don't fall in love, daddy

De satanftsuicidal

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Tenemos que tener cuidado, no podemos enamorarnos papi. O De una gatita que no quiere enamorarse y de su pap... Mais

prólogo
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dos
tumblr
tres
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cinco
wattpad me odia
seis
siete
nueve

ocho

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De satanftsuicidal

ocho

Me despierto con el recuerdo de cómo al ver el mensaje de mi madre que indicaba que vendría ya a casa, Cooper salió casi corriendo de ella: no sin antes recordarme que las chicas malas obteníamos castigos y las buenas recompensas. Escucho como la alarma suena pero no la apago, podría quedarme gran parte de la mañana mirando al techo de mi habitación y es justo lo que iba a hacer hoy hasta que Hedi, con su pelo revuelto y su pijama de dinosaurios entra en la habitación y apaga mi alarma: me mira con una cara de reproche y quita las sábanas de mi cuerpo.

— ¡Tápame otra vez, enano! —Grito, pero pasan varios minutos y el simplemente me sigue mirando con reproche— Dios, te odio tanto.

– Soy tu favorito.

– Mi favorita es Rose, lo siento Hedi.

– Sé que no, será nuestro pequeño secreto. —Susurra y se va de la habitación riendo.

Tengo una sonrisa –provocada por las boberías de mi hermano– en mi cara mientras me desnudo para ponerme cualquier cosa, cuando estoy completamente desnuda veo mis nalgas reflejadas en la pantalla en negro del portátil: están cubiertas por la marca enrojecida de las manos y algún chupetón de Cooper, frunzo el ceño y siento el leve escozor. No duele pero sé que esas marcas están ahí y eso me pone los pelos de punta. ¿Es correcto jugar a este juego con Cooper? Es ahora, cuando más necesito que Owen sepa de esto, para que me haga de consciencia. Aparto la mirada de mis nalgas y con ella el pensamiento de Cooper siendo mi papi y sigo vistiéndome.

Salgo de casa más pronto de lo normal y siento un alivio inmenso cuando mi autobús está prácticamente vacío o cuando me puedo sentar en una cafetería a beberme un zumo. Veo por la ventana de la cafetería millones de estudiantes pasar, algunos hablando por teléfono, otros escuchando música o simplemente caminando sin hacer nada más, también veo a empresarias y padres en traje y corbata dados de la mano con niños ansiosos de entrar a la escuela más pronto de lo normal. Mientras bebo mi zumo no puedo dejar de pensar en Cooper, en él y en sus manos contra mi culo o en él y la forma que tiene de excitarme con tan solo un mensaje. Hay cierto miedo en mí, ¿y si los demás se enteran? No quiero que ellos vean esta faceta de mí. También está el hecho de que este es un juego que no tendrá dos vencedores y a pesar de todo no me gustaría que Cooper saliera mal por mi capricho, un capricho que tal vez no merece todo lo que estoy haciendo. Todo lo que estoy haciendo es con el único propósito de tener algo –cualquier cosa– con Bradley, en momentos así me gustaría volver a tener un grupo de amigas o poder contar con que si se lo digo a Owen no armará algún tipo de escándalo para poder tener algún tipo de ayuda. Decido finalmente tomarme un tiempo para analizar la situación porque pararme en una cafetería a mirar mi zumo no se siente como algún tipo de solución a este juego que he empezado sin haber leído el manual de uso.

Cuando llego a la puerta del instituto lo hago con la cabeza gacha, intentando que los chicos no me vean pasar: cosa que hago con todo el éxito del mundo, como he entrado antes de que toque la campana que da el inicio de clases voy hasta mi taquilla y reviso en ella mi horario: filosofía con Clarke y Jake a segunda hora, francés con Clarke y Cooper a cuarta y a última historia con Owen. Definitivamente me saltaré segunda y cuarta hora con tal de no ver a ninguno de los chicos y es por esta misma razón por la que corro al aula de matemáticas al escuchar cinco minutos antes de la campana los gritos de Jake rogando dejar de ser el centro de bromas de los chicos. Maldito idiota número uno. Sigo corriendo para entrar en el aula sin que ellos me vean, pero sé que lo han hecho cuando escucho como gritan al unísono mi apodo justo antes de que yo me meta dos minutos antes en mi clase de matemáticas. Nada más entrar siento la mirada de la profesora Steph en mi nuca, nunca en mi vida estudiantil había llegado tan temprano a una lección de matemáticas y no era porque las odie, porque realmente me gustan: sino porque se me hacen tan complicadas que le he quitado ganas con el tiempo. Eso es algo que ambas –Steph y yo– sabemos, y es algo también por lo que suele darme más trabajo del usual.

