CULPABLE ( camren ) adaptació...

Av Hobi_miamor88

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Esto trata de una chica rica de California y de una detective privada de Londres y de cómo su valor cambió el... Mer

capítulo I
capítulo II
capítulo III
capítulo IV
capítulo VI
capítulo VII
capítulo VIII
capítulo IX
capítulo X
capítulo XI
capítulo XII
capítulo XIII
capítulo XIV
capítulo XV
capítulo XVI
capítulo XVII
capítulo XVIII FINAL
NOTA
Nota

capítulo V

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Av Hobi_miamor88

Bueno, ¿así que volvemos al club o vamos a la oficina de papá? —preguntó Camila , devorando un cuenco de cereales. lauren estaba haciendo abdominales, usando los asideros metálicos para los pies.

—No sé, no lo he decidido —gruñó entre flexiones.

—Bueno, pues házmelo saber cuando lo decidas —dijo , cogiendo el mando, con el que cambió los canales de la CNN al programa del desayuno del Canal 4 y subió el volumen.

lauren detuvo sus ejercicios para decir algo sobre que podía preguntar primero, pero sacudió la cabeza y continuó con sus flexiones. Camila  se echó a reír y murmuró algo sobre lo que se veía en la pantalla.

lauren  se paró de nuevo.

—¿Qué... qué has dicho? —jadeó.

—Nada, estaba hablando con la tele.

—¿Estabas hablando con la tele?

—Claro, ¿no lo hace todo el mundo? —preguntó Camila , metiéndose otra enorme cucharada de Cornflakes en la boca.

—No todo el mundo —masculló lauren hoscamente, intentando recuperar el ritmo—. Oh, es inútil. —Se levantó y, malhumorada, soltó los asideros, tras lo cual se lanzó hacia el baño para ducharse.

—¿Qué pasa, jauregui , notas los efectos de otra noche fría y solitaria?

—El alquiler acaba de subir, rubita —le gritó por la puerta abierta del cuarto de baño. camila sonrió por su capacidad para irritar a lauren tan fácilmente. Se reclinó en la cómoda butaca de cuero, mirando hacia el baño. Se dio cuenta de que la puerta estaba abierta lo suficiente como para ver la pared de espejo del fondo. Se le cortó la respiración al ver a lauren entrando en la ducha.

—Chica mala, basta... ¡basta ya! —se regañó a sí misma en voz baja. Sí, ya, pensó, incapaz de apartar la mirada.

—¿Basta qué? —dijo lauren desde el baño, levantándose la larga melena oscura, al parecer ajena al escrutinio de camila.

Maldita sea ella y su oído mutante, rezongó por dentro.

—Ah, nada, jauregui , una cosa de la tele —respondió, soltando un suspiro de alivio al reaccionar tan rápido. lauren salió de la ducha y empezó a secarse. camila cerró los ojos y suspiró. ¿Por qué a mí? ¡Esto no es justo!

—¿Algún problema?

camila dio un respingo. lauren estaba de pie a su lado, secándose el pelo con una toalla.

—Estooo, no, todo va bien.

—Parecías un poco preocupada.

—No, estoy bien. Hasta tengo mejor la espalda, mira —dijo, echándose hacia delante y torciéndose para demostrar su reciente flexibilidad.

—Eso está bien. A lo mejor podemos avanzar un poco más ahora que te estás recuperando —dijo lauren, alejándose hacia su cuarto.

camila cerró los ojos y gimió de frustración, moviendo la cabeza despacio de lado a lado.

_________________________________________

lauren pagó al hombre del quiosco y cogió el periódico que éste le dio a cambio. Pasó rápidamente las páginas buscando cualquier noticia sobre el incidente del club.

—¿No podrías preguntar a tus amigos de la comisaría? —preguntó Camila , que caminaba a su lado mientras avanzaban por las calles congestionadas de la City, el centro comercial de Londres. Se dirigían a las oficinas principales de cabello, la compañía naviera propiedad del padre de camila.

—Podría, pero puede que esto me diga lo que necesito saber —replicó lauren, sin dejar de mirar las páginas y abriéndose paso hábilmente por el tráfico peatonal sin apartar la vista del periódico.

—¿Tienes radar incorporado? —preguntó camila, después de chocarse por enésima vez con la personas que venían en sentido contrario.

—Viene bien medir un metro ochenta, la gente suele verte venir —contestó lauren, sin dejar de leer el periódico.

—¿Estás diciendo que soy baja?

—Ni se me ocurriría, kontos.

—Eso es muy ofensivo, ¿no? —dijo camila indignada.

