Recuerdo nuestra primera cita formal, el cielo se pintaba de un azul espléndido, sin duda hoy era un buen día.
La idea de llevarte al mar era incluso mejor, sabía que nunca habías ido y que te hacía mucha ilusión.
Recuerdo que cuando llegamos a la costa y observaste el mar, tus ojos se pintaron de el azul más intenso que había visto en mi vida y entonces no me hizo falta ver otra cosa.
Descubrí que el único océano que quería ver toda mi vida eran tus ojos, quería bañarme en sus profundas cuencas y perderme en tus hermosas pestañas.
Ese día cuando te pregunte lo que llevaba meses intentando decir, una oleada de sentimientos me dio una suave caricia en la cara, porque ese "Si" se había llenado de un cian hermoso.
Y nuestro primer beso se pintó de un añil delicado y lleno de amor.
Ese día sentí miedo, pero cuando te vi mirando el mar azul supe que hoy era el día apropiado para tener algo más que una amistad.
Seguramente no me creerías si te dijera que me enamoré de tu color azul, pero era inevitable que cada vez que lo viera me acordara del suave tacto de tus labios.