 maratón 1/3
Capitulo 15 maratón 2/3
Capitulo 16 maratón 3/3
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Aqui Casual un espacio publicitario
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27. Maraton 1/3
Capítulo 28. Maraton 2/3
Capitulo 29. Maraton 3/3
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capito 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capítulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
Epílogo Parte I
Epílogo Parte II
Nueva historia

Capitulo 33

4.4K 383 44
By MaJoLh_29


Los ojos de Anastasia comenzaron a aguarse. Había perdido a un hijo. Un hijo. Y ni siquiera había sabido que venía en camino. Eso era lo más doloroso e irónico del caso.

– ¿Está bien, señorita Steele? –Anastasia miró al doctor, con los ojos ya repletos de lágrimas.

S...sí. –Alcanzó a decir.

No se preocupe. Sé que quizá está en shock pero... Puede volver a intentarlo. –Forzó una sonrisa. Al ver que ninguno de los dos decía nada, el doctor solo logró decir unas cuantas palabras antes de retirarse.

Estabas... embarazada. –Comenzó a decir Christian.

Y tú has de estar feliz al enterarte de que perdí al bebé. –Espetó, mientras sus lágrimas comenzaban a derramarse.

–Anastasia, por el amor de Dios, no... –Él trató de abrazarla, de rodearla con sus brazos. Quería que recostase la cabeza en su pecho y se desahogase, quería que ella supiese que él estaría allí para siempre, que no se iría, que no la dejaría sola con ese dolor.

No me toques. No quiero que nadie me vuelva a tocar en lo que me resta de vida. Quiero estar sola.

–Está bien. Te... entiendo. –Él se fue del cuarto de Anastasia, dejándola sola.

Al ver que Christian se iba, las lágrimas de Anastasia comenzaron a correr por sus mejillas, mientras comenzaba a sollozar. Si bien se había prometido a sí misma no llorar en un buen tiempo, sabía que sería muy ilógico que no llorase por la pérdida de su bebé. Del bebé de Christian.

**

Christian salió al pasillo, tratando de asimilar aquella noticia.

"Estaba embarazada, señorita Steele."

"Perdió al bebé."

Iba a ser padre y... Y Jack le había quitado ese privilegio. Ahora más que nunca odiaba a aquel bastardo. Salió del hospital, Anastasia no querría verlo en estos momentos y él necesitaba calmarse, tomar aire, respirar. Asimilar la noticia de que iba a ser padre... Pero ya no.

**

Estaba a punto de colocarse de pie, cuando la puerta de su habitación se abrió y al reconocer ese rostro, se quedó helada.

– ¿Anastasia? ¿Anastasia Steele? –Preguntó la rubia.

– ¿Usted? –Preguntó sorprendida al verla.

Así es. Leila Lincoln. –Anastasia frunció el ceño al escuchar aquel nombre. Leila. Leila. ¿Esa no era la mujer que había besado a Christian? Sí. – ¿No te dice nada mi nombre? ¿Me reconocerías más si te digo que me llamo Sofía Lincoln? –Preguntó con cinismo.

– ¿Qué?

–Así es; soy Leila Sofía, la esposa de Christian.

– ¿Qué hace aquí? –Preguntó, tratando de no demostrar que estaba sorprendida. ¿Leila Sofía? ¿En serio?

Vine a darte una advertencia, perra. –Anastasia sólo se quedó allí, mirándola, no caería tan bajo como para empezar a insultar. – ¿Eres la amante de mi esposo, cierto?

–No sé si amante sea la mejor palabra.

–Te planteo de nuevo la pregunta; ¿te acostaste con mi marido?

–Sí. –Contestó, mirándola fijamente a los ojos. Leila se colocó al pie de la cama.

– ¿Y qué se siente, querida, saber que mientras a mí me hacía el amor, contigo era sexo?

– ¿Qué se siente saber que él te amé tanto, hasta el punto de engañarte con otra? ¿No le dabas lo que necesitaba en la cama o qué? –Preguntó con una sonrisa diabólica.

Oh, claro que sí, querida. Lo que pasa es que Christian es un hombre... generoso por lo que quiso hacerte el favor de acostarse contigo. Ya sabes, la caridad. –Le espetó.