—Pues no.

—jauregui , ¿acabas de decir lo que creo que acabas de decir?

—¿Qué crees que he dicho?

—No lo voy a decir.

—Pues así me va a costar contestarte, ¿no?

—Has dicho una grosería.

—No es cierto.

—¡Sí que lo has dicho!

lauren  sonrió

—Cálmate, he dicho kontos, es griego.

—Ah —dijo camila, sonrojándose ligeramente—. Claro... ya lo sabía. ¿Qué quiere decir?

—¿Es que no hablas tu lengua materna?

—Claro que sí, hablo americano, como mi madre.

—Ya, bueno, lee esto —dijo lauren, pasándole el periódico bien doblado y señalando un pequeño artículo sobre los hechos ocurridos en el club la noche antes.

camila leyó en voz alta.

—La policía considera sospechoso un incidente ocurrido en un club privado de Soho en el que una mujer bebió un líquido limpiador corrosivo. La mujer, cuyo nombre se desconoce, se encuentra en estado grave pero estable, dijo anoche un portavoz del hospital.

—Interesante, ¿no te parece? —dijo lauren .

camila se encogió de hombros.
—Supongo... eeeh, ¿por qué?

—Bueno, para empezar, no se mencionan el nombre del club ni el nombre de la víctima, y mucho menos se dice que Rachel sea policía.

—¿Qué quiere decir eso, que los periodistas son unos vagos o qué?

—Quiere decir que alguien está intentando deliberadamente que el asunto pase desapercibido y no salga en los periódicos.

—¿Eso es bueno o malo?

—Todavía no lo sé. Podría querer decir muchas cosas.

—¿No has dicho que era interesante?

—Interesante es un término muy relativo, ¿no crees?

—¿Por qué cuesta tanto mantener una conversación contigo, jauregui ?

—¿Cuesta?

—¿Lo ves? Ya estás, contestando una pregunta con otra pregunta.

—¿Eso hago?

—Me rindo.

—Bien, porque ya hemos llegado.

Las dos levantaron la mirada y contemplaron el inmenso rascacielos que se cernía sobre ellas. camila se tambaleó un poco, pero lauren la sujetó, sin dejar de mirar hacia arriba.

—Lo siento, jauregui , cuando miro edificios altos desde tan cerca, siempre pierdo el equilibrio.

—¿Entonces por qué lo haces?

—Pues no lo sé —dijo, frunciendo el ceño.

—Ya, bueno, adelante, McDuff, llévame ante los hurones de tu empresa.

—Sí, son como comadrejas, ahora que lo dices —sonrió camila.

Pasaron por las puertas giratorias a una estancia pequeña y anodina. Un tablón en la pared detallaba quién se alojaba en qué pisos. Diez ascensores con gente esperando completaban el vestíbulo. lauren y camila  consiguieron un ascensor para ellas solas.

—Así que cabello' sólo ocupa un par de plantas, creía que tendría más —dijo lauren.

—No, ésta es sólo su oficina de Londres, el cuartel general está en Atenas —replicó camila.

—¿Ahí es donde está tu padre?

—Probablemente, aunque podría estar en cualquier parte. cabello' tiene oficinas en Nueva York y Hong Kong, además de otros sitios.

—¿Tú las visitas mucho?

—Pues no, sólo si hay una exposición de barcos cerca.

—¿Tantas exposiciones de barcos hay?

—Suficientes para tenerme viajando gran parte del año.

—Debe de ser una vida dura.

—Bueno, alguien lo tiene que hacer, así que bien puedo ser yo —dijo camila, sonriendo con aire satisfecho.

—¿Te has planteado tu futuro con cabello'?

—No, la verdad es que no. ¿Qué sé yo de cómo se dirige una naviera?

—Christos parece verte como una amenaza.

—Es un cretino.

—Eso no quiere decir que se equivoque.

—Bueno, pues yo no quiero el maldito trabajo y cuanto antes lo entiendan estos gorilas, antes me dejarán en paz.

—¿A qué te referías cuando dijiste que querían hacerte daño?

—Creo que quieren que pierda mi trabajo y entre a trabajar para ellos.

—¿Quiénes, tu padre?

—No, no creo que él esté implicado. Creo que hay personas en la compañía que no quieren que Christos esté al mando y creen que yo sería una buena sustituta.

—¿Cuánto falta para que tu padre se retire?

—Oh, décadas en teoría, pero de vez en cuando amenaza con jubilarse temprano y "dejárselo a los críos", como dice él.

—¿Cómo lo sabes, si nunca lo ves?

