Dejamos Todo

By GuillermoOcchipinti

732 2 0

Dejamos Todo expresa el agotamiento de la cantera de recursos con los que cuenta un hincha para que su equipo... More

Dejamos Todo
Prólogo
I. NOTICIAS DEL 5 DE JUNIO
II. LA PREVIA AL INICIO DEL PRIMER PARTIDO
III. ¡PITAZO Y PRIMER TIEMPO DEL PRIMER PARTIDO!
IV. SEGHUNDIÓ TIEMPO & ABANDONADOS
V. DESCARGAS EMOTIVAS LUEGO DE LOS PRIMEROS 90 MINUTOS
VI. EXTRAÑO Y DOLOROSO MENSAJE DEL UNIVERSO EN EL DÍA DE LA VERDAD
VII. LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE PARTE I Y LAS DOS MURALLAS
VIII. LA RELIQUIA DE LA MUERTE PARTE II Y EL RETORNO DEL REY
IX. PRIMERA PARTE DE LA RECTA FINAL Y EL RECTO FINAL
X. TODO CONCLUYE AL FIN
XII. REGADA VUELTA A CASA
XIII. IMPACTO DE LA NOTICIA
XIV. FOJA CERO. LA GUERRA DE LOS DIOSES
EPÍLOGO
APOSTILLA FINAL ANTES QUE SE CAIGA EL TELÓN
AGRADECIMIENTOS
Dejamos Todo

XI. UN FANÁTICO, UN PERIODISTA, EL ARQUERO, EL DT Y EL PRESIDENTE

32 0 0
By GuillermoOcchipinti


UN CORAZÓN BIEN CELESTE (FABIÁN DINOCCO)

Reconozco que no soy fanático como Fabián Dinocco, a veces me molesta que sea tan radical e intransigente por la manera de ver la realidad que tiene, pero así es Fabián y yo soy como soy, es decir, adultos que elegimos vivir como queremos. A Fabián lo conocí en la escuela 72 de Turdera, fuimos compañeros de aula hasta 4to grado. Luego la vida nos separó. Muy de vez en cuando me lo cruzaba por los pasillos del club y actualizábamos nuestras vidas, hasta que Facebook logró que nos volviéramos a juntar. Lo fui a visitar a su casa y conocí a su linda familia que lo contiene y le da mucho amor. Fabián es un luchador, calentón y visceral como todo luchador. Un verdadero hombre de fe. ¡Gracias querido Fabián! Los dejo con sus vivencias:

"Cuando perdimos 1 a 0 en el partido de ida, tuve fe que de local lo dábamos vuelta.

Transcurría el domingo 8 de junio del 2014 a las 2 de la madrugada. Ya se me hacía insostenible poder dormir. Sentía una mezcla de nervios y ansiedad. No era un domingo más, era "el domingo". A la mañana, a eso de las 9 horas, sin haber dormido, preparé la información para la transmisión del partido. Con mi hijo, Alejo, nos mirábamos y la complicidad para que llegue la hora del partido se nos notaba.

Antes del mediodía decidimos ir al estadio Beranger. Los preparativos de las banderas ya colgadas de los paravalanchas y algunas en los alambrados de la cancha nos generaban más ansiedad. Se vivía un clima de felicidad y cautela al mismo tiempo. Te cruzabas con hinchas, te sonreías y no sabias si era confianza o nervios. Casi ni pude probar un bocado, y Alejo me preguntaba a cada rato "¿Cuánto falta?"

Finalmente llegó la hora. Nos dirigimos a la cabina de transmisión y el dolor de estómago se hacía más intenso. Comenzamos la previa y yo con toda la fe pensé que hoy iba a ser el día de tomar revancha de la final del 87 por la permanencia en primera A. Hoy ganamos aunque con más nervios que pasión por el gasolero. Esperaba el inicio del partido.

El primer tiempo se pasó rápido y ligerísimo transcurrían los minutos en el segundo tiempo. A los 40 minutos del complemento recuerdo que con lágrimas en los ojos mirando el rostro de mi hijo dije "faltan 5 minutos y es mucho, el partido termina con el pitazo final".

Y llegó Ariel Rojas cuando ya se habían retirado festejando, los allegados de Platense. El pibe Rojas de derecha y por arriba del arquero clavaba el 1 a 0. Íbamos a los penales, entre abrazos gritos y llantos, aferrado a mi hijo con la ilusión intacta.

Llegaron los penales. En el fútbol, un gol sobre la hora al que lo recibe le baja la moral y al que lo convierte, le da un envión anímico terrible.Eso me daba mucha esperanza. En los penales le tenía mucha fe a Crivelli y la cábala que usaba era una frase que decía "Hasta la A no paramos".La repetía cada vez que terminaba mi comentario en la radio.

Toda la definición de penales la viví tomado de la mano de mi hijo. Fue una sensación hermosa. Primer ascenso que vivíamos juntos. Yo terminé mi participación en la transmisión radial cuando"Manos de Dios Crivelli"detuvo el último penal. Ya no pude hablar más. Sólo me abrazaba a mi nene y lloraba. Fue el ascenso más especial que viví, por mi enfermedad y por ser el primero que disfrutaba en familia".


