Monstruos de Tinta

By ShootingMoon

640 61 42

Ese día, una tormenta mayor que todo este pueblo, que todos nosotros, se desató. Una grieta había aparecido e... More

SINOPSIS
ELECTRIZANTE
OSCURO
INFLAMABLE
SOMBRAS
ESPURIO
REAL
CONFIANZA
OPORTUNIDAD
ESCAPATORIA

AZUL

51 4 0
By ShootingMoon

CAPÍTULO 5:
AZUL

Abro los ojos con pesadez, como si una tela invisible intentará mantener mis párpados cerrados. Protegerme en mis sueños. Siento el cuerpo dolorido y me cuesta incorporarme. Consiguió la fuerza de voluntad de abrir los ojos y me encuentro con mi característico desordenado escritorio. Estoy en mi habitación, en mi cama. Mi querido refugio. Donde dejo volar mis ideas y las plasmó en una libreta. Las ideas son un poco como las estrellas, algunas son más brillantes y permanentes que otras. Algunas brillan en la penumbra, otras se acaban disipando en la noche y otras se juntan creando algo hermoso, constelaciones. Me gusta pensar que creo estrellas.

Mi cuarto no es muy grande, pero es acogedor. La cama a un lado con algunos almohadones que la decora. Las paredes tiñen el cuarto de un color blanco rosado. Estas están decoradas con posits recordatorios, fragmentos y frases de novelas e incluso algún que otro dibujo. El techo, está adornado con estrellas fluorescentes. El escritorio está desordenado y lleno de trabajos sin entregar, apuntes e ideas y historias. El portátil yace encima de una silla en la que me suelo sentar a leer y mirar por la ventana, por la cual aún veo gotas deslizarse y perderse. Las libretas están perfectamente apiladas, al igual que los libros en la estantería y la ropa en el armario. El escritorio y el resto del cuarto, casi parecen de personas distintas. Pero supongo que hay es donde realmente me expreso, y encuentro belleza en ese caos.

Todo está tal como lo recordaba, pero tengo la sensación de que hay algo...diferente.

Los recuerdos van apareciendo como imágenes con una historia en mi mente y un sentimiento en mi corazón. Un nuevo catálogo de emociones. La mariposa perturbadora. El espurio fuego en mi piel, el cual aún puedo sentir invadiendo mi cuerpo. La extraña chica de "otro mundo". El cristal que se resquebraja. El chico azul. Y por último, una oscuridad absoluta, reproduciendo una y otra vez palabras sueltas como si fuera un disco rayado. Una y otra vez, grabando los acontecimientos en mi mente en forma de palabras sueltas, ecos en mi memoria.

«Azul» El misterioso chico.

Observo una mancha de sangre seca color escarlata en mi cama, el rastro continúa en mi ropa, en mi brazo y finalmente, en la herida de mi mano. La sangre impregna toda la palma rodeando la herida, lo cual le da un aspecto macabro y perturbador. La herida es más grande de lo que pensaba. La cicatriz no será pequeña y el dolor que ahora surca mi cuerpo como una oleada, tampoco lo es. Me ducho y la desinfecto ágilmente envolviéndola en una venda blanca.

Uno de los factores que me caracterizan es la torpeza, y debido a eso mi madre se pasaba el día entero curándome unas herida, desinfectando otras, vendándolas... Y tras diecisiete años aprendiendo, puedo decir que soy una experta en curar mis propias heridas, aunque las del cuerpo siempre son más fáciles de curar que las del alma. O que las del propio corazón.

Me visto rápidamente con lo primero que veo y me encamino hacia la cocina a desayunar. Aspiró el dulce aroma a tortitas recién echas. Una sonrisa me surca el rostro. No me había dado cuenta del hambre que tenía hasta no ver las majestuosas tortitas que mi hermano está preparando. El es un chico con variadas aficiones y, aunque el fútbol es una parte fundamental de su vida, la otra es cocinar. Algo que alegra sobre todo a mi estómago teniendo en cuenta que mis conocimientos culinarios no se extienden más allá de hacer un bocadillo y mi padre es un desastre en la cocina.

Y mi madre debido a su ajetreado trabajo está constantemente viajando. Aunque chateo casi diariamente con ella y hablamos a menudo por Skype, no puedo evitar echar de menos el calor maternal. Ese cariño tan único y bonito que une a las personas.

