CAPITULO 2:
OSCURO
Medio año después
Había pasado casi medio año, cinco meses concretamente. Cinco meses desde ese día, ese sentimiento, ese chico que ahora parecía un fantasma inexistente, esa mariposa perturbadora. Una especie de ilusión creada por la lluvia y la niebla. Incluso había llegado a pensar que me lo había imaginado todo, pero parecía tan real...Que no podía creer que mi cabeza hubiera hecho eso.
Le busque en el instituto y por el pueblo, a él , a su mechón eléctrico y sus ojos azules. Lo poco que pude ver de él, y a lo poco que me pude acercar de encontrarle. Le pregunté a mi mejor amiga Eleine si sabía algo sobre él, a Cole, e incluso pregunté a mi padre si algún chico con su descripción tenía antecedentes. Buscaba un hilo del que tirar para poder encontrarle. Pero nada. Parecía que hubiera desaparecido de la faz de la tierra. Y aunque no soy de las que se rinden fácilmente, no podía buscar algo que parecía que no quería ser encontrado. Lo único que me quedaba era el recuerdo y mi imaginación.
¿Era normal seguir pensando en ese suceso fugaz? Supongo que él se convirtió para mí, en un gran interrogante azul que resolver. Y no pararía de rondar mi cabeza hasta que no lo encontrara.
La mariposa en cambio, no la he tenido que buscar. Aunque técnicamente, aún no la he encontrado. Es ella la que me encuentra a mi. Siempre a mi. Y verla, más que alegrarme su presencia, me hacía preguntarme qué pasará, ya que cada vez que me ha dejado ver sus oscuras alas, su efecto a sido como el de un gato negro. Algo malo pasa. ¿Me advierte de los peligros o me maldice? Otra pregunta sin respuesta.
—¡Vamos Sie!— me grita mi mejor amiga Eleine, usando la abreviatura de mi nombre. Ella es fotógrafa en prácticas y yo buscaba una constante fuente de inspiración para dar rienda suelta a mi desbocada imaginación. Por eso somos un gran equipo, nos unimos para crear algo bueno, algo que a la gente le interese. Hemos logrado tener nuestro propio rincón en el periódico del instituto. Nada importante, pero nos gusta a ambas. Y también nos ha unido de una manera que no puedo explicar.
Me tira del brazo mientras nos adentramos en un mundo aparte de la realidad, o eso parece cuando entro.
Era la fiesta del inicio de curso, a la cual solo los Senior y los más populares de los Junior, podía asistir para dar comienzo al curso, por todo lo grande. Y yo había sido invitada por ser Senior, junto con Eleine y algunos amigos más, mayoritariamente del periódico.
Yo había elegido unos pantalones negros y rotos, con una blusa de una mezcla entre azul eléctrico y morado, dos colores que me gustan y creo que representan muy bien. ¿Puede ser una persona definida por colores? Claro. Eleine ha optado por una sudadera rosa y unos pantalones azul oscuro. Su cabello lacio de color miel, le llega hasta media espalda, todo lo contrario a mi. Mi cabello es castaño, un poco más largo de media melena con ondas naturales que unos días aparecen, y otros no.
Ambas hemos decidido llevar algo que nos caracterice, no perdernos en el murmullo de color y hormonas que desprenden los adolescentes. No perder nuestra esencia. Por eso, yo llevo mi cuaderno, y ella, como era de esperar, una cámara fotográfica. Eleine plasmará la fiesta con sus fotografías y yo pasaré esa sensación a palabras. Como un equipo.
La música inunda todo el local. Las luces juegan a encenderse y apagarse paulatinamente, haciendo que cada cosa que veo parezca un fotografía distinta, un escena de una película en blanco y negro. Aunque con más variedades de color. Los rostros se funden en tonos azulados y negros, dejando ver solamente su palpable excitación y diversión. Algunos bailan al compas de la música, levantando los brazos como intentando llamar la atención entre el amasijo de gente y sombras que lidera el local.
