Cajitas de Cristal

By _MichBlack_

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He pasado toda mi vida cuidando cada paso que debo dar, siempre pensando en qué será lo más aceptado por las... More

I N T R O D U C C I Ó N
P R I M E R O
T E R C E R O
C U A R T O
Q U I N T O
S E X T O
S É P T I M O
O C T A V O
N O V E N O
D É C I M O
Ú N D E C I M O
D U O D É C I M O
D É C I M O T E R C E R O
D É C I M O C U A R T O
D É C I M O Q U I N T O
D E C I M O S E X T O
D E C I M O S É P T I M O
D E C I M O O C T A V O
D E C I M O N O V E N O
V I G É S I M O
E P Í L O G O
F R A S E S

S E G U N D O

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By _MichBlack_

Hay personas que son
como ollas de presión y cuando estallan salpican todo a su paso.


Ava no ha dejado de seguirme y hablarme por una semana entera, he intentado de todo, indirectas, plantones y hasta ignorarla. Pero al parecer, eso le da muchas más fuerzas para que siga molestándome. No sé qué hacer para alejarla, quiero tener amigos, no un chicle. Ahora también está con esa loca idea de ir a una discoteca, que muy a mi pesar tuve que aceptar.

¡Es que no se callaba! ¡era parloteo por aquí, habladuría por allá! Es tan estresante.

Ella es el tipo de persona que mi padre no aprobaría.

Levanto mi bolso lleno con mis cuadernos y pertenencias del suelo de mosaicos del Bruno's Pizzas, cierro mi locker guardando el uniforme sintiendo mis huesos crujir mientras cruzo las puertas de vidrio del local, es más el tiempo que paso deseando tener un tiempo a solas en silencio que lo que dura cuando Ava aparece en la salida de June's Burguers para venir a mi encuentro, —Como ha tomado por costumbre todos los días— ella lleva una vestimenta aún más atrevida de la que usa normalmente de por sí y a semejantes horas de la noche, en serio que esta chica está loca.

—¿Te vas a ir así? —pregunta incrédula, ojeándo mi ropa como si viese a una indigente.

Estamos a mano querida.

—Sí —respondí.

No iré indecente como ella, yo en cambio tengo una falda café que llegaba un poco más abajo de mis rodillas, —Cinco dedos, más o menos—una blusa blanca bajo un sueter de lana color beige. Mi atuendo es casual para cualquiera que lo vea, mi vestuario le indica a otros que no soy una delincuente o una cualquiera, pero estoy abierta a hacer amigos.

Amigos decentes, sin tatuajes o cosas así.

Pero sé que podría hacer una apuesta de que todos en ese lugar visten como ella porque son personas desordenadas, groseras o mentirosas y la ganaría, de eso estoy segura. Por eso es que las personas decentes nunca vamos a esos espacios.

Nos encaminamos a la discoteca, aún sin creerme que Ava se haya atrevido a ponerse un vestido rojo siete dedos por encima de la rodilla, con un escote que no dejaba mucho a la imaginación.

En una esquina alumbrada por un cártel de colores neón, se aprecia la entrada al lugar nocturno, y si la calle repleta de basura no da una buena imagen de por sí, entonces los tipos mal vestidos con un cigarrillo en una mano y un trago en la otra destruían lo poco que incitaba a la gente razonable para entrar al lugar. Ava toma mi codo llegando frente al gorila de la puerta, ¿es en serio? ¿qué tanto puede proteger él si deja entrar gente vestida así?

—Hola Gray, no seas rudo con ella, es mi amiga —Saluda alegremente al tipo que le saca dos cabezas en estatura.

—Ava, no te metas en más líos —Le advierte mientras Ava me hala al interior de aquel lugar.

¡¿Líos?!, ¿en qué clase de problemas está metida esta chica?, ah, mi papá me lo había advertido. Yo sabía que debía hacerle caso, de seguro ahora estoy en un bar de criminales, me atarán, secuestrarán, pedirán un rescate, y cuando tengan el dinero me volverán el sushi que compras en el centro comercial.

—¿Mika?, ¡¿Mika?! —grita Ava rompiendo el hilo de mis preocupaciones.

—¿Qué? —pregunto irritada por las bocinas que hacen vibrar el lugar con su música.

—Que voy por un trago, ¿quieres venir?

¿Licor? Puagh, nunca, mi padre me mataría si supiera que tomé alcohol, es la regla número cuatro de hecho.

—No gracias, yo me quedaré acá —declino sentándome en una de las mesas cerca de la pared.

El espacio perfecto para pasar desapercibida y evitar un brutal asesinato hacia mi persona.

