Sombras Partidas #1 (COMPLETA)

By karlee_dawa

472K 48.4K 7.1K

Cuando Alma Lobo va un día al supermercado todo cambia. Su pasado regresa y con él una serie de secretos y pe... More

Nota + premios
Prólogo
Aviso
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Epílogo
Agradecimientos
Atary

Capítulo 9

9.7K 1.2K 247
By karlee_dawa

Me dejé caer en el sofá, me sentía agotada. El viaje había sido matador y todo lo que estaba viviendo estaba resultando ser muy intenso. Aún no me había terminado de hacer a la idea que estaba en casa de Daniel y tendría que quedarme a saber cuánto tiempo. Pensé en la facultad, en el tiempo que iba a perder y tendría que recuperar más tarde. Joder, no entraba dentro de mi esquema mental de vida no terminar a tiempo la carrera porque a un idiota le apetecía tener mi compañía, si se sentía solo podía comprarse un perro, o incluso dos.

—Bueno, ya que estamos de presentaciones aún me queda alguien.

Miré a Daniel y a Cristofer con curiosidad, pensé que ya había sido suficiente por hoy pero parecía que aún me deparaban más sorpresas. Mi cuerpo se tensó, esperaba que fuera alguien simpático y no una amistad extraña de Daniel.

—¡¡Brutus!! —chilló Daniel.

El volumen repentino de su voz hizo que me asustara y pegara un bote en el sofá. De repente escuché el sonido de unos pasitos y por la puerta se asomó un bulldog francés con grandes ojos negros.

No pude evitar que me brillaran los ojos, adoraba a los bulldogs, son tan simpáticos y regordetes... al parecer Daniel se sentía más solo de lo que creía.

—Holaa gordito —dije acariciándole la cabeza.

Parecía que le había gustado porque en seguida se acercó más, dando con su patita en mi pantalón, pidiéndome más caricias.

—Serás cabrón...que pronto te vendes.

—Ni siquiera le has dado comida, qué rapidez —dijo Cristofer riéndose.

—Por cierto, ¿qué tenéis pensado hacer conmigo?

—Ahh, no. Yo ahí no me meto, eso es cosa de Daniel.

—Pues te vas a quedar aquí conmigo, en casa -contestó como si fuera la cosa más lógica del mundo.

—¿No me vas a dejar salir en ningún momento?

Estaba alucinando, no me gustaba estar metida entre cuatro paredes y mucho menos largos periodos de tiempo, si se pensaba que me iba a quedar tan tranquila se equivocaba, saldría de ahí como fuera.

—¿Para que te reconozcan y te devuelvan? ¿Para que te escapes? No, gracias.

—Tengo derecho a salir, Daniel, no soy un perro.

—Es mi casa y yo digo si sales o no, se acabó.

—Eso ya lo veremos —farfullé para mis adentros.

—Bueno...creo que yo me voy, así dejo que os matéis con tranquilidad —se despidió Cristofer.

Miré a la puerta con preocupación, no quería que Cristofer se fuera, era mi única salida. Además, si se iba me quedaría a solas con Daniel y era algo que no se me apetecía, sería muy incómodo. No era mi casa y nunca iba a serlo, quería volver a Asturias, a mi hogar.

—No te vayas, llévame a casa —dije angustiada.

—No puedo, Alma.

Sus palabras parecían sinceras, miraba a Daniel con gesto triste como si no estuviera conforme con lo que él hacía pero se resignaba.

—Lo siento —contestó a forma de despedida y cerró la puerta, me había quedado a solas con Daniel.

—Bueno...supongo que prefieres que te enseñe tu nueva habitación, acompáñame.

Le seguí por el pasillo hasta una puerta enfrente del baño y me asomé cuando la abrió Daniel. No pude evitar abrir la boca, era una habitación increíble.

Las paredes eran de color azul agua y estaban decoradas por cuadros con escenas de playas, olas y objetos marinos como estrellas o conchas. Además, tenía algún cuadro colgado estilo marinero con unas fotografías.

Me acerqué a mirar las fotografías más de cerca, en una salía un mar con acantilados y rocas. En otra salía un faro al atardecer y la última era una niña sentada de espaldas mirando al mar, parecía Ana. Me giré para mirarle y pareció entender lo que le iba a preguntar.

—Es Ana.

Asentí con la cabeza, era una fotografía bonita.

—¿La foto es tuya?

—Las tres son mías, me gusta hacer fotos cuando viajo.

Me miró con cautela, como si tuviera miedo a lo que podía pensar de él. Por ahora pensaba que se había vuelto un poco psicópata, se le había ido la cabeza con el tema del secuestro, estaba metiéndose en un enorme lío. Al contemplar las fotografías me acordé de un tiempo pasado donde Daniel estaba presente, fueron como un flash.

