Las Heridas Del Pasado

By MaJoLh_29

216K 16.6K 1K

Después de que su relación con su prometido termina, Anastasia Steele cambia su actitud radicalmente. ¿Qué pa... More

Advertencia
Prologo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
NO ES CAPITULO
Capitulo 8 Maraton 1/?
Capitulo 9 Maratón 2/3
Capitulo 10 Maratón 3/3
Capitulo 11 (Bonus)
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14 maratón 1/3
Capitulo 15 maratón 2/3
Capitulo 16 maratón 3/3
Capitulo 17
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Aqui Casual un espacio publicitario
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27. Maraton 1/3
Capítulo 28. Maraton 2/3
Capitulo 29. Maraton 3/3
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capito 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capítulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
Epílogo Parte I
Epílogo Parte II
Nueva historia

Capitulo 18

3.9K 326 25
By MaJoLh_29

-No fue nadie. -Susurró, diciéndole la verdad.

-Anastasia, dime la maldita verdad. -Se acercó a ella.

-Esa es la verdad. -Contestó con un hilo de voz al verlo así. Christian tomó una de las manos de ella, agarrándola y plantándole un suave beso mientras la miraba a los ojos.

-No quiero que nadie te lastime. -Susurró más calmado.

-Nadie me ha lastimado.

-Averiguaré quién te hizo esto, Anastasia. Y lo pagará caro. -Le prometió, amenazante, pero a pesar de aquello, la miraba con ternura.

-¿Podría seguirme, señorita? -Le preguntó el médico, volviendo al cubículo. -Le haremos unos rayos equis.

-De acuerdo. -Susurró, colocándose de pie, perdiéndose por el pasillo con el doctor.

***

-¿No planeas decirme la verdad? -Le preguntó él, ya en el auto.

-Me lo hice yo misma. -Susurró, mirando por la ventana. Aquel golpe había estado muy cerca de romperle uno de los huesos, pero afortunadamente, no tuvo la fuerza necesaria.

-¿Qué dijiste? -Preguntó, dando un frenazo.

-Me lo hice yo.

-¿Por qué? -Preguntó asombrado, mirándola fijamente.

-Estaba molesta.

-¿Por?

-Por una bobería.

-No te habrías hecho tanto daño por una bobería. ¡Casi te fracturas!

-Se me fue la fuerza. -Christian se soltó el cinturón de seguridad y se giró en el asiento.

-Mírame. -Le pidió. Anastasia tomó aire e hizo lo que le pedían, él colocó ambas manos en las mejillas de ella. -Prométeme que no volverás a lastimarte de esa manera, Anastasia.

-De acuerdo.

-¿Me lo prometes? -Preguntó, besándole las manos. -Te lo prometo. -Susurró, viendo en sus ojos grises un destello de ternura y... No. No. No era un destello de amor. Seguro el medicamento que le había dado el doctor la estaba haciendo alucinar. Seguro. Mierda. Aquello era una droga alucinógena. - ¿Qué te pasa? -Preguntó él al ver su expresión.

-Nada. Creo que el sueño me está afectando.

-De acuerdo. -Él volvió a colocarse el cinturón de seguridad, continuando con la marcha. Tras unos pocos minutos ya estaba de nuevo en el conjunto residencial donde vivía Anastasia. -Es más que obvio que no tienes porqué ir a trabajar. -Le informó, mirando su reloj. -Son las tres de la madrugada.

-No importa, sí iré. Gracias por todo, Christian. -Le dijo, plantándole un rápido beso en los labios, para después bajar del auto.

**

No pudo cumplir su palabra. Se despertó a eso de las diez de la mañana. Primera vez que dormía tanto. Decidió esperarse hasta almorzar para después ir al bufete a eso de la una.

Y así fue.

Llegó directo a su oficina, pues no quería ver a nadie. Ni siquiera a Christian. Si lo veía, no iba a poder hacer lo que tenía planeado; terminar su relación.

¿Tenía que hacerlo? No. ¿Debía hacerlo? Sí, por desgracia sí.