—Me lo han dicho.

—¿Quién?

—Pues, John, por ejemplo.

—¿John?

—Sí, es el tipo al que le pedí que averiguara dónde vivías. Su equipo hace toda clase de estudios e investigaciones sobre cualquier cosa que necesite la compañía.

—¿Cómo sabes que puedes confiar en él?

—Jesús, jauregui , eres tan desconfiada como Christos.

—Tal vez, pero he descubierto que es lo mejor.

—¿Lo mejor para qué?

—Así no te hacen tanto daño.

camila soltó un resoplido.

—No me parece que haya nada que te pueda hacer daño, lauren.

—¿Qué te hace pensar eso?

—Eres tan... equilibrada, estás tan a gusto contigo misma, tan segura y llena de confianza, dinámica... a eso me refiero.

Sí, bueno, añade sola y aburrida a la lista, pensó lauren  con tristeza.

—¿Qué estás pensando? —preguntó camila.

—Que es un bonito ascensor.

—Ya... eeeh, bonito.

—¿Dónde vamos? —preguntó jauregui .

—Al piso dieciocho. Ahí es donde está operaciones. Donde están John y su equipo.

—¿Por qué hay oficinas en Londres?

—En la época en que mi tatarabuelo fundó la compañía, se llamaba Compañía Naviera Anglogriega. En los tiempos en que Britania dominaba los mares, era de rigor tener una presencia aquí. Ahora ya no es tan importante, claro.

—No, supongo que no.

—Creo que en los años setenta tenían más de la mitad de este edificio, pero ahora se ha reducido a dos plantas.

—Tú ni siquiera habías nacido en los setenta.

—Bueno, pero sé leer, ¿sabes?

lauren estaba a punto de contestar cuando llegó el ascensor. Una mesa grande e imponente, con una mujer impecablemente arreglada incluida, bloqueaba el paso al resto de la planta. Detrás de ella había dos guardias de seguridad impasibles, dispuestos al parecer a repeler a todo visitante no autorizado.

—Señorita cabello, es un placer verla de nuevo y tan pronto después de su última visita —dijo la mujer de detrás de la mesa.

—Hola, Gloria. Ésta es lauren jauregui , invitada mía. Voy a enseñarle las oficinas.

—¿Necesita ayuda?

—No, lo tengo todo controlado.

La recepcionista consiguió sonreír falsamente y asintió.

—¿Le importaría rellenar un formulario de visitante, señorita jauregui ? —preguntó Gloria, deslizando una hoja de papel hacia lauren. camila cogió el formulario y lo rompió en dos, dejándolo caer de nuevo en la mesa.

—No es necesario, es mi invitada —anunció con dulzura.

—Señorita cabello, es una norma de la compañía que todos los visitantes...

camila se echó hacia delante, levantando una mano e interrumpiendo a Gloria a media frase.

—Un día seré yo la que dirija esta compañía, así que sea amable y haga lo que le digo, ¿eh? —Su voz se había puesto grave y amenazadora. Gloria tragó, limitándose a asentir.

Pasaron con autoridad ante la recepción y bajaron por un largo pasillo hasta un pequeño despacho. Al otro lado había una gran puerta con el nombre del padre de camila, detrás de un costoso escritorio.

lauren enarcó las cejas.

—¿Así que quieres el gran sillón, después de todo?

camila se encogió de hombros.

—Qué va, pero ella no lo sabe. De vez en cuando hay que ponerlos en su sitio o pierden los papeles. Podemos pedirle a John que suba a vernos al despacho de papá y aclarar todo esto.

—¿Entonces no crees que John esté implicado en tu chantaje o en una conspiración para deshacerse de Christos?

—No, estoy segura de que está limpio.

—¿Cómo lo sabes con seguridad?

—Está enamorado de mí —dijo camila sin darle importancia.

—¿Es que no sabe que eres de la acera de enfrente?

—Es un tema que nunca ha salido en nuestras conversaciones, pero como su trabajo consiste en estudiar e investigar, no puedo creer que no lo sepa.

—Pero lo tienes tan oculto que te preocupa lo que puedan pensar tus actuales jefes.

—Es una tontería. Estoy bastante segura de que les daría igual, pero son lo bastante anticuados como para pensar que sí que importa que parezca que les afecta, de modo que se sentirían obligados a hacer algo. Lo estúpido es que no creo que haya nadie a quien le importe gran cosa hoy en día, es sólo que tienen miedo de lo que puedan pensar los demás y se comportan de acuerdo con esta idea. Si consiguiéramos que la gente se diera cuenta de que a nadie le importa, todo esto acabaría desapareciendo.