Golpe bajo. Justamente eso era lo que le había dicho Christian. Le dolía confirmarlo.

Pues me hizo un excelente favor. –La miró con una ceja enarcada.

Escúchame muy bien, perra barata. Deja a mi marido en paz, no te le acerques o de lo contrario... Soy capaz de dejarte peor de lo que ya estás.

– ¿Es una amenaza, señora de Grey? –Señora de Grey.

Tómatelo como quieras. Recuerda que él me ama a mí. Él me hace el amor a mí. Él quiere formar una familia conmigo, mientras que tú eres solo su diversión, solo sexo.

–Eso ya lo sé. –Sonrió.

– ¿No te molesta saberlo?

–Aprenderé a vivir con eso. Pero tú también recuerda que sus manos recorrieron mi cuerpo, que su boca besó la mía, recuerda que él me susurró al oído todas esas palabras de amor, aunque falsas, me las susurró, ¿podrás vivir con eso?

–Eres una... –La cachetada sonó por todo el cuarto. Anastasia sólo alcanzó a sobarse la mejilla.

El hecho de que me pegues no borrará de tu mente mis palabras.

–Eres... –Esta vez, Anastasia logró detener la mano de Leila antes de que esta consiguiera pegarle en su mejilla.

No te atrevas a pegarme. Yo no tengo la culpa de que tu marido no esté satisfecho contigo.

–Te hizo un favor. –Increpó, furiosa mientras zafaba su mano de la de Anastasia.

Favor o no, él también disfrutó.

–Eres una zorra.

– ¿Y eso te molesta? –Contestó sonriendo.

Leila dio una pequeña patadita al suelo, a la vez que se iba, dando un portazo, mientras aquellas palabras comenzaban a hacer eco en la cabeza de Anastasia, destrozando su corazón.

"Recuerda que él me ama a mí. Él me hace el amor a mí. Él quiere formar una familia conmigo, mientras que tú eres solo su diversión, solo sexo."

"Él me hace el amor a mí."

"Tú eres solo su diversión, solo sexo."

Y lo peor del caso, es que las palabras de Leila son ciertas. –Pensó, mientras comenzaba a limpiar sus lágrimas. ¿Era tan imbécil como para seguir llorando?

¿Cómo era que Christian pudo enamorarse de una mujer así? Leila se veía superficial, materialista, caprichosa, infantil. Pero sabía que aquella mujer tenía una figura envidiable, unos pechos y trasero espectaculares, tenía las curvas perfectas en los lugares perfectos... Algo que ella no tenía.

Decidida a colocarse de pie, con cada movimiento sólo lograba sentir más dolor, así que uno que otro quejido lograba escaparse de sus labios, al mover así sea un solo músculo. Arrancó bruscamente el suero de su mano, provocando que comenzase a emanar un poco de sangre en el lugar en donde había estado aquella aguja. Cuando estaba saliendo de su habitación, se consiguió con el doctor.

– ¿Qué le pasa, señorita? Usted no puede estar de pie todavía.

–Sí puedo. –Contestó, agarrándose un poco el costado, pues le dolía debido a la costilla rota.

Claro que no, venga. –El doctor intentó agarrarla del brazo, pero Anastasia retrocedió. –Necesita acostarse, debe estar en reposo.

–No. Quiero irme a mi casa, ya estoy bien. –Susurró.

–No voy a darle el alta.

–Escúcheme muy bien, doctor. –Anastasia levantó su tono de voz, mirándolo amenazadoramente. –Un maníaco va a venir por mí apenas sepa dónde estoy, él sabe perfectamente cómo entrar y salir de aquí sin que usted ni nadie se dé cuenta, es más, me atrevería a decir que ya está entre nosotros. Si no quiere que su hospital quede con mala reputación, yo le aconsejaría que me diera de alta.

–Pero...

–Es preferible que me secuestren en mi casa a que me secuestren aquí, piense en la mala fama que se ganaría usted si algo así pasase. –El doctor pareció pensárselo unos cuantos minutos, para después asentir levemente. –Y quíteme los malditos vendajes. –Susurró ella.

Pero...

Quítemelos. Los cuatro.

