Karma Police //Ryden//

Par _prescribed_pills_

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[04.12.34 | 1:36 AM] "Los placeres violentos terminan en la violencia, y tienen en su triunfo la propia muert... Plus

Parte Uno
I- Life's Like a Detuned Radio
II- All These Things That I've Done
III- A Bullet Through a Flock of Doves
IV- Hush, Don't You Say A Word
V- I'm Gonna Smoke You Out
Parte Dos
VI- I'd Love To Kill You
VII- A Taste Of Poison Paradise
VIII- I Will Take You Down
IX- Take Me To The Fire
X- The Sound Of Desire
XI- There's No Blood
XII- Got Me Looking So Crazy
XIII- Modern Day Cain
XIV- How Deep Is Your Love
XV- All The Lovers
XVI- Blank Space
XVII- This Is Kairos
Parte Tres
XVIII- Devotion And Desire
XIX- Curse My Eyes
XXI- I'm Only Human
XXII- Make Me A Sinner
XXIII - In A Hail Of Bullets
XXIV- My Love Will Never Die
Epílogo: This Is What You Get
Agradecimientos
Añadido: Dudas y Extras

XX- Sorry To My Unknown Lover

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Par _prescribed_pills_

Su barbilla descanzaba con calma sobre su mano, la vista vagando por la habitación. Ya era fin de Febrero, lo que hacía que no hiciera tanto frío, y no necesitara taparse tanto. Tenía solo unas cuantas sábanas puestas descuidadamente sobre sus caderas.

Ryan humedeció sus labios, viendo la figura del menor moverse de un lado a otro, preparando cosas. En sus ojos veía el caos. Y no podía evitar amarlo de la más sucia manera.
De todas formas, sabía que la vida de Brendon la controlaba él, que en un punto iba a tener que matarlo, y eso es lo que más lo convencía. Tal vez, si lo mataba, lograría hacer que lo aceptaran de vuelta en el Karma Police, con escusa de que hizo todo lo que hizo como un plan falso para poder matar a Brendon sin que él sospechara nada. Incluso podría encontrar una escusa para haber matado a Dallon, y que de esa manera lo dejaran volver. Al menos, eso es lo que trataba de convencerse a si mismo, mientras miraba a su amante terminar de alistarse.

—Ryan—un susurro por parte del menor hizo que este volviese a si—. Necesito algo.

—¿A dónde vas?—preguntó Ryan, sin hacerle caso. Estaba tendido en la cama, su pelo desordenado y ojos somnolientos. Brendon se había despertado más temprano, y ahora se encontraba frente suyo, vestido de traje formal color negro con una sonrisa pícara en sus labios.

—Una reunión.—Brendon se encogió de brazos.

—¿De qué? ¿Con quién? ¿A que hora vuelves...?

—Cosas—interrumpió—. Gente. Algo al rededor de las dos.

—Claro. El jefe de la mafia. A veces pareciera que fueras solo alguien común y corriente...

—Sabes que no puedes alegar. Soy la única persona que te queda. Además, ya no eres parte del Karma Police. No me puedes detener.

Ryan apretó su mandíbula, su mirada endureciéndose. Brendon no sabía cuanto le había afectado todo lo que había pasado. Y a pesar de que en un tiempo lo mataría, le enfurecía que se burlara de él sin remordimiento alguno. Brendon comenzaba a creer que estaba en la misma posición que Ryan, que eran iguales, y Ryan se moría por demostrarle que no era así, que él era superior.
Pero todavía no era el momento. Se quedó callado por unos segundos y luego respondió.

—¿Qué necesitas que haga...?—A pesar de que respondió de manera tosca, Brendon no lo tomó en coinsideración. Sonrió.

—Necesito que vayas a buscar unas cajas a la dirección que te voy a dar.

—¿Cajas de qué?

Brendon sonrió para si mismo, terminando de arreglar su corbata.

—Cajas.

Salió de la habitación, dirigéndose a la cocina. Ryan salió detrás de él, en ropa interior y rodando los ojos.

—¡Brendon!—exclamó. Lo estresaba que lo tratara de esa manera. Jugaba con él.

—Hey. Tranquilo. Mi equipo te cubrirá con las cámaras del Karma Police. Esta bien.