—Siempre puedes echar un discurso en Speaker's Corner en Hyde Park, seguro que encontramos una caja extra grande para que te subas a ella.

—Ya te estás burlando de mí otra vez, jauregui .

—Jamás —dijo  con la cara muy seria.

—Bien, porque si no me veré obligada a pincharte en las costillas otra vez.

—Eso te costará extra.

—Valdría la pena.

Se quedaron mirándose a los ojos un momento hasta que lauren apartó la mirada y se sentó en el escritorio de la secretaria.

—¿Qué tal si llamamos a John y ponemos esto en marcha? —preguntó.

—Primero vamos a ponernos cómodas en el gran sillón de ahí al lado.

—Después de ti —dijo lauren , señalando con la mano la puerta del despacho interior.

camila abrió la puerta y entró con lauren a un paso detrás de ella. Si jauregui  no hubiera tenido los reflejos que tenía, se habría estrellado con la espalda de camils, que se había parado en seco a media zancada.

—Hola, karla —dijo un hombre desde detrás de una mesa enorme que ocupaba una pared.

—¿Papá?

—En carne y hueso. —Hablaba un inglés preciso sin el menor acento.

—Pero cómo... nadie me ha dicho... ¿por qué...?

—Nadie sabe que estoy aquí, salvo tu amiga y tú. —Se levantó y rodeó el escritorio, alargando las manos. camila corrió a sus brazos y los dos se abrazaron.

—Oh, papá, cuánto tiempo ha pasado —susurró camila, con lágrimas en los ojos.

—Lo sé, pequeña mía, lo sé.

—¿Cómo has entrado sin que nadie te viera?

—No te puedo contar todos mis secretos, karla —dijo, sonriendo.

—Un ascensor oculto para ejecutivos —dijo lauren. camila soltó a su padre y se volvió para mirar a lauren . Él se echó a reír, pero no negó lo que acababa de decir .

—Usted debe de ser la formidable señorita jauregui  —dijo, ofreciéndole la mano.

Ella la aceptó, estechándosela tan fuerte como él.

—¿Y usted cómo sabe quién soy?

—Sé muchas cosas, señorita jauregui. Le agradezco la ayuda que ha prestado a mi hija durante estos días.

—¿Lo sabías? —preguntó camila.

—¿Que mi propia hija había ingresado en el hospital con una herida grave? Difícil que no me enterara, con todos los comunicados que ha habido al respecto.

—No me has llamado —dijo camila con tono de reproche.

—Sabía que estabas en buenas manos.

—Su preocupación paternal es encomiable —dijo lauren .

—jauregui ... —gruñó Nikki.

—No, tiene razón, eludo mis deberes como padre, siempre lo he hecho. Que tú hayas salido tan bien como lo has hecho se debe por completo a ti misma y a tu madre. ¿Cómo está, por cierto?

—Está bien.

—Como si no lo supiera —añadió lauren. El padre de camila soltó despacio a su hija.

—Es usted muy perspicaz, señorita jauregui . La información que tengo sobre usted no le hace justicia en absoluto.

—¿Sí?

—Veamos —dijo, alcanzando una carpeta delgada que tenía en la mesa. La abrió y leyó la primera hoja—.Lauren Michelle Jauregui Morgado , nacida el ocho de diciembre de mil novecientos setenta. Educación universitaria, licenciada en ciencias e ingeniería. Dominio de varios idiomas y varios cinturones negros en por lo menos dos artes marciales. Ingresa en el ejército británico después de la licenciatura, con una carrera brillante en Sandhurst, donde fue la primera de su promoción. Destinada a las fuerzas de paz de las Naciones Unidas como capitana del regimiento de transmisiones. Dimitió de su puesto inesperadamente. ¿Por qué fue eso exactamente, señorita jauregui ?

—No me gustaba la comida.

—Por supuesto —dijo él, sonriendo levemente—. Regresó al Reino Unido y entró en la policía, pero lo dejó al cabo de sólo un año. ¿La comida de nuevo, deduzco?

—No, no me gustaba el gorro.

—Ah, muy bien. Actualmente trabaja de manera autónoma como detective privada. ¿La comida y los gorros son ahora más de su gusto?

—Por ahora.

—Vive en un piso caro de Chelsea, pero todavía debe más de un millón de libras por él.

—Sí, pero ya soy dueña de la mitad.

—¿Le gustaría ser dueña de la otra mitad, mientras todavía es joven, señorita jauregui ?

—¿Eso es una especie de amenaza?

