Sombras Partidas #1 (COMPLETA)

By karlee_dawa

472K 48.4K 7.1K

Cuando Alma Lobo va un día al supermercado todo cambia. Su pasado regresa y con él una serie de secretos y pe... More

Nota + premios
Prólogo
Aviso
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Epílogo
Agradecimientos
Atary

Capítulo 33

5.9K 801 129
By karlee_dawa

Parpadeé repetidas veces al recobrar la conciencia, la luz me molestaba y la cabeza me retumbaba, seguramente me había llevado un fuerte golpe en la cabeza.

Al acostumbrarme a la tenue luz del lugar busqué a Ana con la mirada, temía que se la hubieran llevado. Respiré un poco aliviada al encontrarla tirada en el suelo y me acerqué para comprobar si estaba viva, por suerte respiraba, aunque con dificultad.

Me recompuse y aprecié que estábamos solas, rodeadas por dos colchones azotados en el suelo, un armario de madera medio roto y un cubículo donde seguramente había un minúsculo váter.

Corrí como pude hacia Ana al escuchar unos ruidos, aún me sentía un poco débil por lo sucedido.

La abracé con fuerza al notar la silueta de un hombre iluminada por la fuerte luz que se emitía desde fuera, parecía que aquí no había lámparas, solo una minúscula ventana a lo alto que apenas iluminaba la habitación.

—¿Quién eres? —pregunté con dificultad al sentir la garganta seca.

—Oh, così si è svegli, meraviglioso —murmuró en italiano—. Soy Marco Fiore... il tuo capo.

—¿Capo? ¿Qué quieres de nosotras?

—Mi dispiace, non parlo molto bene in spagnolo —se disculpó—. Il tuo jefe e socio di Daniel.

Las palabras jefe y socio de Daniel me hicieron entender por dónde iban los tiros, sin necesidad de comprender el italiano. Mis instintos de alerta se despertaron al sentir el peligro de la situación, Marco iba a vendernos, usar nuestro cuerpo en su beneficio.

—La ragazza ha il ciclo? —preguntó interesado —Quanti anni ha?

Mi mente pensó rápidamente la respuesta, entendía su pregunta al ver cómo Marco señalaba hacia Ana, quería saber si era lo suficientemente mayor para mantener relaciones sexuales, seguro que si decía la verdad la salvaría.

—No, aún no —respondí secamente, luchando por tragar saliva y humedecer la garganta.

—Oh! Va bene, allora è perfetto —contestó sorprendido, parecía contento.

Tras decir esas palabras se giró para marchar, parecía que tenía prisa para hacer algo.

—¡Espera! Ella aún no se ha despertado, quizá está mal, necesita un médico —imploré.

—Un dottore? Questo non è un ospedale, mia cara.

Al cerrar la puerta y recordar su tono alegre me di cuenta de que la había cagado completamente. Por alguna razón eso estaba bien para él, pero jodidamente mal para nosotras, sobre todo para Ana.

Miré de un lado para otro esperando encontrar algo para ver si Ana estaba bien, no quería que viviera esta mierda de situación pero tampoco quería que se muriera, necesitaba que se despertase para intentar descubrir cómo salir de aquí.

Volví a arropar a Ana entre mis brazos en señal de defensa al sentir la puerta abrirse otra vez, aunque se trataba de alguien diferente, un hombre que ya había visto antes.

—Dámela bella, tengo que llevarla a otra sala con más luz, aquí no veo una mierda.

—¿Qué coño haces tú aquí? —gruñí mientras tiraba de Ana con fuerza para que no la cogiera.

—Trabajo aquí, bella —sonrió.

—No pienso dártela.

—Está bien, entonces no miraré a ver cómo está —respondió dándose la vuelta—. Por mí como si se muere.

—¡Espera! Yo la llevaré, dime dónde es, te acompañaré.

—¿Por qué tanta protección? ¿Es tu hija o algo así?

