Cambiando tus Reglas TR#3 ✔️|...

By vhaldai

15.5M 1.4M 1M

PUBLICADA POR PLANETA CHILE. Murphy Reedus es una lectora fanática de los romances juveniles que cursa su pri... More

Cambiando tus Reglas
Tengo una cita
Cuestión de familia
Así comienza todo
Tutorial para arruinarlo todo - Parte 1
Tutorial para arruinarlo todo - Parte 2
Tutorial para arruinarlo todo - Parte 3
La ley de Murphy
El despertar del lobo
Debe ser un malentendido
Destruyendo a Jax
Reducción de personal
Momento de lucidez
Nada pasó
Conociendo a Los Reedus - Parte 1
Conociendo a Los Reedus - Parte 2
Conociendo a Los Reedus - Parte 3
Cuando se cierra una ventana...
Nada es lo que parece
En tierra hostil - Parte 1
En tierra hostil - Parte 2
Un escolta y un qué pasaría
No cruzar la línea
Confesiones y encuentros cercanos - Parte 1
Confesiones y encuentro cercanos - Parte 2
Confesiones y encuentros cercanos - Parte 3
Soy tu Watson y tú mi Sherlock
Solo es Jax
Tu nuevo mejor amigo
El corazón de Spencer
Señor Wilson
Me gustas - Parte 1
Me gustas - Parte 2
Una cabina para dos
Cuentos de niñas
No mires
¿Qué es esto?
Tú eres mi favorita
No tocar
Estoy contigo - Parte 1
Estoy contigo - Parte 2
Yeso, araña y libros
Entre ambos
Feria del Libro - Parte 1
Feria del libro - Parte 2
Tres adolescentes poco convencionales
Esto no lo provocan los relámpagos
No lo hagas
Relatividad - Parte 1
Relatividad - Parte 2
Libérate
Muchas 'eres' y 'emes' antes de Navidad
Capítulo 41: "El corazón roto".
Capítulo 42: "La siguiente página".
Capítulo 43: "Mad Sounds".
Capítulo 44: "Las cosas nuevas que sé de ti - Parte 1".
Capítulo 44: "Las cosas nuevas que sé de ti - Parte 2".
Capítulo 45: "La casa amarilla".
Capítulo 46: "Personaje secundario".
Capítulo 47: "¿Idiota o gentil?"
Capítulo 48: "Terror en las profundidades".
Capítulo 49: "Un día más".
Capítulo 50: "Cada parte".
Capítulo 51: "Catarsis".
Epílogo
Díselo a la luna
ESPECIAL 10M - Parte dos
NOTICIA NOTICIOSA

ESPECIAL 10M - Parte uno

120K 12.5K 17.2K
By vhaldai


¡JAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAIS MIS AMORES! Como dice en el título (y lo anuncié en Instagram y FB) este es un especial por los 10 millones de lecturas :O Infinitas gracias por estoooo! Todavía recuerdo cuando apenas iniciaba la historia :'v mai filins..sdfghj

Antes de leer: este especial ocurre después del capítulo 51, o sea, el final. Si aún no llegan a esa parte, CUIDADO, esto es spoiler del weno XD

El segundo especial será de Jax. Sep, yo sé que muchos le tienen resentimiento, pero también merece su espacio. Y ustedes, necesitan conocer a la persona que lo conquistó. O sea sho 7u7 La madre de sus hijos.

okno

ia m bohi 

....

Hola Dios.

Ya sé, no estoy en posición de pedirte nada desde que prometí dejar de decirles «muggle» a las personas que no me caen, ¡pero ese sujeto de saco se lo merecía! Lo sabes, tú estás de mi parte.

Y, uhm... supooongo que también sabes que no quería pisarlo así, fue casualidad.

Mierda... Digo, cierto, lo ves todo.

Está bien, sí quería pisarlo. Perdón por mentirte.

Soy un caso perdido, ¿cómo es que todavía me tienes viva, eh? ¿Qué planes tienes para mí? ¿Algún día piensas decírmelo o continuará siendo un misterio? Oye, yo sé que trabajas de forma silenciosa pero soy despistada a veces, necesito que me lo digas con un megáfono si es posible.

Coff, es broma, coff.

En fin, creo que no es necesario pedirlo que pretendía porque... La cosa es que, hoy conoceré al chico del diario ¡y necesito que te apiades de mí! Por favor. Nada de delincuentes, mujeriegos disfrazados de chicos honestos, futuros amigos homosexuales, mi mala suerte arruinando las cosas y falsas ilusiones.

Que todo sea normal... dentro de lo anormal que fue nuestro encuentro.