–Le puedo quitar el del tobillo y la cabeza, pero el del abdomen y las muñecas no, no sería ético.

–De acuerdo.

Media hora más tarde Anastasia estaba camino a su casa en un taxi. El doctor había accedido incluso en ayudarla a sentarse en él. Gracias a Dios, Kate le había llevado una maleta con unas cuantas mudas de ropa. Anastasia sabía que estaba mal salir así como así del hospital, pero simplemente no quería estar allí ni un solo segundo más, no quería estar encerrada, sentía que se asfixiaba.

El taxi la dejó en el estacionamiento del edificio y tras pagarle, salió, tratando de aguantar el dolor. En cuanto llegase a su casa lo primero que iba a hacer sería tomarse un ibuprofeno, era como si un camión acabase de pasarle encima.

– ¿Kate? –Preguntó, al llegar a su apartamento. – ¿Ka? –Pero en vez de ser recibida por su hermana, fue recibida por su fiel perra. Ella la saludó desde arriba pues aún le dolía agacharse.

Al ver que aquel lugar estaba totalmente solo, unos cuantos pensamientos macabros que incluían a Jack y Kate, pasaron por su mente...

Cálmate.

Era de noche. Quizá Kate estuviese con Jose, sí. Eso tendría lógica.

–Pensé que tardarías más en llegar. –Al escuchar aquella voz, su cuerpo se colocó en tensión.

– ¿Christian? ¿Qué haces aquí?

–Escuché cuando amenazabas al doctor. Qué... Locuaz e ingeniosa. –Le dijo con una ceja enarcada.

– ¿Cómo entraste? Oh, ¿sigues con las llaves, cierto?

–Así es. Y no te preocupes por Kate, se fue con Jose. –Anastasia sintió cómo un peso se le quitaba de encima al escuchar que su hermana estaba bien.

Lárgate

– ¿Por qué haría algo así? –Se acercó a ella, por lo que Anastasia tuvo que alzar aún más la vista, gracias a la diferencia de alturas.

–Porque no quiero verte aquí. Ya la apuesta terminó, te acostaste conmigo, supongo que Elliot te dará su acciones, pero... Ya no hay más nada que hacer.

–Tú no eres una apuesta para mí. –La pegó a su cuerpo.
Suéltame. Leila Sofía ha de estar esperándote. –Le dijo, a propósito, dejándole saber que había descubierto el nombre completo de su esposa.

No. –Le susurró, abrazándola por la cintura. A Anastasia todo aquello le tomó por sorpresa y solo pudo quedarse quieta. Oh, Dios, estar entre sus brazos era algo tan glorioso. Sólo quería quedarse allí por un buen tiempo.

Yo solo estuve contigo por tu dinero. –Le espetó.

Ya lo sé. –Acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja, mirándola con total ternura.

Anastasia solo alcanzó a fruncir el ceño, ¿no debería estar furioso?

Ese doctor no debió dejar que te fueras del hospital, sigues estando muy pálida.

Me siento algo mal. –Susurró. –Pero... Se arreglará con unos ibuprofenos. –Espetó, al ver cómo la preocupación se dejaba notar en el rostro de Christian.

Deberíamos ir al hospital. –Dijo, posando sus manos a ambos lados del rostro de Anastasia.

–No. –Ella se echó para atrás, no apoyó bien el tobillo herido y estuvo a punto de caerse, pero Christian logró agarrarla de la cintura para después cargarla.

Vamos a tu cuarto. –Él la condujo por el pasillo, llegando a su cuarto para después depositarla en la cama.

Gracias. –Susurró.

Voy a empacarte algo de ropa, luego volvemos al hospital.

–Christian, por favor. No quiero volver.

– ¿Por qué?

–No quiero. –Dijo seriamente.

De acuerdo, de acuerdo. –Contestó, alzando las manos en señal de rendición.

Ya puedes irte. Estoy segura de que Leila ha de estar esperándote. –Dijo con una ceja enarcada. Notando cómo Christian se tensaba al escuchar aquel nombre.

Voy a prepararte la cena. Estoy seguro de que has de estar hambrienta.

–En realidad no. –Contestó, pero él ya se había ido del cuarto.