Ryan rodó los ojos otra vez, apretándo la mandíbula. Odiaba oscuchar el nombre del Karma Police en los labios de Brendon. Unas ganas insaciables de abofetearlo lo llenaron, pero sabía que tenía que continuar actuando. Actuar como que también lo quería. Ese era el plan.

—¿...Y la dirección?—preguntó, murmurando. Brendon sonrió.

—Ten.—le entregó un papel, con la dirección escrita en cursiva, y las llaves de un auto. Sus manos alcanzaron el rostro del mayor, para darle un beso. Sus labios se rosaron por unos segundos, y luego se separó, mirandolo a los ojos.

—Te quiero.—murmuró Brendon.

Ryan se quedó pensando unos segundos que debía responder. Actuar era siempre la solución, pero todavía era muy pronto para responder con un "yo también".

—Lo sé.—contestó simplemente, antes de darse vuelta para regresar a la habitación.

Después de unos segundos escuchó la puerta principal cerrándose, lo que significaba que Brendon ya se había ido. Claro, ahora que ya no era parte del Karma Police, ¿Tenía que ser la perra de Brendon? No, eso no iba a pasar. Él era mucho más importante que esto. Pero de todas formas... ¿Qué era eso de que "su equipo lo cubriría"? ¿A caso alguien más sabía sobre Ryan? Tenía muchas preguntas para Brendon, pero como siempre, obtenía muy pocas respuestas.

Se duchó rapidamente y salió del baño para ir a investigar el closet de Brendon. Aunque lo estuvieran "cubriendo" del Karma Police, no le daba confianza para ir por ahí así como así, vestido como se vestía siempre. Brendon tenía una colección inimaginable de ropa de marca. Era como un museo. Aún así, tenía en un rincón ropa casual y desaliñada, que es la que usaba cuando estaba en su departamento y no saldría a ninguna parte. Ryan se dirigió hasta allá y sacó una sudadera con capucha, unos jeans negros y zapatillas negras. Ojalá le quedaran los malditos pantalones. Todo le quedaba corto.

Se vistió y en unos minutos ya estaba listo. Cuando tomó las llaves de donde las había dejado en el mesón de la cocina se dio cuenta que tenían un papel pegado, el que decía "-4, 306" con la letra de Brendon. Brendon tenía en la pared, al menos, las llaves de quince autos diferentes. Ryan supuso que le había dado las llaves de uno que no llamara mucho la atención.

Sin más revuelos, salió del departamento y bajó por el ascensor hasta el -4. Al llegar se demoró un poco en encontrar el estacionamiento 306. Ryan tenía muy poca paciencia, y ya empezaba a desesperarse. Si siguera en el Karma Police no tendría que usar ropa de otra persona, quedarse en el departamento de otra persona, y buscar un auto en el maldito estacionamiento de, déjame adivinar, otra persona. Pero vaya, claro, ahí estaba el estacionamiento, el cual estaba ocupado por una van vieja. Muy, muy vieja. Genial. La vida era genial.

A regañadientes se subió a la van y la hechó a andar. Como extrañaba su Corvette...
De tanto ponerse a odiar cosas en el camino, llegó antes de darse cuenta que ya estaba en el lugar.  Una de las cosas buenas de haber sido parte del Karma Police es que conocía Los Ángeles al derecho y al revés, y al ver la dirección que Brendon le había dado, supo inmediatamente donde quedaba. Se bajó de la van, a la que a penas le funcionaba la batería (comenzaba a sospechar que Brendon le había dado las llaves de esa mierda sólo para molestarlo), y entró en el callejón, dando pasos largos. 

Todo había sido tan alocado. La idea de irse de Los Ángeles lo corrompía por dentro. Se iría a Montana. Un pequeño pueblito en medio de Iowa. Ohio. Georgia. Delaware. Maine. ¿Quien necesitaba Estados Unidos? Islandia. Honestamente, se iría a cualquier lugar con tal de dejar el Karma Police detrás. ¿Pero qué era la única cosa que lo detenía? Brendon. Porque si quería escapar, entonces necesitaba la ayuda de Brendon. No había manera de que lograra escapar sin que el Karma Police lo descubriera... A no ser que Brendon interviniera, lo que claramente no iba a pasar. ¿Por qué Brendon querría irse? En Los Ángeles tenía todo lo que necesitaba. Y últimamente perecía como que solo jugaba a enfadar a Ryan porque si. Claro, después las cosas se arreglaban en la cama... Pero eso no funcionaba siempre. Y ya estaba harto de todo. Solo quería... desaparecer.