Bueno, eso es todo.

Amén.

Ah, y por favoooor, deja que encuentre trabajo, necesiiiiito la antología de The Noose.

Ahora sí... Amén.

¿Ustedes otra vez? Parece que les encanta leer mis tragedias. No los culpo, a veces leer que alguien está peor que uno mismo es divertido. Quizá por eso nos reímos tanto cuando otra persona se cae o erra en algo.

Teniendo en cuenta lo desastrosas que fueron mis días anteriores, no debían quedarse con la duda sobre el chico del diario, ¿verdad?

Bien, pueden venir con nosotros y saber qué pasa.

Desciendo la mirada hacia mi escritorio, el diario que contiene las mismas reglas que creé hace un tiempo. Todavía no me creo que me haya tomado de forma tan extraña con un chico que escribió en su diario lo mismo que yo. He llegado a pensar que es una broma y próximamente la veremos todos los Reedus en la sala por televisión. O que es una plan muy elaborado por todos, para salir del pozo eterno en el que lentamente parecía ahogarme después de... Creo que no es necesario mencionarlo, ustedes saben lo que ocurrió; y si no sabes de qué hablo, mejor será que leas los capítulos anteriores, ¿acaso no sabes que es un pecado terrible saltarte los capítulos?

También llegué a pensar que es obra de quién-tú-sabes. No, no me refiero a Voldemort. Me refiero a su semejante, quien ya debe estar instalándose en algún departamento de Nueva York.

Quisiera tenerle rencor alguno, poder elevarlo en groserías. Pero no puedo, vivimos muchas cosas y sentí demasiado para odiarlo. Ahora solo le deseo lo mejor, porque sé que él hace lo mismo conmigo...

I feel your world keep dying, no more use in tryin'

Tony del demonio. No ha dejado de cantar esa maldita canción desde que le conté sobre cómo me rompieron el corazón. Lo peor es que siento que va dirigida a mí y solo a mí. Claro, como mi vecino adolescente no tiene ningún drama con mi hermana y el tema del amor a distancia le está sentado bien, no tiene ningún derecho para cantar una canción sobre despecho y odio.

Esto es una burla para mí.

Oye, deja que el muchacho cante lo que se le dé la gana, si te sientes identificada es tu problema, corazón.

Cállate.

And my body's trashed and low, but to you I'll never show myself for what's insideeeeee!

Rezongo dirigiéndome con zancadas, cual dinosaurio, hacia la ventana que, antes, nos unía y le servía como medio de escape de su casa y problemas. Como mi vecino adolescente no tiene ningún pudor —aunque eso va por cuenta doble— ni siquiera ha cerrado las cortinas de su habitación para vestirse. Está echándose desodorante en las axilas y por el pecho. Ha salido recién de la ducha y trae una toalla gris colgada en la cintura. Antes de que pretenda quitársela, me aferro a los fierros de la rejilla.

—La próxima vez que cantes esa canción le mandaré una foto de tu trasero a Chloe.

—¿Qué quieres que haga? Se me pegó.

—Me llega al corazón, también me incita al rencor y sabes que soy demasiado benevolente para odiar a alguien.

—Pues sí. ¿Murph odiando a alguien? No, señores, eso jamás ha pasado.

—No me gusta tu sarcasmo, Tony. —Guarda silencio caminando hacia la ventana. Por un momento me siento como papá, queriendo decirle que no se acerque a la ventana o puede enfermarse. Prefiero omitir mi advertencia al notar que me examina—. ¿Qué?

—¿Vas a salir?

—Ah, sí —respondo con un nerviosismo que trato ocultar—. Tengo que regresar el diario al chico con el que choqué. Ya sabes.

—Oh... Tu versión masculina.

Suena ridículo, aunque lo sea. Eso sí, el chico del diario se veía mucho más tímido que yo.

—Tengo miedo —confieso tras echarle un vistazo a la puerta, así nadie me oye—. Sé que es posible coincidir en las reglas, tener un pensamiento similar, pero sus tres reglas tienen las mismas palabras que las mías. Si soy víctima de una broma y tú eres parte...

—Relájate —me calma esculpiendo una sonrisa—. Dudo que sea una broma, y no me prestaría para algo así.

Es cierto, Tony no se complementaría con alguna fechoría de mal gusto, sino que me advertiría sobre lo que está pasando. Ese no ha sido el caso, pero sigo cuestionándome la gran coincidencia entre el chico del diario y yo.

Por qué darme una oportunidad tan repentina después de que el amor me apaleó y escupió diciéndome: «eh, tú no sales de infierno friendzoneano. Ahora eres ama y señora».