– ¿Señorita Rusell Gi...? ¿Gia...?

– Gianakopoulos, me duele muchísimo saber que llevo más de tres años siendo su alumna y ni si quiera usted sabe mi apellido cuando yo tengo que saber todo lo que usted escupe por la boca. —Veo como mi profesora ríe y yo me siento en mi sitio habitual.

– Tenerte aquí desde tan temprano le dará más trabajo a mi psicólogo, Señorita Rusell...—Cuando está a punto de intentar pronunciar bien mi segundo apellido suena la campana de inicio y la bruma de estudiantes le permite escaquearse de la ardua tarea que es recordar o decir bien mi apellido materno.

Contra todo pronostico matemáticas se me pasa tan rápido que cuando me doy cuenta ya estoy fuera, intentando esquivar la masa de alumnos e ir en la dirección opuesta a la clase de filosofía, es decir, al césped en el que Jake y Clarke estuvieron conmigo la última vez. Siento como mi móvil vibra dentro de la maleta cuando ya estoy sentada en una parte escondida del césped interior pero decido pasar de él y tumbarme a ver de lejos como un par de animadoras ensayan millones de figuras, puedo casi oír el entusiasmo con el que Jake me diría –de estar aquí– que debería de apuntarme en ellas para él poder gozar los privilegios de ser amigo de una animadora, también puedo escuchar las decenas de burlas de Clarke diciendo que aún así él no conseguiría estar con una animadora a lo que yo respondería que él tampoco podría estar con alguna.

***

Gran parte de la jornada escolar ha pasado, tras la hora en el jardín tuve que ir al aula de lengua y ahora estoy yendo a los baños para quedarme en ellos toda la hora de francés y la cafetería. Sé que es de cobarde no afrontar mis problemas, pero ahora mismo no siento ganas ni fuerzas de plantearme si quiero jugar con Cooper o no. Estoy a un pasillo del baño cuando escucho mi nombre, varias octavas más altas de lo permitido, no me giro cuando reconozco las voces de Clarke y Cooper pero sí lo hago cuando otra voz nueva se une a mi llamada. Bradley.

– ¡KT deja de saltarte clases y haznos caso! —Grita Clarke mirándome de lejos.

– ¡Ven aquí, ya! —Grita Cooper, tiene el ceño fruncido y su voz es demandante. Ordenes aquí no, papi.

Me doy la vuelta antes de que Bradley hable y corro hacia los baños, aunque sé que si voy directa a ellos, los chicos no tendrán ningún problema en meterse por lo que voy dando zigzag y metiéndome en aulas vacías con tal de despistarles y hacer que tiren la toalla: aún así, no consigo librarme de ellos tras pasados cinco minutos de la campana. En el baño intento ignorar los millones de susurros de chicas diciendo con quién se van a acostar en la siguiente fiesta o festejando haber escuchado a Owen contar uno de sus exclusivos cotilleos, definitivamente mi amigo debería de crearse una revista. Cojo mi móvil e ignorando los cientos de mensajes de Idiota nº1, Idiota nº2 y de Cooper y le escribo un mensaje a Owen.

K.T: Necesito que me lleves comida al baño y que me escoltes a las dos últimas asignaturas.

✓✓ 12:00

Owen culo gay: Eres insoportable... ¿un sandwitch hawaiano? 🤦

✓✓ 12:05

K.T: Y UN NESTEA, SON LOS BAÑOS DE LA ÚLTIMA PLANTA.

✓✓ 12:05

PERO RESPONDE IDIOTA¡!

✓✓ 12:06

NO ES TAN DIFÍCIL COGER EL MÓVIL EN MEDIO DE CLASES.

✓✓ 12:06

Owen culo gay: CaLLA ZORRA.

✓✓ 12:07

K.T: Yo también te amo, bebé.

