Medio kilómetro de distancia

By iwillsaveyoutonight

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¿Qué pasa cuando un ángel pierde la memoria, se topa con un demonio y cae? ¿Quién cambia a quién? Una mentir... More

Sinópsis
Relación tóxica
Epígrafe
Para ti
Prefacio
Capítulo 1
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capitulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
9. El comienzo
10. ¡Por un demonio...
11. ... lo que faltaba!
12. Nutella con fresa.
13. Diabólica tentación
14. Las rosas son rojas.
15. El juego de Victorious
16. ¿Por qué lanzas tus misiles?
17. Círculo vicioso | Parte I
18. Círculo vicioso | Parte II
19. Yo fui tuyo y tú mía
20. Sucesos inesperados.
21. Maritza Engel.
22. Perfume barato
23. Se cierra un capítulo
24. El primer día sin Katherine
25. Lluvia de espuma | Parte I
26. Lluvia de espuma | Parte II
27. El baúl de los sueños
28. Tres sobres de azúcar
29. Calle de ensueño
30. Solo quédate con él si...
31. Te sigo amando, Maritza.
32. La nostalgia es un perra
33. Elévame hasta tocar el cielo, Luca
34. ¿Y qué es lo que quieres, Luca?
35. Buena mierda
36. Triángulo amoroso
Cien mentiras
¿Dónde mierda está el sol?
37. Sal en la herida
38. ¿De dónde te conozco?
40. Y vuelve el perro arrepentimiento
41. Un cigarillo y dos corazones rotos.
42. Whisky y malas decisiones

39. Chanaje

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By iwillsaveyoutonight

La cena con los vecinos nuevos fue tranquila y llena de silencios incómodos, casi nadie habla más que Guadalupe, quién nos pidió la llamáramos Lupita.

Por mi parte, no dejaba de ver a Nicholas, quién se me hacía tan familiar que me alteraba los nervios no recordarlo. Su mirada, desde el momento en el cual nos presentaron, jamás se volvió a posar en mí, y eso me frustro sin embargo pase de ello; quizá solo lo vi por la calle alguna vez. Ahora, solo me concentro en terminar bien la velada.

—La película está buenísima, ¿Cierto? —pregunta entre murmullos Lupita, quién está sentada a un lado mío. Nos encontramos viendo «hostal» y verdad es buena, pero ya la he visto con Heissen.

Asiento.

Bambi, quién está sentada de mi otro lado, tiene una mano en sus rostro pero con los dedos entre abierto para poder ver la película aunque está asustada; la escena es muy fuerte. Sonrío, es chistoso verla así.

Como la película ya la ví, no la encuentro mucha emoción, no me gusta repetí lo que ya hice, ví o leí; ya no siento lo mismo. Por eso estoy con tonta examinado lo que mis ojos puedan ver, aunque no hay mucho que ver, solo cajas y cajas.

Mi vista viaja hacia abajo, donde está el centro de mesa y puedo ver cómo, de bajo de la mesa, se encuentran las piernas de Ramón, quién se sentó en el suelo porque según estaba más fresco. Por inercia, volteo al costado, donde en un sillón individual se encuentra casi acostado —o como pueda acurrucarse una persona en un sillón tan pequeño para ella—, Nicholas.

Lo miro con detenimiento y no puedo dejar de imaginarme a Nathan; su aire de grandeza, su aspecto de chico malo y su apatía son lo que me lleva al recuerdo, bueno, también porque es muy atractivo.

Vuelvo a concentrarme en la película, no quiero que sienta mi mirada o alguien miré que lo observo; me moriría de la vergüenza.

Un sonido de celular se escucha y mi corazón late a mil porque se escucha igual que el que yo tenía, sí, ese que un idiota me robó... no me este jodiendo.

Mi cabeza gira más rápido de lo normal en dirección al sonido que es sacado del bolsillo trasero de Nicholas, y entonces lo veo, ese grandísimo hijo de puta, robó mi celular. ¡Es mi celular!

Desde donde estoy, y con la poca luz proviniente de la televisión, puedo observar su ceño fruncido y una mueca de molestia en la cara pero podría a postear que la mía se marca más.

Respiro un par de veces con fuerza y siento como Bambi me da su mano, giro a verla y me pregunta si estoy bien a lo cual asiento.

Lo que menos quiero es hacer un problema, aunque ese puto problema ya está hecho.

Nunca me había encontrado en una situación así, por una parte quiero ir y decir hasta de lo que se va a morir y exigir que me regresé mi celular, pero otra, la más tonta de todas, siente pena ajena por ese escarabajo y también por mi por semejante escena.

Me pongo de pie con brusquedad y avanzo azancadas hacia la salida, en el camino, empujo el sillón donde esta sentando Nicholas; llamando su atención.

Al salir, pego mi espalda a la puerta y libero toda la tensión en mi cuerpo.

Soy tan idiota por quedarme callada y no decir nada... ¡Por Dios! es mi celular y yo simplemente no sé que hacer.