****

Christian había salido de la clínica con una sonrisa en su rostro, su padre estaba mejorando considerablemente. Había hablado con él y por fortuna no se había puesto a contarle distintas historias cursis. Intentó llamar a Anastasia, dándose cuenta de que ella ya no tenía celular y por desgracia, no se sabía el número de su apartamento.

Se dijo a sí mismo que tenía que reparar lo que había dañado. Así que antes de ir al bufete, decidió ir a una de las tantas tiendas del centro en donde vendían celulares. Le compraría algo bonito. Bonito y último modelo. Ella se merecía lo mejor.

****

Anastasia comenzó a redactar uno de los tantos informes que tenía pendiente, hasta que se vio interrumpida por el toque de la puerta. Era Andrea.

-Doctora Steele, la busca una tal... -Se vio interrumpida por Alaska, quien entró corriendo hasta el escritorio de ella.

-¡Anastasia! -Gritó. Ella se colocó de pie, mientras era abrazada por la niña.

-Discúlpeme, doctora pero es que... -Comenzó a decir la recepcionista, apenada.

-No importa, Andrea. Déjanos solas. -Le contestó sin darle importancia. - ¡Alaska! ¿Qué haces aquí?

-Mamá vino a arreglar unas cosas con Christian, sobre el caso o algo así. Y mientras hablan yo vine a verte. -Le dijo con una sonrisa, sentándose en la silla de Anastasia, comenzando a dar vueltas allí. Ella sonrió al ver la alegría de la niña.

-Me alegro tanto de que hayas venido.

-¡Y yo! Te extrañaba. Deberíamos volver a ir al cine.

-¡Claro que sí! -Le contestó con una sonrisa, sentándose en una de las otras sillas que había en frente del escritorio. - ¿Qué tal has estado estos días?

-¡Muy bien! Me he sentido bien. No he visto a Marcos y ya sabes.

-Me alegro mucho, nena. -Le dijo con una sonrisa ladeada.

-¿Y tú qué tal? Te ves mucho más guapa, ¿qué te hiciste?

-Nada en realidad. Solo fue un pequeño cambio de look, pero gracias. -Le contestó con una sonrisa.

-¿Y qué tal tú con Christian?

-¿A qué te refieres?

-Te dije que ustedes se miraban así raro. ¿Ha pasado algo?

-No, nena, nada. -Susurró incómoda.

-Pero te gustaría que hubiese algo.

-Nena...

-O sientes algo por él. -Le dijo ella, mirándola fijamente. Ella sintió cómo se sonrojaba. - ¡Sí es eso! ¡Lo quieres!

-¡No!

-¡Sí lo quieres! ¡Díselo!

-No voy a decir algo que no siento, Alaska, y terminemos con el temita de una vez. -Concluyó seria. La niña asintió levemente, apenada. Cambiaron radicalmente de tema. Anastasia se carcajeó un par de veces al escuchar las ocurrencias de Alaska. A los pocos segundos apareció Tania, llevándosela.

Ella volvió a concentrarse en su trabajo, pensando cada vez más en cómo las ganas de tener un hijo, iban en aumento. Pero no. Si llegaba a tomar aquella decisión, le gustaría que su hijo tuviese una familia feliz; con mamá, papá, hermanos e incluso un perro. Y ella no podría darle aquello.

Siguió trabajando por un par de horas más, hasta que volvió a verse interrumpida por Andrea.

-Doctora Steele.

-¿Ahora qué?

-Es que la buscan.

-¿Quién?

-Raúl Moncada. -Le dijo después de leer su pequeña libreta.

-¡Oh! ¡Déjalo pasar! -Contestó emocionada, mientras se colocaba de pie. A los pocos segundos apareció aquel atractivo bailarín por la puerta. - ¡Qué sorpresa verte aquí! -Exclamó, abrazándolo.

-Me encanta dar sorpresas. -Dijo él, correspondiendo al abrazo.

-¿Cómo supiste en donde trabajo?

-Fui al hotelucho ese. Allí me dieron la dirección del trabajo de tu jefe.

-Oh, ya.

-Estoy aquí para dar un par de clases. Realmente me voy hoy, estuve demasiado ocupado y no me dio tiempo de visitarte antes.

-Pero ya lo hiciste y eso es lo que importa. Me alegró mucho tu visita.