UN DOBLE ASCENSO. JUAN PABLO MARRÓN

Juan Pablo Marrón es un conocido periodista que trabaja mucho por la marca "Temperley". Una persona a la que tampoco conozco, pero envalentonado por la fuerza de este libro, hizo que le escribiera, él me contestara y deje rastros profundos de su vivencia. ¡Gracias Juan Pablo! Los dejo con su historia:


"Con el club tengo una relación afectiva muy fuerte porque es el lugar donde nací y el barrio donde me crié. Mis primeros recuerdos en la infancia están marcados desde el momento de la inactividad, me hice hincha de un equipo que no jugaba al fútbol. Eso me generaba una gran intriga y una gran curiosidad. Pasar por la puerta de un estadio donde no se jugaban partidos, donde no había fútbol oficial, donde había gente haciendo colectas y tratando de que todo vuelva a funcionar, no era fácil.En todo ese proceso, mi padre estuvo ligado al club. El afecto se hizo más fuerte en el retorno de 1993 y mi bautismo fue un 26 de febrero de 1994 cuando presencié como hincha el primer partido, Temperley 1 vs Defensores Unidos de Zárate 0. En cambio, mi ligazón con el club Temperley en lo periodístico, se había iniciado a los 17 años. Ese tiempo fue toda una preparación que me acompañó durante una década, obviamente por un montón de razones se me hizo largo en el tiempo, como también ocurrió con nuestro querido gasolero en la tercera división del fútbol argentino.

20 años después, me llega en el mes de abril, la convocatoria por parte de TyC Sports para relatar en el mundial de Brasil 2014, hacer la edición matutina desde Río de Janeiro y ser cronista de entrenamiento de selecciones. Premio al esfuerzo, había conseguido un objetivo de vida personal, cubrir un mundial de fútbol. En el medio de esa euforia, entraba en su fase final el torneo de Primera B, que tenía como uno de los protagonistas a Temperley.

El primer partido en Vicente López que perdimos 1 a 0, lo vi con un miembro de la subcomisión de fútbol en mi casa. Él había decidido no ir al estadio de Platense porque sostenía que por haber presenciado la final de ida contra Defensores de Belgrano en el 2001, Temperley perdió en la vuelta. Entonces a modo de cábala sólo iba a presenciar el segundo encuentro. En cambio yo viajaba a Brasil al otro día para ir a trabajar en la previa del mundial. La sensación que me dejó el primer partido es que se podía revertir, el equipo de Temperley era muy sólido, sobre todo en condición de local, tenía jugadores estandartes como el caso de Crivelli, Brandan y Sambueza, entre otros.

La jornada del segundo y definitorio partido me agarró en pleno trabajo. La corazonada de ese día era que Temperley ascendía. Estaba presenciando un encuentro amistoso en Volta Redonda, a varios kilómetros del centro de Río de Janeiro, entre Fluminense y la selección de Italia. La cobertura del partido la tenía que hacer porque como dije, también estaba cumpliendo mi sueño profesional. Del otro lado, el 0 a 0 se iba transformando en una pesadilla, encima teníamos que volver a Barra de Tijuca e iba a perder la conexión. En la ruta no contaba con señal de wifi en mi móvil, pero un colega, Pablo Lafourcade que trabaja para la web del canal, me iba avisando por un servicio de cobertura que tenía en el teléfono. El partido lamentablemente seguía 0 a 0, mi corazonada seguía intacta y esperaba el mensaje del gol salvador. Casi al final del mismo, llegamos al hotel donde estábamos hospedados. Cuando salgo desesperado del auto, me cruzo con Matías Villar, uno de los camarógrafos, que me dice la noticia más desagradable que mis oídos podían escuchar: había ascendido Platense. Fue decepcionante. En primera instancia le creí, me amargó, pero como que algo me invitó a buscar explicaciones. A seguir prendido a la historia.

Ingreso derrotado y resignado a la habitación del departamento y me encuentro con tres colegas, Gabriel Pereyra, una de las voces de Paso a Paso; Guido Cincunegui productor de Sportia y Guillermo Duffard, en ese momento productor de Planeta Gol con quien compartía departamento en el appart hotel. Cuando mi teléfono capta la señal de wifi, el whatsapp me explota de mensajes. Sólo alcanzo a ver uno de mi hermana que decía "Gooooooooooooooooooooool". Mis emociones eran encontradas, como que no entendía mucho. Un partido que tenía en mi mente ya culminado por lo que me había dicho el camarógrafo, pero por otra parte sentía que había vida y que hubo un gol. No entendía si el gol había servido o si ese ascenso de Platense tenía que ver con un 1 a 1. Pero en eso veo que el mensaje llegó en tiempo real. La resignación, porque le creí a Villar, cambió por esperanza.

Cuando prendemos la computadora empezamos a ver la transmisión en vivo, el partido seguía con vida y estábamos en los penales. Gabriel Pereira registra todo ese momento pero yo no me doy cuenta que me está grabando. Frenéticamente voy leyendo los tweets que llegan, comentando sobre la ejecución de los penales y paralelamente busco de manera desesperada la señal en vivo. La serie estaba igualada. Cuando consigo finalmente ver el partido, era el penal número 14, el que tenía que patear Humberto Vega. Carlos Lema, relator de TyC Sports dice, "si lo erra Platense, Temperley asciende al Nacional B". Yo estaba seguro que ese penal lo iba a atajar, era un presentimiento muy fuerte. Fue increíble, lo único que vi en vivo fue el penal más importante (aún me emociona recordarlo).Crivelli lo ataja, se queda con la pelota y fue un momento tremendo. Prodigioso y extraordinario.