**

Creo que tenemos mucho de qué hablar. –Susurró, mientras entraba en su cuarto con una bandeja. Se había quitado la chaqueta, estaba descalzo, con los puños de la camisa recogidos y unos cuantos botones sueltos. Y como cosa rara... Se veía totalmente atractivo.

No tengo nada que hablar contigo. –Contestó ella. Christian le colocó la bandeja en el regazo, pero ella se cruzó de brazos, ignorando su presencia.

Vas a comer, Anastasia. –Declaró seriamente.

No. –Dijo, inflexible, mirando con desprecio la comida, para después mirarlo retadoramente.

–Vas a comer. Has estado muchos días sin hacerlo, lo harás ahora.

–No tengo hambre.

–Anastasia. –Él se acercó a ella. –Tienes que hacerlo, no estás bien. Estás demasiado débil.

– ¿Y a ti qué te importa?

–Quiero que estés bien.

–Seamos claros, a ti te hubiera encantado que yo muriese en manos de Jack.

– ¿Qué quieres saber? ¿Tiene que ver con el bebé? –Oh, santo cielo. Su bebé. Y ya no estaba más. Ni siquiera había podido enterarse de aquello. No había podido tener la dicha de recibir aquella noticia.

Sí. –Susurró.

De acuerdo, pregunta. –Si iban a terminar con aquella historia, tenían que hacerlo sin dejar dudas.

– ¿Cómo fue qué...?

–No lo sé. –Anastasia lo interrumpió. –Estaba tomando la pastilla pero cuando terminamos en diciembre dejé de hacerlo. Y después... En enero cuando estabas furioso y entraste a mi oficina y al final terminamos... – Cerró los ojos al recordar aquello. –En fin. –Concluyó, sabiendo que él ya sabía de qué hablaba. –Lo que sí te adelanto es que, si hubiera llegado a enterarme de aquello, no habrías tenido por qué preocuparte, podría haberme hecho cargo de mi hijo yo sola. –Le espetó.

Yo no habría permitido eso. En cuanto el doctor dijo que estabas embarazada, sentía que iba a estallar de la alegría. –Christian fue interrumpido por la sonora carcajada burlona de Anastasia.

Eso no te lo cree nadie. –Le contestó, riéndose todavía.

La que no entiende aquí eres tú. – Anastasia abrió los ojos como platos al ver que Christian tiraba al suelo la bandeja con comida, se acercó a ella que estaba semi acostada, terminó acostándola, colocándose a horcajadas encima de ella, sosteniendo sus muñecas con una mano por encima de su cabeza, mientras con la otra la sujetaba del mentón. –No sé qué tengo que hacer para que entiendas que te amo con mi vida. – Dijo con los dientes apretados, Anastasia trató de esquivar su mirada, pero él volvió a agarrarla del mentón, obligándola a que lo mirase. –Mírame, maldita sea. –Espetó, con unas cuantas notas de furia en su voz.

Me estás haciendo daño. –Susurró, sin mirarlo.

–No me interesa. –Dijo, mientras la agarraba más fuerte de las muñecas. Tan fuerte que Anastasia tuvo que cerrar los ojos para aguantar el dolor.

Christian, por favor.