—¿No sabes quién es? —pregunté con sorpresa.

—¿Debería? —replicó arqueando una ceja.

Ignorando su pregunta me levanté, las piernas me flaqueaban un poco pero seguí hacia adelante, siguiendo los pasos firmes de Pietro. El lugar daba miedo, parecía que era una casa abandonada que habían medio reformado, creando un cutre prostíbulo.

Entramos en una sala decorada con verdes paredes y artilugios médicos, presidida por una negra camilla y unos estantes repletos de cosas, se me ponía la piel de gallina solo con verlo.

—¿Qué es todo esto? —mi voz temblaba, temerosa por el hecho de tener que posar a Ana ahí.

—No quieras saberlo, no es de tu incumbencia. De todas formas, no debiste haberme rechazado esa noche, quizá ahora te hubiera dejado marchar —contestó mostrando una perversa sonrisa.

—Me das asco Pietro —escupí con una mirada llena de odio.

—Ya te dije que eras una puta, sabía que acabaría viéndote aquí. Te has mezclado con las personas equivocadas, mia bella donna.

—¿Qué le vas a hacer a ella?

—Nada malo, tranquila. Solo miraré si está bien.

Me daban ganas de echar a correr con Ana encima pero sabía que no podía estando ella en esas condiciones, ya se tendría que haber despertado y eso me preocupaba. La dejé en la camilla sin saber si eso era lo correcto, rezando para que Pietro fuera legal y no le hiciera nada.

Le controlé con la mirada mientras la oscultaba y controlaba su pulso, el cual parecía estable. Parecía una muñeca de porcelana con los ojos cerrados y el vestido que llevaba, se veía tan frágil y pequeña que me entraron unas ganas enormes de llorar, no podía creerme que nos estuviera pasando esto a nosotras.

—Parece que la droga está tardando en desvanecerse, seguramente debido a su edad, pero está a salvo, es solo cuestión de esperar.

—¿Droga? —susurré impactada.

—¿Qué esperabas? ¿Dulces y caramelos? —bufó—. Ya podemos volver a vuestra habitación.

—¿Eso va a ser nuestra habitación? —pregunté alarmada—. No hace falta ser médico para saber que no son condiciones para vivir, estamos en la penumbra.

—Lo siento por no disponer de una suite —se burló—. Se nos han agotado.

—Eres un hijo de puta, Pietro.

—Cuidado con lo que me llamas, bella, podría sacaros de aquí si... me recompensas bien — se relamió los labios.

—En tus sueños —escupí con rabia.

—Como quieras —se encogió de hombros—. Ya me suplicarás, todas lo hacen.

Tiró de mí hacia la salida, empujándome a cada paso hasta prácticamente tirarme en la habitación. Me sentí débil e indefensa, patéticamente asustada y sin saber muy bien que hacer. Mientras recorría el pasillo iba mirando de reojo por todos los lugares, intentando encontrar alguna puerta de salida. Por desgracia, eso parecía un jodido laberinto.

—Ya te llamarán, con tu belleza seguro que empiezas pronto, bella —se rió mientras cerraba la puerta con llave.

Derrotada contemplé el lugar, no había forma humana de salir por esa ventana, a no ser que tuviéramos algo que nos ayudara a subir, estaba demasiado alto. Además, era una ventana tan pequeña que temía que no pudiéramos pasar por ella, tenía forma cuadrada.

Me lamenté al ver que no había ninguna mesa ni sillas que me facilitase el subirme, aunque el armario... ¿cómo iba a ayudarme un armario? Moví la cabeza abatida, tendría que descubrir cómo salir de ahí sin hacer ruido, quién sabe qué podrían hacernos y más si les cabreásemos.

Respiré aliviada al ver como Ana abría los ojos lentamente, llevándose también las manos a la cabeza, parecía que era un efecto de la droga, ¿qué coño nos habrían dado?