Entró al callejón, con la mandíbula apretada. El cielo estaba ligeramente gris pero hacía casi nada de frío. ¿Cajas de qué se supone que eran, de tdas formas? Brendon no le dijo, y conociéndolo, podrían ser cajas de cualquier cosa. Al final del callejón había una puerta metálica negra, que supuso era la que debía tocar. ¿Sabrían que había alguien que iba a venir a retirar las cajas? O tal vez Brendon solo lo había mandado a que buscara unas supuestas cajas para que se fuera y pudiera traer alguien más a el departamento... No, debía dejar de pasarse rollos. Brendon estaba bastante loco y no había casi nada claro en su vida, pero si algo tenía claro es que no debía engañar a Ryan. Ya sabía lo que había pasado la última vez, y si pasaba otra vez...

Al llegar al fondo del callejón, tocó la puerta con fuerza unas cuantas veces. Sintió pasos desde dentro, lo que le quitó el pensamiento de que tal vez solo había venido a pasear. 

—¿Hola? Vine a buscar unas cajas, a nombre de B...

La puerta se abrió rápidamente para revelar a una chica de ojos azules, que lo miraba extrañada. 

—No digas su nombre. Pasa.—le ordenó, tomando uno de sus brazos y tirándolo hacia dentro del viejo edificio.

Adentro era bastante oscuro y olía a gasolina. La chica lo guió por entre pilas de escombros hasta llegar a una mesa donde tenía apiladas unas cuantas cajas de cartón.

—No puedes venir solo así. Menos decir su nombre.—la chica siguió hablando, con un tono de voz severo. Tenía el pelo largo, agarrado en una coleta. Llevaba una camiseta gris suelta y jeans. En la parte de atras de su cuello, debajo de su nuca se podía ver un tatuaje en cursiva que decía "Sarah". 

—Sabes que ellos pueden estar en cualquier parte...—continuó hablando.

—¿Quiénes?

La nuchacha se dió vuelta, con una mirada incrédula. Parecía bastante irritada. Un mechón de cabello negro escapaba de la cola y le caía en la cara sutilmente.

—¿Estás bromeando? El Karma Police. En serio, debes tener más cuidado. Esta ciudad es peligrosa. ¿Cómo conoces a... Cómo lo conoces de todas formas?

Oh, claro. Se le olvidaba que ahora jugaba para el otro equipo. Era muy extraño estar del lado de Brendon... Soltó una carcajada. Debía reservar su información. Después de todo solo venía a buscar unas cajas. Se encogió de hombros.

—Solo lo conozco.

La chica rodó los ojos y tomó las cajas de la mesa, para apilarlas sobre los brazos de Ryan.

—Seguro eres otro juguete. Hey, él no tiene mal gusto.—dijo, mirándolo de pies a cabeza.

—¿Perdón?—¿Un juguete? Nadie le decía juguete a Ryan Ross. Él era mucho más que eso. El comentario lo molestó. Además, ¿Qué le importaba a la chica la vida privada de Brendon?

—Nada, nada. Ya está. Son sólo esas. Ten cuidado, ¿Ya?

Con el ceño fruncido, asintió con la cabeza y salió por la puerta metálica.

—Adiós, Sarah.

La chica pareció extrañada de por qué Ryan sabía su nombre, pero él solo se dio vuelta y siguió caminando. No se iba a detener para explicar que tenía un tatuaje a la vista con su nombre, que tal vez eso no ayudaba a conservar su tan secreta identidad. 

Caminó de vuelta hacia la van, estacionada al lado derecho del principio del callejón. Abrió la puerta de atrás y metió todas las cajas, no muy delicadamente. Al fin de cuentas Brendon no le había querido decir que eran, asi que si eran cristales o algo y acababan de quebrarse y morir no le importaba nada porque, ¿Cómo se supone que iba a saber?