¿Huele a cigarro rancio o son cosas mías?

Ava se despide de mí, espero por ella a que vuelva en seguida con lo que sea que vaya a beber, pero al darme cuenta de que una hora significaba que no pensaba volver rápido, empiezo a prestarle más atención al lugar y a sus posibles rutas de escape. Es un espacio no muy grande, pero lo suficiente para albelgar unas 150 personas. Hay pocos civiles en sus mesas, la mayoría en grupos o solo parejas comiéndose sin escrúpulos. El cigarrillo pronto somete a mi naríz a su olor, repugnante si me preguntan, y al parecer es tendencia el aglomerarse en la pista de baile con una botella en la mano mientras tocan todo lo que pueden.

Entonces llega esa melodía de carácter escurridiza, se planta sin prestar mayor atención a que yo quiero estar en todo momento atenta por si alguna emergencia se presenta y es que, con ella ahí jamás podré cumplir con mi objetivo. Empiezo moviendo mis dedos junto a la música, luego se suman mis pies, y ya en el nivel máximo mi cabeza tiene ataques epilépticos al ritmo de la melodía.

Ese es un efecto que tiene la música sobre mí, basta escuchar algo que llame mi atención, para olvidar que estaba en un sitio de mala muerte rodeada de drogadictos y demás. Sin poder contenerme dejo salir mi voz acompañando al cantante del single, sintiendo lo que él relata entre notas musicales. Una canción triste. Y a pesar de no haber vivido una depresión amorosa en mi vida, siento como si mi corazón estuviese tan roto como el de él, es otro detalle que hacen las melodías en mí. Es como si viviese a través de la música, en estos momentos puedo sentirme tan poderosa, como esa chica que siempre quise ser, hermosa, segura, valiente, extrovertida, espontánea, libre...

Colocan una canción mucho más alegre que hace a cualquiera querer mover las caderas, me levanto decidida a dejarme llevar. Pero entonces sucede otra vez.

Me paralizo ahí parada siendo asfixiada por las dudas y los malos recuerdos que escalan la pendiente desde el fondo de mi ser para llegar a mi cabeza, nuevamente siento que no soy suficiente, siento que soy esa niña asustadiza que antes fue lastimada y nunca se animó a sanar, trago saliva apretando los puños, empujando mis inseguridades de nuevo al abismo del que no debieron haber salido, agradezco el que nadie me hubiese visto, pero no quita el deseo de salir corriendo.

¿Qué diablos me pasa? Yo jamás podría disfrutar algo como eso, solo estoy cayendo en el embrujo del lugar, ¿en serio iba a Bailar? ¿Yo?, ¿Y si se burlan de mí?, debería irme de acá, sabía que esto sería una pérdida de tiempo.

Me gusta bailar, de verdad me encanta. Y es que cuando una persona puede palpar la música así como lo hago yo, es casi imposible el no seguir esas notas con el cuerpo entero.

Tomo mi bolso queriendo irme por ser tan idiota, yo jamás seré esa chica valiente. No estoy hecha para eso. Con una pesadez sobre mis hombros, trato de encontrar mi salida de aquel recinto, pero antes de siquiera acercarme a la puerta me toman del codo.

—¡Así que te por fin levantaste! Pensé que te quedarías sentada toda la noche, por cierto, ya fui por mi trago olvidé avisarte —comenta Ava soltando una risilla ebria.

Arrastrándome hacia la muchedumbre que suda, Ava comienza a decirme que debo salir más seguido y no sé qué cosas más, yo solo la ignoro. No es hasta que descubro sus intenciones, que me doy cuenta que esa conversación sin sentido tiene el único objetivo de distraerme, pues tiene planeado llevarme hasta el centro de la pista de baile donde solo se acercan los más osados, con un talento para el baile envidiable. Cosa que yo no soy.

—Oh, no, no, no ¡Ni lo sueñes! ¡Ava! —Comienzo a quejarme cuando me hace traspasar la barrera de cuerpos, lanzándome al epicentro de aquella reunión.

Todos me ven mientras Ava baila sin miedo alguno, para ella es fácil no tiene pies de escoba. Me congelo sin más remedio, viendo a todas direcciones en busca de la salida de aquel lugar, incluso busco en Ava esperando que mágicamente note mi desesperación. Odio ser el centro de atención, me da pánico. Siento que el aire no entra a mis pulmones, el sonido se torna estridente a mis oídos en el mismo instante en que mi cuerpo comienza a temblar y todo empeora cuando empiezan a abuchearme por no seguir la canción. Los malos recuerdos estallan en mi cerebro al comprender que se están burlando de mí, porque no soy como ellos o Ava.

