Las Heridas Del Pasado

By MaJoLh_29

216K 16.6K 1K

Después de que su relación con su prometido termina, Anastasia Steele cambia su actitud radicalmente. ¿Qué pa... More

Advertencia
Prologo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
NO ES CAPITULO
Capitulo 8 Maraton 1/?
Capitulo 9 Maratón 2/3
Capitulo 10 Maratón 3/3
Capitulo 11 (Bonus)
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14 maratón 1/3
Capitulo 15 maratón 2/3
Capitulo 16 maratón 3/3
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Aqui Casual un espacio publicitario
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27. Maraton 1/3
Capítulo 28. Maraton 2/3
Capitulo 29. Maraton 3/3
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capito 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capítulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
Epílogo Parte I
Epílogo Parte II
Nueva historia

Capitulo 23

4K 333 31
By MaJoLh_29


Se colocó de pie, mientras se colocaba su pantalón, no iba a quedarse con esas dudas. Llegó a la cocina y encontró a Anastasia preparando su café, ella se giró al verlo entrar por la puerta, mostrándole una de sus deslumbrantes sonrisas.

–Pensé que ibas a quedarte en la cama, vida.

– ¿Esto qué es? –Preguntó mientras alzaba el famoso collar y veía cómo Anastasia se tensaba.

– ¿De dónde lo sacaste?

–Estaba en el suelo.

–Oh. –Se giró, dándole la espalda a Christian.

– ¿Y bien?

– ¿Y bien qué? –Lo miró de reojo.

– ¿Qué es? ¿Tu inicial y la de quién más?

¿Y ahora? ¿Qué podría inventar?

–Es... El collar que me regaló mi primer amor. –Seguía dándole la espalda a Christian. No podía decirle la verdad sobre ese collar, simplemente no podía.

– ¿Tu primer amor? ¿Cómo se llamaba?

–Rodrigo.

– ¿Por qué lo conservas?

–No lo sé.

Bótalo.

–No. –Se giró repentinamente, alarmada. No quería botar ese collar, claro que no. Era el único recuerdo que tenía de la época más hermosa y preciada de su vida.

– ¿Por qué no?

–Significa mucho para mí.

– ¿Sigues enamorada de él?

– ¿Qué? ¡No! ¿Cómo crees?

– ¿Entonces por qué no te deshaces de ese collar?

–Él murió hace mucho, fue un amor así de niños, tipo adolescente. Y simplemente ese collar me encanta, fue el primer regalo que él me dio, jamás podría deshacerme de eso, espero no te moleste.

–No. –Contestó cortantemente.

Bien, porque te repito; no planeo deshacerme de eso

–Bien, no hay problema.

–Christian, no creas que...–Le entregó el café. –...que lo guardo por molestarte o algo así. Simplemente es un regalo que quiero conservar. + –De acuerdo. –Contestó él.

–No te molestes, por favor.

–Está bien.

El silencio invadió la cocina, Christian daba silenciosos sorbos a su café, mientras Anastasia preparaba su chocolate en silencio. El teléfono de ella sonó, le pidió a Christian que contestase, lo cual él hizo.

– ¿Bueno?

– ¿Christian?

– ¿Jose?

– ¿Me equivoqué de número?

–No, ¿para qué llamabas a Anastasia? –Preguntó, con una ceja enarcada, tomando otro sorbo de su café.

Es que... –Jose se oía incómodo. –Le quería avisar que... –Se aclaró la garganta. –Kate, no va a ir a dormir a su apartamento.

– ¿Con qué no, eh?

–No. –Contestó cortante.

– ¿Y por qué? –Preguntó divertido.

Por la misma razón por la que tú estás en su apartamento.

–Oh. –Sí, Jose lo había dejado callado. –Correcto, yo le digo. –Logró contestar.

Hasta luego. –Así que Kate no iba a llegar por andar acaramelada con Jose. Perfecto, tenían el apartamento para ellos solos.

– ¿Quién era, Grey? –Preguntó ella, mientras se acercaba a la butaca con una taza de chocolate caliente en la mano.

Jose. –Anastasia se sentó en frente de él.

