Karma Police //Ryden//

By _prescribed_pills_

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[04.12.34 | 1:36 AM] "Los placeres violentos terminan en la violencia, y tienen en su triunfo la propia muert... More

Parte Uno
I- Life's Like a Detuned Radio
II- All These Things That I've Done
III- A Bullet Through a Flock of Doves
IV- Hush, Don't You Say A Word
V- I'm Gonna Smoke You Out
Parte Dos
VI- I'd Love To Kill You
VII- A Taste Of Poison Paradise
VIII- I Will Take You Down
IX- Take Me To The Fire
X- The Sound Of Desire
XI- There's No Blood
XII- Got Me Looking So Crazy
XIII- Modern Day Cain
XIV- How Deep Is Your Love
XV- All The Lovers
XVII- This Is Kairos
Parte Tres
XVIII- Devotion And Desire
XIX- Curse My Eyes
XX- Sorry To My Unknown Lover
XXI- I'm Only Human
XXII- Make Me A Sinner
XXIII - In A Hail Of Bullets
XXIV- My Love Will Never Die
Epílogo: This Is What You Get
Agradecimientos
Añadido: Dudas y Extras

XVI- Blank Space

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By _prescribed_pills_

Su mirada se encontraba perdida en el vaso de vodka en frente suyo. La verdad, eran varios. Tanto alcohol había en sus venas que lo veía doble, incluso triple. Se dejó caer sobre el mesón de la cocina, lentamente. Luego, rosó suavemente sus dedos con la piel desnuda de su torso. No tenía idea que estaba haciendo. Solo estaba él, solo, reprimiendo todo lo que sentía con el alcohol. Pero estaba en el borde, y ya no podía soportarlo. Tomó otro trago del vaso, cerrando sus ojos. Dejó ir un largo suspiro.

Este era el problema. Ryan, él era el gran problema. Nunca quizo dejarse llevar por todo lo que estaba pasando. Solo quería tenerlo cerca, pasarla bien. Pero ahora todo se le había complicado totalmente. Sentía todas las emociones chocar contra su cuerpo como olas cada vez que lo veía, y hace demasiado tiempo que no sentía nada por nadie. Él solo se había dedicado a hacer todo a su alcance para llegar a estar en la posición que estaba ahora. Nunca se había molestado en tener una pareja. Tenía amantes, tantas aventuras y amoríos en todas partes, pero nunca alguien por el que sintiera algo. Y luego estaba Ryan. Y había tratado tanto, tanto de no distraerse. Tanto de no dejarse vencer. Pero ahí estaba, borracho y loco, tirado en el mesón de la cocina, con la vista perdida.
Mirando a la nada, pensando en él. Y no pudo soportarlo más. Cerró los ojos otra vez, relajándo su cuerpo completamente.
Emociones mezcladas, de todo tipo. Eso era lo que sentía. Y sabía que si se dejaba vencer por estas, si se sometía completamente, ya no sería el mismo. Se volverá loco. Sentir de esa manera, sabía que no sería bueno. Pero todo por lo que estaba pasando, todo era por Ryan. Por él haría lo que sea. Nunca había planeado llegar hasta donde ellos habían llegado. Pero podía reconocer que en el fondo, sentía esa peligrosa emoción que los valientes llaman amor.

Y por un momento todo valió la pena. Dejarse vencer, valdría la pena. Había tratado de que Ryan cambiara. Supo inmediatamente que no iba a funcionar. Entonces era él el que tenía que cambiar. No había otra manera de que funcionara. Y en ese momento, fue cuando dio un paso adelante y cayó al precipicio. Ya no había vuelta atrás. Probablemente si es que no hubiese estado ebrio no habría tomado la misma decisión, pero ya estaba hecho. Sintió todas las emociones que había estado reprimiendo invadirlo y aceptó lo que había estado tan aterrorizado de admitir. Estaba enamorado. Después de tanto tiempo, tantos años, lo había logrado. Estaba enamorado de Ryan. Y ahora nunca sería la misma persona.

En ese momento, el viejo Brendon se hundió en las profundidades de su mente para nunca volver. Nunca volvería a ser el mismo. Abrió los ojos y se sentó derecho.

Su primera idea para lograr su objetivo brilló en su cabeza. Nuevamente, si no hubiera estado borracho no hubiera tomado la misma decisión, pero ya no se podía hacer nada. Tomó su celular que se encontraba sobre la mesa bruscamente y marcó el numero que se sabía de memoria. No tuvo que esperar muchos tonos para que Gabe Saporta atendiera al otro lado de la línea.

—¡Gabey!—Exclamó, apoyándose en la mesa mientras se cruzaba de piernas. Gabe hizo un sonido de molestia. Seguía muy confundido con lo que había pasado el día anterior. Además, ese tono particular que tenían los ebrios se encontraba instalado en la voz de su amante.

