Víctor Darnell [S.O. #2.5] (C...

By KimPantaleon

49.7K 7K 1.8K

Tenía dieciocho años cuando sucedió. Un incendio le puso fin a mi vida, pero jamás me fui. Me quedé aquí como... More

ANTES DE LEER
Adiós, Susy
No estoy solo
Agua Roja
Ataque
¿Pueden oírme?
Motivos
Escena eliminada del capítulo 6
Seres oscuros
Cementerio
Respira, Víctor
Decisiones
Ser un guardián
Purgatorio
Soledad
Memoria
Yo te cuidaré
Al final

El Umbral

2.2K 325 149
By KimPantaleon

Cuando la luz se dispersó por fin pude ver con más claridad el lugar tan hermoso donde me encontraba. Había nubes brillantes y azules decorando todo el panorama y, sobre las mismas, se alzaban árboles de troncos moteados con hojas moradas. Todo el lugar se encontraba tan iluminado, que incluso podía ver casi hasta un kilómetro de distancia. Era impresionante.

-Es el cielo -murmuré por inercia, moviendo los ojos de aquí para allá con impresión.

-Sí y no, Víctor. Pero dame un bit y te explico -me respondió el Recolector con una voz profunda y ronca que me hizo estremecer.

Luego de colocarme de pie sobre una de las nubes con tal delicadeza que jamás imaginé que él podría tener, me sonrió con algo similar a la dulzura. Instantes más tarde se dio la vuelta para dejar también a un grupo de personas en el otro extremo de ese extraño lugar que, a diferencia de la zona donde yo me encontraba, no tenía árboles sino pasto y arbustos.

Noté que las personas caminaban con calma y una increíble tranquilidad; era muy diferente de aquel lugar oscuro donde estuve al principio. El Recolector también actuaba de forma distinta a la primera vez que lo vi; antes no parecía importarle mucho lo que ocurriera con las almas, ahora se conducía de forma cuidadosa, casi preocupado por el bienestar de los recolectados. Vi que sacudió su costal y solo entonces me di cuenta de que, contrario a la vez anterior, no había ni una gota de sangre en él.

El Recolector volvió a girarse hacia mí y recargó la parte superior del cuerpo sobre las nubes. Su expresión era pacífica, dulce y, me atrevo a decir, que también encantadora. Me di cuenta de que ya no sentía el más mínimo miedo de él, e incluso despertaba en mí algo de ternura pese a su rostro deforme lleno de pústulas y ojos negros.

Dios, al estar con él de aquella manera me sentí como en el Jorobado de Notre Dame; y yo era Esmeralda. Mierda, Febo, salva mi trasero. Me froté la nuca sintiendo un poco de incomodidad, preguntándome por qué demonios tuve que visualizarme en esa película. Aún ahora me reprocho por pensar en todo eso, porque puta, si ese tipo hubiese querido darme, tenía que aceptar por mi propia seguridad. Si me negaba quien sabe lo que podría hacerme.

«Demonios ¿por qué yo no puedo ser Febo? Es mucho mejor dar que recibir», pensé, dándome un golpe imaginario en la nuca.

-Eres gracioso -dijo el Recolector luego de reírse-. Yo no voy a hacerte nada.

Bajé la cabeza, apenado. El Recolector podía oír mis pensamientos por lo que pude apreciar, y yo no podía mantener mi mente callada. Dios, sentí vergüenza de que escuchara lo idiota que soy, pero como había algo que siempre quise hacer, lo hice.

«Yo sé que oyes mis pensamientos, muchacho. Miau, miau, miau, miau, miau, miau, miau», pensé, manteniendo en el rostro una expresión de hombre serio.

-Jajajaja, eres muy divertido, chico. -El Recolector se rio con más fuerza mientras yo por fin me permitía reír-. Me sorprende que hayas mantenido tu personalidad intacta pese al tiempo que ha pasado desde tu muerte.

-No entiendo, ¿por qué te sorprende? -pregunté, sentándome sobre la nube en la que me encontraba y borrando mi sonrisa.

-Después de la muerte el alma se fragmenta, sobre todo para aquellos que descubren de forma brusca su nueva situación, y en ellos no queda nada más que los restos de lo que fue la persona. Muy pocas almas se conservan. Como tú -me dijo en voz baja, como si me contara un secreto-. Pero eso no es todo. También estuviste entre los vivos mucho tiempo, y cuando eso ocurre, la memoria se hace pedazos.

Cuando él mencionó eso reaccioné en lo que pasó conmigo cuando me encontré con mi tumba. Estaba tan asustado y confundido que sí, fue como si me partiera en pedazos. Miré al Recolector a los ojos todavía en silencio, luchando por recordar qué había sucedido conmigo después de morir, descubriendo para mi desgracia no podía recordar casi nada.

Tenía una laguna mental gigantesca, reduciendo todos los sucesos a confusión y a una idea de mí vagando sin rumbo. Estaba seguro de que no era así, ya que sí recordaba haber estado en el parque Agua Roja e incluso haber visitado a Greyson. Pero cómo llegué ahí, y qué hice después de despedirme de Susy, no podía recordarlo.

