||Antes del Arcoíris - CAMREN...

By AllysonDeVil

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¿Se puede ser completamente feliz? Camila cree que sí. ¿Se puede ser completamente triste? Lauren cree que sí... More

+ADVERTENCIA+
+SINOPSIS+
° Prólogo °
[CAPÍTULO 1 - ROJO]
[CAPITULO 2 - ROJO]
[CAPÍTULO 3 - ROJO]
[CAPÍTULO 4 - NARANJA]
[CAPÍTULO 5 - NARANJA]
[CAPÍTULO 6 - NARANJA]
[CAPÍTULO 7 - NARANJA]
[CAPÍTULO 8 - AMARILLO]
[CAPÍTULO 9 - AMARILLO]
[CAPÍTULO 10 - AMARILLO]
[CAPÍTULO 11 - VERDE]
[CAPÍTULO 12 - VERDE]
[CAPÍTULO 14 - VERDE]
NOTA

[CAPÍTULO 13 - VERDE]

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By AllysonDeVil


Camila llegó a la siguiente sesión del grupo de apoyo, esa que se celebró en un viejo basurero debido a temas de tiempo y disponibilidad, con una expresión que sorprendió a todos.

—¿Mila? —Ally, su mejor amiga, fue la primera capaz de notar aquel gran cambio.

Su sonrisa no estaba, sino una expresión neutra que los aterró a todos. La chica feliz se había marchado, pero esta versión era peor que la anterior.

La otra había parecido más viva.

—¿Mila? —Axel se acercó con cautela. Había deseado disculparse desde el incidente, pero ella no se lo había permitido. Cada vez que intentaba llamarla o enfrentarla, ella simplemente le ignoraba— Si estás así por algo que dije entonces realmente lo siento. Yo no sabía que reaccionarias de esa forma.

Camila no lo miró, pero tampoco se esforzó en decirle algo. Si bien su estado de ánimo no se debía a sus malas palabras, no planeaba hacerlo sentir menos culpable.

Ally lo miró con furia. Más adelante le preguntaría por todo lo sucedido.

—¿Puedes contarme lo que sucedió? —Ella negó— Mila, por favor. Soy tu mejor amiga. Puedes confiar en mí.

Pero ella no quería hablar.

—¿Esto era lo que querías, Ally? —Se alteró Normani. Si bien no había tenido tiempo para entablar amistad con Camila, o con cualquier persona del grupo, sí que había desarrollado una leve apreciación por la chica de las sonrisas— ¿Querías cambiarnos drásticamente?

La pequeña negó con la cabeza frenéticamente. Estaba desesperada.

—No. No así.

—¿Entonces si querías cambiarnos?

Ally abrió la boca para responder, pero Dinah no se lo permitió.

—¿Alguien sabe dónde se metió Lauren? —Ante su pregunta todos voltearon a mirar. Ciertamente no estaba por ninguna parte— Ha llegado tarde un par de veces, pero nunca tan tarde.

Algo muy malo estaba sucediendo, pensó Ally. Eso le preocupaba.

El grupo de apoyo no tenía que ser así. El grupo de apoyo en el que había pensado no era así para nada. Todo estaba saliendo mal, terriblemente mal.

Lauren llegó como un milagro, como queriéndole indicar que no todo estaba perdido. Llegó corriendo hasta la reunión, gotas de sudor resbalando por su frente, el aliento perdido en una carrera contra el tiempo.

—Lamento haber llegado tarde —Se disculpó cuando el aire volvió a sus pulmones. Traía un pequeño bolso tras la espalda, un bolso que no había estado allí las pasadas sesiones—. Me quedé dormida y... ¿Sucede algo?

Si bien les alegraba su llegada, la neutralidad en las facciones de Camila no les permitía sacar de sus rostros aquellas expresiones de funeral.

—Es Camila... —Respondió Normani— No sabemos lo que sucede con ella, pero no está sonriendo.

—Creo que es mi culpa —Contó Axel. Lauren solo rodó los ojos al escucharlo, y mentalmente se dijo que más tarde hablaría con él. Camila no le había contado con exactitud lo sucedido en su cita, pero si había dejado a Madame H al borde de las lágrimas debía de ser muy malo—... Salimos a cenar y ella...

—Es mejor que te calles.

—Pero...

—¡Esto no es tu culpa, Axel! —Exclamó exasperada— Es culpa de Leo.

—¿Leo? —Preguntó Dinah bastante confundida mientras, protectoramente, abrazaba a su hijo contra su pecho. El pobre no hacía nada más que llorar, comer y dormir— ¿Qué hizo mi bebé?

—No tu hijo, idiota. Mi hijo.

—¿Tienes un hijo? —Preguntó Ally. No esperaba ese giro en la historia.

—¡No, idiota! —Negó con frustración— Hablo de mi perro.

Ahora todo tenía un poco más de sentido, pero no demasiado.

—¿Qué podría hacerle Leo? —Cuestionó Normani— Ese perro es adorable.

—Lo sé, lo sé —Coincidió Mr. Sad bastante exasperada. Necesitaba un minuto de silencio—. Pero le gusta hacer travesuras de vez en cuando.