✓✓ 12:07

Meto el móvil en el bolsillo y me siento en la taza del váter a esperar a mi amigo, el cual llega más pronto de lo esperado con dos bolsas de cartón al cubículo y lo cierra rápidamente.

– Esto me recuerda tanto a las películas.

– No evites el tema, KT.

– ¿Qué tema? —Owen levanta una ceja y yo frunzo el ceño, ¿por qué todo el mundo excepto yo, puede levantar una ceja?

– Eres realmente insoportable, ¿por qué vas escapando de todo el mundo? Tal vez no eres la reina de la popularidad, pero ya algunos me han dicho que mi amiga, la que está rodeada de chicos sin objetivos sexuales ha corrido por los pasillos esquivando miradas como si huyera de algo.

– ¡Eso es una gilipollez!

– ¿No estás huyendo de nadie?

– ¡Santo cielo! ¡Sí, estoy huyendo de Cooper y de...! —Owen tapa mi boca y me lanza una mirada severa.

– No. Grites. En. Un. Baño. De. Mujeres. Un. Cotilleo.

– ¿Por qué no debería de gritar? —Susurro.

– Solo hay una cosa más peligrosa que contar un cotilleo al lado mío y esa es contar uno en un baño de mujeres, ahora, ¿por qué huyes?

Estoy a punto de contarle toda la verdad sobre Cooper cuando reparo en pasos y voces femeninas que están contando lo que pasó en una fiesta hace un par de meses, veo como la cara de Owen se ilumina y poniendo un dedo en mi boca comienza a escuchar atentamente lo que le pasó a un chico en aquella fiesta. Sé por los tonos que usan las chicas que sé trata de un secreto y por la cara de mi amigo sé que dejará de serlo dentro de muy poco, nuevamente la duda se instala en mi: ¿debo confiar en él? Quiero hacerlo con toda mi alma, pero sé con seguridad que como les pasará a las chicas que están con nosotros —esas que ya se están marchando alegando que el descanso terminará pronto— mi secreto dejará de serlo una vez puesto en los oídos de Owen. Es triste no poder confiar en él de esta forma, mi Owen, que lleva toda una vida conmigo y que no me abandonó en los peores momentos, mi cotilla y gay favorito: mi mejor amigo al que no le puedo contar un secreto. Resignada, en vez de contarle la verdad le digo que simplemente estoy enfadada con los chicos por haberme hecho viajar en un maletero, es una historia corta y aún así nos toma todo el final del tiempo de descanso y mitad de hora de la clase siguiente: lo bueno es que llegamos a nuestra última hora y primera clase juntos del día temprano, tanto que cuando estamos en frente de la puerta ni si quiera ha tocado la campana que indica el inicio de nuestra clase.

Historia se hace completamente tediosa ante la falta de profesor y me paso toda la hora con la vista pegada a las actividades que nos había dado el sustituto, sin siquiera poder hacer algún comentario con Owen acerca de cualquier cosa. Escuchar la campana que da el final de la jornada se transforma en música para mis oídos, no me preocupo mientras camino hacia mi taquilla de si los chicos me ven porque los viernes suelen pasar antes por el campo de rugby para hablar sobre las jugadas y demás del partido del domingo, ninguno de los chicos excepto Bradley juega, pero aún así estos le acompañan. Voy enganchada al brazo de Owen, saliendo del instituto cuando un conocido Seat Panda se cruza en nuestro camino, sé que no tengo escapatoria cuando Owen me agarra las dos manos para evitar que corra mientras Clarke se baja del asiento copiloto junto a Cooper y Bradley que se bajan de los traseros. Me revuelvo entre los brazos de Owen cuando veo como caminan hacia mi, adivinando que me meterán en ese coche obligada y me pedirán explicaciones.

– No iba a permitir que estuvieras peleada con semejantes hombres —Me dice en el oído Owen— Pasarás la tarde con ellos.

– Vete a la mierda Owen, ¿y mi madre?

– Hablé con ella. Siempre pienso en todo, y si tu pelea dura mucho tal vez yo no pueda tener algo con ellos.

  – ¡No son gays!

 – ¿Me ha importado alguna vez la orientación sexual de alguien, cielito?

Tras la pequeña conversación —mas bien discusión— y patadas de mi parte termino con las manos agarradas por Bradley, los pies por Cooper y a Clarke diciendo que dejara de morder y hacer cosas que solo atrasarán la tarde de chicos.

