Cada pequeño paso que daban estaba un poco más lejos del gimnasio, dejaban atrás muchas miradas curiosas y un corazón que seguía latiendo sin importar el dolor.
Kageyama no sabía bien que debía decir ahora, solo era consciente de que tener a Hinata a su lado lo hacía sentir bien. Él no tenía por qué seguir escondiendo la verdad, la razón por la cual le había pedido ayuda a Oikawa... No podía seguir mintiéndose a él mismo.
La luna se asomaba ya por el cielo cuando ambos chicos decidieron afrontar la verdad, detuvieron la marcha al mismo tiempo, giraron un poco sus cuerpos, sus miradas estaban fojas en ese momento.
Hinata era impetuoso, todos lo sabían, por ende a Kageyama no le sorprendió mucho que el de menor estatura se colocara firme y dijera unas pocas pero sinceras palabras.
─Me gustas.
Las palabras justas para acelerar a su corazón.