Después de dejar las cajas y cerrar la puerta se puso a mirar dónde estaba. Se encontraba en medio de una calle antigua con grandes edificios de fábricas abandonadas. No había nadie. Era como si estuviera solo en una ciudad abandonada. Se percató de un grafitti que había en la muralla al lado de la van, en rojo y negro; "El Karma nos matará a todos".

Claro, estaba acostumbrado a ver solo un lado de la historia, donde él era el héroe. Pero después de hablar con Sarah se dio cuenta de como todos le tenían miedo al Karma Police. No era como él creía; que todos los adoraban por limpiar la ciudad de gente mala. Si no que todos estaban sumamente aterrados, aunque nunca hubieran hecho nada malo.

Y el Karma nos matará a todos.

Pensó en Brendon y en lo estúpido que había sido todo. Él solamente era un agente del Karma Police, le iba bien en su trabajo y tenía gran reputación. Luego, le asignaron el caso de Brendon. Desde ahí en adelante todo fue una montaña rusa de estrés y cansancio, buscándolo por todas partes, sin parar. Ahora sabía como un hecho que Brendon tenía acceso a la base de datos del Karma Police y sabía todo lo que hacía en ese entonces.
Se obsesionó con la idea de atraparlo, con la idea de matarlo y ser el mejor agente del Karma Police de porvida. Estaba cegado por su ambición, y oh, que ingenuo había sido.

Fue entonces la noche que fue al hotel donde se quedaba Brendon y logró verlo por primera vez. Toda la ira, el estrés acomulado y la obsesión que sentía hacia él se transformó en deseo. Deseo a su cuerpo, sus labios, su piel; todo. El sexo siempre había sido su debilidad. El placer siempre puede poner hasta a los más grandes de rodillas y en su punto más vulnerable, y Brendon logró ver eso en sus ojos. A pesar que se esmeraba en no mostrar ninguna emoción, no había nada que lograra ocultar cuanto lo deseaba, como lo deboraba con los ojos. Y Brendon logró manipularlo, ver su punto vulnerable y usarlo a su favor.
Tenía a Ryan a sus pies.

Entonces el trato sucedió. Si es que Ryan no lo mataba, entonces lo dejaba hacer lo que quisiera con él, con su cuerpo. Y Ryan aceptó. Que imbécil había sido.
Desde ahí se desarrolló un tornado de mentiras, cada vez más grande, hacia "Él", Spencer, Pete... Dallon. Dallon fue la gota que rebalsó el vaso. Fue demasiado lejos. Y Ryan, que tenía su cabeza por las nubes perdido en el deseo y la lujuria, lo dejó pasar.
Después de haber matado a Dallon, todo fue de mal en peor, sin darse cuenta de todo lo que estaba pasando. Todo iba tan, tan rápido... No sabía que hacer.

Y ahora estaba ahí, solo, triste y sin saber que hacer. Ahora, fuera del Karma Police, no tenía oportunidad para nada más. Estaba destinado a escapar para siempre. Y todo había sido por Brendon.

Se sentó en el asiento delantero y hechó a andar la van. Partió sin revuelos.
Brendon controlaba todo sobre Ryan ahora. Tenía poder sobre él completamente, no como era antes, y el ex agente no podía hacer nada al respecto, porque a fin de cuentas él mismo había dejado que todo esto sucediera. Se había ilusionado y había pensado que podía engañar a todo el Karma Police, pero no era así. Dallon lo descubrió antes, pero tarde o temprano terminarían enterándose de sus mentiras y tal vez eso hubiera resultado mucho peor. Ahora, había logrado escapar. Pero, ¿Qué le esperaba? ¿Vivir escapando para siempre? ¿Permanecer encerrado en Los Ángeles infinitamente? Esa pequeña idea de que tal vez podría escapar comenzaba a convertirse en otra mentira dentro de su cabeza. Además, Brendon con Gabe... todo era drama. Había jurado que lo mataría en algún momento, pero, ¿Sería capaz? Sabía que estaba condenado. Ya no había vuelta atrás. Sabía que moriría, que tarde o temprano el Karma Police lo atraparía porque no había manera de escapar de ellos. Y al final de todo, terminaría muriendo, solo por Brendon.
El Karma nos matará a todos.