En ese momento pasaron por mi cerebro cantidad de imágenes en escasos segundos, aparecieron los peores momentos del club, de cómo nació mi vínculo con Temperley, los dos ascensos anteriores a la B Nacional, la mala campaña de la temporada 2010/2011, de mucha gente llena de frustraciones que descreía y de cómo a partir de esa atajada, se empezaba a revertir la historia.

Los festejos fueron descomunales, me acuerdo de abrazar a mis tres compañeros de habitación. Uno hincha de Velez Sarsfield, otro de Gimnasia de La Plata y el tercero de de River Plate. Luego salí al balcón y comencé a gritar como loco. Imaginate, Río de Janeiro, en vísperas del comienzo de un mundial, reventándome la voz que tenía que usar para relatar... Ese momento fue muy movilizante. Estaba en el exterior consumando un logro profesional y mi querido club que me había apoyado en mis inicios atravesando un momento importantísimo. Los dos ascendíamos y crecíamos. Me acuerdo que mi colega Martín Souto escuchó mis gritos, me llamó, fui a su departamento y brindamos. En fin, terminé festejando y cantando hasta altas horas. (Lo recuerdo con gran emoción).

En relación al devenir del club, fue la merecida resurrección institucional. Estaba seguro que comenzaba un camino de retorno a la primera división. El club crecía, los socios se iban incrementando y a nivel futbolístico se incorporó gente muy talentosa, genuina y capaz, por eso cambió la historia. En relación a mi experiencia personal, los insultos al aire, lo que fue el último penal, mi descreimiento cuando ingreso a la habitación asumiendo un hecho consumado, fueron un sinfín de situaciones en un tiempo cortísimo, 12 minutos entre el primero y el último penal, donde pasé de un estado al otro casi sin darme cuenta, culminando con éxtasis total en ese festejado e imborrable ascenso."

Juan Pablo Marrón. Periodista


LA FINAL BAJO LOS BRAZOS DE CRIVELLI

Un día de marzo de 2017, cuando ya tenía avanzado este libro, se me ocurrió escribirle a nuestro gran Federico Crivelli – persona que no conozco - para que escriba unas líneas poniendo énfasis en sus emociones. Respondiendo a una tipología de persona sencilla, me contestó inmediatamente y se interesó en dejar su huella. Así pues, comparto las palabras de Federico Crivelli, que recuerda las sensaciones y los momentos vividos en esa semana del mes de junio del 2014:

La Previa

"El plan para encarar las finales con Platense incluía estar toda la semana concentrados. Entonces, antes de recluirme junto a mis compañeros, fui a visitar a mi mamá, ya que siempre tenía charlas con ella. Ese día me dijo que el domingo, jornada en que se jugaba la segunda final, era el día del Espíritu Santo y que íbamos a ganar, que iba a ser maravilloso y que Dios me iba a iluminar. Obviamente siempre le creo, pero hasta que pasan las cosas...

El jueves, día del primer encuentro, comenzó con una arenga en la puerta del Club. Desde que salimos hasta que llegamos al estadio de Platense, fuimos dándonos aliento. Nos jugábamos muchas cosas. Sabíamos que había mucha gente mirándonos por televisión, en especial nuestras familias y seres queridos.

En lo personal tenía sensaciones encontradas, por un lado estaba tranquilo porque sabía que no se definía la serie y por otro lado, estaba nervioso porque definía mi carrera en Temperley. Entendía que si no conseguía el ascenso me tenía que ir por la cantidad de años que había estado y porque nunca había logrado un ascenso. El club venía de estar 14 años en la B, y la liguilla para la promoción la habíamos jugado sólo dos veces. Era la oportunidad de coronarme en el club para el que llevaba muchos años y poder devolverle a la gente un poco de lo que me había dado.

El Primer Partido en Vicente López

Salimos a la cancha, concentrados y con todas las ganas. Era una final, pero no se sentía tanto el clima, esperaba el estadio más lleno. En el primer tiempo, nuestros rivales empezaron a arrinconarnos en el arco. No jugamos tan bien pero teníamos mucha actitud. Ayudé tapando un par de jugadas de riesgo. Estaba tranquilo. Luego de las dos expulsiones que tuve y desde las últimas 11 fechas me sentía con mucha confianza. Me salían todas. 


El segundo tiempo jugamos un poco mejor. Recuerdo a Brandan que se fue sólo en un mano a mano y que Flores tapó. A 10 minutos de finalizar el partido nos hicieron el gol. Rodríguez pateó desde afuera del área, me encontró tapado, y aunque me tiré, no llegué.

Camino de regreso, me sentía muy amargado, lloraba. Soy muy competitivo y no me gusta perder. Estaba desilusionado. Sabía que teníamos 90 minutos más, pero no iba a ser fácil. Recuerdo que la gente me mandaba mensajes estilo "dale que se puede" ayudándome a pasar ese ingrato momento.