-D-dijiste -tartamudeé, humedeciendo mis labios que de pronto se habían secado-. Dijiste que me explicarías dónde estoy.

-Lo hice -respondió con calma-. Esto es El Umbral, o como ustedes lo llaman: El Paraíso. -Guardé silencio. El Recolector me miró con algo de curiosidad antes de proseguir-. No quiero darte muchos rodeos, Víctor. Sé lo que deseas y me ordenaron ayudarte a entender lo que está sucediendo.

-¿Quién lo ordenó?

-Dios. -Me quedé helado sin decir nada más-. Escucha, te traje aquí porque Él ha decidido darte una oportunidad, pero decidir dónde te quedarás, depende de ti. Sé que te importa cuidar de aquellos que amaste en vida, sin embargo debo informarte lo que conlleva.

Al escuchar eso me sentí aún más nervioso que antes, comenzando incluso a juguetear con mis manos. El Recolector me explicó que desde el Umbral no podía saber lo que Susy, Hans, Greyson o cualquier otra persona viva hacía, mas si me quedaba en ese lugar, se me otorgaría la oportunidad de renacer desde el vientre de la mujer que yo eligiera; podría nacer de Susy o de Jess cuando se volvieran adultas e incluso de mi propia madre. Era una oportunidad para volver con ellos.

Pero claro, esa no era mi única opción. Si se lo pedía, podía volver al paso y vagar ahí hasta encontrar una zona que uniera el mundo de los vivos con el más allá, de ese modo podría interactuar con Susy o cualquier otra persona que tuviera el don de hablar con los muertos. Sin embargo, estaría obligado a soportar la oscuridad y la soledad de aquel lugar sin tener la oportunidad de salir de ahí nunca más. Y cuando mis seres queridos murieran, no podría encontrarme con ellos. Podría cumplir con mi promesa de cuidar de todos a costa, literalmente, de mi propia alma.

-Y... ¿q-qué hay del mundo de los vivos? -Me atreví a preguntar finalmente. El Recolector se puso de pie en un solo movimiento y me miró de forma intimidante.

-No te acerques al mundo de los vivos, Víctor. Si lo haces te arrepentirás -amenazó.

¿A qué se debía el repentino cambio? ¿Por qué ir ahí no era una opción aun cuando, según lo que ya había experimentado, era la mejor? Mi cuerpo empezó a temblar y todo el miedo que sentía por él regresó. A pesar de eso, también yo me puse de pie para después empuñar las manos y atreverme a encararlo.

-Me estás ocultando algo y exijo saber qué es -dije con una mayor seguridad de la que creí que sentía-. Cuando estuve entre los vivos me di cuenta de que podía cuidarlos de cerca, incluso tenía la capacidad para comunicarme con ellos sin importar si tenían el don o no.

El Recolector mantuvo una expresión seria. Di un par de pasos hacia el frente para acercarme, notando que él retrocedía.

-Dijiste que la memoria se hacía pedazos al estar ahí pero yo podía recordar todo perfectamente -continué-. Estaba bien hasta que de nuevo comencé a tener esas malditas pesadillas y fue por eso que pudiste encontrarme. Me tomaron por sorpresa pero ahora que estoy seguro de que no era real puedo...

-No eran pesadillas, Víctor -me interrumpió-. Las pesadillas solo nacen en los sueños y los muertos no pueden dormir.

-¿Qué?

-Escucha, esa delgada línea donde el mundo de los vivos se mezcla y confunde con el más allá, justo donde estuviste vagando, es el Purgatorio. Todas las almas llegan ahí después de atravesar el paso para limpiar sus pecados y que puedan llegar a aquél lugar -me dijo señalando el extremo con pasto y arbustos-, o quedar atrapados en el Purgatorio para siempre, enfrentándose a visiones que son cada vez peores. Las tuyas fueron un castigo leve porque tus errores no fueron graves, pero estar ahí no siempre es tan fácil.

-Pero si ya pagué mis pecados ¿por qué debería temerle al Purgatorio?

-Porque mientras estés ahí no hay diferencia. -El Recolector se inclinó hacia mí, acercando su rostro al mío para comenzar a susurrarme-. Puedes proteger a tus seres queridos desde ahí, sí, pero si vuelves a estar en el Purgatorio una vez que la condena terminó, tu memoria se borrará por completo y te convertirás en un alma en pena. Dime ¿vale la pena?

Continue Reading

You'll Also Like

1.2M 131K 8
¿Y si nada terminó con la pregunta? «¿Damián?, ¿quién es Damián?» Eso es lo último que Padme Gray recuerda, junto al hecho de que despertó de nuevo...
16.4K 1.3K 33
Reencarno en un mundo de anime francés que conocía bastante bien: wakfu, o más bien dofus, un lugar donde aumentar tu poder es muy complicado en comp...
1.3K 206 22
Aprender a dejar ir a las personas, aún si es la persona que más amas
346K 20.1K 66
ella es Jessica Potter una ingeniosa bruja hermana menor de James Potter, bromista, soñadora y muy impulsiva el es Sirius Black un mago sangre pura...