–Me vas a escuchar. –Dijo, mientras seguía agarrándola del mentón. Ella volvió a desviar la mirada. Jamás había visto a Christian de aquella manera, estaba comenzando a tenerle miedo. –En primer lugar ya has de saber que sería incapaz de hacerte daño. –Comenzó a decir. –En segundo, te amo como nunca he amado a nadie. Lo digo en serio. No te miento; no te niego que las dos primeras veces que nos acostamos no sentía nada por ti, pero... – Christian le sacudió un poco el mentón, ella había cerrado los ojos para esquivar su intensa mirada. Además, no quería que supiera lo que estaba pensando, no quería que supiera que estaba recordando aquellas noches, que, mientras que para ella se habían significado todo, para él se habían significado... Nada. –Abre los ojos y mírame. –Anastasia así lo hizo al sentir la furia en su voz. –Pero poco a poco aprendí a amarte– Continuó. –Me percaté de la magnitud de mis sentimientos en el jet, cuando volvíamos de París. El verte así de feliz hizo que mi corazón estallase y... me di cuenta de la excelente mujer que tenía en frente. Me sentí terrible al darme cuenta de que te había mentido de esa forma. Pero no me di cuenta hasta después de que le dije a Elliot que había ganado la apuesta. Pasaron tantas cosas, cosas que hicieron que me diese cuenta de la gran mujer que eres, tienes... Un corazón que vale oro, por eso no quería lastimarte, no quería romperte el corazón, por Dios, te juro que preferiría morir a verte llorar, a verte sufrir. Quise decirte la verdad pero ya era tarde, tú creías en mi divorcio y... Te juro que planeaba separarme de Leila, por eso te propuse matrimonio, pero las cosas salieron mal, tú descubriste todo antes de tiempo. No siento nada por Leila, debes creerme. Solo te amo a ti. Eres la primera mujer a la que le hago el amor, la primera mujer con la que planeo una vida completa con hijos y nietos. Eres... ¿No te das cuenta de todos los cambios que provocaste en mí? Tú... Ejerces sobre mí un poder increíble. Eres la primera mujer que logra romperme el corazón, ni siquiera sabía que tenía uno, pero... Cuando me dijiste que no me amabas, me sentí desfallecer y... Me di cuenta que te amaba más que nunca. Solo tú tienes el poder de hacerme sufrir así, de hacerme tanto daño. Estaba cegado por el dolor y la ira y solo te creí, creí esas mentiras, creí que podrías haber sido capaz de estar conmigo solo por dinero pero siempre supe que no era así. Después me enteré de tu secuestro y sentí como si me hubiesen arrancado una parte más de mi corazón, el pensar que podrían hacerte daño me... lastimaba, me dolía. Cuando te encontré así... De golpeada, el dolor fue suplantado por la ira, tenía ganas de matar a aquel imbécil. Y al enterarme de que gracias a él habías perdido a nuestro bebé, la ira aumentó... Anastasia, no te miento, no podría hacerlo.

Christian paró aquel discurso por unos momentos, soltándole las manos y el mentón. Ella solo estaba debajo de él, mirándolo con el ceño fruncido. Se separó de ella, dándole tiempo para respirar, para asimilar y comprender sus palabras. Anastasia lo miró por unos momentos más, pensando en todo lo que había dicho y por fin habló.

Tú no puedes amarme. ¿No te das cuenta de lo que realmente soy? Jack me marcó de por vida, ¿lo recuerdas? –Le dijo, incorporándose en la cama.

–Anastasia. –Comenzó a decir él.

Te callas. –Interrumpió. –Ya te escuché, ahora me escuchas tú. –Se calló por unos momentos, tomó una bocanada de aire y continuó. –Jack me violó, ¿recuerdas? –Observó cómo la expresión de Christian se endurecía.

Por favor.

–Me violó. –Declaró firmemente. –Me marcó, me manchó de por vida. Tú no puedes querer a una mujer así. ¿No te da asco pensar que, ahora que sabes todo, cuando te acuestes conmigo recordarás quien estuvo antes de ti? ¿No te da asco pensar que tus manos estarían recorriendo lo mismo que recorrió él? ¿No te da asco pensar que tu boca besa lo mismo que besó él? Honestamente, hasta a mí me da asco. –Espetó, mirándolo fijamente mientras el silencio invadía la habitación. ¿Pasaron segundos, horas o minutos? No lo supo. –Lo sabía. –Continuó ante el silencio de él. –No te culpo. A mí también me da asco. No puedes andar ni amar a una mujer que te da asco. –Concluyó, mirando el edredón de la cama. Esperaba que en cualquier momento Christian se fuese, pero en vez de eso, sintió cómo la mano de él la halaba del mentón y su boca se posaba sobre la suya, besándola con ternura, con amor. Anastasia colocó sus manos alrededor de su cuello, permitiendo que se alargase el beso, quizá era de despedida.

Siento muchas cosas por ti y "asco" no es una de ellas. –Continuó besándola.

Christian...

–Calla. –Susurró, continuando con aquel beso. –No sé qué tengo que hacer para que entiendas que te amo. –Colocó su frente sobre la de ella. –Tu pasado es tu pasado, no puedes cambiarlo, lo que pasó no fue tu culpa.

–Pero...