– ¿Qué quería? –Dio un pequeño sorbo a su taza.

Dijo que Kate no iba a llegar a dormir.

–Oh. –Contestó incómoda. – ¿Así que ya sabes lo de su romance?

Lo sospechaba.

– ¿No te molesta?

–Me molestaría si fueses tú la que no llega a casa por quedarse con Jose.

–Christian. –Contestó, divertida.

No, es tu hermana, puede tener una relación con cualquiera, a mi parecer.

–Pero como Jose es tu colega.

–Solo eso, mi colega, yo no tengo derecho de decidir con quién puede tener una relación.

–Bien.

– ¿Puedo hacerte una pregunta?

–La que quieras.

Vi la foto que estaba sobre tu mesa de noche, ¿quién es ese hombre?

– ¡Oh! Es Miguel. –Los ojos de Anastasia adquirieron un brillo especial, que no le gustó para nada a Christian. –Vive en el piso tres. –Al ver que él se estaba tensando, decidió calmarlo. Pero, ¿cómo calmarlo, sin decirle la verdad? –Es un vecino, Christian, no te enceles, lo quiero como a un hermano. – En cierta forma, estaba diciendo la verdad. – ¿Recuerdas la escena que me montaste en el jardín hace tiempo? Por estar jugando con él. Bueno, ese hombre era Miguel.

– ¿Era él? –Preguntó con una ceja enarcada. –Un hermano, dices. ¿Qué edad tiene?

–Veintiuno, está estudiando medicina. –Contestó con una sonrisa.

–Un hermano, dices. –Repitió, mirándola con los ojos entrecerrados, Anastasia se colocó de pie y lo abrazó por detrás.

–Un hermano, Don celoso, lo quiero de esa forma. –Le besó el hombro. –Yo pensé que era celosa y mira nomás.

– ¿Celos, dices tú?

–No vengas a negarlo. Pero... ¿Sabes? Amo tus celos. –Le plantó un beso en la mejilla.

¿Sería eso cierto? Él, Christian, ¿Celoso? ¿Realmente estaba celoso?

–Será mejor que me vaya. –Dijo mientras se colocaba de pie.

– ¿Cómo? ¿Ya te vas? –Preguntó, algo desconcertada.

–Sí. –Después de darle un beso en la frente, Christian fue hacia la habitación de Anastasia. Ella, por su parte, se quedó en la cocina, lavando su taza por más tiempo del que era requerido. Quería que Christian se quedase más tiempo, incluso que pasase la noche con ella pero... Pero no quería ser ni muy absorbente, ni estarle rogando, le parecía muy patético el estarle suplicando a un hombre, y tenía sus razones.

Después de unos minutos, Christian había aparecido arreglado para irse, Anastasia lo miró de reojo desde la cocina y lentamente se acercó hasta él. Al verla, a él se le quitaron todas las ganas de irse. Dios, aquella mujer era tan sensual, tan hermosa, tan dulce, y tan... Suya.

Hasta luego, Sr. Grey. –Contestó con una sonrisa radiante, mientras le daba un suave beso en los labios, el cual Christian, fue convirtiendo en apasionado, mientras la cubría con sus brazos. –Christian. –Anastasia logró zafarse. –Pensé que ya querrías irte.

–Creo que esas ganas ya se me quitaron.

– ¿Y ahora tienes ganas de qué? –Le provocó ella.

–De muchas cosas, en realidad.

– ¿Ah sí? ¿Qué clase de cosas? –Anastasia se colocó detrás de él, caminando coquetamente, mientras le acariciaba el pecho.

–Cosas que son mejores hacer, no decir. –Le contestó él.

–Es una lástima porque ya te vas. –Anastasia caminó coquetamente hasta llegar a la puerta del apartamento, abriéndosela y haciéndole una seña que le indicaba que podía irse en cualquier momento.

–Sí, es una lástima. –Christian arrastró las palabras.

Hasta luego nene. –Le plantó un beso muy cerca de la boca, provocándolo aún más.

Bueno, Christian se había ido, sí, pero ella lo había provocado y con eso se daba por servida.

