¡WELCOME TO THE LOSER'S CLUB!
Eran las 22:30 y Eddie corría de aquí para allá por todo su cuarto buscando que ponerse. Todo lo que había en su armario eran camisas de colores básicos, suéteres con estampados horribles, jeans negros y zapatos.
Al final se decidió por una camisas formal, un suéter, unos jeans negros y unas converse que su tío le había regalado pero que nunca uso porque su madre decía que era ropa de gente "indecente".
Se escuchó una bocina de un auto y alguien gritando su nombre. Eddie agradeció mentalmente que su madre éste dormida, pero en el fondo se sentía culpable ya que había tenido que meter unas pastillas en su comida.
Ahora el problema era ¿cómo iba a salir de su casa?.
Su madre escondía las llaves de la puerta de entrada antes de dormir. Específicamente para evitar lo que Eddie estaba a punto de hacer.
Richie lo esperaba bajo el árbol que daba a su ventana, con una mirada que decía lo mismo que el menor pensaba.
Iba a salir trepando por el árbol.
Primero se aseguró de tener todo lo necesario. Luego puso su pie fuera de la ventana, piso la rama. Y todo sucedió muy rápido, ya que cuando se dio cuenta estaba tirado boca abajo sobre el pasto y sobre Richie.
Ambos decidieron no mencionar lo sucedido y subieron al auto.
-Mierda, que mal vas vestido Edds, te dije que seas informal.- Richie lo miraba y se reía mientras que Eddie tenía las mejillas rojas.
-Fue lo único que encontré.- alcanzó a decir el menor en un susurró.
-Las converse y los jeans están bien, en la guantera hay una remera y una camisa, quitate ese suéter horrible que tienes y pontelas.
Al abrir la guantera Eddie se encontró con una remera negra de una banda que nunca había escuchado llamada "Soundgarden" y una camisa a cuadrille verde y negra. Sin protestar se las puso, tenían olor a humo de cigarrillo, a perfume de hombre y a café. Era olor a libertad, y Eddie decidió que asi olía Richie.
El viaje era de 40 minutos, ya que la fábrica se encontraba en las afueras de Derry. En la radio sonaba una canción de The Who que Eddie recordaba vagamente, y en su mente millones de preguntas rondaban que no lo dejaban tranquilo.
-¿Que se supone que tengo que hacer en una fiesta así?- Eddie decidió que lo mejor sería preguntarle a Richie antes de llegar y perderlo de vista.
-No lo se, te puedo presentar a mis amigos, puedes tomar algo, conocer a alguna chica, no lo se Eddie.
¿Chicas? Emm... No lo creo
Al llegar a la fábrica la música se escuchaba tremendamente fuerte, Eddie tenía preparado su inhalador ante cualquier emergencia.
-Dame la mano, te perderás entre tanta gente.- Dijo el mayor antes de entrar, el castaño le obedeció sin rechistar.
Al ingresar al lugar una ola de calor y humo azotó a ambos, había olor a cigarrillos, a marihuana, a transpiración. La gente acumulada bailando canciones de alguna banda que Eddie no conocía.
Los jóvenes continuaron de la mano hasta llegar a la improvisada barra de bebidas donde había un grupo de chicos que aparentemente eran los amigos de Richie.
-Ya llegó por quien lloraban señores.- Dijo el mayor gritando sobre la música.- El es mi amigo Eddie. Edds, estos son Stan, Bill, Beverly, Mike y Ben.
Todos parecían bastante agradables, por lo que a Eddie no le costo integrarse. Al rato de haber llegado Richie desapareció y volvió a los minutos con siete latas de cerveza amontonadas entre sus brazos.
-Quiero proponer un brindis ¡Por la primera fiesta real de Eddie!- Dijo alzando su lata
-¡Salud!- Dijieron todos a unísono y chocaron las latas entre sí.
No sabia cuanto tiempo había pasado, ni cuantas latas había tomado ya, pero el castaño estaba más feliz, se sentía ligero, un poco mareado y con menos vergüenza.
Richie le tomó de la mano y lo llevó hasta la muchedumbre de gente, todos empezaron a saltar entre sí al ritmo de la música, sonaba una canción muy animada, la banda seguía tocando, las luces del lugar parpadeaban, Richie sonreía y Eddie lo veía disfrutar, y era como estar en el cielo. Había olvidado a su madre, había olvidado todo lo que le prohibió a lo largo de su vida, había olvidado su asma y estaba disfrutando, se sentía libre, lo era.
La noche término de lo mejor, todos subieron al auto del padre de Richie y recorrieron la ciudad a toda velocidad, en la radio sonaba una canción de The smashing pumpkins llamada 1979 que iba de acuerdo al momento, las risas de todos se escuchaban a kilómetros de distancia, y Eddie sintió que por fin estaba siendo parte de algo. Tantas veces había visto esa misma escena desde afuera y ahora la estaba viviendo.
Al llegar a su casa las cosas se habían calmado, Bill y Stan se estaban besuqueando en los asientos de atrás, Beverly había caído dormida sobre Ben y Mike estaba fumando tranquilo en la ventana del auto mientras intentaba ignorar los sonidos que hacían los dos chicos a su lado.
-Dijiste que quieres ser como yo ¿Verdad?- Ed sólo lo miro y le sonrio.
-Si ser como tu es ir a fiestas como las de hoy, entonces si, quiero.- Dijo soltando una risa.
-Mañana paso por ti en la tarde, voy a mostrarte la buena música y también tengo algo que darte.
-Okay. Espera, déjame darte la ropa que me prestaste.- Estaba por sacarse la camisa cuando Richie habló.
-Olvidalo, tómalo como una caridad para que dejes de usar esos suéteres horribles.- Dijo largando una carcajada.
-Gracias Rich, la pase genial.- Juntando coraje se acerco un poco y dejo un beso en su mejilla.
-No tienes porque agradecer Eddie Spaghetti.
-Por Dios, ya supera ese apodo, pasaron 5 años.- Dijo mientras se bajaba del auto. Así solía llamarle Richie cuando eran más pequeños.
-¡Nunca!.- Grito mientras aceleraba el auto y se iba a toda velocidad.
Eddie pensó que nunca se había divertido tanto.