Esto es lo que sucede siempre, a la gente no le gusta como soy. Por eso están las reglas, evitan que salga lastimada.

No puedo, no quiero estar aquí.

Corro fuera de aquel lugar empujando a todo el que estuviese en mi camino convirtiéndome en una marea de Miles de emociones negativas, aparto de un codazo al gorila de la puerta y no paro de correr hasta que estoy unas cuadras más adelante. Me abrazo para darme fuerzas y no ahogarme en la frustración de lo patética que soy, así soy yo. Me escondo. Siempre lo hago. Sé que podría hacer todo lo que me propusiera, pero el simple hecho de pensar que los demás podrán excluirme me paraliza y hace que abandone lo que sea que haga, porque es una mentira, las personas apartan a los que son diferentes a los que no entran en el molde.

Conozco bien eso.

—¡Mika! ¡Mika! —La voz de Ava resuena en las calles nocturnas de Coldprince, junto a sus pasos que se acercan a toda velocidad, yo apresuro el paso, no quiero verla ni ahora ni nunca, solo quiero que me deje sola para hacer amigos—. Hey —llama volteándome por un hombro.

—¡Ya déjame! —grito aguantando las ganas de llorar, no le daré el gusto de ver que me hirieron las miradas de todos sobre mí—, ¡Aléjate!

—Mika... —Ava me dirige una mirada conmocionada— Lo siento, no sabía que te quedarías quieta... —balbucea desconcertada.

—Ah, ¿en serio?, pues si no me levanté en toda la noche es por algo ¿no?, pero ¿cómo lo sabrías?, si te perdiste en el eterno camino de buscar un trago —reprocho amargamente.

—Hey, perdón ¿sí?, no creí que era un crimen divertirse —responde un poco molesta.

—Diversión, diversión, ¡ese es tu problema!, ¡no todo es diversión Ava! ¡Todo te lo tomas a juego con tus idas a fiestas!, ¡ya aléjate de mí, no me agradas! ¡no me gusta toda tu locura eres tan incorrecta, tomas alcohol, te vistes así, tu cabello no está recogido, hablas con extraños, eres tan imprudente y espontánea! ¡Pareciera que vivieses tu vida como si no hubiese un mañana! Y perdón, pero yo sí tengo un futuro y no te veo en él a partir de esta noche, ¡solo déjame sola para poder hacer amigos!

Finalmente mi paciencia explota en mil fragmentos que, bien sé, tardarán un buen tiempo en reagruparse para crear nuevamente el autocontrol que me caracteriza.

La mirada de Ava se vuelve tan incrédula y con un atisbo de diversión tan irritante, que logra que la sangre de mi interior hierba a tal grado que se evaporaría de ser posible.

Pero las palabras que dice a continuación, suenan de todo menos divertidas.

—Sí, lo soy, y gracias a dios por eso. Porque prefiero mil veces ser así, que a vivir toda mi vida en mi zona de confort, con vestidos y trapos que me ayudan a esconderme de mí y de todos, dime Mika, ¿cómo diablos piensas hacer amigos si a todos los alejas?, y no te atrevas a decir que no porque es justo lo estás haciendo conmigo, eres alguien tan cerrada, que no disfruta los placeres de la vida —Ava es interrumpida por mí, con una brusquedad no propia de mi persona.

—Mi padre dice que...

—¿Tú padre dice? Tienes 21 años, ¿es por él que haces todo esto?, encerrada en una caja invisible por propia voluntad, cuando tienes la oportunidad de romperla y cumplir tus sueños, tu padre no está aquí Mika, ten al menos los ovarios de tomar las riendas de tu vida y vivir realmente. Podrás decir y pensar lo que quieras de mí, pero por lo menos yo vivo mi vida y no la de otros.

Ava se da media vuelta dando por finalizado el intercambio de palabras.

Yo trato de llamarla de vuelta queriendo ser la que tiene la última palabra en la discusión, pero no me escucha ni una vez y eso hace que mi cólera aumente.

Yo vuelvo a casa hecha una furia con lágrimas en los ojos, me chocó con Adrien subiendo las escaleras pero lo ignoro súbitamente.

Yo abro la puerta de mi hogar que siento tan frío e impersonal, Crescent huye de mi malhumor como si fuera el demonio más horrible que ha visto.

Yo recibo una videollamada de mi padre, contesto con dedos temblorosos, debo forzar una sonrisa y decir que soy feliz.

Yo tuve mucho por reflexionar esa noche.


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