—Bien —accedo entonces—, ya debo irme.

—Suerte con tu cita —alcanzo a oírle.

—No es una... olvídalo.

Maya me dio el perfil del dueño del diario. Su nombre es Alan y tiene dieciocho año; un año menor que yo. Que es de Nueva York, pero que vino a esta ciudad para acompañar a sus amigos. Estudiante en primer año de Arte. Mencionó también su facilidad para titubear y sonrojarse, cosa que pude notar cuando chocamos. Le gusta leer y es adicto al brócoli. ¿Quién puede volverse adicto al brócoli? Esa verdura es la pesadilla de todos los niños. Ah, y hablando de niños, trabaja de niñero.

—Murphy, ¿cierto?

Noto cómo se encoge de hombros, mostrando lo difícil que se le hace pronunciar mi nombre.

—Ese es mi nombre.

Trato de esbozar mi mejor sonrisa, pero solo hay un intento nefasto y desagradable. Hay una pausa que se vuelve eterna. Ambos nos miramos esperando que el otro hable. Prefiero tomar yo la iniciativa.

—Tu diario —descuelgo mi bolso y busco entre las cosas el diario de Alan. Cuando el diario ve la luz, alcanzo a percibir un «oh» de sorpresa por parte del sujeto—. Aquí está tu diario.

Vuelvo a colgarme el bolso en el hombro y extiendo el diario. Alan alza las cejas con sorpresa, reaccionando.

—Ten el tuyo —dice antes de agarrar su libreta. Busca en su mochila mi diario y hacemos el intercambio.

Un rápido recuerdo del choque y mis palabras al decirle que su diario en realidad era mío, invade mi cabeza llenándome de culpa por cómo se dieron las cosas.

—Lamento la confusión —confieso, apretujando el diario contra mi pecho. Alan asiente—. Bueno, adiós.

Me doy media vuelta con la intención de repasar el interior del diario para comprobar que todo esté en orden; además, necesito saber que la carta del innombrable sigue allí. Dentro del espacio vacío después del choque, anhelé volver a leerla como buena masoquista que soy.

—¡O-oye!

Alan me detiene.

—Dime —pregunto lo más cortante posible.

—Ah, uhm...

Empieza a tocar con inquietud si diario, haciéndolo girar entre sus manos como si condujera un auto. Lo noto más encogido y con un evidente rojo solar tiñendo sus mejillas. Oh, no. Ya sé qué dirá.

—¿No quieres ir conmigo al parque temático de Harry Potter? Tengo las entradas.

¿Qué?

Pestañeo del asombro, entonces sacudo la cabeza para saber que estoy despierta. En efecto: Alan, el chico del diario, está de pie frente a mí. No estoy imaginando nada.

—¿Cómo dijiste? —pregunto.

Alan abre sus labios mientras busca en su cabeza qué responder.

—Es que... —Mira sus pies— Tengo dos entradas para una obra de teatro y me preguntaba si querías acompañarme.

Oh, cerebro, de nuevo estás jugando en mi contra. Sí, ambos sabemos que queremos visitar ese parque temático, pero nunca tan desesperados para creer que la persona que recién conocemos nos invita. Basta ya, me dejas en ridículo.

Por otro lado, una invitación a salir, sea donde sea, no me viene en gracia para nada. Recién estoy reponiéndome de una salida desastrosa en el día de los enamorados, no me veo con las agallas de querer algo más.

—No sé qué cosas te haya dicho Maya —respondo tras meditarlo—, pero no estoy haciendo ese tipo de cosas ya.

—¿Qué... qué clase de cosas?

Si esa pregunta lo hubiese hecho Jax probablemente estaría observándome con su mirada lasciva y remordiéndose los labios. No obstante, ante mis ojos el lado opuesto al unineuronal se presenta de una forma más retraída y sin doble sentido. Hasta podría decir que es inocente. Ahora yo me siento como la chica mala con pensamientos lujuriosos.

¿En qué estaba? Ah, sí, aclarar qué tipos de cosas ya no hago.

—Salir con chicos —repongo—. Dejé de buscar y, si me permites decirlo, deberías hacer lo mismo. Deja que las cosas pasen, no las fuerces.

—¿Lo dices por las reglas?

Maldito, leyó mi diario. O Maya le contó sobre las reglas. Aunque no debería molestarme, yo también leí las suyas.

—Qué poder deductivo más grande —suelto con malicia. Luego recuerdo que estoy tratando con alguien que no conoce mi humor y me retraigo.

Estoy muy a la defensiva, pero me es inevitable.