Alguien abre la puerta haciendo que casi caiga al suelo, afortunadamente me logro sostener. Giro, y veo al ladrón mirarme fijamente.

¡Tonta! ¿Como no lo reconocieron antes?

Las mismas facciones peculiares; pequeñas pecas en sus pómulos y nariz, una cicatriz llamativa en su rostro y unos ojos tan azules como el mar. ¡Deblyn!

—¿Eres tú, cierto? —pregunta, cierra la puerta detrás de si. Ambos quedamos de frente en el corredor.

Al hablar él del tema con esa forma antipersonal y apática hasta la mierda, puntualizo que no siente pena, entonces yo tampoco tengo que sentirla.

—Si te refieres a chica a la cual asaltaste, sí, soy yo —respondo, malhumorada.

El muy tonto sonríe como si hubiera dicho algo chiste o algo.

—Lo siento; necesitaba un celular nuevo.

—¿Y eso te da derecho de robar?, ¿No te da vergüenza? —replico cruzando de brazos. Él hace por mirar al techo como si estuviera buscando su respuesta.

—Mmh, no.

—Sin vergüenza —digo, fuerte y claro—. Quiero que me lo devuelvas, ladrón.

Nicholas chasquea su lengua en forma de negación, mientras qué, de forma despreocupada, mete sus manos a sus bolsillos delanteros y se recarga en la pared.

—Eso estará un poco difícil por dos razones —dice—, la primera; porque no quiero, y la segunda; porque ahora es mío. Tendrás que comprarmelo.

Suelto una risa cargada de malhumor.

—¿Es una broma, cierto? —pregunto, incrédula—. ¡¿Como mierda me dices eso?! No te voy a comprar mi celular, porque ya es mío.

—Era, niña, era tuyo. Te lo robé y ahora es mío —responde, con la misma actitud despreocupada que me saca de quicio.

—¡Eres un idiota! ¿Tus amigos saben que le robas a la gente?

—¿Crees que ellos no lo hacen? —replica, tajante—. Estamos cortados por la misma tijera.

—¿Son unos delicuentes igual que tú?

—Me hartas con tanta pregunta, niña.

—Te voy a denunciar —advierto, firme. Ni ganas tengo de seguir hablando con un vil ladrón, así que me giro en dirección contraria a mi departamento, más bien, voy directo a la delegación.

A medio camino escucho su estúpida voz chillona hablarme.

—¿Así, y que les vas a decir? —habla con ironía—. ¿Que te asalte hace días? ¡Por Dios, niña!, Se van a reír en tu cara, no tienes pruebas y tu puro testimonio no sirve.

—¿Cómo estás tan seguro de eso? —cuestiono. Giro a verlo y cruzandome de brazos lo reto con la mirada.

—Para romper la ley, primero tienes que conocerla.

—Pues eres idiota, ¿que te hace pensar que no tengo factura del celular?, aparté con una orden pueden revisarlo y ver información mía y de más.

La verdad es que no tengo factura o comprobante de pago del celular pero él no lo sabe y es un punto a mi favor. Tampoco si le puedan dar una orden para que le quiten el celular y lo revisen pero cuando estoy enojada siempre digo cosas a lo idiota... a veces funcionan.

Nicholas suelta un bufido —mitad quejido, mitad gruñido—, mete su mano al pantalón y saca mi celular de ahí. Lo observa con horror.

—¿Lo ves? Es un iPhone 4, hecho en el siglo del caldo; por eso es que estoy seguro que no tienes ningún tipo de comprobante. Y, para que lo sepas, la policía no va a pedir una orden por un mugrero como este.

Una risa carente de humor sale de mi sin poder evitarlo.

—Mucho mugrero pero bien que lo robaste, escarabajo.

—¡Ay, bueno ya! —exclama, irritado—, me desesperas.

Ruedo los ojos al ver el cinismo de las personas en ciertas ocasiones.

Segundo después de silencios incómodos y miradas irritantes, decidió cortar de tajo todo y preguntar directamente.

—¿Me lo vas a dar o no? —pregunto. A veces quisiera golpearme por ser tan tonta. ¿Como se me ocurre preguntarle eso?, ese celular es mío, obvio tiene que dármelo.

Él solo me observa de pies a cabeza, no me mira con lujuria, morbo o mirada de albañil, simplemente me mira... y me hace estremecer.

—Bien —masculla—, te lo daré pero a cambio de algo.

Arqueo una ceja.

—¿Me explicas?, a cambio de que me des mi celular, el cual robaste, ¿quieres que yo te de algo a cambio?

Se encoge de hombros.

—¿Lo quiere de vuelta o no?

—Pudrete.

—Bien. Lo único que tienes que hacer es acompañarme a un lugar —dice, mira mi celular con tanta familiaridad que me dan ganas de golpearlo por descarado—, necesito recoger unas cosas y en este apartado me van a dar la ubicación, así qué...