A la Espera del Segundo Partido

Nuevamente concentrados hasta la revancha del domingo siguiente. Sabía que la gente iba a generar una fiesta, que el clima era el mejor y que todo iba a ser increíble, pero a medida que transcurrían las horas y llegaba el día decisivo, me iba poniendo cada vez más nervioso, me costaba dormirme, no podía dejar de pensar en el partido. En fin, estábamos atrapados en ese clima impresionante. La mañana del partido definitivo, nos levantó Del Castillo, un compañero, filmándonos y arengándonos con un "¡vamos que hoy ganamos!" Había un clima de mucha confianza, sentíamos que podíamos lograrlo.

En la concentración ese día por la tarde, cortamos papelitos y los tiramos por las ventanas. Había mucha euforia.

Vivía una extraña sensación. Ansiedad y adrenalina. Quería que arranque el partido e irme luego a mi casa a festejar. Era un sentir de todos.

El día del partido, esperábamos salir de la concentración e ir a los vestuarios. Ese día estaba muy alterado, me costó dormir la siesta. Me levanté y el cuerpo me transmitía los nervios, pero sabía que una vez que arrancaba el partido se me iba a pasar, como siempre me ocurría.

Antes de salir a jugar el partido, había euforia en el vestuario, como si ya lo hubiésemos ganado. Pusimos "Ji, Ji, Ji" de los Redonditos de Ricota y todos cantábamos "No lo soñé". Era una locura. Tratábamos de concentrarnos, pero el ambiente estaba lleno de adrenalina.

Vimos un video motivacional mientras afuera se escuchaban los fuegos artificiales. Juro que la tribuna se movía. Nunca me había pasado. Del Castillo filmó todo diciendo que estábamos haciendo historia. Yo me pregunté, - "¿será cierto?"¡Espero que así sea! - pensé.

La gente estaba eufórica. Salimos a la cancha y el estadio estaba llenísmo, se veía maravilloso.

Primer Tiempo de la Revancha

Al poco tiempo de iniciar el partido, el equipo rival generó una jugada peligrosa que pudimos manejar. Tuvimos un primer tiempo bastante peleado, sin tantas jugadas de riesgo.

Segundo Tiempo y la Revancha

En el segundo tiempo tuvimos un mejor desempeño. Los jugadores de Platense generaron dos jugadas de gol. Una de Vega que logré desviar por arriba del travesaño y otra que saqué con el pie.

Seguía 0 a 0. Los minutos pasaban. Los sentimientos se entremezclaban. Preguntaba por la hora, por los minutos que faltaban. La gente de Platense se iba yendo, el partido se terminaba y me empecé a desilusionar. El final estaba muy cerca. A cada instante se me venía a la mente lo que había dicho mi mamá. Si ella lo dice, no lo dice porque sí... "va a pasar algo maravilloso, van a ascender".

En ese momento de confusión y desesperación, veo que un centro llega hasta la medialuna del área grande y hace el gol Rojas. Pensé, "ya está, esto es para nosotros. No se nos puede escapar".

Reafirmé lo que me había dicho mi mamá. La noche se tranformó en "gloriosa y maravillosa". A partir de allí empecé a mentalizarme para los penales que venían. Pero ni bien hacemos el gol, ellos tienen una nueva oportunidad. Rezzonico entró por el segundo palo y nos salvamos de milagro. En ese punto entendí que no se nos podía escapar.

Cuando terminó el partido, pensé en todos mis familiares que estaban en la tribuna, en la gente que alentaba y en mi mamá que lo estaba viendo por televisión.Ya no estaba tan nervioso, algo en mi interior me decía que no podíamos perder.

La serie de penales

Nos reunimos en la mitad de la cancha con Ricardo Rezza para determinar quien pateaba los penales. Yo estaba tercero en la lista y Gastón Aguirre estaba quinto. Gastón desiste de patear y le digo a Ricardo que quiero ejecutar el último penal. Pido el quinto lugar porque la única serie de penales que había tenido en Talleres de Córdoba, había pateado en esa posición e hice el gol y ganamos. Chilavert decía que los "cagones" no hacen historia, así que tenía que atajar algún que otro penal y patear el quinto.

Antes de los penales hubo una arenga y nos abrazamos. Mi estrategia era tirarme siempre a la derecha como lo había hecho en la serie de Talleres. Estaba seguro que alguno iba a atajar. Y si los nuestros hacían los goles, ganábamos.

Los penales son medio solitarios. Yo me encontraba sólo, en una esquina, mientras el resto del equipo se encontraba unido y abrazado en la mitad de la cancha. Veía a toda la gente eufórica aquella fría noche y no sentía nada. Sólo pensaba en los penales, hacia donde me iba a tirar.

Cuando arrancó la serie de penales y erró Sambueza pensé en negativo, sobre todo después de lo que habíamos vivido hacía sólo 5 minutos atrás. No lo podía creer.

Fui hacia el arco que da a las vías, repitiendo el mismo ritual. Miraba al cielo pidiéndole a Dios y me sacudía los tapones de los botines en el palo, una especie de cábala que también servía porque la cancha estaba bastante blanda por el rocío de la noche. El objetivo lo tenía claro, tirarme hacia la derecha, atajar y empatar la serie. Me daba aliento internamente. Me tiré hacia la derecha, me pasé del palo, pero la terminé atajando. Eso me dio mucha confianza. Reforzó mi pensamiento positivo.