—No, no, no me malinterprete. Le ofrezco un puesto permanente que la ayudará a lograr seguridad económica.

—¿Qué clase de puesto?

—Al grano. Eso me gusta, señorita jauregui . ¿Puedo llamarla michelle? Seguro que no es necesaria tanta formalidad.

—Con jauregui  vale.

—Como desee. Bueno, en primer lugar, quiero que proteja a mi hija. Haga lo que ha venido haciendo. En segundo lugar, puede que tenga un asunto que investigar para usted. ¿Le interesaría?

—Depende de qué asunto se trate.

—Creo que algunos de mis barcos están siendo utilizados por una banda organizada de contrabandistas. Deseo acabar con ello.

—Ya tiene a John y su equipo, según me ha dicho camila. Que se encarguen ellos.

—Lo han estado intentando, pero con escaso éxito. Uno podría estar tentado de llegar a la conclusión de que no se están esforzando mucho. Pero por ahora les daré el beneficio de la duda. No, ésta sería una investigación independiente de alguien de fuera, alguien que no tenga posibles intereses en la compañía.

—¿Por qué no se lo encarga a la policía?

—¿De qué país?

—Del que convenga.

—No me parece lo adecuado.

—¿Y si la investigación destapa algo que no le gusta?

—Ah, ¿se refiere a mi hijo? —lauren enarcó las cejas asintiendo—. No me importa lo que destape, quiero la verdad. ¿Esto quiere decir que está interesada?

—Lo pensaré.

—Estás muy callada, karla —dijo él, volviéndose hacia su hija.

—Es que todo esto es un poco repentino, papá. Me cuesta asimilarlo todo.

—Es comprensible.

—¿Tiene algún sentido que ahora veamos a John? —preguntó lauren.

—Hemos tenido unas palabras, no volverá a suceder.

—¿El qué? —preguntó Camila , con expresión desconcertada.

—Creo que alguien no interpretó bien una de sus órdenes, ¿verdad? —dijo lauren.

—Una vez más, admiro su astucia, señorita jauregui . Sí, alguien se pasó cuando les sugerí sin darle importancia que sería interesante someter a mis hijos a un poco de presión para ver de qué madera estaban hechos.

—¿Para qué demonios has hecho eso? —exigió camila.

—No formaba parte de mi plan que sufrierais daños ninguno de los dos, te lo aseguro.

—Pues espero que hayas despedido a ese hijo de puta —rabió camila.

—Ya nos hemos ocupado de él, te lo prometo. Bueno, señorita jauregui , ¿cuál es su decisión?

—Me lo tengo que pensar. Tengo otras cosas de las que ocuparme en estos momentos. No puedo dejarlas.

—Si se trata de un problema económico, podemos arreglarlo rápidamente, señorita jauregui .

—No todo da vueltas en torno al dinero, señor cabello. ¿O puedo llamarlo alejandro, ahora que ya no estamos tan formales?

Él volvió a sonreír levemente.

—Me cae bien, jauregui . No sabe lo refrescante que me resulta no tener que soportar más servilismo adulador.

—Hago todo lo que puedo.

—Sí, creo que lo hace. —Miró su reloj—. Pero el tiempo es dinero y tengo que tomar un vuelo para Moscú dentro de una hora. Si no le importa, tengo que ocuparme de unas cosas antes de irme.

—¿Cómo me pongo en contacto con usted? —preguntó jauregui . Él metió la mano en su chaqueta y sacó una tarjeta de negocios.

—Ése es mi móvil privado y la línea privada de mi secretaria. Uno de los dos contestará siempre las veinticuatro horas del día. Póngase en contacto conmigo cuando tenga algo que decirme.

—Vamos, camila, nos están echando cortésmente.

—¿Papá? —dijo camila, mirando a su padre.

—Ve con la señorita jauregui , Karla , estás en buenas manos.

—Pero... pero...

—Vamos —dijo jauregui , cogiendo suavemente del brazo a Camila  y llevándola a la puerta.

—Una cosa más, señorita jauregui  —dijo el padre de camila.

—¿Sí?

—Veo que nunca ha estado casada y que actualmente no tiene compañía sentimental.

—¿Y?

—¿Es algo que debería interesarme?

—Sí.

—¿Ah?

—Espero que le resulte interesante el hecho de que eso es algo que no es asunto suyo.

Él asintió, haciendo una pausa.

—Sí, tiene razón.

—¿En que no es asunto suyo?

—No, es interesante que haya algo que no sea asunto mío. Buenos días, señorita jauregui . Espero tener noticias suyas pronto.

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