Las preguntas continuaron, pero nadie las respondió. Lauren estaba muy ocupada buscando algo dentro de su mochila y arrodillándose frente a una muy rota Camila cómo para ocuparse de sus muy estúpidas dudas.

—No soy buena costurera, pero hice lo mejor que pude —Comenzó la chica triste mientras la miraba a los ojos, y no podía creer cómo algo tan pequeño había hecho tan enorme estrago en Madame H—. Al principio pensé en buscar a un profesional para que lo reparara, pero preferí hacerlo yo. Mi perro, mis problemas.

Camila la miraba atentamente, esperando por algo. Quería que le sanaran el alma de una buena vez.

—Pasé noches enteras intentando repararlo. No es un trabajo perfecto, pero espero que sea suficiente para verte sonreír nuevamente. No es algo que quiera confesar en público, pero me duele verte tan rota.

Cada una de sus palabras era cierta, tan ciertas que se sentían mientras danzaban en aire y se convertían en música para los oídos de Madame H.

Con cautela, casi con temor, la chica de ojos verdes sacó un muy remendado dragón de peluche de aquel bolso. Le faltaba un ojo y uno de sus brazos estaba notablemente más corto, pero en cada detalle podía apreciarse lo mucho que Mr. Sad se había esforzado para devolver la felicidad a su muy preciada Madame H.

—Draco... —Se le escapó a Camila de los labios con un sonido parecido a un sollozo.

La chica triste dejó el juguete entre las manos de la chica feliz, quien tocó cada parte de su cuerpo. Quería asegurarse de que aquello no era un sueño.

Días atrás aquel dragón no había parecido tener arreglo.

—¿Puedes perdonar a Leo? —En los ojos de la chica triste había un arrepentimiento que no debía ser parte de ellos— Es un perro y no sabía lo que estaba haciendo. Yo soy su dueña, su madre, así que debí vigilarlo mejor. No volverá a tu departamento si eso quieres, no volveré yo tampoco, pero vuelve a sonreír.

Lo último que dijo fue una súplica desesperada.

Camila lo intentó, realmente lo intentó, pero no pudo.

—Yo no estaba enojada con Leo. Es un perro. No puedo enojarme con un perro —Si bien había destrozado un importante recuerdo, sentía la necesidad de aclarar que sabía que aquella mascota había sido víctima de un simple impulso animal.

Lauren suspiró con tranquilidad. A su alrededor, todos los miembros de aquel grupo de apoyo las miraban con curiosidad.

Jamás habían visto una interacción tan peculiar.

—¿Ahora puedes sonreír?

De nuevo lo intentó. De nuevo fracasó.

—Por favor, Camz... —Insistió. Las manos de la mayor se posaron en las rodillas de la chica feliz, jugueteando con ellas. Quería ver esa odiosa sonrisa nuevamente.

Odiaba la tristeza en ella.

—¿Por mí? —Suplicó con una voz de bebé que logró enternecer a cada miembro del grupo— Puedo hacerlo contigo si quieres, pero sería humillante.

Camila lo sintió en ese momento. Esa emoción en su pecho, ese tirón en las mejillas, esa sensación de estar flotando. Sabía que la felicidad había regresado, que su corazón ya no dolía, que su alma ya no estaba rota.

Sin embargo, quería probar a Lauren. Jugar un poco no haría daño.

—Camz... —Se quejó Mr. Sad al notar que nada estaba saliendo como lo había esperado— Por favor. No juegues conmigo.

Así que lo había notado...

Camila se cubrió la boca con ambas manos. No quería sonreír para ella, no aun. Lauren, quien supo de su pequeño juego antes incluso de que lo ideara, bufó al ver su acción.

—No me tortures, por favor. Me siento como una mierda.

Fue una buena opción no sonreír. Justo cuando la chica triste terminó de hablar, una sonrisa se deslizó entre sus labios.

Era una sonrisa plena, de esas que rara vez aparecen, de esas que son admirables. Era una de esas sonrisas que solo puede pertenecer a una chica triste.

Se quitó las manos de la boca y le sonrió de vuelta. Había sido demasiado, incluso para ella.

—Gracias.

Lo decía de corazón.

Lauren la abrazó. No era algo premeditado, sino un impulso. Sin embargo, al darse cuenta de que ya era demasiado como para volver atrás, ella no se alejó.

No importaba ya que otros la vieran, que otros supieran que tan perdida estaba. Ahora solo importaba ella, esa a la que le había quitado y devuelto la sonrisa.

—¿Ahora sonríes? —Se burló Dinah.

No le importó.

—Sólo junto a Camila. Mis sonrisas son de ella, es una promesa.

No le importaba.

—¿Alguien puede explicarme que sucede? —Normani se mostraba confundida. También los demás.

No le importaría tampoco.


Cuatro simples palabras: Amo a estos personajes.

—Lore—

Nota: Mis padres se casaron cuando supieron que mamá estaba embarazada de mí. Ya tenían dos hijos, así que pensaron que no cambiaría nada. Se separaron un mes antes de que naciera y se divorciaron antes de mi primer año... Mi terapeuta dijo que de allí nace mi miedo al matrimonio, pero creo que estoy bien así.

¿Qué tal ustedes?



Tengan una buena vida.

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