Entre el cuarto y quinto penal, se me ocurrió cambiar la estrategia, pero se me cruzaban miles de imágenes y pensamientos por la cabeza. Pansardi mete el gol bien arriba del palo derecho. Yo tenía que patear el quinto penal estando iguales porque Quiñones había fallado el suyo y Melivilo también. Sentía la responsabilidad de hacer el gol. En ese instante mi idea era romperle el arco. No me quedaba otra. Patee y ví que Flores la tocó, pero no alcanzó a desviarla. La pelota llegó a la red, al techo del arco. Eso me generó un alivio increíble. Pensé que ya se me había cumplido lo que deseaba, "Atajo el quinto y es la gloria".

No sé por qué, pero intuía que me lo iba a patear arriba. Vega lo ejecutó muy bien a mi izquierda y arriba... Ese penal tenía otro condimento por quien lo pateaba y no lo pude atajar. Empezó la definición uno a uno. Arregui pateó primero y lo metió. Se acercó Molina de Platense, y determino quedarme parado en el medio. Era un central y pensé que me quería romper el arco. No pude hacer nada. Lo ejecutó muy bien.

Cuando lo patea Rojitas me digo, "por favor metelo". Ya no veía la hora de que se termine. Ejecuta Ariel Rojas y lo hace.

Para el último penal, el séptimo, pensé lo mismo que para el primero. Si me lo tira a la derecha lo tengo que atajar. Noto que se para no tan inclinado y pensaba hipnóticamente "me la va a cruzar, me la va a cruzar, me la va a cruzar". Hago el ritual de los botines contra el palo. En todos los penales la gente gritaba "Crivelli, Crivelli". Pero esta vez era distinto, alentaba diciendo "Y Temperley... y Temperley". Estaba concentrado en atajar. No escuchaba nada. Pateó y me lancé a la derecha. Vi que la pelota iba hacia el mismo palo que me arrojé. Pensé que no llegaba ya que me la había tirado con mucha fuerza y la veía lejos. En el transcurso del trayecto vi que cada vez la tenía más cerca, me había tirado con mucha adrenalina. ¡Fue el penal de mi vida! Recuerdo que me pasó como en el primer penal. La pelota me recorrió la mano, llegó al antebrazo y me queda a mí. No doy rebote. ¡Increíble! ¡Fue el inicio de un nuevo sueño en mi club que tanto amo!

Hoy y siempre agradezco a Dios por haberme dado esa bendición, el poder cumplir el sueño de ascender y de ser parte de la historia del club. El penal que no olvidaré jamás.

Los festejos

Agarro la pelota y quedo arrodillado mirando a la tribuna Mariano Biondi de frente, no sabía qué hacer. Fueron dos o tres segundos de obnubilación, no entendía si habíamos ganado, si salir corriendo, si abrazar a alguien, si tirarme... en fin, no sabía qué hacer. Me dí vuelta, aún con la pelota firmemente agarrada y ví a mis compañeros corriendo felices hacia mí. Se me tiraron todos arriba mío y me largué a llorar. Lloraba y gritaba ¡No lo puedo creer, no lo puedo creer, no lo puedo creer! No quería soltar la pelota... no podía dejar de besarla.

Cuando tuve un poco de lucidez, quise compartir esta alegría con mi familia. Había tanta gente que no podía encontrarlos. Voy en búsqueda de ella. A pesar de que había muchísima gente, veo a mi cuñado subido arriba del alambrado en las plateas y también alcanzo a ver a mi hermana. Me emociono al contarlo...

Mi hermano tenía la misma intuición que yo, me dijo que en el último penal estaba seguro que lo iba a contener. Decía "este lo ataja". Entonces cuando se le cruza ese pensamiento, sale corriendo pero no podía avanzar rápido porque había mucha gente en el pasillo de la platea.

En eso escucha un estallido, el último penal que había atajado. La gente se le tira encima en el piso, lloraban y se abrazaban. ¡Extraordinario! Perdón, me emociono nuevamente.

En el medio del festejo me dicen que tengo que ir al doping. Yo quería festejar y me acuerdo que pensaba, "¡No puede ser! ¡Quiero festejar!". Salí corriendo rápido, fui con una adrenalina increíble, no lo podía creer. Allí veo que los de Platense estaban llorando, entonces me tranquilicé, no exterioricé mi euforia y llené el frasquito enseguida. Sólo recuerdo que estuve muy poco, que hacía frio y salí corriendo de nuevo para la cancha.

En ese momento recordé que si ascendíamos, le había prometido unos guantes a Chechi Colón Fernandez, dirigente del club. Así que cumplí mi promesa, le entregué los guantes y nos sacamos una foto para recordar el momento.

Estando todos en el vestuario, me comentan que mi familia me esperaba en la puerta para saludarme. Al abrir la puerta, veo a mi papá emocionado. Nos abrazamos de manera interminable. Él es quien me acompañó a todos lados en mi carrera, en las buenas y en las malas. Mis hermanas, mi hermano y mis sobrinos también acompañaban a mi padre. Ese momento y esa noche fue una de las más emotivas de mi vida. Soñaba con una final así.