—¡A alguien se le han pegado las sábanas!— dice Cole mientras me acerco a él y le revuelvo el pelo, ya despeinando de por sí. A eso me contesta con un gruñido.

—Buenos días a ti también.— le digo mientras empiezo a engullir las deliciosas tortitas. —¿Y papá?

— En su despacho. Aún tenemos cinco minutos para que me cuentes qué tal la fiesta.—dice mirándome y encarnando sus cejas castaño claro mientras me guiña un ojo y tuerce su boca encarnando una sonrisa torcida y divertida— ¿Alguien ligo anoche?

Empiezo a reír con la boca llena.

—Tu y papá sois los únicos chicos en mi vida.— digo riéndome, aunque suena más serio de lo que pretendía. Él me regala una sonrisa, pero veo en sus ojos verdes una chispa de tristeza por mi historia y asperezas hacia el amor.

La gente dice que ames con todo tu corazón, pero no lo dirían si supieran lo que duele, lo que quema por dentro un corazón roto. No quiero ilusiones que se acaben rompiendo con el tiempo y me corten como ya hicieron en el pasado. No quiero espinas ni cadenas. Aunque eso signifique soledad.

Una de mis normas cuando llegue ha este pueblo fue no sufrir «Ni una lagrima más por amor» me dije. Y he cumplido con mi promesa.

—¿Que te ha pasado? — dice señalando mi mano. Al principio siento la necesidad de contarle la verdad ya que, aunque algunas veces sea un completo idiota y desearías que cerrara el pico por un rato, siempre puedo contar con el y no me gusta mentirle. Pero algo me dice que es mejor que lo oculte. Es peligroso. Además...¿Acaso alguien me creería? Ni siquiera yo lo hago del todo. Fiesta y alcohol, una mezcla genial para una imaginación hiperactiva y una historia intangible.

—Me caí y me clave un cristal. — digo terminando mis tortitas y levantándome. No se aleja tanto a la realidad, aunque el cristal surco mi mano por voluntad propia, para escapar del sueño en el que me creía inmersa— Ya sabes, yo y mi afición por besar el suelo.

Mi hermano se ríe y en ese momento, mi padre entra en la cocina.

— ¿Quieres que te acerque al instituto Cassie?—dice dándome un suave beso en la frente. Luce su típico pelo despeinado negro con una barba de dos días. Es uno de sus usuales intentos para que suba al coche, pero hoy lo que menos me apetece es sentir como me ahogo con mi propio miedo.

—Buen intentó papá, pero prefiero ir andando.

—Ya sabes, los Astori no nos rendimos tan fácilmente. Otro día será.— le da una palmada en la espalda a mi hermano y empieza a beber un zumo. Me guiña un ojo mientras sigue hablando, tratando de picar un poco a Cole, uno de sus entretenimientos favoritos. —Bueno, supongo que hoy directo al trabajo.

— ¿Hola? Te recuerdo que tienes dos hijos. — dice Cole. Intentó ocultar mi sonrisa con la manga de mi ancha sudadera.

—Cole, si quieres que te lleve mueve ese culo hasta el coche antes de que me arrepienta. —dice mi padre Max, revolviéndole el pelo con una mueca picara en su cara. Sus ojos verdes brillan.

Aunque me divierte, tengo la sensación de que siempre es igual. Cole y Max se marchan a mi vez, pero cogemos caminos distintos hacia un mismo destino, el instituto.

El suelo está mojado por la tormenta de la noche anterior. De las flores que decoran el porche aún se escapan gotas traviesas, surcando sus pétalos. Siento la humedad en mi pelo, pegándose en mi cuerpo. El cielo está ligeramente nublado, como siempre. Oigo los susurros de los árboles y los pájaros cantando una melodía imperfecta que nunca acaba, decorando de música el blanco silencio.

Un silbido me recorre en cuerpo, como una brisa envolviendo mi cuerpo con sus invisibles brazos. Oigo un susurro en mi oído que dice «tenemos que hablar». Noto por mi nuca subir un escalofrío al oír el agrio y a la vez dulce tono de la sombra de la pasada noche. Miro hacia todos los lados, pero no está. Bueno, no físicamente, pero está en mi cuerpo, en mis extremidades, en mi cerebro, en mis pensamientos...y eso me aterra.

En ese momento, una sombra torna de negro la blancura que estaba a mi lado, convirtiéndose en la despampanante y peculiar chica del otro día.

«Tenebris» Oigo como un susurro. Ese nombre sabe agrio. Tenebris.