Otros pasan el rato en la ajetreada barra y alrededores con copas en la mano, las cuales me jugaría una mano a que no son precisamente zumitos de fruta o agua con gas. La gente va elegante, con vestidos y trajes que parecen salidos de una película de Disney, demasiado excesivos para una fiesta informal. Pero ese aire de cuento de hadas se esfuma cada vez que dan tragos sonoros a sus bebidas y se besan con brusquedad, pegando sus cuerpos unos con otros excesivamente. Dejando volar con libertad sus hormonas, pasando la excitación y alcohol de un cuerpo a otro. Como si más que de la realeza, fueran parte del elenco de piratas del Caribe.
Veo rostros que me resultan familiares, pero no me concentro en ninguno en concreto. Ni siquiera veo a Eleine entre la multitud de gente, aunque puedo distinguir a la inconfundible Shiena, la cual está jugando al Beer Pong junto a otros como Austin, Keyna, Harper, Ross... y un sin fin de nombres más.
La adrenalina que siente la gente parece pegarse en mi cuerpo. Quiero dejar de pensar por un rato. Dejar de analizar la situación, solo vivirla, olvidarme de las preocupaciones y dudas. Simplemente disfrutar y fundirme con la música. Sentir el calor en mi cuerpo. Dejar que el ritmo y los latidos de mi corazón se compenetren por un rato. Encajar por un rato como la pieza más de un puzle incompletable.
Al fin y al cabo... ¿Es una fiesta no? Hace tiempo que no voy a una y quiero disfrutar por un rato.
Al cabo de una hora y algo, lo único que impregna mi cuerpo es sudor. Queda demostrado que este no es mi mundo. Me alejo del ajetreo y me dirijo hacia la barra, una mezcla de colores y hormonas emborrachándose como si no hubiera un mañana. Las luces paulatinas que iluminan el lugar me hacen sentir un tanto incomoda. El humo de los fumadores, se enreda en mis pulmones. La música, cada vez mas alta en mis oídos, se estaba empezando a convertir en un molesto y constante ruido.
¿Que hago aquí?
Algunos encuentran diversión en refrotar sus cuerpos sudados unos con otros, ponerse hasta las cejas de alcohol y explotar sus sentidos. Yo no.
Intento salir del laberinto de personas que se ha formado. Hace un rato que he perdido a Eleine e intentó buscarla con la mirada, pero hay tanta gente que resulta imposible. Decido alejarme un poco de la muchedumbre y deshacerme del nudo nervioso en mi garganta por un rato. El nudo que me repite una y otra vez que yo no encajo en este ambiente, en este mundo. Y juntándolo con el amasijo de gente a mi alrededor, resulta una mezcla asfixiante.
Me parece ver un hueco al lado de la pared alumbrado por una suave luz y me dirijo hacia él mientras oigo en mi cerebro un Aleluya.
Poco dura mi suerte.
De repente piso algo que creo que es un vaso, lo que conlleva que me balancee para atrás. Intentó recobrar el equilibrio, pero un culazado repentino de un fiestero me tira de cara contra en pegajoso suelo de la discoteca, con miles de pies a mí alrededor y la música sonando en mis oídos.
Maldita gravedad.
En ese momento tirada en el suelo, y aunque suene raro, es cuando más real me siento. Como si hubiera salido con una patada en el culo de un cuento que no es el mío. Me siento yo.
Mi cuaderno sale disparado de mi bolsillo y cae abierto por una página paulatina, encima de un charco. En ese cuaderno apuntó todos mis sentimientos, dudas y miedos. Líneas estrelladas que crean palabras y garabatos que me caracterizan. Algunas veces resulta ser mi mejor amigo, fiel compañero que guarda mis secretos. Lo único que me comprende. Como si fuera algunas veces un miembro más de mi cuerpo, y no un objeto inanimado y garabateado. Siento una conexión especial con cada palabra que escribo, como si simplemente estuvieran escritas en mi corazón, y la tinta, fuera una traductora de ese extraño idioma. Un lenguaje tan complicado y complejo, como es nuestra alma.
Y al ver cómo la tinta, a causa del agua en esa página se borra, siento que una parte de mi, desaparece. O más bien, esa parte cobra vida con el aleteo de una mariposa, una mariposa negra como la tinta. Nunca mejor dicho.