—Sí, lo digo por las reglas.

—Las... ¿leíste? —vuelve a preguntar, viéndose nervioso.

—Tú hiciste lo mismo —deduzco. Un leve sonrojo lo delata—. Pero haz lo que se te plazca, es tu vida después de todo.

—¿Y si lo que quiero es forzar el curso de las cosas e invitarte a salir? —Ahora es un sol. Se está incendiando toda su cara. Al percatarse de sus propias palabras, se exalta al punto de tirar su diario—. E-es decir, no te estoy obligando... a nada —aclara forzando la voz. Al recoger su diario del suelo, noto colores rojos que jamás pensé conocer. No quiero ser malvada y reírme, así que esculpo una diminuta sonrisa.

¡Ay, no! No caigas, Murph.

Vuelvo a mis cabales y carraspeo:

—El día del choque no fue el mejor para mí. Y no estoy de humor para nuevos romances, en absoluto. De hecho, hasta podría decir que pasaré el resto de mi vida sentada en mi cama leyendo.

Sus inquietos ojos, los cuales apenas podían mirar los míos, sufren un cambio que cautivan los míos. Por primera vez hacemos contacto visual; por primera vez no aparta sus ojos o se fija en un punto ciego.

—¿Lees?

Es una pregunta llena de curiosidad.

—Sí. Por lo que vi cuando chocaste conmigo, y por lo que dijo Maya, tú también.

—¿After all this time?

—Always.

Su sonrisa se amplía.

—Demasiado sencilla —dice con cierto dejo desafiante. Entrecierro los ojos esperando que lance otra—. Se acabó. Vete a casa.

—Tú eres mi casa.

—Seas quien seas, hagas lo que hagas, cuando deseas con firmeza alguna cosa es porque...

—Este deseo nació en el alma del universo. Es tu misión en la tierra.

Mete el diario bajo su axila y aplaude. Elevo una de mis comisuras haciéndole saber que no podrá ganarme.

—¿Puedo confiar en ti?

—Todos los días, Pajarito. —Con eso me percato que he caído en su turbio juego para mantenerme con él—. ¡Oye, no trates de engañarme!

—Fue divertido —admite, encogiéndose de hombros.

Lo fue. Creo que no lo hice con nadie antes. Me refiero a lo de las frases, claro.

Contengo el aire un instante, viéndolo de pie, sosteniendo su diario, esperando que después del intercambio de frases diga que sí. De pronto, siento una comezón por todo del cuerpo.

—Bien, vamos a ese recital o acuario —accedo en medio de un gruñido.

—Es una obra de teatro —me corrige entre risas.

Qué fácil de convencer soy, por Dios.

***

Alan y yo nos sentamos en la tercera corrida de sillas, justo frente al escenario. La obra, Quémame con hielo, aún no empieza; los actores y tramoyas van de lado a lado arreglando la escenografía. Confieso que estar aquí me hace sentir cómoda, es mi ambiente, es lo que me gusta. Alan fue muy perspicaz al elegir ver una obra de teatro.

Mientras las personas se van acomodando, busco alguna forma de hacer hablar a Alan. Es mucho más tímido de lo que creí. Y mucho más torpe de lo que se ve. De camino al teatro tropezó unas cinco veces y dos personas lo pasaron a llevar.

Íbamos comentando sobre La Extinción cuando un sujeto pasó a su lado y lo arrasó como un huracán. El pobre Alan apenas pudo mantenerse en pie, si yo no lo hubiese sujetado su trasero se estampaba en el suelo. Tuve que poner al idiota imprudente en su lugar.

—Oye —farfullé—, fíjate por dónde pasas. —Pero el idiota lo dijo todo con un gesto obsceno que imité. Una vez que Alan se mantuvo estable, lo solté—. ¿Estás bien?

—Eh... —Estaba casi morado— s-sí.

—No tienes por qué sonrojarte por algo así.

—Lo lamento.

—Ni disculparte —corregí—. Si alguien te empuja y no es tu culpa, deberías ponerlo en su lugar. No te calles.

—Es fácil para ti decirlo, estudias Teatro.

—Aún así. Hay que hacerse respetar.

Esa pequeña charla llevó al tema de los superpoderes. No pregunten los motivos, solo salió.

Ahora, sin embargo, se me está haciendo complicado mantener la plática. La situación se está tornando incómoda. ¿No se supone que él es el interesado? Bah.

Busco entretenerme en el posa-brazos de mi asiento. Es cuando surge una nueva duda.

—¿Por qué creaste las tres reglas? —le pregunto, provocando que deje de contemplar la escenografía.