Ese también fue uno de los momentos más lindos y emotivos. Tenerlos a todos en el vestuario. Me moría de ganas de verlos y festejar. Son cosas que parecen tontas, pero son instantes muy importantes para mí, soñaba con que estén todos, imaginaba un final así, ya que Temperley es todo. Nunca había vivido algo así.

Cuando salí del vestuario tardé como 15 minutos hasta llegar a mi auto porque aún había mucha gente en el estadio y no paraban de abrazarme. Hasta el Casu, conocido hincha, me dio un pico en la boca. Estaba con una alegría interna increíble. Quería llegar a la casa de mi novia y abrazarla y cuando llegué, también nos invadió la emoción y volvieron las lágrimas.

Esa noche salimos a festejar con toda la gente que estaba en el boliche, incluso periodistas y dirigentes. Terminamos en la cancha a las 7 de la mañana dando la vuelta e hicimos el simulacro del penal.

Para completar ese día magnífico, fui al encuentro con mi mamá. Ni bien la ví, me abrazó y se puso a llorar. Estaba emocionada y saltaba de alegría.

A la pelota, la otra gran protagonista, la tengo en mi casa. Mi idea es guardarla en un cubo de vidrio y algún día donarla a un museo de Temperley o dársela al club, así la pueden disfrutar y rememorar esa final inolvidable.

En fin. Fue la noche más linda que me tocó vivir en lo que es el fútbol, mi profesión. Yo creo que internamente todos sabíamos que algo lindo podía pasar, había un muy buen grupo pero ese final jamás lo imaginamos. Por todo, por la salida, por lo que fue el partido, por los penales. Una noche hermosa, una semana vivida llena de sentimientos. Adrenalina, sufrimiento, nervios, alegría.

Volvería a sufrir de la misma manera lo que viví toda esa semana para sentir nuevamente la alegría de esa gran noche.

Custodio del arco, siempre estará allí.



 CONTENIENDO EMOCIONES. EL ESTRATEGA RICARDO REZZA


A Ricardo lo defino como una persona sencilla, que no es lo mismo que humilde. Es una persona de fácil acceso y predisposición. Asimismo, es una mente resistente, luchadora y ganadora, que cree mucho en sí mismo y eso se tradujo en importantes logros. Defensor formado en Gimnasia y Esgrima de la Plata, llegó a debutar en primera y jugó allí tres años. Luego fue 3 veces campeón con San Lorenzo, emigró a España - subcampeón y un tercer puesto - y jugó por espacio de 8 años. Como director técnico, es el hombre record de ascensos. Ascendió a primera división del fútbol argentino con Gimnasia y Tiro de Salta dos veces y una vez con Belgrano de Córdoba. Llevó a Villa San Carlos a jugar por primera vez en su historia al Nacional B. Y finalmente logró completar su vitrina de galardones en dos ocasiones, de la B al Nacional B – la historia de este libro – y del Nacional B a Primera A, seis meses después.

El destino quiso que conozca a Ricardo en un programa ejecutivo de liderazgo de la Universidad de Palermo en el 2009. Él, como alumno, yo como profesor....El tipo estaba estudiando ahí. ¡Increíble! En un descanso, le conté que era hincha de Temperley y que me gustaría que un día nos dirigiera. La dirigencia celeste hizo que firmara el contrato un 14 de febrero de 2014 y menos de cuatro meses después, el gran Ricardo lo cuenta a continuación:

"Concentramos una semana antes. Teníamos que enfrentarnos a un equipo que era de los mejores. Para mí, en lo personal, era un caso muy especial. A Platense lo había dirigido y habíamos hecho una gran campaña en primera división allá por el año 1993/1994. Por otra parte, antes de firmar con Temperley, me reuní en Buenos Aires con la gente de Platense y no arreglamos.

Mi historia con Temperley empezó un par de años antes. Llegué como manager, pero luego de 8 partidos, el presidente de esa época me dijo que tenía que agarrar la conducción del equipo. Las condiciones no estaban dadas, la situación no me gustaba. Gente que no tenía que meterse, todo muy turbio y confuso y como la cosa no me gustaba, preferí quedarme en casa. Luego volví a Temperley en el 2014 como entrenador. Cuando asumí el proyecto, la idea era trabajar a largo plazo, pero en pocos meses nos encontramos peleando el primer puesto y finalmente logramos el segundo lugar en la tabla de posiciones. Es decir, tanto en la semifinal como la final, teníamos asegurada la localía en el partido de vuelta y Temperley era muy fuerte en casa. Finalmente llegamos a esa instancia decisiva y complicada. Sabía que iban a ser partidos difíciles y cerrados.

El primer partido lo perdimos en forma ajustada por un solo gol. Dominaron y fueron un poco más que nosotros. Ellos estaban preparados para ascender sabiendo que en nuestro campo podían ganar la eliminatoria. Era un equipo equilibrado y muy bueno.

Mis jugadores estaban obviamente desilusionados, pero eso siempre pasa. Con el transcurrir de las horas fue mejorando el estado de ánimo y llegamos bastante optimistas a la tardecita del primer día después del partido.

Personalmente te diría que soy de llevar las emociones por dentro. Es natural en mí. En casa soy igual. Inculqué a los muchachos que cada uno se centre en su rol el día del partido, dando todo de sí. Eso lo tengo claro y es lo que trasmito. Fue mi fórmula, partido tras partido hasta llegar a la final; por lo que ahora tenía que hacerse con más razón.