—Te dije que no te desmayaras— dice mirándome directamente a mis ojos verdes, los cuales creo poder ver reflejados en sus pupilas. Está enfadada.— La próxima vez, te dejare durmiendo con las ratas.

— ¿Eres siempre tan insufrible?

—Ya tendrás tiempo para averiguarlo por ti misma querida. —No puedo comprender sus emociones, las cuales son inestables e inexistentes. Un momento está enfadada y al siguiente sonríe maliciosamente. — Al menos te acordarás de lo que hablamos, ¿No?

—A ver si me quedo claro... el cristal que separa dos hipotéticos mundos se está rompiendo por la culpa de la creciente oscuridad en el pueblo y si se rompe, la oscuridad colapsara ambos mundos. Los monstruos pueden escapar ya que yo les doy vida y tu eres uno de esos monstruos. —digo ordenando mis pensamientos en voz alta. —Pero entonces... ¿Yo creo monstruos?

— Se podría decir que sí. Tú les das una extensión de vida en tu mundo. Tu creas sus cuerpos y apariencias exteriores, los verdaderos monstruos de esta sociedad. — es una frase preciosa y a la vez triste, una pura verdad que se resbalaba de sus crueles labios rojos.

—Y tengo que parar el Armagedón junto con el chico azul. Lógico. — Termino el relato, con cierto sarcasmo en mi voz. —Esto parece el enrevesado argumento de una novela.

— Cassie, esto no es una de tus novelas. No es una ilusión ni un sueño. Es real.

La observo, pálida y expectante.

Sus largos dedos blancos se estiran y se enredan en el tallo de una solitaria rosa roja. Usa una de sus afiladas uñas como cuchillo, con el cual rebana en un raudo movimiento el tallo, disfrutando de cómo sus vivos colores se tornan oscuros bajo su tacto en un suspiro. Un dulce suspiro invernal, un grito de la rosa por ser escuchada una última vez, antes de que sus pétalos escarlata se tornen definitivamente del más tenebroso negro. Negro del silencio.

— ¿No querías un camino? ¡Aquí lo tienes! Síguelo o acobardare como siempre. Es tu oportunidad de ser la heroína que sueñas. Puedes brillar o consumirte, tú eliges. —Su tono ya no es burlón, ni tampoco lo podría catalogar como enfado. Es una mezcla entre miedo y rabia que me aterra, con sus ojos negros cada vez más oscuros y centelleantes—Busca al chico azul o húndete llevándonos a todos contigo. Pero mira a los ojos al caos, porque lo abras desatado tú.

Me muerdo el labio, como suelo hacer cuando tengo que tomar una decisión. Siento mis venas efervescentes. Sus palabras resuenan en mi mente, pero lo peor, es que tiene razón. Espero algo, pero cuando llega me acobardó y lo dejo pasar. Cobarde. No quiero vivir con miedo, quiero luchar. Aunque eso signifique luchar contra algo mucho más grande que yo. Mucho más grande que todos.

—Lo haré. —digo mirándole directamente a los ojos. Retándola. Retándome.

Agarro el tallo de la rosa por encima de su fría mano, tanto que parece...muerta. Mi corazón palpita con ímpetu, siento que va a salir de mi pecho en un momento u otro. La rosa recupera algo de su color escarlata a mi tacto, como si mi decisión la hubiera despertado del sueño en el que se había sumido, aunque no del todo. Una parte sigue siendo oscura. Esa parte sigue siendo del monstruo a mi lado. De mi monstruo.

Y en ese momento sellamos un pacto con la rosa como testigo de nuestro destino.

Continue Reading

You'll Also Like

212K 26.6K 79
Sinopsis Tras encender el gas para perecer junto a quienes codiciaban la fortuna de su familia, Lin Yi transmigró a otro mundo, ¡y estaba a punto de...
1M 70.9K 81
En un mundo donde es normal controlar uno de los elementos (agua, fuego, tierra, aire), pero es anormal controlar todos al mismo tiempo... si ese es...
66.1K 8.2K 36
En un mundo donde la magia y los seres mágicos son una parte fundamental de la vida cotidiana, existe una antigua tradición entre los clanes del Rein...
7.3K 670 50
[Postapocalíptico + Sin parejas románticas + Sistema demasiado poderoso + Gestión] Gu Wanyin nunca imaginó que no solo transmigraría, sino que termin...