—¿Si?—respondió, sin prestar mucha atención—. No puedo ir ahora, si eso es lo que quieres.

—Oh, no— Brendon se encogió de hombros, como si Gabe pudiera verlo—. De hecho, quería decir o-otra cosa.

Gabe frunció el ceño, ligeramente confundido. Conocía a Brendon hace mucho tiempo. Literalmente, siempre que estaba con él, lograba confundirlo. Ya debería estar acostumbrado. Sin embargo, seguía sorprendiéndolo. ¿Qué es lo que quería ahora?

—Uh, ¿Qué se te ofrece?—preguntó entonces, tratando de establecer un tono seco en su voz.

—Yo, Gabe, ya no te necesito. He encontrado a alguien...—su vista vagó por su departamento, melancólica—. Alguien especial.

—¿A qué te refieres?—preguntó el pelinegro, más confundido aún—. No. No me digas que esto es por ese tal Ryan.

Brendon dejó ir un suspiro al escuchar su nombre.

—Esto, sí...—pausó en segundo, haciendo girar el vaso en frente suyo con sus dedos—. Lo lamento, pero este es el final.

Gabe rodó los ojos. Brendon definitivamente no estaba pensando con claridad. ¿Qué creía que estaba haciendo? Se conocían hace mucho tiempo. Gabe lo conocía mucho mejor que lo que otras personas lo conocerían en toda su vida. No tenía sentido.

—Bren, no puedes hacer esto, no...—trató de buscar un buen argumento, pero Brendon lo interrumpió.

—Adiós, Gabe.— Dicho esto, cortó la llamada, dejándo el teléfono a un lado con una sonrisa en sus labios carnosos, y se dejó recostar otra vez sobre el mesón de la cocina.

Al otro lado de la línea, Gabe maldecía como loco. Brendon solía tener este efecto en toda la gente que conocía; los volvía completamente locos. ¡No podía hacer eso! Gabe, quien apenas tenía un rango penoso en la mafia, era el amante del jefe. ¿Acaso no se daba cuenta Brendon de lo que acababa de hacer? Lo había destronado, totalmente. Jaque mate.

Le gustaba. Le gustaban sus ojos, su sonrisa, su cintura. La manera en que reía. Y más que satisfacer sus deseos, era un amigo. Alguien con quien podía hablar. Pero no. Acababa de ser terriblemente remplazado.

Dejó caer un manotazo en la mesa del bar en el que estaba. El barista lo miró sonriéndo de lado. William Beckett trabajaba ahí hace mucho tiempo, y Gabe lo frecuentaba muy seguido. Se acercó, sirviéndo un vaso con ron sin que Gabe se lo pidiera, y acercándoselo, con una expresión interesada.

—¿Problemas? Ron. La solución a todo.—le guiñó un ojo, mientras se apoyaba en la barra.

—Gracias.—Gabe tomó el vaso y lo bebió todo de una, haciendo una mueca con la sensación ardiente en su garganta. William, el barista, sabía que lo que pedía cuando estaba atormentado era siempre ron. Dejó ir una risita mientras le servía otro trago.

—¿Qué causa tanto alboroto?—preguntó, mirándolo a los ojos.

—Es B... Zack.—dijo, procurando usar uno de sus nombres clave. William sabía toda la historia —era en serio la parte en que visitaba el bar muy seguido— pero nunca le había dicho el nombre real de Brendon, solo por precaución.

Un hombre ojiazul unos asientos más allá lo miró, con unos ojos que parecían intrigados. Gabe lo miró por unos segundos, y luego volvió a su trago.

—No tiene idea lo que hace.—finalizó.

William contestó con un simple "mhm" mientras miraba en la dirección de el hombre de ojos azules. Sabía lo molestoso que podía ser el amante —ahora ex amante— de Gabe a veces. De todas formas, solo estaba ahí por el drama. Todo el mundo le contaba sus problemas. ¿Pero ese ojiazul? Era nuevo en el bar. No sabía nada de él, y cuando intentó conversar con él, lo rechazó de inmediato.

—¿Por qué no vas a hablar con él?—le dijo a Gabe—. Te ha estado mirando.

—¡Ha! No lo creo.—Rodó los ojos el pelinegro, terminando su segundo vaso. Wiliam se lo rellenó automáticamente. No tenía ganas, sinceramente.

—¡Oh, vamos! Es nuevo por aquí. Ha estado con ese vaso de whiskey desde hace media hora. Me parece que es muy fuerte para él—rió. la mirada del hombre seguía sobre ellos—. ¿Por qué no lo ayudas a encajar? Tal vez te benecifie en algo...