–Déjame ser parte de tu futuro. Déjame ayudarte a sanar todas esas heridas, déjame amarte. –Susurró, besándole la mejilla.

Yo... No mereces una mujer como yo.

– ¡Maldita sea, Anastasia! –Christian se alejó de ella, furioso, pasándose las manos por el cabello. – ¡Por supuesto que te merezco! –Gritó.

Me siento sucia, Christian. Siento que no valgo nada, siento que... Que no merezco nada, siento que le provoqué a Jack, siento que... Que quizá me merecía aquello.

–Maldita sea, no digas eso. –Christian se giró, mirándola y agarrándola por el mentón. –Tú no provocaste nada. Y aunque lo hicieras, eso no justifica que ese desgraciado te haya hecho lo que te hizo. Ahora entiendo por qué eras así conmigo. Dije eras, Anastasia, tiempo pasado. Has cambiado y me atrevo a decir que fue por mí. ¿Por qué no dejas que termine de sanar tus heridas?

–Christian...

–Por favor, Anastasia. Mi vida no tiene sentido sin ti, te has convertido en todo para mí en estos meses. –Comentó, rosándole la mejilla.

–Tú también, Christian. Te amo. –Susurró. –No había sentido esto por nadie y no creo que pueda volver a sentirlo.

–No quiero que lo sientas. No por nadie más. –Comentó con una sonrisa, mientras se sentaba a su lado y la abrazaba.

–Au. –Se quejó ella.

Lo siento, bella. –La abrazó con más delicadeza. –Prometo refundir en la cárcel a Jack. –Inmediatamente notó cómo Anastasia se tensaba.

Christian, por favor, no hagas eso. –Susurró, alzando la mirada. –Te lo suplico. Por favor.

– ¿Por qué no habría de hacerlo? –Contestó, apretando los dientes.

Él es peligroso.

–No te volverá a hacer daño si eso es lo que te preocupa.

–No es eso, Christian, es... complicado. –Concluyó.

No. Lo voy a refundir en la cárcel por todo lo que te hizo.

–No, Christian. Te lo suplico. –Comenzó a decir ella, mirándolo fijamente. –Por favor.

Dame una sola razón para no refundirlo en la cárcel, Anastasia. Te lastimó, te secuestró, abusó de ti, quería volver a hacerlo y gracias a él perdiste a nuestro bebé.

–Lo sé. –Susurró. –Pero no tiene sentido. Por favor, te lo suplico. –Contestó, agarrándole las manos. –Por favor. –Susurró de nuevo.

De acuerdo. –Mintió, mientras volvía a abrazarla, comenzando a besarle el cabello, después fue bajando, plantándole besos en la sien y en sus párpados.

Te quiero, Christian. Mucho. –Susurró.

Y yo te quiero más, mi nena. –La apretó más fuerte, cuidando de no lastimarla, él tenía una mano posada sobre la cintura de ella, sosteniéndola, mientras que medía su otra mano con la de ella, Anastasia estaba recostada en su hombro.

Realmente siento que no te merezco.

–Basta. -Rodó los ojos en blanco. – ¿Estás bien? ¿Te sientes mejor?

–Contigo sí. –Contestó con una sonrisa.

Me voy a encargar de cuidartehasta que estés como nueva. –Le dijo, correspondiendo con otra sonrisa. 

______________________________________________________________________________________________

Ya me pueden amar :3   

Continue Reading

You'll Also Like

277K 20.1K 45
Los chicos de Beacon Hills jamás tienen un dia tranquilo, aunque últimamente han tenido tiempo para hacer cosas que los chicos de su edad hacen, vere...
4.5K 131 8
un hombre llamado James Toledo rico ,mujeriego, celoso con muchos negocios. A tenido 6 mujeres y es por el dinero que están claro .ese hombre tiene 2...
200K 17K 35
|𝐀𝐑𝐓𝐈𝐒𝐓𝐒 𝐋𝐎𝐕𝐄| «El amor es el arte de crear por la sensación misma, sin esperar nada a cambio,más allá del placer mismo del acto creativo...
2.2K 117 50
Continuación de "Mi obsesión" La historia está en mi perfil, es importante para entender esta, la forman 44 capítulos. Espero que les guste.