Tenía un conjunto muy competitivo, muy sacrificado, con aspiraciones muy altas que deseaban cambiar de categoría y el ansiado ascenso. Combinaba jugadores de experiencia con la juventud y rebeldía de algunos a los que les di muchas horas de vuelo, como el caso de Romero, Salina, Rojas o la incorporación de Arregui que venía de Berazategui.

La estrategia era arriesgar un poco más pero siempre sin descuidarnos. La idea era hacerle dos goles y que no juegue en contra la presión de la gente que iba a llenar la cancha. Porque la tenía clara desde el principio, lo tenía dividido en tercios, o ganaban ellos, o nosotros o íbamos a los penales. Las probabilidades eran iguales.

Cuando empezó el primer tiempo del partido revancha, sabía perfectamente que iba a ser un partido complicado, éramos muy parejos. Esperaba que no nos equivocáramos, e insistir e insistir sin desesperarnos. El primer tiempo terminó sin sacarnos diferencias.

En el segundo tiempo iban pasando los minutos y veía que el equipo tenía un orden. Seguía sin desesperarme. Nunca sentí que lo perdíamos, en cambio sí percibía que la complejidad era cada vez mayor. Mantener la táctica era crítico, porque si nos hacían un gol, se volvía imposible.

Faltando 15 minutos hago ingresar a Rojas, sólo le dije que juegue por donde se mueve mejor, el área. Que vea el ángulo de tiro y sea eficiente. Rojas aprovechaba muy bien los rebotes. Le tenía mucha fe a ese chico. Hacía muchos goles en los entrenamientos, siempre lo vi como un futuro goleador.

La gente fue llevando al equipo adelante. Empezamos a tener ocasiones más claras, pero ellos también tuvieron las suyas. Tocamos fondo casi al final con la expulsión de Cucco. En eso veo que la gente de Platense se va también para el vestuario, pero llega ese gol medio de carambola. Tuvimos un poco de suerte, aunque tiene un gran mérito Ariel Rojas, que fue muy inteligente y rápido. Así llegamos a los penales, aunque antes tuvimos que sufrir en la última jugada un gol que se perdieron de manera increíble.

Personalmente no era la primera vez que me encontraba con penales en una final. Cuando estaba en Belgrano perdimos con Talleres por penales, fuimos al reducido, eliminamos a Banfield y Aldosivi y ascendimos. Con Gimnasia y Tiro de Salta ocurrió algo parecido. Ganamos por penales a Talleres. Y en la otra final le ganamos a Italiano y jugamos la final con Central Córdoba. Con San Carlos ascendimos ganando 9 partidos seguidos.Todas fueron finales dramáticas.

Los penales los teníamos ensayados. Un tiempo antes armamos un torneo de penales con clasificación. De paso entrenaban. Mi idea era que patearan todos los delanteros, porque generaban más confianza. También me gusta que los arqueros pateen porque los ejecutan fuerte. Por otra parte en el arco teníamos a Federico. Él intuía muy bien, tenía referencia, era efectivo, un excelente atajador. El día anterior al partido y luego de una intensa lluvia, entrenamos penales en la cancha sintética, le puse unos conos con las medidas el arco profesional y practicaron tres penales cada uno. Les pedí que elijieran el lugar en donde le pegarían a la pelota, así lo visualizaban, estaban más tranquilos y se sacaban la presión de la elección. Los hice practicar porque era una de las posibilidades que teníamos.

El plan A incluía a Luis López que salió lesionado y a Brian Cucco que como conté, lo expulsaron. Así que tuve que cambiar la lista. Así y todo, en los penales estaba tranquilo, teníamos una garantía con nuestro arquero, un atajador que encima sabía patear los penales.

Los viví junto a los alcanza pelotas, estaba abrazado a ellos, uno en cada brazo mientras pateaban. Todo fue muy emotivo y especial, incluida la final con un rival como Platense. Sentía que nos habíamos preparado mucho.

Rojitas tiró en el último penal con mucha madurez y responsabilidad y no estaba dentro de los cinco primeros. Lo que recuerdo del último penal es el aliento del público, como que la gente intuía que se acercaba el momento del final. Cuando Crivelli ataja el séptimo penal, lo primero que se me cruzó por la cabeza fue mi familia. Luego mis padres que no los tengo más y mis hermanos. Uno es lo que es por lo que ha vivido. Todo tiene que ver con todo. En el éxito está tu familia, tu formación, los chicos, los muchachos, la gente del club que estuvo en el día a día. Utileros, médicos, kinesiólogos, directivos. Yo no soy de perfil alto, de cámara y micrófonos. A mis jugadores siempre les aconsejo que no se la crean, que sean serios, que cuiden la profesión que se pasa rápido.

Hoy me cuesta rememorar lo que pasó, soy medio despistado para las fechas - risas de su esposa – Pero te digo que todo lo que transité en el club fue algo increíble. Estuve a punto de ir a Platense y quedó medio confuso. En cambio me llamó Hernán Lewin, que no lo conocía. Me vino a ver a City Bell, estuvimos charlando y me agarró con ganas. El resto es historia. Mis últimos grandes logros están relacionados con Temperley y los recordaré siempre. Un club muy familiar. He estado muy a gusto pero me cansó el viaje. La permanencia en primera división A fue durísima y pensé que ya era el momento para que otra persona dirija a Temperley.