-Cuando vuelva te llevaré a bailar por allí, eh.

-¿Es una invitación?

-Realmente es una orden. -Dijo con una sonrisa.

-Qué mandón.

-Lo sé. -Contestó riéndose. -Solo pasé a saludarte y a darte esto. -Comenzó a abrir la mochila que tenían guindada en su espalda, sacando de allí un paquete, envuelto en papel de regalo, el cual tenía un diseño de unos bailarines. -Espero que te guste. No lo abras ahora. -Le dijo, acercándosele de nuevo para abrazarla. -Hasta pronto. -Le plantó un beso en la mejilla.

-Muchas gracias, Raúl, no tenías porqué molestarte. -Contestó, acariciando el paquete que tenía entre sus manos. Él se fue, dejándola sola. Anastasia colocó aquel regalo sobre su escritorio, comenzando a rasgarlo con lentitud, emocionándose al darse cuenta de cuál era aquel regalo; su libro favorito. Ella siempre lo leía en su computadora, lo cual era incómodo. ¡Y ahora lo tenía en físico!

-Vaya, ¿por qué estamos tan felices? -Preguntó dulcemente Christian, acercándose a ella.

Me dieron uno de los mejores regalos que podía recibir! -Contestó emocionada.

-¿Ah, sí? ¿Cuál?

-Mira. -Ella le enseñó el libro. -Mi libro favorito.

-Vaya, ¿estás así de feliz por un libro?

-¡Por supuesto! Sabes que amo leer. -Contestó con una sonrisa.

-Me alegro mucho por ti. ¿Y quién te los regaló?

-¡Raúl! -Contestó alegre.

-¿Raúl? -Preguntó, cambiando su expresión. + -Sí, él. -Susurró incómoda.

-Vale, pues yo también te traje un regalo. Te gustará más que este. -Señaló rápidamente el libro.

-¿Ah, sí?

-Sí. Cierra los ojos y extiende las manos. -Anastasia dejó el libro en la mesa, para después hacer lo que le pedía Christian, sintiendo cómo él le colocaba una cajita en las manos. Ella abrió los ojos, sintiendo cómo la sangre se le helaba al reconocer ese regalo, era un celular último modelo. Mierda.

-Oh. -Su expresión era de desconcierto. Christian la miró con el ceño fruncido. -Es... sorprendente. -Dijo, tratando de forzar una sonrisa.

-No me digas que no te gustó.

-No es eso. Solo no puedo aceptar algo así. -Susurró, devolviéndole aquel sofisticado aparato.

-Te debo un celular, recuérdalo.

-No, no me debes nada, fue un accidente. Y te repito; no puedo aceptar eso.

-¿Por qué no?

-Christian, ese celular es demasiado costoso. Vale más que la mitad de las cosas que hay en mi cuarto. Y no puedo aceptar que me regales algo así. No sería... bueno. No estaría bien.

-¿Por qué? Si yo quiero regalarte algo, lo hago.

-Y si yo quiero no aceptar el regalo, lo hago. -Le contestó en el mismo tono.

-¿Es en serio esto, Anastasia?

-Muy en serio, no voy a aceptar regalos tan costosos. -Christian observó el celular que tenía en sus manos, luego la miró fijamente a los ojos y se fue de la oficina. ¡Por amor a Dios! ¡Era demasiado ilógico que prefiriese un maldito libro a un teléfono último modelo! ¿Qué clase de mujer era esa? Entonces algo cruzó por su mente; quizá no había rechazado el regalo, quizá había rechazado a quien se lo había regalado. ¿Ella sentiría algo por Raúl? De pronto aquella idea lo encolerizó, lo llenó de rabia.

Rabia que se vio multiplicada al escuchar cómo una de las voces de su mente, le decía que aquello eran celos.

Él no podía estar celoso. Jamás había estado celoso. Y no comenzaría ahora.

Anastasia se sentó detrás de su escritorio, repasando mentalmente todo lo que había ocurrido. No había sido su intención rechazar el regalo, pero Christian debía saber que ella no aceptaba ese tipo de cosas. Después iba a pensar que solo estaba con él por dinero. Y no era así.