—Ana, mi amor ¿cómo estás?

Me acerqué hasta ella sin saber muy bien qué hacer, no sabía cómo decirle dónde estábamos y por qué estábamos aquí ¿era correcto explicarle la clase de persona que era su hermano? Me dolería ver su cara de decepción... decisiones...decisiones... ¿qué era lo correcto en estos momentos?

Ana trató de reincorporarse, soltando todo el aire que tenían acumulado sus pulmones. Me miró fijamente y tragó saliva, seguramente notando la misma sequedad que yo.

—¿Dónde estamos?

—Ni yo lo sé... —suspiré.

—¿Quiénes eran esos hombres, Alma? —preguntó mientras examinaba el lugar con ojos aterrorizados.

—Unos de los que tenemos que escapar, cuanto antes mejor.

—Seguro que Dani se enterará de lo que nos ha pasado y vendrá a por nosotras.

—Eso espero, Ana...

El sonido de su estómago rebotó por el pequeño cuarto, se llevó las manos a la tripa y exhaló, se notaba que estaba completamente exhausta.

—Por qué se habrán tenido que ir a Italia —suspiró—. Esos hombres no hubieran aparecido...

—¿Te dijo Daniel por qué se han tenido que ir?

—Sí, pude verle antes de marchar. Me despertó cuando vino a darme un beso, le llamó la señora para la que trabaja, les necesitaba para cuidar la casa que tiene allí.

—Ya veo... —respondí con voz seca.

—Tengo miedo, Alma, ¿y si nos sucede algo como en mentes criminales?

—Nos esforzaremos para salir de aquí cuanto antes, hay que estar atentas a todo lo que veamos para intentar encontrar la salida.

En ese momento la puerta volvió a abrirse, apareciendo la misma silueta de la primera vez, nuestro jefe Marco.

—Oh! Vedo che stai bene, sono contento —dijo mirando en dirección a Ana—. Ho guadagnare un sacco di soldi grazie a voi.

—¿Qué está diciendo? —susurró Ana mirándome.

Miré hacia la puerta con cautela, la luz de fuera no me permitía verle con claridad pero aprecié su silueta, no parecía mucho mayor que Daniel. Parecía que tenía el pelo corto y claro, sus ojos no parecían muy oscuros. No me hacía falta verle bien para darme cuenta de lo peligroso que era, comenzaba a temer a los italianos.

—Allora, preparati mia cara, tra poco il tuo turno di soddisfare un cliente, spero che lo fai bene — contestó mientras me miraba, mostrando una sonrisa que brillaba con diversión.

Mi cuerpo se erizó al comprender lo que quería decir, Marco quería que me preparase para vender mi cuerpo a un cliente. Le miré con los ojos llenos de rabia, aunque él no pudiera apreciarlos bien.

—La ragazza verrà con te, così imparerà quello che deve fare più tardi —ordenó.

—No entendemos nada —musitó Ana.

—Oh Dio... stupidi spagnoli... —se quejó Marco llevándose las manos a la cabeza y cerró la puerta, dejándonos bloqueadas.

A los pocos minutos volvió a aparecer Pietro con unas bolsas que me resultaban muy familiares, eran las bolsas que había comprado con Zenat, el conjunto de ropa interior.

—Venid conmigo, las dos.

Continue Reading

You'll Also Like

3K 91 11
es una chica que se mudó al colorido vecindario de Welcome home con su hermano mayor ya que su madre los corrío de la casa pero en ese vecindario una...
1.4K 765 18
¿Será posible que dos personas tan incompatibles puedan tener algo en común? ¿Te podrás enamorar de alguien completamente opuesto a ti? Averígualo po...
217K 16.1K 27
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca. -¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen. -Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a e...
41.9K 4.1K 52
Después de que Zoe y Kylian se confesasen parte de su pasado, su mundo parece haberse desmoronado. Ahora las indecisiones forman parte de sus vidas. ...