Estaba a punto de irse a bañar cuando sonó el timbre de nuevo. Frunció el ceño, ¿quién podría ser? ¿Christian, quizá? A lo mejor se le había olvidado algo o quizá...

Mierda, quizá era Raymond.

Llegó hasta el ojo visor, suspiró de alivio y abrió la puerta.

– ¿Qué se te olvidó, vida?

–Nada. –Entró directamente al apartamento, se veía furioso, pareciese que luchase para contener la ira.

– ¿Qué pasa? –Preguntó alarmada.

Un imbécil desinfló todas las llantas del auto.

– ¿Qué? No, pero... –Anastasia iba a bajar al estacionamiento hasta que se dio cuenta de que solo llevaba puesta una bata. –No puede ser. –Se detuvo. –Christian, qué pena contigo. Prometo pagártelas.

– ¿Qué? No, tú no las desinflaste. No es tu culpa. El caso es que llamé a una grúa y me dicen que dejaron de trabajar por la tormenta, intenté llamar a un taxi pero no contestan, intenté salir a la calle para conseguir uno y resulta que todo está desierto. Al parecer la tormenta es más fuerte y seria de lo que creíamos.

–Oh, vaya. Pues no importa, puedes quedarte aquí si quieres. –Contestó ella con calma.

– ¿No te molestaría?

– ¿Por qué habría de hacerlo? Quédate si así lo quieres. Es obvio que no has cenado. ¿Qué te apetece?

Algo muy dulce.

– ¿Dulce? –Preguntó, confundida, sorprendiéndose al darse cuenta de que la supuesta ira de Christian, había desaparecido.

Sí, muy dulce diría yo. –Se acercó lentamente a ella y Anastasia cayó en cuenta.

Me refiero a comida, Don celosin.

-¿Celosin?

-Sí, celosin, ya en serio que te hago de comida.

– ¿Y si no tengo hambre de comida?

Pues supongo que te sentarás a ver cómo, porque en lo personal, yo sí tengo hambre. –Contestó mientras se encaminaba a la cocina y cuando estaba a punto de llegar, escuchó un trueno, seguido de un relámpago. Todo quedó oscuro. –Maldita sea. –Susurró.

– ¿Tienes velas? – preguntó él.

Creo que sí, la cosa es saber en dónde estarán.

–Te ayudo a buscarlas si quieres.

–Vale, acompáñame a la cocina. –Anastasia retrocedió sobre sus propios pasos, agarró a Christian del brazo y lo condujo a la cocina. –No, creo que te confundirías mucho, mejor yo busco las velas.

–Vale. –Contestó él, recostándose en la pared.

Ella comenzó a tantear entre los cajones que se encontraban en la cocina; una, dos... Dos velas fue lo que consiguió, bien, algo era algo. Los fósforos los consiguió más rápido debido a que sabía en dónde estaban. La cocina quedó iluminada por una tenue luz, lo cual proporcionaba incluso, un ambiente romántico.

– ¿Y ahora qué? –Preguntó después de encender las velas.

Pensé que querrías comer algo.

No, ya se me quitó el hambre. –Y había un motivo, sí... Un motivo muy ridículo en realidad; le tenía pavor a la oscuridad. Claro que todos sus temores actuales, tenían una razón muy poderosa, y esta fobia, no era la excepción.

– ¿Por?

–No lo sé.

–Tienes que comer algo. –Christian se acercó, colocándole la mano detrás de la oreja. –Si quieres yo te lo preparo.

Pero no tengo hambre. –Cuando Christian estaba a punto de interrumpirla, ella continuó. –No de comida. –Le dijo pícaramente.

– ¿De qué cosa, entonces? + –De ti. –Anastasia pudo notar cómo Christian se tensaba. Y lo que después sintió fue la boca de él sobre la suya.

Christian no se detuvo en preámbulos, directamente comenzó a desatar el nudo de la bata de ella, mientras comenzaba a besar su cuello, Anastasia echó la cabeza hacia atrás, para darle un mejor acceso, él siguió bajando hasta encontrar sus senos, inmediatamente sus pezones se endurecieron, Christian comenzó a jugar con ellos, a chupar, a lamer, a morder, mientras que ella solo se dedicaba a sentir, a disfrutar. Anastasia enredó sus piernas alrededor de la cintura de Christian, sintiendo así lo duro que ya estaba.