Además, ahora que pronto terminaría con su relación, no quería que él pensase que solo estaba buscando regalos. Porque, de nuevo, no era así.

Las demás horas pasaron, Anastasia inconscientemente estuvo esperando que Christian la invitase a cenar, pues se le había hecho costumbre. Y honestamente, extrañó que él no lo hiciese. Lo extrañó y se decepcionó. Pero tendría que acostumbrarse a aquello si planeaba terminar su relación.

Tendría que acostumbrarse a no volver a sentir sus labios sobre los suyos.

Tendría que acostumbrarse a no sentir sus manos por su cuerpo.

A no sentir su cálido aliento en su cuello.

Y honestamente, ¿Quería acostumbrarse a eso?

***

Al llegar a su casa y encontrarse de nuevo con una nota de Kate, comunicándole que no dormiría aquella noche en su casa, se preparó una cena ligera y se acostó inmediatamente. Al ver que no podía dormir, decidió estrenar el libro que le había regalado Raúl. Y así lo hizo. Pero, varias veces tuvo que releer el párrafo debido a que sus pensamientos hacían que no supiese lo que leía. ¿Y en qué pensaba? En Christian. Realmente no quería terminar su relación con él, pero sabía que si seguían juntos, aquello sería autodestructivo. Pero, ¿por qué no seguir con aquella relación? ¿Por qué no disfrutar el tiempo que durase? Si seguía con aquello, se enamoraría más de él y el daño sería mayor.

¿Y con él? ¿Con él que pasaría? Nada. Él seguiría con su vida. Ella solo sería una conquista más en su lista. Uno de los tantos corazones que había destrozado.

Y eso le dolía en lo más profundo de su alma. El solo pensar en eso hizo que algunas lágrimas mojasen las páginas de su libro. Y entonces se dio cuenta de lo mucho que ya lo amaba.

Y no había vuelta atrás.

Fuera como fuera, su corazón terminaría roto. Más roto de lo que ya estaba.

**

Él tampoco pudo dormir aquella noche, sus pensamientos no lo dejaban en paz. ¿Pero exactamente, en qué pensaba? ¿En Anastasia? Sí. Su hermosa sonrisa, su cálida voz y sus intensos ojos azules no lo dejaban en paz. La había visto en distintas facetas; cuando estaba molesta, cuando estaba alegre, cuando estaba triste, cuando estaba deprimida y cuando estaba prendida, por decirlo así. Y en cada faceta, sus ojos cambiaban de color. Al estar molesta adquirían un azul intenso, casi chispeante. Al estar feliz, sus ojos también se volvían azul intenso, pero con distintos destellos. Al estar triste o deprimida; sus ojos se apagaban, se volvían en un azul sin vida, un azul muerto. Y al experimentar el deseo, la mayor cantidad de azul desaparecía, viéndose opacada por el negro de sus pupilas dilatas. Extrañamente su azul favorito era el intenso, el de la felicidad. Entonces se preguntó ¿por qué su favorito no era el azul del deseo? ¿Realmente prefería verla feliz a verla con deseos de acostarse con él? Sabía la respuesta y no le gustaba.

Aunque lo cierto era que a cualquiera le gustaría verla feliz; el suave sonido de su risa ronca era una dulce melodía que alegraría hasta la persona más amargada. Sus mejillas sonrosadas debido a la risa lo alegraban y le importaban más que las mejillas sonrosadas debido a los intensos besos y a las intensas caricias.

Podía notar que la Anastasia más dulce y amable afloraba cuando estaba con niños; la había visto con Daniel y Alaska y honestamente era todo un amor, toda una dulzura.

Trató de dormir de nuevo, pero el recuerdo del sabor de sus besos, el sabor de su piel, sus manos acariciándolo, se lo impedían. No podía dejar de pensar en ella. Y no sabía el porqué. Ya se habían acostado un par de veces, ya debería dejar de desearla. Ya debería dejarla a un lado. Ya debería haber dejado aquella 'relación'. Aquella relación que no llegaría a ningún lado. Tarde o temprano aquello terminaría. Él no podía y no quería atarse a nadie. Y aunque Anastasia dijese que no quería formar una familia, tarde o temprano sentiría deseos de hacerlo.