—¿Es necesario? ¿No puedo esperarte aquí? —pregunto, con fingida angustia—, Quizá quieras llevarme lejos para robarme y venderme por ahí.

—No, a ti no te robaría; tú vales menos que el iPhone 4, nadie te compraría.

—Imbécil.

Él se limita a poner sus ojos en blanco.

—Entonces, ¿quieres tu celular de vuelta o no?

La verdad es que sí lo quiero ya que, ahora, con el dinero que tengo que juntar para mi viaje a Los Angeles no puedo darme el lujo de comprarme otro. Así que no tengo muchas opciones.

—¿A dónde tengo que acompañarte?

—No lo sé —responde encogiéndose de hombros—, me van a mandar la ubicación aquí y así daré con el lugar.

Asiento con la cabeza, en la palma de mis manos pica la duda.

—¿Drogas? 

Nicholas sonríe con malicia, camina con suficiencia acortando nuestra distancia y, al llegar a mi, inclina la cabeza hacia delante haciendo que pueda sentir su respiración en mi oído.

—Averígualo.

Acto seguido se encamina hacia la salida mientras que yo me quedo como idiota sin razón.

—¿No vienes? —escucho que me pregunta a mis espaldas. Suspiro con fastidio porque soy consiente de que soy una verdadera idiota, debería de irme a mi departamento, contarle todo a Heissen y después llamar a la policía o simplemente aceptar que ya perdí mi celular, pero no, en su lugar camino hasta donde Nick pudiendo ser la peor decisión de mi vida.

—Vamos, nos regresamos, me entregas mi celular y te pierdes de mi vida, ¿cierto?, todo en menos de lo que canta un gallo.

—Claro —dice con sarcasmo, y sé que lo hace para molestarme por eso no le voy a dar el gusto de objetar. Caminamos hasta llegar al estacionamiento del edificio en donde Nick se sube a una vieja moto oxidada y hace un gesto con la mano para que me suba.

La motocicleta realmente se ve en mal estado, un ligero golpe y la tira el piso sin volver hacer que se sostenga. De pronto, me entra nuevamente la duda de si mi celular vale tanto la pena como para morir por subirme en esa porquería de moto o por el hecho de ir a un lugar desconocido con alguien... muy desconocido.

Bueno, de algo te vas a morir.

—No juzgues un libro por su portada —su chillona voz llega a mis oídos sacándome de balance, frunzo mi ceño al no entender, el niega con la cabeza como si estuviera frente a un idiota, seguido, explica: —, se podrá ver mal pero no tienes ni puta idea el buen motor que tiene esta nena.

—¿Nena? —pregunto con burla cruzándome de brazos.

—Es mi chica; hemos dado las mejores cogidas que podrías imaginarte.

Ruedo los ojos.

—Ya súbete —ordena—, vamos tarde y detesto hacerlo.

Levanto mi cabeza al cielo y cierro los ojos con pesar. Dentro de mi hay una pelea interna en si ir  no ir, la mayoría de las veces no soy complicada, soy impulsiva y me voy a la fácil, pero esta vez ni puta idea de porque es diferente, es como un presentimiento; como si algo mal fuera a pasar, sin embargo, yo no creo en esas cosas, no encuentro la lógica.

—Si vienes conmigo, te podré dar el celular y podrás ver los mensajes del tal Nathan.

Al escucharlo hablar, no, al escucharlo pronunciar el nombre de Nathan un escalofrió recorre todo mi cuerpo y no puedo evitar clavar mi vista en la suya.

—¿Mensajes de Nathan? —repito, incrédula—. ¿De que mensajes me hablas?, ¿Conoces a Nathan?

Suelta un bufido, saca del su bolsillo mi celular y fija su vista en la pantalla con el ceño fruncido.

—Ese chico si que es un grano en el culo, no se que le hayas hecho, lo que si es que se muere por saber de ti —afirma—. Cada dos días manda mensaje como si tu fueses a responderlo, incluso llama en las madrugadas por mas que cancelo la llamada. ¿No le has dicho que te asaltaron?, por mi visto no —dice, leyendo lo que sea que lee en mi celular—, sino no estuviera mandando mensajes tan patéticos como estos.

Mi corazón, sin resistirlo mucho, late con tanta fuerza que temo se me vaya a salir del pecho. La sensación de saber que Nathan quiere hablar conmigo me carcome, tenía pensando que me odiaba y que no quería saber mas de mi, y a pesar de que una parte así lo quería, la otra esta teniendo una fiesta en estos momentos. Supongo Luca termino contándole la verdad; que entre el y yo no paso nada.

No lo dudo ni un segundo más; necesito leer esos mensajes.

—Vayamos a donde tienes que ir.

***

Nota de autora:  Esté fue el último capítulo que había subido antes de sacar la historia para resubirla. Así que , apartir de aquí, los capítulos serán nuevos.

Facebook: Sanndy Yessenia

Instagram: @sanndyyessenia

Grupo de bellas lectoras: Koalas, lectoras de Sanndy Yessenia

¡Besos!

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