– Dirás tarde de chicas. —Bufo mientras me tiran sin suavidad a la parte de atrás del coche, por lo menos no es el maletero.

– No, somos más chicos que chicas. —Jake me mira por el espejo retrovisor mientras Bradley me pone el cinturón, estoy tan molesta que ni me emociono por su presencia—

– ¿Seguro? Porque hay que ser nenaza para no poder sujetarme entre solo uno de ustedes, esto me recuerda a los chistes de cuántas personas son necesarias para cambiar una bombilla, pues algo así: ¿cuántos idiotas hacen falta para cambiar una bombi...? —Paro cuando veo como Cooper saca una pequeña cuerda de la parte trasera de su pantalón y me pide las manos— ¿¡Es verdaderamente necesario amarrarme!?

– Queríamos conseguir dardos tranquilizantes, pero Clarke no consiguió contactar a tiempo con el que le vende ese tipo de mierda. —Dice con gracia Bradley— Estás al lado de la puerta KT, tenemos miedo de que la abras y te tires.

Una vez amarrada, con el cinturón puesto y el coche en marcha empiezo a estar nerviosa, Cooper lleva todo el camino mirándome, su muslo chocando a propósito con el mío. Mi corazón acelera cuando veo como se acerca a mi oído al darse cuenta de que lo miro, su boca acaricia suavemente mi oreja y su aliento cálido me pone los pelos de punta a medida que susurra con gracia: ¿cuántos papis hacen falta para mojar las bragas de KT?

***

Son más de las seis cuando todas las miradas de cada uno de los chicos caen sobre mí, llevamos toda la tarde dando vueltas en el coche, mi corazón golpeteando contra mi pecho cada vez que caía en la realidad de que Cooper estaba a mi alrededor. No había hablado mucho en todo el día, simplemente me había dedicado a escuchar las bromas de los chicos o sus temas de conversación, es decir, a evadir el momento de la verdad. El momento de las preguntas para las que no tenía una respuesta apta para los de este coche. No hace falta que los chicos digan la pregunta en voz alta, simplemente digo la respuesta que llevo preparando todo el día.

– He pasado todo el día ignorando su existencia porque estoy enfadada, ¿han visto como me tratan? ¡Me pasé gran parte del trayecto de hoy con las manos amarradas y el otro día me llevaron en el jodido maletero! ¿¡Así es como se hacen amigos!? —Cuando termino siento la cara roja y los chicos me miran serios para luego soltar un par de carcajadas.

– Definitivamente KT, tienes la regla. —Suelta Clarke, y prefiero callarme antes de empezar a insultarle.

– Ignoraré tu comentario misógino, ¿alguien puede simplemente quitarme la cuerda y dejar que me baje del coche para entrar en mi casa?

Cooper lentamente me desamarra con destreza y una sonrisa la cuerda, para luego decirles a los chicos que me acompañará hasta la puerta, —a lo que me negaría si no estuvieran ellos delante— una vez fuera me coge del antebrazo y en el portal me expresa su frustración.

– ¿Qué mierda pasa contigo, gatita?

– Cooper para, nos van a escuchar. —Mi papi suelta una risa irónica y me mira poniendo los ojos en blanco.

– Me da igual que nos escuchen, esa mierda de que te tratamos mal no se la cree nadie, ¿qué es lo qué pasa?

Suspiro, y en la resignación susurro lo que lleva todo el día en mi cabeza.

– Necesito pensar en esto. —Nos señalo.

– KT, no somos nada —Suspira— Nada romántico.

– ¿Cuál es el punto de empezar un juego que perderás, Cooper?

La risa de Cooper es harmoniosa e incluso sin haber terminado de reír me besa rudamente, empujándole lejos de mí nada más su lengua hacer contacto con la mía, todavía con la melodía que es su risa saliendo de sus labios va hacia el coche y justo antes de entrar me grita.

– ¡Nunca pierdo, señorita!

Ojalá no pierdas, papi.



nota de autora/reparto

opd, ojalá les guste el reparto. voten y comenten, pls.

Sage Tullis como KT 

Lucky Blue como Cooper

Colton Haynes como Bradley 

(iba a ser Owen en un principio ah)

Reece King como Jake

Wesley Tucker como Clarke

Sam Way como Owen

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