Miró hacia su sudadera, que estaba ligeramente mojada. Todo se acabaría, y sabía que no le quedaba mucho tiempo. Al tallar su rostro, se dió cuenta que sus manos también estaban mojadas. Frenó bruscamente para mirarse en el espejo retrovisor, extrañado. Sus mejillas estaban húmedas y sus ojos ligeramente rojos. Estaba... ¿Llorando? ¡¿Cómo?! Frunció el ceño, secandose las lágrimas con las mangas de su sudadera, violentamente. Nunca había llorado, al menos desde que era agente del Karma Police y tenía memoria. Nunca había sentido nada. Era solo un asesino a sangre fría. Pero ahora, la situación lo corrompía por dentro. Brendon lo destruía. Sentía como todo lo que el Karma Police había tratado de suprimir dentro suyo estubiera destruyéndose, y estaba completamente desesperado.

Aceleró a tope, corriendo por las calles sin ningún destino en particular. Quería cambiar, quería deshacerse de todo su pasado, de todo lo que estaba pasando y todo lo que había hecho. Quería deshacerse del Karma Police, de la muerte de Dallon, de Brendon... de todo. Deseaba dejar todo atrás. Se llevó una mano a la cabeza para tirarse el pelo. Ya no necesitaba nada. Ryan Ross, ¿Llorando? Así de lejos lo había llevado todo esto. Brendon lo estaba destruyendo por dentro, borrándo sus principios y cambiándolo completamente. Ya no era igual que antes.

Divisó a la distancia una peluquería. Avanzó con la van hasta esta y se estacionó afuera. Al bajarse, volvió a enjugar sus lágrimas con las mangas de su sudadera. Se veía débil y por primera vez, se sentía vulnerable.
Entró rápidamente y avanzó hasta el mesón.

—Buenos días, ¿Qué desea?—Le preguntó una joven que atendía el mesón.

—Quiero que me corten el pelo. Rápido.

No estaba para contestar amablemente o pretender que nada le pasaba. Estaba teniendo una crisis nerviosa y sus manos comenzaban a temblar. La señorita asintió ligeramente y se dirigió adentro de la peluquería por un minuto. Cuando volvió lo llamó para que entrara y lo antendieran.

No importaba que hiciera, seguía llorando, y se desesperaba al no poder parar las lágrimas. Sentía que todos lo estaban mirando.
Le lavaron el pelo sin que a penas se diera cuenta y lo dirigeron hasta un sillón. Sólo quería un cambio. Quería dejar de verse como el Ryan que había sido parte del Karma Police. Quería ser otra persona.
Un peluquero se le aproximó.

—¿Qué corte quiere?

Ryan se encogió de brazos, enjugándose las lágrimas nuevamente. Lo odiaba. Todo.

—Sólo córtalo. Como quieras. Córtalo, por favor.—se le quebró la voz, iniciando un nuevo sollozo.

El peluquero lo miró extrañado por un segundo para después proceder a cortarle el pelo.

Sólo quería cambiar. Dejar de ser el que había sido. Escapar de todas las mentiras y lo que estaba pasando. Brendon hacía que se descontrolara y ahora mismo acababa de perder todo el control. Sentía una opresión en su pecho, que nunca antes había sentido. Estaba sintiendo, como nunca antes había hecho, y se sentía fatal.
Recordó esa vez que Brendon había estado llorando y el había logrado consolarlo, abrazándolo y teniéndolo cerca... A pesar que Brendon era el culpable de todo esto, no podía dejar de quererlo de cierta manera.
Lo quería.

—Ya, está listo.—le indicó el peluquero. Le había dejado el pelo corto a los lados, y largo arriba. Ya no tenía el pelo rizado. Era algo parecido al peinado de Brendon.

Ryan asintió, parándose del sillón para pagar en efectivo y salir rápidamente sin decir nada. Se subió a la van y partió.

En los ojos de Brendon veía una tormenta y en ellos se veía a si mismo. Y no podía negar que a pesar de todo, lo quería. No podía matarlo. Simplemente no podía. ¿A que punto había llegado?

Y tal vez era cierto; El Karma nos matará a todos... pero no le molestaría tener que morir por Brendon.

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