Y él no podría saciar aquellos deseos.

Tenía que comenzar a olvidarla, tenía que comenzar a distanciarse para terminar aquello cuanto antes. Ya había ganado la apuesta y técnicamente, ya más nada le interesaba de Anastasia, pero sin embargo, quería volver a hacerle el amor.

Hacerle el amor.

¿Por qué había pensado aquello? Él no hacía el amor, él solo mantenía relaciones sexuales. Nada más.

Se dijo a sí mismo que se había confundido debido al sueño, pues a los pocos segundos, terminó cayendo en los brazos de Morfeo.

***

Dieron las tres de la mañana. Anastasia había logrado conciliar el sueño y también dormía plácidamente. El sueño que tenía en aquel momento provocaba la sonrisa que tenía en su rostro; estaba en un jardín, en un jardín siendo perseguida.

Pero por primera vez, el estar en una persecución, no la alteraba, pues el hombre que iba detrás de ella era Christian.

Por fin la alcanzó, tirándola al suelo, comenzando a hacerle cosquillas, cosquillas que parecían reales, no parecía un sueño, por lo que, aun dormida, rio. Las carcajadas fueron calladas con un beso, un beso suave, dulce, tierno y sutil. Christian poco a poco fue profundizando aquello, tomándola del cuello y convirtiendo aquel momento en uno pasional. Pero, de pronto el beso cesó. Anastasia se desconcertó ante aquello.

-¿Christian? ¿Vida, qué ocurre? -Preguntó al ver que se quedaba quieto. Él se colocó de pie, dejándola en el suelo tirada.

-No quiero más nada contigo. Ya nos acostamos. Solo quería obtener eso de ti.

-No. -Susurró con lágrimas en los ojos.

-¿Y vas a llorar? ¿No te das cuenta de lo ridícula que te ves así?

-Christian, por favor, no. -Él se dio la vuelta, dejándola allí tirada y desconsolada. Anastasia comenzó a llorar aún más, hasta que sus sollozos se vieron interrumpidos por el sonido de un disparo. Ella se colocó de pie inmediatamente, tratando de rastrear aquel ruido. Caminó por unos segundos, hasta encontrar a Christian tirado en el suelo, sangrando. Y Raymond estaba parado en frente de él, observando cómo él agonizaba y ella lloraba a su lado.

Mierda. La historia se estaba repitiendo de nuevo.

-Te dije que nunca ibas a ser feliz. -Le dijo él, guardando su arma en su bolsillo.

-¡No! -Despertó gritando, dándose cuenta de que estaba empapada en sudor. Mierda, ¿cómo algo que había comenzado siendo un hermoso sueño, había terminado siendo una de las peores pesadillas de su vida? Lo más triste de todo, era que así pasaba en la vida real. Todo podía cambiar en un segundo, con una palabra, con una mirada.

Pero su sueño tenía algo de razón. Raymond era capaz de hacerle daño a Christian si se enteraba del hecho de que estaban juntos.

Ahora todo estaba claro. Ya tenía una decisión tomada; terminaría con él.

Y no lo haría para proteger su corazón.

Lo haría para protegerla vida del hombre al que amaba

__________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________


Hola....

QUE TAL LA SORPRESA DE HOY 😍😍😍😍😍 eso no me lo esperaba, lo juro, aun no lo supero

y todo porque hoy es el cumpleaños de Anastasia 😍😍😍😍, subire otro capitulo :3 todo porque ando emocionada con esta sorpresa

Continue Reading

You'll Also Like

208K 11.7K 19
El maldito NTR pocas veces hace justicia por los protagonistas que tienen ver a sus seres queridos siendo poseidos por otras personas, pero ¿Qué suce...
1.9K 129 11
kanon y radamanthys saga y aioros 💖💖💖💖💖💖💖💖💖💖💖💖💖💖💖💖💖💖💖💖💖💖💖💖
785 85 3
No daré espoilers, lean y disfruten 😉 (⚠️advertencia⚠️) Tiene groserías En algunos capítulos También violencia
8.1K 1.6K 35
Una boda por contrato con un magnate que le dobla la edad, y un hijastro que intentará seducirla para deshacerse de ella. Romance, traición, intriga...