El sábado 6 de mayo de 2017 regresé al club, tenía mucha alegría de volver. Aproveché que un nieto mío juega en Gimnasia y tenía que enfrentar a Temperley en el campeonato de las divisiones inferiores. El club está igual a cuando yo me fui, aunque pude ver muchas mejoras en la infraestructura. Estuve charlando con su actual técnico y algunos muchachos, me alegra que estén jugando tan bien. Tienen identidad y veo bien al equipo a pesar de la gran diferencia con los equipos que hace años que están en la A.

En lo personal, viajé a España para seguir estudiando, estuve en la escuela de entrenadores, es otro mundo, híper profesional. Sigo mirando mucho fútbol. Me siguen llamando equipos de la B metropolitana. El ascender le cambia la vida al club, como pasó con Temperley.

Ricardo es lo que leemos, una persona estratega y equilibrada. Su capacidad es la visualización. Luego ejecuta su plan. Pero como no me quedé conforme, llamé a su hija Silvina, sin que él lo supiese y le pregunte cómo es el padre y lo describió con estas palabras:

"La verdad, que es así como se ve, mesurado. El equilibrio lo define. Claro que estaba muy contento aquella noche de la final con Platense, fue una gran satisfacción y alegría. Un broche de oro a tanto esfuerzo de todos. Pero es un tipo muy tranquilo, nunca se va a descontrolar."



LAS SENSACIONES VIVIDAS POR HERNÁN LEWIN, PRESIDENTE DE TEMPERLEY

 Le escribí para que me consiga una platea y me contestó inmediatamente. ¿Cómo no lo voy a hacer nuevamente? Entonces me comunico con un conocido que tenemos en común para indagar sobre si ve apropiado que Lewin me comente sus sensaciones de esas finales. Él me da fuerzas y me envía su whatsapp. Pero no quería invadir su intimidad. Así que recurrí una vez más a Facebook. Y nuevamente, aunque ahora no cumple ninguna función ejecutiva, me contestó. Otro ser sencillo, capaz y con un gran corazón. Los dejo con las sensaciones de Hernan Lewin:


"Se venía el partido en cancha de Temperley después de un 0-1 de visitante que dejaba abierta la serie. Era un partido histórico. Teníamos la posibilidad de vivir una final después de 13 años, de dar la vuelta en el Beranger por primera vez, cerrar una herida abierta en ese injusto descenso del 87 que terminó con el cierre del club años más tarde y justamente frente al mismo rival: Platense. En fin, la posibilidad de volver a creer que la historia de Temperley podía cambiar de una vez por todas.

Ante ese contexto, no era un partido más, era uno de los partidos más importantes de los últimos 20 años. Era la oportunidad de cambiar la historia del club, estábamos a un paso del ascenso al Nacional, sabiendo que iba a ser un torneo especial de 10 ascensos. Por eso, el que ganaba esta final, que además era la revancha del 87, iba a tocar el cielo con las manos. La presión era inmensa.

En la semana se dio un hecho histórico. Con la recaudación de ese partido, el club se pudo poner al día con sus deudas, algo que según la gente que trabajó ahí los últimos 25 años, no pasaba desde la quiebra. Ya habíamos ganado el campeonato económico, así que íbamos por el deportivo y la gloria.

La cancha estaba desbordada, la euforia era total, yo estaba muy nervioso, entendía bien todo lo que se jugaba. La charla y el video motivacional del vestuario fueron descomunales. La fuerza y convicción que se veía en los jugadores invitaba a la confianza. La tranquilidad que tenía Ricardo Rezza me desesperaba, se lo notaba súper tranquilo aunque obviamente cargaba con mil batallas de éstas encima.

Fue un partido chato, nos costó muchísimo crear situaciones de gol. Faltaban 5 minutos y ya se veía muy difícil que se modifique el resultado. Trataba de consolarme entendiendo que era muy meritorio lo que había hecho el equipo y hasta donde había llegado. Los directivos de Platense empezaban a irse del estadio y se podía ver en sus rostros que se iban festejando del estadio. Había gente de Temperley arriba de los alambrados y estábamos con 10 jugadores... ¡Pero de repente llegó ese gol de Rojas que bajó del cielo!

El desahogo y lo que grité ese gol fue algo inexplicable en mi vida. Miraba a la gente en las tribunas y se caía el estadio abajo, una locura... Pero no podía ser de otra manera, típico estilo Temperley; sufriendo como siempre y en el último minuto logra la victoria.

Todavía faltaban los penales y ya no había corazón que aguantara. Esos 14 penales fueron un suplicio, adrenalina y estrés multiplicado por 100. Me arrodillé, le pedí a Dios que por favor nos ayude. Soñaba con todo mi corazón que ganáramos ese partido, era un antes y un después en mi vida y en la historia del club. ¡LO LOGRAMOS!

Esa noche fue una de las más importantes de mi vida, después del nacimiento y la operación de mi hijo. Ese día quedó demostrado que con esfuerzo, los guerreros que nos representaron en el campo de juego, los 15 mil hinchas y un cuerpo técnico de lujo, lograron cambiar la historia del Club Atlético TEMPERLEY."

Continue Reading