Ella logró atrapar su boca, dándole un húmedo y prologando beso, mientras que Christian iba descendiendo, hasta acostarse en el suelo, con Anastasia encima, él colocó su mano detrás de la cabeza de ella, mientras volvía a descender por su cuello, a la vez que con la otra mano, terminaba de quitarle el albornoz.

Ya desnuda, Anastasia metió la mano en la camisa de Christian, soltando lentamente cada botón, mientras ambos se miraban a los ojos. Ella terminó de quitarle la camisa y se quedó un momento apreciando aquel fuerte pecho para después comenzar a besarlo, a lamerlo, a chuparlo, mientras notaba cómo Christian se iba tensando con cada movimiento que ella daba. Anastasia se echó hacia atrás, hasta poder quedar a la altura de la hebilla del pantalón, mientras él contenía la respiración.

Fue desabrochando lentamente los dos botones de aquella prenda, para después bajarle el cierre. Siguió echándose hacia atrás, llevando consigo el pantalón, después volvió, a gatas, a quedar encima de Christian, él colocó sus dos manos detrás de las orejas de ella, atrayéndola hacia sí, robándole uno de aquellos besos que la dejaban sin aire. Ella terminó de quitarle el bóxer, liberando así su potente erección, para después sentarse a horcajadas sobre él, sintiendo cómo lentamente la llenaba.

Quiero verte. –Susurró él. –Quiero ver tus expresiones al hacerme el amor. –Colocó sus manos a ambos lados de sus caderas.

Ambos cuerpos estaban iluminados por la suave luz que proporcionaban ambas velas. Bien. Era la primera vez que ella hacia el amor en esa posición, obviamente no era muy experta...

–Arriba y abajo, Anastasia. –Le guio él, al ver que ella se quedaba paralizada.

Ella solo siguió las instrucciones de Christian. Arriba y abajo. Oh, Dios, eso era tan... Placentero. Siguió moviéndose lentamente, colocó sus manos sobre el pecho de Christian, para tener un mejor soporte. Su ritmo fue aumentando lentamente y Christian también comenzó a moverse, ambos estaban acompasados. De la boca de Anastasia comenzaron a escaparse leves gemidos que indicaban todo lo que estaba disfrutando.

Sigue así, nena. –La motivó él. Era una sensación sencillamente inexplicable, era algo... Tan perfecto, tan... sublime, tan puro, tan diferente a lo que siempre había estado acostumbrada, Christian era demasiado delicado con ella, como si temiese hacerle daño. –Vamos. Déjate ir. –Le dijo. Y solo esas palabras necesitó Anastasia para estallar en un intenso orgasmo como nunca lo había tenido.

Sentía cómo aún Christian seguía embistiéndola, mientras ella aún seguía viendo fuegos artificiales, lo cual prolongó todavía más su placer. Después de escuchar un gemido gutural por parte de él, sintió cómo se derramaba en su interior. Sus brazos no pudieron sostenerla más y cayó rendida en su pecho.

– ¿Estás bien? –Preguntó, apartándole el cabello de la cara. Anastasia subió un poco el rostro para poder mirarlo y plantarle un beso en el mentón.

Estoy mejor que nunca. –Contestó. –Eso fue...

–Maravilloso, lo sé. –Interrumpió él. –Tú simplemente me vuelves loco, con solo verte me provoca hacerte el amor. –Dijo, mientras acariciaba distraídamente su espalda.

–Es que tú eres insaciable. –Contestó ella, mientras se acomodaba mejor para poder observarlo a los ojos.

Tú me haces insaciable. –Le plantó un beso en la frente.

– ¿Quieres darte un baño?–Preguntó ella.

–Si es contigo sí.

–De acuerdo. –Sonrió.

**

Me parece que después de tanta actividad. –Christian acarició el labio de ella. –Deberías comer. –Estaban ya en la cama, después de darse un baño.