—¿Aún tienes mis fotos?

—No. He madurado, Alma —respondió con semblante serio.

Se me revolvía el estómago solo con recordarlo, así que decidí borrar esos pensamientos. Las paredes azules me relajaban, me sentía como si estuviera en el mar.

—¿Dónde estamos? Quiero decir... ¿Barcelona?

—Sí, creo que te gustará mirar por la ventana —contestó nervioso.

—¿Por?

—Compruébalo tú misma.

Me acerqué hasta la ventana y moví la cortina azul que la tapaba, dejando a la vista la playa. Era primavera y ya se podía ver a algunas personas caminando por el paseo y otras bañándose en el mar. Miré hacia abajo, quizá desde ahí podría escapar en algún momento, desgraciadamente estaba demasiado alto y solo conseguiría escapar hasta el hospital.

—¿Te gusta?

—Sí, es bonito el paisaje.

—Estamos a cinco minutos de la playa —contestó orgulloso.

Me aparté y seguí contemplando la habitación, dándole la espalda. Sentí como se cerraba la puerta y respiré aliviada, por fin me había dejado intimidad.

Al darme la vuelta pude ver una maleta grande, me podía la curiosidad así que me acerqué. Encima de la maleta había un sobre con mi nombre, lo abrí y me puse a leer la nota que había dentro:

Bienvenida a tu nueva casa. Espero que te guste tu habitación y compense (un poco) por lo que te he hecho pasar. Sé que no ha estado bien pero no encuentro otra forma de decirte que me des una oportunidad, no te arrepentirás, de verdad. Para ayudarte a que te sientas como en tu casa te regalo esta maleta con ropa dentro, es todo para ti. Cualquier cosa que necesites dímelo.

Daniel.

La maleta era un detalle pues obviamente no me había traído nada de Asturias, solo lo puesto. De todas formas no era excusa por todo lo que me había hecho pasar, los secuestros eran cosa de violadores o psicópatas.

Me daba miedo la primera opción, sabía la importancia que Daniel le daba al sexo y lo impaciente que era, sabía que le gustaba y sabía que había crecido, ya no era la niña que él había conocido y quizás eso le había incentivado a realizar esta estupidez. Tenía miedo, sí.

Miré la puerta para ver si tenía seguro pero no, por desgracia no. Me respigué, me daba pavor pensar que podía entrar en cualquier momento y no podía protegerme. ¿Y si intentaba algo por la noche?

Intenté pensar en otra cosa y miré hacia la cama, era grande, posiblemente de matrimonio y era de color blanco con cojines y cabecera color beige. A cada lado había una mesita, una con una pequeña lámpara y otra con un libro y una rosa encima. Además, enfrente de la cama había una estantería con algunos libros, peluches y figuritas. Cerca de esa estantería había una mecedora blanca y un armario bastante amplio color beige, a juego con los cojines de la cama. La alfombra del suelo también era azul con círculos blancos y podía ver una mesa de escritorio con folios, pinceles y pinturas, pero ni rastro de un ordenador donde poder comunicarme y pedir ayuda.

Me tiré en la cama y miré al techo, el cual me sorprendió al ver que tenía estrellas pegadas, de estas que brillan en la oscuridad. Parecía una habitación de ensueño y seguro que era la debilidad de cualquier chica pero sabía que, por muchas cosas que Daniel me ofreciera, no había cambiado, seguía siendo el mismo Daniel inmaduro y egoísta de siempre, que sabe embaucar a una chica con decirle algunas palabras al oído para terminar llevándola a la cama, o peor aún, solo para satisfacerse y luego mandarla al prado a pastar con las vacas.

Eso no era lo mío, no me gustaba, y quería a mi lado a alguien que me quisiera de verdad, no solo para pasar el rato en la cama, aún soñaba con los príncipes azules.

Continue Reading

You'll Also Like

44.5K 4.2K 18
A lo largo de la historia se ha utilizado la rosa roja en una cantidad innumerable de historias como símbolo del amor, afecto y cariño que una person...
656 69 9
Han pasado varios meses desde que mis padres, los Condes de la Casa Aranda, me enviaron a pudrirme de aburrimiento entre libros sagrados y monjas que...
330K 13.7K 42
¿Como algo que era incorrecto, algo que estaba mal podía sentirse tan bien? sabíamos que era un error, pero no podíamos estar sin el otro, no podíamo...
57.6K 15.4K 112
TERCERA PARTE DE LA SAGA CIUDADES David y Verónica están más enamorados que nunca. Tras un sinfín de violentos sucesos y tras un cambio radical en lo...