Gabe lo dudó por un segundo. Se veía ordenado, como si fuera de clase alta. Su cabello, café oscuro, estaba peinado hacia atrás y su rostro contaba con unos produndos ojos azules, contrastados por finos labios rosados. No estaba mal, sinceramente. Pero luego tuvo una idea. Le demostraría a Brendon que no lo necesitaba. No dependía de nadie.
Y esa fue la motivación que necesitó para pararse de su asiento, tomar el trago entre sus dedos y caminar lentamente hacia donde estaba el muchacho.

Dallon pretendió que no lo había estado mirando. No era por él, ni su físico, si no que había mencionado uno de los nombres claves de Brendon y eso fue todo lo que necesitó para que llamara su atención. Sin embargo, el otro chico parecía haberlo tomado de otra manera. Estaba coqueteando.

Se sentó a su lado y tomó un largo trago de lo que parecía ser ron. Actuaría como si le interesaba. Solo quería saber si aquel "Zack" del que hablaba era efectivamente Brendon o cualquiera de los otros miles de Zacks que vivían en Los Ángeles.

—Así que, Will me dice que eres nuevo por aquí.—dijo finalmente el pelinegro mientras se apoyaba en la barra. William le sonrió de lejos mientras secaba vasos.

—Efectivamente. Vivo cerca, quise probar un lugar nuevo.—le respondió Dallon haciendo un ademán, sonriéndo de lado.

—Oh, ¿Si? ¿Sales seguido? ¿Como es que nunca te había visto antes?—rió Gabe, dando un sorbo otra vez. Dallon se hizo el tímido, apartando la mirada. Todo era parte de su plan. Solo quería saber quien era aquel hombre pelinegro.

—De hecho, no salgo mucho. Soy un poco... tímido.—miró hacia abajo, esbozando una pequeña sonrisa. Eso pareció captar la atención total de el pelinegro.

—Gabe. Gabe Saporta.—le tendió una mano, la cual Dallon sacudió sinceramente. Aunque su sonrisa decía que le agradaba, en su mente buscaba su nombre. Le parecía haberlo leído alguna vez en los regristros del Karma Police, pero no era alguien de mucha relevancia. Aún asi, podría saber algo.

— James.—le respondió el ojiazul, usando su nombre clave—. Uh, ¿Que te hizo venir aquí?

—¿Te refieres al bar? Zack, mi amante, me remplazó. Pero, hey, ¿No ves todo lo que se pierde?—Dallon soltó una pequeña risa, dulce y aguda. Gabe sonrió. Parecía simpático. Sin embargo, no sabía que era solamente un despiadado agente del Karma Police.

Dallon, en su mente, unía teorías con evidencia. Zack sería el equivalente a Brendon, y Gabe era su amante. Pero ahora lo dejó por Ryan. Hacía sentido. Pero en verdad, podía ser cualquier cosa. Solamente suponía que fuera así porque había mencionado a alguien llamado Zack, pero era muy superficial.

—¿Y como fue eso? Digo, si no te molesta.—dijo, preguntando inocentemente. Solo necesitaba saber más detalles, para saber si lo descartaba o no.

—Comenzó a ser distraido y llamarme menos, casi nunca. Ayer, decía su nombre... Ryan. Pero en verdad, ¿A quién le importa?—dijo Gabe, encogiéndose se hombros. Dallon se quedó paralizado.

Ryan. ¿Podía ser así? ¿Sería esto evidencia suficiente? Se estaba muriendo por saberlo. Si era real podría ser la clave para culpar a Ryan y que lo hecharan del Karma Police. Cada fibra de su cuerpo vibraba con odio hacia él. A pesar que su cara había sanado rápidamente, su cuerpo todavía dolía de la paliza que le había dado el otro día. No quería verlo más, y estaba cien por ciento convencido de que sus suposiciones eran correctas.

—Bren... Zack—se corrigió Gabe. Sin querer se había dejado llevar por los efectos del alcohol—.Zack podía ser muy irritante a veces. La verdad, la mayoría del tiempo... Pero todo eso ya terminó, ¿No?

La mano de Gabe rosó la rodilla de Dallon, quien se alejó y se paró del asiento bruscamente. Eso era toda la información que necesitaba. Gabe lo miró confundido, igual que el barista. Dejó caer un billete en la mesa y luego se apartó, comenzando a caminar hacia la salida. No se molestó en despedirse o algo por el estilo. Detrás suyo, podía escuchar a William burlarse de Gabe, como ninguna conquista le resultaba, y Gabe diciéndole no muy amablemente que mantuviera su boca cerrada. De todas formas, ya no le importaba nada.

Salió del bar y se subió al Faraday Future FF91, el auto que le habían asignado del Karma Police, y partió automáticamente hacia el edificio base lo más rápido que podía.

Tenía la clave.
Ryan iba a caer.

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