No, en serio que no tengo hambre. –Sonrió para después acurrucarse entre sus brazos. El frío que tenía, desapareció al ser abrazada por él. –Lo que tengo es... –Bostezó. –...sueño.

Duerme, entonces. –Le plantó un beso en el cabello.

Poco a poco la respiración de Anastasia se hizo más lenta, relajada, indicando así que ya estaba dormida. Christian se quedó allí, observándola, sonriendo al detallar su rostro. Simplemente era hermosa, y era suya... El imaginarse estar separado de aquella mujer que cada vez se instalaba más y más en su corazón, le provocaba un dolor desconocido.

**

Otra vez esa sensación. Esa sensación de impotencia. Lo veía a él. Estaba en el último escalón, en el segundo piso, estaba discutiendo de nuevo, pero no con ella. Discutía con... Christian. ¿Qué hacía Christian allí?

Ella estaba en el piso de abajo, y aunque quería moverse para tratar de separarlos, simplemente no podía, sus piernas no respondían. Christian se dio la vuelta y apenas hizo aquello, él lo empujó por las escaleras.

Grita.

Y eso hizo, comenzó a gritar al ver cómo él caía por las escaleras, igual que lo había hecho ella en un pasado. Seguía gritando pero nadie la escuchaba, él seguía en el segundo piso, riéndose, riéndose al verla sufrir.

**

Despierta, Anastasia. –Escuchaba aquello muy lejos. –Anastasia, por amor a Dios. –Esa voz estaba más cerca. Sentía que su cuerpo se movía, se sacudía. Y abrió los ojos de repente para encontrar a Christian encima de ella, moviéndola por los brazos. –Por amor a Dios, Anastasia, me tenías preocupado, llevas como media hora gritando. –Le informó, mientras se sentaba a su lado.

Ella se incorporó en la cama, dándose cuenta de que su camisa estaba pegada a su espalda debido al sudor que recorría aquella parte de su anatomía. Gracias a Dios aquello había sido solo un sueño. Un mal sueño pero sueño al fin.

– ¿Se puede saber qué rayos estabas soñando?

–No lo recuerdo. –Mintió.

Cualquiera creería que te estaban matando.

–Algo así. –Susurró. –Disculpa. – Le salió un hilo de voz, por lo que se aclaró la garganta. –Discúlpame por interrumpir tu sueño. –Se colocó de pie, con una mano en la frente. –Lo mejor será que me dé un baño.

– ¿Estás bien? –Christian la siguió.

–Sí, sí. –Y así de afectaba como estaba logró ir al baño.

¿Por qué había soñado aquello? ¿Acaso sería una premonición o algo por el estilo? –Se preguntó mientras abría el chorro de agua fría, se desvistió, entró y se sentó, dejando que el agua la mojase. – ¿Y si él volvía? ¿Y si esta vez, en vez de hacerle daño a ella, se lo hacía a Christian? Aunque al hacerle daño a él, le estaba haciendo daño a ella. ¿Sería capaz de hacer eso?

Él es capaz de todo.

Maldita sea, ¿por qué ella no podía ser normal? ¿Por qué no era capaz de tener una relación normal? ¿Por qué había tenido la desgracia de toparse con dos locos que se la pasaban arruinándole la vida, que se la pasaban atormentándola?

Continue Reading

You'll Also Like

216K 26.9K 93
Creyó que abandonar a su familia en pos del amor eterno le brindaría la felicidad que siempre había soñado. Sin embargo la vida es mucho más difícil...
4.5K 131 8
un hombre llamado James Toledo rico ,mujeriego, celoso con muchos negocios. A tenido 6 mujeres y es por el dinero que están claro .ese hombre tiene 2...
209K 11.7K 19
El maldito NTR pocas veces hace justicia por los protagonistas que tienen ver a sus seres queridos siendo poseidos por otras personas, pero ¿Qué suce...
22.5K 1.4K 48
Cuando algo ocurre sin ser planeado, suele ser por algún descuido, no? Lo que no es calculable es que tan grande sera la responsabilidad o la consecu...