—Al principio se trató de una idea tonta. —Él también empieza a jugar con el posa-brazos. Sus dedos están cerca de los míos y necesito apartarlos. Gesto que él se percata y vuelve a tensarse. En medio de un carraspeo, prosigue—: Digamos que mi suerte con el sexo opuesto no es la mejor.

—Quizá deberías tratar con los de tu mismo sexo —bromeo.

Bien, idiota, de nuevo con tu humor terrible.

Alan reniega con esmero.

—No, gracias.

—Era una broma.

—Oh. Preguntaría por qué creaste las tuyas, pero ya me hago una idea de los motivos... —Clavo mis ojos sobre él, ordenándole con ellos que guarde silencio y no continúe. Alan da un respingo en su asiento—. Lo siento.

—No importa. —Regreso mi espalda al respaldo de mi asiento y arrastro mi cuerpo, como si me derritiera—. Dime, ¿cómo conociste a Maya?

—Tenemos una amiga en común.

Su forma de pronunciar «amiga» me causa cuidado. Entrecierro mis ojos buscando algún signo que delate su mentira, y lo encuentro: al voltear, esquiva mis ojos de una forma más exagerada que antes, menos natural. Además, traga saliva con dificultad.

—Estás mintiendo.

Coloca su mano cual pared, impidiendo que sigua viéndolo.

—Bien —confiesa—, en realidad no es mi amiga. Casi no la conozco. Pero esa persona me dio el número de Maya. Me dijo que ella conocía a la chica del diario, tú, y habló algunas cosas sobre ti.

Arrastro mis pies vuelvo a acomodarme en el asiento, mostrando un interés enorme en la persona que habló de mí. Si llego a enterarme de quién se trata, sacaré mi varita y no me importará lanzarle la maldición Cruciatus.

—¿Quién es?

—No puedo decir su nombre.

—¿Pero me conoce? —insisto.

—Te describió muy bien.

Esto parece una conspiración. O fue una de mis enemigas —que llamo «amigas»— o Jollie y Chloe hicieron algo. Sí, ese par debió hacer algo en conspiración con Maya.

—Anda, dime quién es.

Alan aprieta sus labios con fuerza en una discusión mental.

—Te daré el nombre de la persona que me habló de ti...

—¡Genialoso!

—Pero tengo una condición.

¿Una condición?

—¿Cuál?

—Salgamos otra vez.

Mi mundo se derrumba. Me desinflo igual que un globo, ya sin aire. El peso en mis hombros se acentúa. Alan me mira como esperando una respuesta positiva, pero todo lo que puedo hacer para mis adentros es encender la alarma que me dice «no lo hagas». Recuerdo las reglas, mis nuevas reglas. Las citas que tuve, las personas que conocí y al mayor de mis problemas: Jax Wilson. Un escalofrío navega por todo mi cuerpo y necesito detenerme un segundo para inspirar hondo para así no revivir la última de mis citas. O el inicio de todo; nuestro encuentro en la torre, el que fingirá ser mi novio, la búsqueda de su madre, nuestra noche, la cabina, los abrazos y besos... Todo aquel sentimiento que condujo a la catarsis.

Miro a Alan; su semblante diferente. Con Jax existían opciones que ya conocía gracias a los libros, el desenlace de nuestra historia. Si Alan es diferente al resto, no sé cómo acabaran las cosas, ni cómo acabaré yo.

—No puedo —musito al tiempo que las luces empiezan a apagarse—. Yo... tengo miedo. Lo que sucedió ese día fue tan extraño que, no sé, estoy paranoica por saber cómo alguien creó las mismas reglas que yo, intercambiamos diarios por un choque. Tú lees, sabes qué cosas así ocurren en libros, que existe una posibilidad minúscula que pase en la vida real.

—¿Y si te digo que no fue una coincidencia?

—¡A eso me refiero! Yo no quiero forzar nada. Si nuestro encuentro y lo de las reglas fue premeditado, no lo quiero. Prefiero pasar.

—No estamos forzando nada —argumenta, tratando de hablar mientras una tipa nos dice que apaguemos nuestros celulares—, empezamos desde abajo.

—¿Desde cero?

—Como completos desconocidos unidos por raras circunstancias —dice y estira su mano para que las estrechemos.

Bajo mis ojos a su mano.

—Bien. —Uno mi mano a la suya, sintiendo su tacto diferente. Nos mantenemos así un momento, observándonos—. ¿Quién es la chica que te contó de mí? —rompo el silencio.

—Su nombre era...

Pero no puedo oír más. La obra ha empezado.

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